"Ferriswheel relief"
Cuando Touko abrió los ojos el sol casi no se veía desde lo alto de la torre, había pasado la mayor parte del día ahí durmiendo en el suelo arenoso y lleno de piedras en la Torre Duodraco. Cuando se levantó pudo notar como su Braviary se encontraba acostado a su lado y nada más la vio levantarse la imitó. Al parecer la había estado cuidando a ella y a su orbe negro todo el rato. Touko recogió del suelo a su Zekrom durmiente dentro de aquella esfera oscura y miró el cielo nocturno que se veía desde el agujero en la pared, así como los pequeños rayos naranjas que se colaban entre la masa de nubes indicando que abajo aún era de día.
La castaña miró a Braviary por un momento y luego se paró justo por donde entró al mediodía, Braviary entendiendo la siguió y extendiendo sus alas como invitación bajó su cuerpo para ser montado por su entrenadora, quien le dio leves caricias antes de montar sobre él y tomar vuelo.
Braviary no necesitaba una confirmación del lugar a donde seguramente quería ir su entrenadora, tampoco ella le había ordenado venir a este lugar y aquí estaban; él conocía a su maestra perfectamente, al igual que lo hacían el resto de sus pokemon.
El guerrero alado voló atravesando las nubes descubriendo bajo ambos una brillante puesta de sol que iluminaba techos de edificios muy conocidos para Touko así como una elegante noria que parecía de otro mundo mientras los rayos de sol la iluminaban dando su recorrido.
Braviary sobrevoló un par de veces sobre la noria esperando una confirmación por aterrizar o tal vez que le dijese que salieran del lugar debido a los recuerdos pero no fue así. No tuvo ninguno de ellos, sólo pudo ver de reojo una sonrisa en el rostro de su maestra, aunque triste en cierto modo pero esperanzadora.
Decidido a darle espacio y decisión propia como quería el resto del equipo, el hermoso pájaro rojo desvió su curso y aterrizó frente al centro pokemon cercano dejando a su entrenadora frente a la puerta de este. Touko vio como su pokemon le dirigía una mirada entre preocupación y algo más que no sabría identificar, así que le sonrió y le dio un abrazo para luego decirle que merecía un descanso por todo el recorrido del día. La castaña guardó a su Braviary de vuelta en su pokeball y se giró frente a la puerta para pedir en el centro una habitación para la noche.
Cuando la puerta se abrió y fue a entrar la de ojos azules chocó con alguien más, quien cayó al suelo mientras Touko se mantenía en pie. Un grito femenino se oyó desde el suelo, cuando Touko miró a la persona con quien había chocado se sorprendió un poco.
Era una chica, entrenadora, vestía un short holgado amarillo y un suéter azul y blanco ajustado a su cuerpo mientras a la altura del cuello por detrás parecía tener un lazo que juzgando por su forma de vestir seguro se trataba de su ropa interior, y para su cabello tenía un par de cebollas de donde salían dos coletas bastante largas, su pelo era envidiable para cualquier otra chica, incluso Touko que había recortado un poco el suyo quedándole ahora por los hombros. La chica en el suelo era... muy femenina.
Touko extendió su mano y con una sincera disculpa ayudó a la contraria a ponerse en pie quien tomó de la mano ajena y aceptó las disculpas pidiéndolas también. Ambas miradas se encontraron y azul mar chocó con azul río.
- Mi nombre es Rosa- Dijo la chica que aún sostenía la mano de Touko mientras ambas se miraban.
- Mucho gustó Rosa, perdona otra vez por el golpe- Rosa negó con la cabeza indicando que no había problemas por eso y justo antes de seguir con alguna charla más la de coletas dio un pequeño salto recordando algo al parecer por lo que pidió perdón y se fue corriendo hacia el parque de atracciones.
Touko no pudo evitar sonreír suponiendo que iría a retar a Camila, la líder de gimnasio de Mayólica, especializada en pokemons eléctricos. Tal vez le daría una visita luego en busca de apoyo o tal vez para desahogarse viendo su desfile de modas.
Se presentó en recepción del Centro Pokemon y saludó a la enfermera que siempre le atendía amablemente, la última vez que la había visto era hace dos años cuando aún era una inexperta y buscaba a los del Equipo Plasma por cada rincón de Teselia, todo esto para luego conocer a su tonto rey del cual luego caería enamorada como idiota para luego de derrotarle verlo marcharse a quien sabe donde.
Touko suspiró al recordar aquel día cuando montaron en la noria, y unas ganas de hacerlo otra vez por los viejos tiempos se apoderaron de ella. Pidió su habitación y en cuanto obtuvo la llave sin pensarlo mucho se dirigió a esta para dejar ahí sus pokeballs y cambiarse de ropa a una que no llamase tanto la atención o que pudieran reconocerla.
Touko odiaba los vestidos así que no tenía de eso para usar. Pero si tenía ropa que podían hacerla pasar como hombre fácilmente, además de que no estaba muy dotada de rasgos femeninos más allá de sus caderas. La castaña agarró unos jeans holgados de color beige parecidos a los que su hermano tendría en casa seguramente y una chaqueta negra sobre una camisa blanca que tenía y se vistió. Recogió su pelo dentro de una gorra negra y blanca, muy parecida a la de N, justo por eso la habia comprado en una tienda hace tiempo. En su cinturón de balls solo dejó la de Zoroark y guardó el resto en su bolso el cual dejó en la habitación ya que su chillante tono rosa tal vez la delatase.
Una vez llegó al parque de atracciones miró todo a su alrededor, algunas cosas habían cambiado mucho y otras no tanto. El parque se había extendido y ya la noria no era el último lugar del recinto, ahora lo era el desfile de modas de su amiga Camila, la electrizante modelo. Una vez decidió acercarse a la noria pudo ver como la misma chica de antes estaba tratando de subir pero el que vigilaba la atracción no la dejaba, después de todo las cabinas estaban diseñadas para dos personas.
Sin poder evitar sonreír se dirigió al lugar de ambos y educadamente llamó a Rosa y al encargado para preguntar si ambas podrían subir y así se resolvería el problema.
-Disculpe señor, si a la señorita no le es molestia yo podría acompañarla ya que ambos queremos subir- Dijo Touko tratando de sonar lo más varonil posible para que su disfraz funcionase, lo cual era muy excitante y divertido, era como un juego de niños.
- No veo por que nó- Dijo el hombre rascándose la cabeza y dándole al botón para abrir la cabina que ahora estaba en descenso -Disfruten de su paseo.
Y con esas palabras Touko recordó lo que N hizo hace dos años e imitó el gesto de reverencia dándole a entender a Rosa que entrase ya que las damas iban primero. Y así hizo, entró para luego ser seguida por una Touko que se divertía internamente.
Una vez la noria siguió su vuelta Touko sonrió mirando a la contraria recordando las frases de aquel de hace dos años.
"Primero debo decirte... soy el rey del equipo plasma"
Touko soltó una ligera carcajada al recordarlo ahora y de los momentos incómodos que N solia crear para luego arrepentirse de ello y poner una cara de mareep abandonado. Touko recordaba que siempre la hacia enojar cada vez que decía algo referente a sus ideales o al equipo plasma pero también recordaba lo difícil que era mantener el enojo con alguien al que veía como un ángel puro caído del cielo. Realmente era divertido ahora.
Rosa cuestionó el actuar del contrario mientras le veía con una expresión de duda en su rostro. Touko al notarlo volvió a reír y decidió dar paso a una conversación.
-Perdón, sólo recordé algo gracioso que pasó hace tiempo- Rosa ladeó hacia un lado la cabeza cuestionante, Touko divertida continuó -Tenía...No, Tengo un amigo que cada vez que nos veíamos siempre tenía la costumbre de decir las peores cosas en los peores momentos, pero aun así no podía molestarme con él porque no era nada más que inocente. Esa clase de personas que dicen lo que sienten desde el fondo de su corazón pero pueden terminar dañando a los demás
Rosa sonrió y a la vez se sorprendió cuando vio lágrimas correr por el rostro ajeno y para ella masculino.
-¿Tu estabas enamorado de tu amigo?- preguntó Rosa sin saber porque, abierta y curiosamente esperando una respuesta del contrario. Touko no pudo evitar sonreír y mirar fuera hacia la luna que ahora los cubría.
- Lo estoy, aún lo estoy, pero hace dos años que no le veo. No tendría oportunidad, pero al menos quiero verlo otra vez- Rosa se quedó sorprendida que alguien pudiese admitir eso abiertamente y frente a una total desconocida pero no le importó.
- ¡No te rindas muchacho! ¡Estoy segura de que lo encontrarás otra vez y podrás decirle lo que sientes!- Una conmovida Rosa sostenía ambas manos de Touko mientras le daba una determinada mirada de valor a la contraria que ahora era la sorprendida. Pudo desahogarse sin siquiera saberlo.
-Gracias- fueron las últimas palabras de Touko hasta que ambas sintieron el click de que habían llegado al final del recorrido.
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