Como dictan las costumbres de los clanes
NA. Todos los drabbles son de temática general, a excepción de este que tiene insinuaciones un poco más maduras. Lo menciono para que nadie sea tomado por sorpresa, si la advertencia va en Ao3, aquí también ajajaj (aunque se que por aquí les gusta lo sexy 7w7r)
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Las costumbres en los clanes de Jujutsu eran los compromisos potenciales desde niños, para que a la edad de 21 años la mujer ya podría estar casada y en vías de concepción, si era hechicera el indulto se permitía hasta los 25 años.
A los 31 años, Utahime Iori seguía soltera y sin compromisos públicos. No por decisión propia, incluso si en el momento aquello no le hubiera entusiasmado tanto.
Tenía retazos de memoria donde su abuela hablaba sobre posibles pretendientes con su padre y luego todo se detuvo. El matrimonio no volvió a mencionarse, las visitas como festivales para presentarla hacia los otros clanes dejaron de hacerse y el entrenamiento se volvió cada vez más férreo e intenso.
Todo alineado con la aparición retrasada de su técnica maldita.
Quien antes había sido una preciosa y culta niña Iori, una potencial esposa y señora de tal calidad para incluso un jefe de clan prestigioso, de repente se vio recluida en los templos y del mundo exterior, empapando su mente con las necesidades de la sociedad Jujutsu que la veía como una guerrera y no como una mujer.
Lo cual había sido liberador cuando se graduó, no tenía que preocuparse por concretar citas con un prometido como la mayoría de las chicas de su edad, ni hacerse la idea de dejar su profesión para dedicarse tempranamente a la familia y a la administración de un clan hechicero. Mientras las chicas se arreglaban el cabello y veían el mejor vestido para causar una impresión más favorable para asegurar una alianza formidable para sus familias, la única manera en que Utahime podía aportar a su legado era entrenar día y noche hasta que sus huesos se rompieran y su garganta sufriera desgarre. Entrenando sin parar para pulir su habilidad hasta descascarar toda su piel y liberar el diamante en bruto que era, la promesa de poder y equilibrio que ella garantizaba.
Hasta que dejó de serlo.
Cuando se dio cuenta que los tres clanes habían hecho acuerdos para no poseerla y que los altos mandos de Jujutsu intervenían en cualquiera de sus decisiones para posibles compañeros de vida, supo que esto no era nada más que otra atadura.
Tampoco la veían como una hechicera, sino como un tesoro que celosamente guardaban, algo que en el futuro podrían usar para su beneficio, sin rostro, ni identidad, ni deseos, ni sueños. Utahime estaba lleno de eso, incluso si el primero estaba partido a la mitad por una cicatriz de batalla.
Así que esto estaba mal. Ella no debería abrirle la puerta a él, ella no debería dejar que él descansara en su sillón, y ciertamente, ella no debería de apoyarse en él y dejar que su esencia nublara su visión.
Podría ser parte de ese destello de furor de rebelión contra la sociedad Jujutsu, aquella que se había encargado de cerrar cada camino para ser una mujer normal. Pero hasta para ella era demasiado arriesgado e impulsivo encontrar ese escape con quien era el arma más afilada para los altos mandos.
Se preguntaba cuántas partes de Satoru todavía eran las de un hombre, y cuáles habían sido moldeadas y arrancadas para ser un arma eficiente y un monstruo. Que era lo que quedaba de él para las partes de ella que todavía eran las de una mujer, y que podía sostener y acariciar como si el simple hecho de tocarle no era un privilegio y un pecado.
Si alguien descubre el sucio secreto-
El jefe del clan Gojo yendo en contra de los pocos acuerdos que las tres familias habían acordado en consonancia. Y la mujer sin rostro, ni identidad, pero que tenía en su sangre la capacidad de volver a cualquier hechicero un ser superior. Un escándalo, tal vez una guerra. No era como si Satoru Gojo tuviera reparo en ninguna de las dos.
No había forma de pensar demasiado en eso cuando Gojo la presionaba contra el colchón y le hacía olvidar que ella solo era un tesoro guardado para utilizar al mejor postor, y ella esperaba continuar apelando a esa humanidad que había visto en el borde de su sonrisa y que constantemente otras personas había intentado despedazar arrancando pedazos de él en cada despliegue de poder; porque no había forma en que lo que veía en sus ojos no era sino el reflejo de un hombre que tenía deseos, y ella era uno de ellos.
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De todas las entradas, está es una de mis favoritas. Fue en un arranque de inspiración, en como estaba pensando sobre como la sociedad Jujutsu no solo deshumanizo a Gojo (además de que el mismo autor también lo hizo) sino que también debió haber deshumanizado mucho a otros hechiceros, y en especial las mujeres siempre la pasaban mal. Para Utahime, una hechicera que había llegado a tan alto rango a pesar de que su técnica maldita no la ayudaba a combate cuerpo a cuerpo (y por logros muy personales y sin alterar, no como el caso de Mei Mei que a pesar de que sin duda merecía ser un rango uno por su fuerza, ella seguramente tuvo que comprar ese rango porque nunca se lo daban), debió haber pasado por un momento de deshumanización, y eso sumando de que su técnica probablemente no era pública porque sino, ella se hubiera visto forzada a matrimonios forzados con tal de tener su técnica en su lado del linaje, ella debió haber tenido una protección extra, ya sea de la escuela o de un hechicero anciano.
Pero aquello venía con un costo, donde si bien podía tener cierto control para su profesión y hasta libertad, no sería el caso para su vida personal o amorosa. Ella de por sí debió haber sido alguien cerrada a las relaciones que no fueran para algo a largo plazo (además de que por su educación como sacerdotisa que orientan sus relaciones amorosas en el sentido más espiritual) sumale a eso que tus jefes están encima de ti viendo con quien te juntas para no montarles una traición.
En ese sentido, siempre me llamo la atención de la relación de Gojo y Utahime, donde él está abiertamente en contra de los ancianos de Jujutsu, y Utahime, hasta cierto punto, parece más o menos "neutral" (porque parece alguien respetuosa que sigue las reglas), pero entonces te das cuenta que ella no es así en lo absoluto, porque ella tiene un calor rebelde y férreo en hacer la sociedad jujutsu un lugar mejor para la siguiente generación (educándolos en la cosas que ella sabe para que les hagan bien). Si los ancianos intervienen en ese futuro, ella no les hará caso, y apoya a Gojo cuando él necesita ayuda.
La idea de que entre ambos se mantengan la poca humanidad que les queda, no como los profesores que serían para sus alumnos, sino como un hombre y una mujer... Me gusto mucho (porque al final y al cabo nuestra identidad no es solo nuestra profesión o hobbies), así que aquí les dejo ese pensamiento. Los leo para saber que les pareció ^^💜
Gracias por el apoyo del primer capítulo, se que han sido meses secos y el manga solo dan ganas de olvidarse de muchísimas cosas, así que muchísimas gracias por leer mis escritos GojoHime ✨💜🥹 ¡Cuídense!
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