Segundas oportunidades

Satoru se sentía a la deriva. Y eso estaba bien.

Normalmente, cuando algo no estaba bajo su control, siempre era un indicio de que las cosas iban mal y se acercaba algo horripilante a sacudir el mundo.

Pero esto —inflar globos y pegarlos en el patio, ir a traer un pastel, arreglar la mesa y darle un vistazo a su esposa, que estaba cuchicheando con Shoko desde hace rato— estaba bien, muy bien. Incluso si todavía sintiera que estaba dando pasos en la nada y no pudiera sostenerse; incluso si, a veces, todavía no escuchaba nada más que las corrientes del aire y todas las demás voces se oyeran lejanas, como si él realmente no formara parte del presente y solo estuviera observando todo desde otro plano. Esto estaba bien.

Hace tres meses su vida había terminado. La facilidad con la que dejó ir su vida en aquel entonces todavía le resultaba desconcertante, pero no imposible. Todo había regresado a él como un tsunami después del Reino Prisión, y pensó que, si no quería repetir los errores, tenía que abandonar lo poco que conservaba de su humanidad y, a su vez, de sí mismo. Todo había sido demasiado, y finalmente encontrarse con sus antiguos amigos caídos había sido lo más cercano a la paz que no sabía que necesitaba hasta que ya no tuvo que pelear.

Y ahora, de alguna manera, todavía estaba aquí. Como un milagro, o tal vez como una maldición, una deuda que pagar, una forma de compensar sus fallos... todavía tenía cosas que lo ataban aquí, y no tenía ni el más mínimo interés en renunciar a lo que ahora poseía.

Todavía se quedaba mirando a la nada, pensando que aún podía ver a Suguru, Nanami y Haibara despidiéndose desde un asiento en un aeropuerto que fue más allá que un sueño. Aún escuchaba la voz de Yuuta cada vez que se rascaba la cicatriz pálida en la cabeza. Una parte de él continuaba en un limbo, y si no fuera por las pequeñas cosas que lo mantenían ocupado, probablemente volvería a perderse.

Aunque era difícil desviarse del todo cuando veía a lo que quedaba de sus alumnos agruparse, todos tratando de ayudar con algo. Gojo tuvo que jalar a Yuuji por el cuello, obligarlo a sentarse a su lado y darle un wrap de cerdo para que el chico dejara de moverse por el patio. Todos estaban un poco ansiosos, pero también, un poco felices. Qué extraño sentimiento.

Hace tres meses todos habían muerto al menos una vez, y una parte de ellos nunca regresó. Era extraño que los que se habían quedado y habían intentado seguir adelante hubieran seguido moviéndose como si la guerra siguiera latente, y no sintieran nada de valor por lo cual mantenerse vivos o sonreír.

Cuando la invitación al baby shower de sus maestros llegó, todos empezaron a aparecer de debajo de las rocas como palomas en el parque, esperando ser alimentadas. Un bebé era algo por lo que estar felices, ¿verdad? El primer bebé que era prueba de que el futuro estaba encaminado en otra dirección.

Un bebé de Satoru Gojo antes podría haber sido un festival nacional, con suficientes conspiraciones y riesgos como para contarse como una leyenda o una tragedia; ahora era el símbolo de que un monstruo se había vuelto un ser humano.

(La prueba de que hasta los monstruos eran humanos por dentro)

Todos tenían la excusa para reunirse y hablar de algo que no tuviera nada que ver con el infierno que vivieron o las personas que perdieron.

Era alucinante, pero refrescante.

Aunque no podía dejar de sentirse ansioso. Sentía como si todo hubiera pasado como un zumbido. Recordaba cuando Utahime le dio la noticia de su embarazo, unas semanas antes del enfrentamiento; se habían casado unos días después. Había sido la única noticia buena que había escuchado desde su liberación.

Él también había prometido una boda más bonita para después de la guerra.

Él también había hecho un testamento por si pasaba lo peor.

Luego todo se oscureció y, de alguna manera, él seguía aquí. De alguna manera, todavía era el esposo de Utahime y todavía podía sentir a su hijo en su vientre. Incluso cuando muchas luces se apagaron. Incluso cuando todo se sintió como una pesadilla infinita.

Gojo jaloneó a Miwa y Toge, y los sentó al lado de Yuuji mientras caminaba hacia donde veía a Utahime hablando con Maki.

La chica le dio una mirada a su profesor, y donde antes hubo furor y determinación, ahora solo había una tristeza cansada; casi parecía que su hermana melancólica había vuelto a la vida en lugar de ella. Maki se hizo a un lado con un asentimiento respetuoso que Gojo nunca había recibido de parte de la chica, y ella se retiró a la mesa para masticar algo.

Utahime, como una mariposa social, sonreía gustosa a los invitados, pero cuando vio a Gojo, se encogió de hombros, agotada. Ella también estaba haciendo su esfuerzo por suavizar las cosas para todos, aprovechando que habían decidido echar un vistazo, incluso si era solo una curiosidad que sería saciada al final de la velada.

Satoru masajeó sus hombros, y ella se derritió con su toque. Cuando sentía su calidez, recordaba lo vivo que estaba, a pesar de que había momentos en que lo olvidaba, y que solo necesitaba escuchar su respiración para saber que quería seguir viviendo.

—¿Tienes curiosidad sobre tu bebé, papá? —Utahime sostenía un tubo de plástico negro con una cuerda blanca. La forma le recordaba a una candela. Él sonrió con la broma; de vez en cuando, ella lo llamaba así para recordarle su estado—. Creo que ya va siendo hora del evento principal.

—¿Qué es esto? ¿Una bomba? —Gojo le dio un golpecito en el hombro con su mano libre mientras levantaba el tubo, y esa fue señal suficiente para que todos tomaran asiento.

—Es un popper —Satoru le dio una mirada extraña. Ella descartó su curiosidad con un movimiento de la mano—. Oh, vamos, lo sabrás en unos momentos.

—Todavía no puedo creer que hayas decidido esconder el género del bebé hasta de mí —Satoru se limpió una lágrima que no tenía. Luego envolvió su brazo alrededor de la cintura de Utahime y dejó su mano sobre la hinchazón de su estómago—. Mamá ha estado torturándome tanto estos días, incluso me hizo trabajar sin saber nada de ti. ¿No crees que mamá es un poco cruel, cariño?

—Hmm, el bebé me dio patadas felices cuando se me ocurrió. Creo que estaba de acuerdo con esto —Utahime puso ambas manos sobre la de Gojo, luciendo bastante satisfecha consigo misma.

—Par de monstruos.

Utahime lanzó una risa y luego encendió un fósforo: —Aléjate un poco y no lo sueltes —indicó.

Shoko recibió la señal de Utahime y cambió la música de fondo por un par de tambores para generar expectativa.

Gojo prendió la mecha, y la brillantina de fuego, como una estrella fugaz, empezó a brotar de su mano. La base del tubo se sentía un poco caliente.

Todos los ojos estaban en las chispas, y cuando estas se terminaron, el humo resultando comenzó a adoptar un color, llenando el aire. La columna de humo era de un chillante azul.

Los chicos fueron los primeros en reaccionar, aplaudiendo frenéticamente, silbando y felicitando a sus profesores.

Nishimiya incluso tuvo la osadía de sacudir el hombro de Maki de la emoción.

Satoru se quedó congelado, levantando la mano para tratar de atrapar la neblina azul. Utahime entrelazó los dedos con él, y eso lo trajo de regreso a la realidad. Ella tenía los ojos llorosos, pero su sonrisa era la más bonita que le había dado.

—Parece que seguiré siendo la única mujer en la vida de papá. Felicidades, Señor Gojo.

Ella era preciosa. Su Utahime. Su esposa. Su futuro. Era demasiado preciosa.

Utahime levantó su mano libre y la llevó a su mejilla: —¿Estás llorando, Satoru?

Gojo pensó en que no había llorado cuando ella le dijo que estaba embarazada. Tampoco lo hizo cuando finalmente se casaron o cuando fueron a vivir juntos. Pero ahora no podía detenerse. Esto realmente estaba sucediendo: él realmente iba a poder conocer a su hijo.

—¿De qué estás hablando, Hime? Tú eres quien está llorando —levantó ambas manos y le apretó las mejillas—. Es todo un río caudaloso, con esa cara toda- —inhaló— roja y brillante...

Utahime lanzó una risa ahogada, extendió los brazos y atrajo a Gojo, que escondió su rostro húmedo en su cuello. La presionó en sus brazos y tuvo la vertiginosa iluminación de cómo se siente sostener todo su mundo con los brazos. Era cálido, redondo y olía a lavanda y cedro.

—Pero está bien, todavía te amo así —balbuceó. Su voz sonaba extraña mientras la conciencia taladraba su alma y lo ataba a la realidad.

Y nunca, nunca más, quería volver a soltarse.

*

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¡AHHHH SE TERMINÓ! T.T Estoy tan feliz y también conmovida, cada interacción me ponía tan feliz de no haber dejado estos escritos guardados hasta olvidarlos ajaja ¡Me alegra que vieran el final! En especial porque este capítulo siempre era tan emocional para mí <3 y estaba emocionada por compartirlo ^^ ¡Espero que les haya gustado como me ha gustado a mí!

Así que el otro miércoles es un misterio~ Puedes revisar mi Facebook para próximas noticias, ahora también tengo canal de Whatsapp para enterarte de todo de primera mano~ (El link de los dos puedes verlos en mi perfil ;v)

Antes de terminar, quiero hacer unas par de menciones honoríficas para mis lectoras leales que siempre me daban ánimos con sus comentarios: muchísimas gracias a AnabellaGonzlez282, Queen_Morgan22 y Darielis759 por su perseverancia para seguir la historia hasta el final, gracias por sus agradables comentarios y espero que les guste este cierre ^^

¡Muchas gracias por leer hasta aquí! ¡Nos leemos en una próxima lectura ;)!

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