Cap 1. Pequeño gorrión

Aunque maravillosa en todo lo que implicaba, la vida por sí misma era tan frágil desde la existencia de un final para ella. Un accidente, un descuido... era lamentable la sencillez en la que todo podría acabar con un último suspiro.
Era por eso que Arial siempre tenía trabajo que hacer por mucho que otros le indicaran que no acudiera a cada rezo en su nombre, pero ellos simplemente no entendían cómo eran las cosas para ella y nunca estarían dispuestos a comprenderlo desde su perspectiva. No obstante, le era cada vez más difícil presentarse en cada imploro que terminaba en lágrimas al por no poder llegar a tiempo. Sus alas no podían cobijar a todos lamentablemente ni llegar a todos los rincones del universo. Los otros dioses se habían encargado de que eso pasara.
Sin importar la frustración que le daba no lograrlo todo el tiempo, se rehusaba a darse por vencida al no tener realmente alternativa. No podía soportar los gritos que la llamaban constantemente sin importar a dónde fuera finalmente. Aquellos llamados de auxilio que imploraban su presencia con tal de seguir existiendo, con tal de acabar con tal sufrimiento que les impedía disfrutar del hermoso regalo que implicaba la vida. Y por supuesto, su deber era ayudarles con lo que rezaban a su nombre. No podía permitir que la creación de la diosa de la vida sufriera tanto sólo porque algunos decidieron que era un problema la existencia sin fin.
Pero siendo diosa de la salud... simplemente no podía aceptarlo.
-Ayuda... por favor, ayuda. –Imploraba una mujer mientras dejaba caer suaves lágrimas en sus mejillas. –Lo imploro.
En lo que la joven mujer abrazaba a su pareja recién sacada del río, un pequeño gorrión se posaba en el árbol más cercano para contemplar todo. Un hombre que estaba dejando de respirar a causa del agua que había ingerido por mucho tiempo, mientras que la aparente pareja asustada por verlo tan mal imploraba a los dioses que le ayudaran a que respirara y no pereciera. Arial no tenía que pensarlo dos veces para alzar sus pequeñas alas con la forma que tenía que adoptar para acercarse a los seres que no fueran similares a ella. Su verdadera apariencia ya no era agraciada para los mortales desde la intervención de los dioses en busca de un "equilibrio" de lo que había provocado la reina. La belleza que le había caracterizado alguna vez había sido modificada... y ahora tenía que ser un pequeño gorrión para cumplir con las peticiones de los humanos y no huyeran de ella en cuanto le vieran.
Seguía arrepentida de haber accedido a los cambios, pero eso no significaba que ella se detendría en su deber como diosa de la salud. Volando sobre los dos enamorados, dejó caer una de sus plumas sobre ellos para así firmar que les había escuchado y estaba con ellos. No los abandonaría con tal sufrimiento que no merecían. La salud de aquel joven quedó restaurada en cuanto la pluma se postró sobre él y pudo respirar de inmediato ante el mundo.
-Gracias... muchas gracias.
Esa era realmente su paga una vez que cumplía con su cometido. No aquellas palabras que reflejaban el alivio total de respirar un día más, sino la cálida sonrisa que alegraban su ser tras notar que sus rezos fueron escuchados. Los seres humanos amaban vivir, se aferraban a la vida y terminaban sonriendo de saber que la habían librado de todo mal. ¿Por qué el resto de los dioses no se daba cuenta de eso?
Manteniéndose en el cielo, se retiró volando contenta, sabiendo que había salvado a uno más antes de que aquel par oscuro hiciera de la suyas. Irrumpiendo su labor en contra de todo lo que ella era.
¿Por qué había accedido en sus creaciones? No había día en el que se preguntaba eso cada vez que tenía que escuchar los llantos de los mortales implorando su ayuda. Ahora su labor le era más difícil y la reina le había negado su presencia a lado de ella tras haber accedido a tal petición, aun cuando se esmeraba tanto en preservar lo que ella había creado. Simplemente nada había sido justo para ella al final y sólo le quedaba volar con más fuerza para ir en contra del tiempo.
-¿Otra vez haciendo de las tuyas, pequeño gorrión?
En cuanto entró al reino de los dioses, aquel lugar en el que realmente ella pertenecía, una figura alta y peculiar le esperaba pacientemente mientras emitía una tenue sonrisa. Tal parecía que se le había hecho costumbre esperarla y Arial no podía quejarse por eso, aun cuando era uno de los culpables de todo el cambio particular que se había vuelto la mera existencia de la realidad. Pero su debilidad siempre había sido obtener sonrisas... y Gaster esbozaba la mejor de todas.
Abandonando su forma de ave, mostró su verdadera forma que ahora parecía ser de un esqueleto de pies a cabeza, portando un largo vestido que parecía ser bastante delicado si se tocara y unas grandes alas de tono esmeralda que pudo conservar ante todos los cambios. No obstante, no podía mantenerlas tanto tiempo a como solía hacerlo para cobijar a toda la vida en ellas. Era realmente lamentable cómo habían terminado las cosas para ella de lo que solía ser.
Arial extendió sus alas de tono esmeralda antes de dirigirse hacia el dios de la magia y guardián del equilibrio. Aquel sujeto al que no pudo decirle que no cuando tuvo la oportunidad por tener la sonrisa que más le gustaba. No era justo que un solo ser tuviera tal influencia sobre ella, por lo que estaba segura de que se trataba de su misma magia lo que provocaba tal debilidad de su parte.
-¿Vigilándome de nuevo, Gaster?
-Sólo hago mi trabajo... al igual que tú. –Le sonrió el mencionado sin darle importancia. –Aunque a diferencia tuya, no tengo que desgastarme en cada carrera que realizas.
-El tiempo no es mi amigo recientemente. –Le devolvió la sonrisa sin poder contenerse. Lo cierto era que le agradaba bastante poder conversar con él en todo momento. –No tengo el poder de antes.
-No deberías de forzarte demasiado con esta decisión. Se supone que sería beneficioso para ti también. –Señaló Gaster sin moverse.
-¿Por qué sería beneficioso para mi tanto sufrimiento?
Una vez más, alzó la pregunta que sabía que no recibiría la respuesta que necesitaba. No importaba que le hablaran del equilibrio, del problema que era permitir la vida sin fin. ¿Pero castigarlos de esa forma? Ellos no tenían que escuchar sus constantes gritos de dolor, sus llamadas de auxilio. La muerte les daba sufrimiento, quienes se fueran o no, y no podía soportar la cadena desastrosa que eso conllevaba.
-Sé que te has rehusado a conocerlos a fondo, pero... tal vez si hablaras con ellos podrías comprender... –Comenzó a excusarse el dios de la magia.
-Los conozco lo suficiente.
Aunque no fuera lo suyo ser tajante ni mucho menos serlo con el guardián del equilibrio, lo cierto era que su agotamiento constante comenzaba a desgastarla. Cuando no llegaba a tiempo para brindarles buena salud, siempre terminaba topándose con al menos uno de ellos (como si no fuera suficiente que existiera uno con tal poder), contemplando el uno al otro, cuervo y gorrión, sin decirse nada al respecto. Al principio le fue incómodo tener que verse directamente tras ver que había irrumpido en su labor, pero conforme pasaron los días, meses... simplemente terminó pasando de lado de ellos, dispuesta a ganarles en la siguiente carrera y proteger el hermoso regalo que era la vida.
Una parte de ella sentía curiosidad, no podía negárselo pese a todo. Pero la sensación de que algo tan oscuro y lúgubre podía existir con la capacidad de acabar todo, simplemente le repelía. Después de todo, la nueva forma que había adoptado tras dar una parte de ella, era justamente el reflejo de ellos. ¿Cómo acercarse a los vivos cuando ahora tenía la misma apariencia que los hermanos muerte?
Los dioses provenían de la luz, de las estrellas que reinaban en el cielo mientras observaban lo que era la creación, pero para brindar un balance más que justo, habían tomado la oscuridad para tener el poder suficiente de darle un fin a lo que anteriormente no podía tenerlo. Pero aquello no había sido suficiente... habían tenido que reclutar a ella para darle dicho equilibrio a las cosas. Sacrificar su deslumbrante belleza y poder para que aquellos seres tuvieran la capacidad de acercarse a la vida misma.
La muerte tenía una parte de ella. Y no había día que se lamentara de eso.

***
Dios, estoy tan loca de hacer esto... pero no pude quitármelo de la cabeza justamente hoy que surgió toda la idea.
Les presento un nuevo fanfic ahora inspirado en Reapertale, pero no esperen a que tenga tantos capítulos, de hecho le tengo calculado unos seis aproximadamente. No lo haré largo como el resto porque me saturaría de más cosas de las que no podría con tiempos y ya de por si me atraso bastante con Osado Corazón y Flapper Florist. Así que espero que les guste esta pequeña historia que tendrá mucho corazón y alma de mi parte.
Michi fuera!
:)
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