Capítulo 11
La mañana traía un viento fresco, la lluvia ya caía con fuerza sobre el campamento. Era la mañana siguiente de su encuentro con los dos aprendices, Paso de Alce no lo había visitado aquella noche, lo cual era muy bueno pues había acabado exhausto.
– Hola Acecho –. La voz cálida y dulce de Nutria lo saludó.
– Hola Nutria –. Ronroneó restregandose contra la joven. Su cálido aroma lo envolvió suavemente.
Nutria se separó brevemente y lo miró. – ¿Podemos hablar a solas en el bosque? –. Preguntó algo nerviosa.
– Tengo que decirte algo importante –.
– Si, claro, solo que ahora está lloviendo y puede empeorar –. Dijo preocupado.
– No te preocupes, conozco un lugar perfecto donde podemos resguardarnos de la lluvia –. Nutria lo miró con insistencia.
–Bueno… está bien –. Dijo siguiéndola hacia la salida del campamento.
Lo condujo por una arboleda mojada y fría, un árbol hueco se alzó ante ellos.
– Aquí es –. Dijo la joven. – Espero que sea agradable para pasar el rato, quiero hablar contigo de algo que será importante para nuestro futuro, espero que no lo veas como algo malo –.
– No tendría porqué si no es algo malo –. La tranquilizó. – Bueno, dime lo que me tengas que decir –. Dijo metiéndose en el árbol para resguardarse de la lluvia.
– Bueno, aquí voy –. La aprendiza suspiró nerviosa y continuó. – Yo te amo Acecho –. Lo que dijo hizo que se agachara apenada.
Él también sintió una explosión de felicidad y a la vez se sintió más avergonzado que nada, mirando a la aprendiza le dijo: – Yo también te quiero mucho Nutria, jamás pensé decírtelo –. Confesó.
– ¡¿Enserio?! Es lo mejor que he escuchado –. Ronroneó la joven restregando su hocico con el suyo.
– Se que aún no podemos ser compañeros porque somos aprendices, y a Zarpa de Halcón no le gustaría para nada, pero prometo que cuando seamos guerreros estaré siempre a tu lado –. Le prometió.
– Gracias Acecho, jamás pensé que pudiese sentir algo más que amistad contigo, pero... tú siempre me apoyaste en todo, por eso te quiero mucho Acecho. Prometo que siempre estaremos juntos y unidos –. La felicidad ahogaba un poco las palabras de la joven.
– Yo también lo prometo, te quiero mucho Nutria –. Dijo posando su cabeza sobre el hombro de la aprendiza. – Prometo que siempre te apoyaré en los momentos más difíciles y siempre estaré a tu lado.
¿Qué opinará Zarpa de Halcón o Tormenta de Fuego? No les caigo muy bien a los dos –. Dijo pensando.
– Ellos no pueden decir nada, escucha, Zarpa de Halcón es un cerebro de ratón, Tormenta de Fuego solo se preocupa por mí porque soy su hija. A decir verdad ya les platiqué sobre esto a Flor de Ceniza y a Tormenta, me han dicho que todo estaba bien y que si era feliz contigo, no había motivos para que no estuviéramos juntos. Te contaré un secreto, no se lo digas a nadie –. Le dijo risueña.
– ¿Qué es? –.Preguntó curioso.
– Raudino está algo loco por Tormenta –. Dijo risueña.
– ¿Enserio? –. Soltó un ronroneo de risa. – Supongo que Raudino tendrá que pasar su día triste, Tormenta es aprendiza de curandero, espero que recuerde eso –. Bromeó.
– Yo también –. Dijo Nutria aún con risa. – Será mejor que regresemos al campamento, prometí acompañar a Tormenta a por unas hierbas que crecen cerca del río, son plantas bastante útiles –.
– ¿Quieres que vaya con ustedes? –. Preguntó.
– No, gracias pero es mucho mejor si vamos solas, el Clan del Río sigue algo receloso por las fronteras, es mejor que si una patrulla nos ve, sólo seamos dos inocentes jóvenes y no que un aprendiz como tu vaya. Dijo con picardía.
– Tengan mucho cuidado, la última vez que visité el arroyo estaba helado, seguro que incluso a los guerreros del Clan Acuático no se les apetecería meterse a nadar con este clima, es muy frío, pero aún así tengan cuidado. Si necesitas mi ayuda estaré contigo –. Le dijo cálidamente.
• • •
Acecho entró al campamento con un conejo colgando de las fauces. Se sentía tan lleno de energía desde que Nutria le había dicho todo eso.
Se dirigió a la maternidad pensando en darle el conejo a Flor de Ceniza y Perlada.
Al entrar vió a Perlada acomodada en un lecho cómodo de musgo. En su vientre había tres pequeños cachorros acurrucados.
Flor de Ceniza se lavaba el pelaje con una zarpa, al verlo entrar lo saludó amistosamente.
– Hola Acecho, ¿Qué te trae por aquí? –.
– Hola Perlada y Flor de Ceniza, solo vengo a dejarles este conejo. He pensado que les gustaría –. Ronroneó.
– Muchas Gracias Acecho pero yo ya comí, mejor dáselo a Perlada –. Dijo Flor de Ceniza.
– Está bien –. Dijo depositando el conejo delante de Perlada.
Con un ronroneo de despedida salió de la maternidad.
Un viento frío le alboroto el pelo, recordándole que se acercaba la estación sin hojas.
Se dirigió a la guarida de los aprendices.
De la nada sintió un empujón, se dió la vuelta y quedó cara a cara con Zarpa de Halcón.
– Hola Acecho –. Lo saludó con un brillo de maldad y odio.
– ¿Ahora qué quieres Zarpa de Halcón? Deja de molestar ¿quieres? –. Le espetó rabioso.
– Ya te dije Acecho, soy mucho mejor que tú, sólo te diré una cosa, no la olvides, jamás te dejaré en paz hasta que dejes de demostrar que eres el mejor, te has robado la atención de todos últimamente. Pues eso no me importa, sólo se que tu saldrás perdiendo –. Le gruñó mostrándole los colmillos.
– ¡Ya te dije que no te tengo miedo! Ya no soy el mismo aprendiz tonto e inocente que conocías, y sí, me he robado la atención de los otros, pero por mi esfuerzo, tú solo te has ganado la atención del resto por causar problemas –. Le bufó con rabia.
El viento le alboroto el pelo y una maligna voz le susurró: – No te dejes engañar Acecho, nunca bajes la guardia –.
Aquella voz no era nada parecida a la de Reflejo Solar o Paso de Alce. Era mucho más aguda, como la de un gato muy joven. Trató de reconocer aquella voz hasta que dió por fin. ¡Claro! Es Espejo de Cristal.
Zarpa de Halcón lo miró hostilmente y le susurró: – Sólo acuérdate de eso Acecho –. Fueron las últimas palabras del aprendiz antes de marcharse a la guarida de los aprendices.
Como si me importara, pensó.
Salió de nuevo al bosque y se acurrucó junto a un árbol. Pronto el sueño lo venció, lo arrastró como una ola negra y honda.
Se despertó en un claro estrellado, jamás había estado ahí por lo que no era el Bosque Oscuro.
– Bienvenido Acecho –. La voz dulce de una gata lo sorprendió.
– ¿Quién eres tú? –. Preguntó curioso a una gata de pelaje blanco.
– Me llamo Roca Blanca, hay algo que quiero mostrarte. Sigueme –.
Asintiendo algo curioso la siguió.
Se internaron en un bosque claro y nocturno, de repente Roca Blanca se detuvo frente a un claro que no conocía, frente a ellos estaban dos gatos con los pelajes lustrosos. El primero era un gato musculoso con el pelaje gris y unos ojos ámbar. No lo pudo creer al reconocer a Paso de Alce. La segunda era una gata de pelaje pardo y blanco con ojos azules. Era hermosa.
– ¿Qué hacemos ahí? ¿Quién es esa gata y por qué me tienes que mostrar esto? –. Preguntó confundido.
– Tranquilo jovencito, esas son muchas preguntas. Supongo que ya conoces a Paso de Alce, ella es Ala de Agua –. Señaló a la hermosa gata.
– ¿Ala de Agua? Creo que ya la conocía –. Recordó a la gata que le había revelado la profecía a Arenita.
– Guarda silencio y observa –. Le dijo la gata.
Él observó atentamente a los dos jóvenes.
– Venga Ala de Agua, dame una razón por la qué no podamos ser felices juntos –.
– Yo soy curandera Paso de Alce, no puedo tener pareja, no quiero romper el código guerrero, además sabes que lo nuestro no funcionará, solo te quiero como amigo –.
– Sé que no es así Ala de Agua, se que me amas más de lo que dices, me encantaría estar contigo, sabes que haría lo que fuera por ti, estaría siempre a tu lado y buscaría mil maneras de complacerte –.
– No creo que esto funcione –. Dijo Ala de Agua suspirando.
– Será mejor que siga recolectando hierbas para Tordillo de Ciervo. Tal vez mañana podamos seguir charlando –. Dijo Ala de Agua incorporándose.
– ¡Espera! ¿No quieres qué te acompañe? –. Preguntó Paso de Alce.
– ¡No! Gracias pero es mejor si voy sola, las plantas crecen cerca del río que delimita la frontera con el Clan del Sol, no quiero que vayan a atacar, es mucho mejor si me ven como una curandera –. Dijo nerviosa.
– Bueno está bien, entonces te veo en el campamento –. Dijo Paso de Alce un poco decepcionado.
La curandera asintió.
– ¿Por qué me muestras esto? –. Preguntó él ahora más confuso.
Roca Blanca sacudió su cola y asintió. – Bien te lo explicaré. Sé que conoces la historia de Paso de Alce, ¿verdad? –.
– Si, la conozco ¿Por qué? –.
– Porque lo que te contó Paso de Alce no fue real, o al menos no te contó todo. Yo soy madre de Ala de Agua –.
– ¿Tú?, No lo sabía –. Contestó sorprendido.
– Pues si, te contaré todo –. Dijo Roca Blanca.
– Paso de Alce siempre estuvo enamorado de Ala de Agua, ella lo quería bastante pero sólo como un amigo, ella amaba a alguien más. Alguien que fue un error y estuvo prohibido –.
Se vió transportado a otro claro, brillaba a la luz de la luna, en el centro había dos gatos juntos con los pelajes esponjados y las colas entrelazadas.
– Él es Tormento de Zorro, fue un guerrero del Clan del Trueno. Él y Ala de Agua se querían mucho, sin embargo ellos no podrían estar mucho tiempo juntos ya que Paso de Alce los descubrió –.
Una visión pasó por sus ojos. El guerrero de pelaje rojizo siendo asesinado por un musculoso guerrero de pelaje gris, y luego los gritos de dolor de Ala de Agua.
– Todo eso ocurrió y fue cruel, Paso de Alce se desquició al completo –.
De repente sintió como todo giraba a su alrededor y como alguien lo sacudiá ferozmente.
Se despertó y se encontró con la profunda mirada de Destello Soleado.
– ¿Te encuentras bien Acecho? Estaba cazando y de repente te encuentro aquí –. Sonó preocupado.
– Estoy bien, gracias, sólo me quede algo dormido –. Volteó a ver el cielo y vió que ya casi era de noche.
Regresó junto con su padre al campamento. Se sentía algo extraño debido al sueño extraño de Roca Blanca.
– ¡Acecho! –. La dulce voz de Nutria lo llamó desde la guarida de los aprendices, Tormenta estaba a su lado con la cola enroscada alrededor de las patas.
– Hola Nutria, Tormenta –. Saludó.
– Nos marchamos a recolectar hierbas como dije, volveremos por la mañana o antes –.
– Está bien, que tengan suerte en recolectar hierbas. Y Nutria, no olvides que te quiero –. Murmuró afectuosamente.
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