Cap 101. Catastróficas decisiones


Wingdings Gaster, cincuenta y dos años, viudo. Ex francotirador de las fuerzas armadas de Italia y líder de su familia. Tipo esqueleto. Rasgos destacables: cuencas agrietadas en lados contrarios, ambas manos agujereadas, ojos mágicos violetas. Firma mágica: registrada.

Sans Gaster, veintisiete años, soltero. Primogénito de la familia, asesino. Tipo esqueleto. Rasgos destacables: un solo ojo mágico azul. Firma mágica: registrada

Papyrus Gaster, veinticinco años, comprometido. Menor de la familia, francotirador. Tipo esqueleto. Rasgos destacables: ojos mágicos anaranjados. Firma mágica: registrada.

Muffet, sin apellido. Veinticinco años, soltera. Tipo arácnido. Rasgos destacables: piel color lila, lunar en su mejilla izquierda. Firma mágica: no registrada.

Los cuatro monstruos fueron capturados el día anterior por la noche, en un percance que involucró menores de edad (siendo mayoritariamente monstruos), que la mayoría estaban registrados en calidad de desaparecidos o dados por muertos por sus respectivas familias. Actualmente, la mayoría estaban siendo atendidos en el hospital más cercano por orden del alcalde en persona, a su vez que se abrió carpeta de investigación para el caso mientras los medios de comunicación y el alcalde no se hicieron esperar en querer dar la noticia a primera hora para localizar a sus respectivas familias, considerando la gravedad del asunto acorde a sus propios intereses, claro estaba.

Por eso y más, Michael Hallyton tenía demasiado trabajo desde el día anterior con eso. Pero lamentablemente haber sido el que encabezó de cierta forma la captura de una familia entera delictiva de tal renombre en el bajo mundo, le tenía en rueda de prensa de madrugada de la que no pudo zafarse por culpa de su propio jefe que aprovechaba la situación para hablar de la eficacia del cuerpo policiaco de Ebott city. Atrasándolo mucho más con lo que de verdad debía de importar a sus superiores que estuviera haciendo en ese preciso momento, que tener que estar ante cámaras y reporteros variados que seguramente podría ver en otro momento más prudente.

Detestaba la farándula, aun cuando tenía siempre la oportunidad de poder publicar algo en uno de los periódicos por simple pasatiempo y forma de ser lo más legible posible con la sociedad, aun cuando había cosas que lo mejor era que nunca salieran a la luz por el bien de la estabilidad que la ciudad podía permitirse a su manera. Su investigación de años le confirma cada vez más eso.

-Díganos, detective Hallyton, ¿qué se siente ser considerado un héroe destacado de la ciudad? –Michael tuvo que reprimir una mueca de desagrado con el nombramiento que pretendían darle. Él solo hacía su trabajo y le gustaba hacerlo por el simple hecho de que alguien tenía que hacerlo. Así de simple. –Primero fue quien sobrevivió a La Bestia y ahora capturó a la familia Gaster entera. ¡Y teniendo un solo brazo!

-Fue trabajo en equipo, por lo que no merezco todos los aplausos y reconocimientos que quieran darme. –Resaltó de inmediato, queriendo que también la prensa tuviera en cuenta a todos y no solo a él. Cosa que su jefe también quería y que pudo comprobar de reojo con la sonrisa que le había percibido. –El cuerpo policiaco de Ebott City, los ciudadanos ejemplares que dieron aviso del suceso y muchos más, hemos demostrado que un corazón noble o un héroe, puede provenir de cualquier lado. Y eso parte desde el ejemplo o simples acciones.

Recibió nuevamente aplausos por su comentario. Michael en verdad esperaba que tuvieran en cuenta sus palabras y no solo las usaran como bonitos encabezados que terminarían envolviendo las verduras del día siguiente.

-¿Qué puede decirnos de los niños localizados, detective? –Aquella pregunta apaciguó un poco el ruido del entorno. –¿Hay información de por qué son en su mayoría monstruos?

La pregunta era peligrosa considerando la época electoral, pero seguramente el reportero que había lanzado las preguntas tenía esa intención en particular. Tal vez algún simpatizante con el candidato oponente al alcalde, o simplemente por hacer neutralmente su trabajo como debía de ser toda situación. Lamentablemente, no podía brindar mucho sobre eso. Ni siquiera para el periódico para el que trabajaba podía dar información de esa índole.

En casos como estos, lo mejor para la ciudad era precisamente que no supieran la magnitud de atrocidades que habitaban en cada esquina. Aun cuando también podría ser importante que lo supieran para que demandaran a las autoridades lo que les correspondía como ciudadanos.

-En este momento están siendo atendidos los menores en un hospital que, por seguridad de ellos, no podremos informar. –La voz del alcalde no se hizo esperar en cuanto llegó justo a tiempo para semejantes preguntas. Sabía que llegaría en cualquier momento, pero vaya que había sido muy preciso. –Personalmente me estoy haciendo cargo de que reciban buenas atenciones.

Y a partir de ese momento supo que la atención dejaría de estar sobre él en su totalidad ahora que habían cambiado el modo de nota roja a farándula de un instante a otro. Uther Pendragon, alcalde de Ebott City, era un señor regordete que siempre pretendía tener una gran sonrisa asomándose entre su poblado bigote que su asesor de imagen debía de advertirle que aquello ya estaba fuera de época. Y en ese preciso momento, le acompañaba su hijo que hacía unos meses había cumplido la mayoría de edad. Por lo que creyó que se zafaría de más fotografías con ello, pero claramente se equivocó en cuanto el alcalde lo tomó de los hombros para centrarlo en toda la atención visual.

-A estrechar nuestras manos para la foto. Con la única que tiene, claro, jajajaja.

Las risas del público no se hicieron esperar con semejante comentario, ya sea por simpatizar con quien posiblemente mantenga el poder, o porque enserio les causó gracia aquello. ¿Siquiera podrían hacerse una idea de lo que era tener que obligarse a ser zurdo por necesidad? ¿O tener la sensación de tener comezón en un brazo inexistente? No le daba risa para nada aquello, sobre todo cuando se trataba de un recordatorio de que para que hubiera una posibilidad de paz en la ciudad, debía detener a la Bestia de Ebott city antes de que algo catastrófico pasara. Su instinto de detective se lo decía conforme parecía estar dando con nuevas cosas.

Razón por la cual debía de retomar su trabajo de inmediato. No estaba para tonterías como esa. Aun cuando deseaba sentarse por un breve momento y cerrar sus ojerosos ojos aunque no pudiera dormir por instinto.

-He aquí a un héroe hecho y derecho. –Lamentablemente escuchó la voz de su jefe estando aproximándose hacia él por detrás. Aunque sus pisadas sonaban más ligeras de lo que acostumbraba. –Sigue así y no cabe duda de que tendré que aumentarte el sueldo.

-Debió hacerlo desde hace años, señor. –Le contestó sin siquiera dignarse a girarse. En verdad estaba cansado. –Ciertamente no me paga lo suficiente.

-Vaya que el alcalde intervino para que respondieras esas preguntas, ¿eh? –Aquel comentario había sido demasiado extraño proviniendo de él. –Debe de estar evitando que hable demás sobre los niños.

Michael se mantuvo alerta. Su jefe jamás habría opinado algo tan evidente de algo que no estuviera más que suficiente en sus declaraciones profesionales. Por lo que estaba detrás de él no era quien parecía ser. Inmediatamente pensó en magia que pudiera manipular voces conocidas, así que sin girarse, lo encaminó hacia una esquina en donde rápidamente empujó a su aparente contrincante antes de que le hiciera daño primero.

Pero lo que obtuvo contra la pared no era ningún delincuente que quisiera vengarse de la situación. Sino una zorra de pelaje bien cuidado y prendas bastantes grandes que fácilmente cubrían su figura femenina. Michael gruñó con mayor exasperación con tan solo ver el uniforme que implicaba ese chaleco con lápiz visible en uno de sus bolsillos. Habría preferido a un delincuente a esas alturas, que tener que seguir lidiando con reporteros.

-Suplantar a un policía es un peligro y un delito. –No quiso disculparse por su atrevimiento, siendo que aquello era culpa de ella para empezar. –¿Lo sabía, señorita...?

-Rain. –Respondió la mamífera sin culpa alguna en esos ojos dorados. –Para el Diario Aerials, ¿puede decirnos sobre por qué hubo tantos niños privados de su libertad en un solo sector de Waterfall? ¿Acaso los Gaster tienen una red de tráfico de seres?

-Ya dije más que suficiente en rueda de prensa, señorita Rain. –Comenzó a retomar su caminata para alejarse de ella. –Confórmese con sus notas.

-Debe entender que no está en la naturaleza de un reportero conformarse, señor Hallyton. –Respondió la zorra con una voz masculina diferente, que le indicó que estaba ante el ser que había lanzado las preguntas peligrosas en rueda de prensa. Confirmándole que en efecto, no le había gustado que le dejaran con un argumento tan pobre como respuesta. –Usted también es periodista.

-Columnista. –Especificó con cansancio. –Hágase un favor y solo redacte lo que tiene. Lo demás es extraoficial por la seguridad de los menores de edad. Entiéndalo, por favor. Por respeto a las familias.

-¿Y en verdad se está haciendo algo? –Preguntó ahora con su verdadera voz. O al menos eso esperaba. –Se tratan de monstruos. ¿En verdad les están dando un trato digno en hospitales?

Sabía a qué venía esa pregunta, por lo que se detuvo y le dedicó una sonrisa cansada como parte de un mal premio por su osadía de estarle siguiendo pese a haberle maltratado minutos antes. Al menos esa chica comprendía la importancia y riesgos de su propia profesión, y eso para él, era suficiente para confirmarle que en la ciudad había todavía quienes creían en lo correcto.

-Si, lo están haciendo.

Al por fin deshacerse de ella al ingresar a su trabajo lejos de todo reportero, se encaminó inmediatamente hacia el interrogatorio donde le esperaba trabajo rudo y pesado. Estando ante el sujeto con el que había querido interrogar desde su captura. Cuya mirada agrietada que le lanzaba mientras tenía sus manos esposadas en la mesa habría paralizado a cualquiera que supiera la facilidad en la que podría terminar muerto ahí mismo. Pero eso era algo que no pasaría de cualquier manera. No tenía forma de hacerlo al tener su magia más que desviada a sí mismo.

-Vaya, señor Gaster. –Michael arrojó la carpeta que tenía consigo sobre la mesa que les separaba. En la cual ya había comenzado a grabar toda conversación que pudieran tener a partir de ese momento. –Se le conocía como alguien muy astuto e inteligente para poder ser capturado, pero supongo que al igual que todo, son simples rumores que se esparcen entre ustedes.

-Dado que el único derecho que me otorgan es el de guardar silencio, eso es lo que haré, detective. –Su voz era tan frívola como su mirada fija. –Ahorrese las posibles molestias.

-¿Por qué? ¿Tiene algo por hacer? –Soltó con el afán de molestarle un poco, que si bien era muy poco profesional de su parte, tenía demasiado presente la ausencia de uno de sus compañeros que precisamente se había dedicado a investigarlo. –Se dice que los niños y los borrachos dicen la verdad, y en este caso, hubo demasiados niños testigos de lo ocurrido. Los cuales mencionan estar preocupados por la humana de ojos rasgados que había acudido en auxilio de ellos y que lo último que supieron, fue que terminó gravemente herida. Supongo que al estar ustedes presentes, he de suponer que aquella humana es la que llaman en Snowdin como amante de su hijo mayor.

Obtuvo solo silencio como respuesta.

-No es cualquier humana para ustedes. Ni tampoco para su ex jefe, ¿cierto? –Insistió. Fue ahí cuando abrió finalmente la carpeta ante él, mostrándole la foto de la joven de ascendencia japonesa que le habían tomado precisamente en ese mismo edificio. –¿Qué es lo que sabe sobre ella y su vinculación con La Bestia?

El esqueleto simplemente continuó con su silencio, mostrando indiferencia y siendo su forma de otorgarse el derecho a permanecer callado en todo lo que quisiera con tal de no cooperar con cualquier investigación. Si bien podría intentar mentirle con ello y quedar registro de eso, era claro que no tenía el ánimo de hacerlo. No, Wingdings Gaster, el frívolo y calculador esqueleto que tantos en la ciudad le temían con justas razones, finalmente mostraba una debilidad más allá de sus hijos.

-En verdad le preocupa. –Concluyó sin necesidad de palabras. –Vaya, es la segunda vez que me pasa esto.

-Le recomendaría no explorar más en la vida de ella, si es que aprecia su vida, detective. –Por alguna razón, le pareció apreciar un tenue brillo en sus cuencas pese a su seriedad intacta. –Sé sobre usted gracias a uno de sus compañeros. El humano que sobrevivió a un ataque del Gran Don. Y si sigue investigando más al respecto, perderá algo más que un miembro de su cuerpo.

-Dedicarse a esto es afrontar la muerte día con día. Es un gaje del oficio, señor Gaster. –Le había desagradado que lo mencionara, pero tuvo que dejarlo pasar por ahora. Tenía el tiempo contado y muchas cosas por querer preguntarle ahora que parecía haber soltado algo importante. –Tener que lidiar con sujetos como usted que solo pretenden salirse con la suya, es el pan de cada día. Por ello es que las armas sólo las deberían de portar aquellos que brindamos justicia.

-¿Y cómo pueden saber ustedes que están brindando justicia mientras apuntan al pueblo con ellas? Dicen que las tienen para proteger, pero ciertamente nadie se siente protegido por ustedes. Les temen tanto como a nosotros. Los ponen del mismo lado que a nosotros y eso es un insulto. –Sus cuencas mostraron el tono violeta del que tenían registro, pero sabía que no haría nada más de eso. –Ustedes no arriesgan su vida, ustedes nos temen. Y hacen bien en hacerlo, porque son los que nos pusieron aquí en primer lugar.

-¿Entonces cree que está haciendo lo correcto?

-No, no lo es. Pero si el juego no está siendo equitativo, entonces nos queda jugar sucio. No somos la única familia ni la última a la que orillaron a esto.

-No justifique sus acciones, señor.

-No lo hago, ni tampoco me arrepiento. –Se giró en el instante, hacia la grabadora con toda intención de hablarle directamente para que quedara registro de sus palabras siguientes. –De cualquier manera sé que ustedes me quieren muerto.

Y a partir de eso, por más que tratara de provocarlo, no pudo sacarle palabra alguna. Siendo que sus cuencas agrietadas comunicaban más que suficiente sobre el hombre que admitía la derrota con el porte de un caballero pese a lo que venía siendo realmente.

Un criminal más en tan desdichada ciudad.


...

-¿Era necesario ponerle un bozal a esta chica?

-Créeme, fue muy necesario.

Muffet bufó sutilmente en respuesta, sacando sus colmillos pese a que no podían verse. Quería patear, quería morder a cada sujeto que la estaba alejando cada vez más de los Gaster por el simple hecho de tratarse de una mujer, pero sabía que todo esfuerzo o intento para ese punto era en vano. Y saber eso mientras trataba de mantenerse firme, recorriendo aquel pasillo con todas sus manos esposadas sobre su espalda aun cuando cuatro de ellas estaban visiblemente dañadas, siendo incluso que le habían colocado un bozal para evitar que mordiera a alguien en un descuido de ellos, simplemente dolía demasiado en sus adentros. Una cosa era que la atraparan a ella, pero que atraparan a todos al mismo tiempo, eso sí era un verdadero desastre.

Pese a que nunca creyó que le pasaría por su cuidado excesivo que había tenido en su momento, aun así W.D la había entrenado para sucesos como ese. Que si bien en tal panorama hipotético habían contemplado que al menos uno de los esqueletos permanecería fuera y pudiera rescatarles, tales recomendaciones las tenía en mente ahora que no tenía más alternativa. No tenían historial criminal de su parte porque su querido se había encargado de que la ignoraran a ella como elemento esencial y as bajo la manga que todo enemigo y policía pudieran prevenir de ellos, por lo que no pasaría de un tiempo encerrada hasta cumplir su condena por cualquier cargo que quisieran adjudicarle, pero durante el tiempo en el que estuviera bajo prisión era el problema de lo que pudieran hacerle, por mucho que supiera defenderse o no. Por mucho que pudiera hasta matarlos con tal de que la dejen en paz.

"No te defiendas demasiado, no destaques. No les des motivos para querer violarte", había sido uno de los consejos que le había dado su amado, sabiendo que a las mujeres monstruo presas podría irles bastante mal tanto por los reos como por los mismos policías. Y aunque intentara poder frenar toda esa clase de intento, tantos reflectores de magia impedían sus múltiples opciones que pudiera obtener tan solo del exterior. Así que solo le quedaba la carta de mantener una postura baja para todo, aun cuando ni ello sería suficiente tras haber tenido que escuchar a los policías mencionando "la asquerosidad" que era para ellos tener que tocar a alguien tan anormal como ella.

Malditos, si tan solo supieran el asco que le daba más bien a ella que sujetos como ellos estuvieran tocándola, teniéndola sujeta mientras la encaminaba hacia una celda...

Sin tacto alguno, la empujaron hacia una celda que ya estaba siendo ocupada. Siendo que no les importó que terminara cayéndose al suelo y que tendría dificultad para levantarse, ya que optaron por dejarle las esposas y el bozal como un caso extremista de su parte. ¡Esos malditos! Ni siquiera sabían tratar apropiadamente a una mujer por más que se tratara de una delincuente. Y si no fuera por unas manos peludas y otras escamosas que le ayudaron a levantarse con cuidado, se habría quedado en el suelo ante la impotencia que sentía en ese preciso momento.

No tenía ni idea de qué hacer ahora. Tenía ganas de llorar, de gritar, de golpear lo que sea, pero nada de ello podría salvar a los Gaster. Y si tan solo la hubieran salvado a ella como siempre en lugar de a Frisk... No, no estaba para sentir celos en un momento como ese, aun cuando era algo que le había estado carcomiendo en todo el camino desde que le pusieron las primeras esposas.

Era culpa suya en primer lugar. La habían dejado a cargo de Snowdin por una clara razón que no pudo visualizar en su momento. Les había fallado y ahora eso los condenaría a muerte sin que pudiera hacer algo para evitarlo. Por ello y más, era que nunca había podido ser digna de ellos, ¿cierto? En cambio Frisky, ella era querida por una justa razón si hasta ella misma había terminado queriéndola tanto como sus ganas de querer estrangularla en variadas ocasiones. Era evidente que Sans sólo hubiera pensado en su bienestar en ese momento y que el resto estuviera de acuerdo al no poder hacerse algo más. En cambio a ella, no la querían cerca de cualquier manera en palabras de todos. Por lo que estar presos debía de ser un cierto alivio para ellos de finalmente deshacerse de su presencia, ¿no es así? Aun cuando ello los llevaría a la muerte en cualquier instante y sin que ella pudiera enterarse del momento o hacer algo para evitarlo.

Finalmente terminó llorando, sin importarle que hubiera presentes a las que seguía sin verles la cara. La impotencia y la tristeza eran sus peores defectos, pero ya no podía ocultarlo más.

-Tranquila, tranquila. No estés asustada, linda. –Escuchó que una de sus compañeras de celda le decía con cierta ternura en su voz. –Si no cometiste algo malo, puede que te suelten en unos cuantos días.

Muffet no le respondió, pero se dignó en observar ahora a las monstruos con las que estaba encerrada. La que le había hablado era un caimán con exceso de maquillaje y cuya ropa le indicaba de inmediato que se trataba de una prostituta de calle al igual que la otra, quien se trataba de una felina de pelaje violeta, algo regordeta y que no se quedaba atrás con tales prendas vistosas. Genial, pensó con cierto pesar. No solo la trataban de lo peor ahí, sino que la habían juntado con prostitutas muy seguramente por la forma de su vestido y maquillaje, ¿cierto? Después de todo, era una de las burlas que le hacía Sans sobre su selección de ropa, aun cuando le explicaba que por sus brazos era necesario.

-No cuento con días. –Mencionó pese a que su voz se quebraba por su llanto y pese a que no valía la pena hablar con desconocidas. Estando ahora caminando de un lado para otro en busca de algo que fuese de ayuda, aunque más bien solo trataba de calmarse en vano. –Necesito salir de aquí de inmediato.

-Si tienes una buena familia, tal vez ellos te paguen la fianza para que así sea. –Insistió la caimán con calma. –Así es como esto funciona regularmente. Lo sabemos porque esta es la tercera vez que nos encierran, ¿no es así, Catty?

La felina asintió sin emitir palabra alguna, rascándose de vez en cuando la cabeza con sus sucias patas. Muffet apenas y se dignó en verlas antes de ponerse a buscar una posible salida, pero aunque intentara romper la pared o algún barrote, además de ser algo imposible por no ser fuerte de ese tipo, la limitante que tenía de estar esposada de brazos y estando con un bozal lo hacía mucho más imposible. ¿Los Gaster tendrían todavía una forma de escaparse? No sabía si tenían un plan para casos como el que estaban, pero si era el caso... ¿Irían por ella?

Ante la frustración que estaba experimentando, aun así intentó patear uno de los barrotes, más para desquitarse que para buscar algún punto débil en esas cuatro paredes. Evidentemente no logró nada más salvo dolor inminente en su pie. Lo cual no quiso reflejar ante las demás.

-Yo que tú mejor ni lo intentaba. –Nuevamente la caimán estuvo de metiche. –A menos claro, que quieras conservar tu cuerpo intacto, linda.

-Si no hago algo ahora, mi amado morirá. –Murmuró para sí misma.

-Eso si suena lamentable.

Había sido otra voz la que había interferido, prestando ahora atención al frente de su celda donde había alguien más encerrada, recargada en una pared y observándolas hasta ese momento en silencio. Sorprendiéndole un poco que se tratase de una humana al creer que separaban las especies en aquel lugar deplorable, pero no importándole lo suficiente para seguir observándola. Le había bastado con ver sus prendas para reconocerla como una gitana, sobre todo por sus enormes aretes dorados. Aquellos tipos errantes que alegaban que todos los seres vivos podían poseer magia a su manera, siendo que la mayoría le parecían simples charlatanerías sobre la importancia de la "intencionalidad" de sus aparentes conjuros. Y lo decía alguien que había trabajado con seres cirqueros que creían engañar con esa clase de cosas. Siendo el caso, los policías debían de tratarse de idiotas para creer que esa clase de humanos debían de tenerlos en los mismos puntos que los monstruos. Claramente no eran lo mismo.

-Cierto, ¿por qué encerraron a una humana como tú aquí? –Preguntó la reptil en poco tiempo.

-Estaba tratando de hacer algo para juntar a un pollo rojo con un ser de hielo. –Respondió la gitana con una sonrisa. –Creo que no les agradó del todo a quienes me delataron.

-¿Algo así como un hechizo de amor? ¡Qué lindo!

-Tontas, el amor no funciona así. –Intervino Muffet al irritarle el tema. No parando de caminar de un lado para el otro al no llegarle a la mente algo que pudiera ayudarle. Sobre todo cuando no paraba de soltar lágrimas silenciosas. –No se trata de desearlo o implorar o... simplemente pedirlo. No importa cuánto lo hables, cuanto te esfuerces o estés ahí para él... si no siente lo mismo, no...

Nuevamente pateó el mismo barrote. Sabía que estaba siendo una completa tonta ante extrañas que no les importaba en lo más mínimo sus respectivas vidas, pero no podía evitar sentirse tan vulnerable y débil ante tantas desventajas y mucho por perder en poco tiempo. Estaba asustada. Demasiado asustada y apresurada.

Los matarían. Sin importar que hubiera desobedecido la orden y logrado salvarlos de aquel percance, aún así los matarían en terribles manos. Y ella no podría hacer nada para evitarlo estando encerrada y lejos de ellos.

-Oh... lo siento. –Sonaba sincera. –Si quieres puedo hacer algo para...

-La magia no funciona así, gitana. No puedes juntar a dos seres a la fuerza.

-No iba a ofrecerte eso. –Pese a todo, la voz de la gitana sonaba demasiado amable para su gusto. –Puedo leerte el futuro si gustas. Por ocasión especial, ¡he aquí Lady Delamort a tu servicio!

-Oh, ¿vamos a presentarnos? –Rio un poco la reptil ante la reacción. –Muy bien, yo soy Bratty. Y la muda de aquí es Catty.

-¿Muda? ¿Acaso el ratón le comió la lengua? –Rió la gitana ante la ironía.

-No. Se la cortaron en el psiquiátrico de Hotland la segunda vez que nos encerraron. –Respondió la caimán sin pena. La felina nuevamente asintió mientras no paraba de rascarse. –Por eso sabemos que es mejor dejar las cosas hasta que decidan liberarnos. Cualquier cosa es un motivo para agredirnos.

Ignorando la conversación entre mujeres, finalmente Muffet se sentó en el frío suelo, completamente adolorida y frustrada de no poder dar con algo inmediato que pudiera ser de utilidad una vez más para los Gaster. Les había fallado. Les había fallado a todos. Y por ello morirían.


...

-Esos malditos buenos para nada. –Comentó por lo bajo.

La señora Temmie arrojó el periódico lo más lejos posible de ella tras leer más que suficiente para saber lo mal que estaban las cosas, desquitando todo su malestar con ello. No era una mujer que rompiera toda postura al ser algo importante para ella mantener las apariencias, pero la ocasión le había tomado por sorpresa pese a ser siempre de las primeras en enterarse de esa clase de cosas y tener siempre un respaldo meticuloso para cada uno de sus planes. Y la razón podía significar lo tanto que el alcalde estaba disfrutando tal ocasión para guardarse tal primicia para él mismo, organizando sus cosas que podrían volverse un problema. Un verdadero maldito problema que había querido evitar en primera instancia, pero esos estúpidos habían arruinado mucho más las cosas con su falta de sentido común. ¿Qué acaso no había nadie en esta ciudad que pudiera hacer bien su trabajo? ¿Tenían que dejarle todo a ella?

Tras un suspiro en el que sacó finalmente todo su malestar restante antes de que se notara demasiado en su suave y vigorizante rostro, tomó su taza y le dio un trago elegantemente para comunicar a sus sirvientes presentes que ni algo como eso lograría perturbarla y que no necesitaba que algo o alguien intentara tocarle el tema una vez más. Aunque arruinara sus planes esenciales, podría crear otros de inmediato con los cuales salir siempre triunfante sin importar pequeñeces absurdas como esas. Aun cuando habría sido bueno ver ejecutadas tales cosas antes de tiempo como la mejor opción para todos.

No obstante, su hija era completamente diferente. La cual había recibido la noticia al mismo tiempo que ella, teniendo la peor de las reacciones inmediatas posibles pese a ser un poco predecible a esas alturas. Una reacción demasiado escandalosa de la que no le sería fácil apaciguar por más que intentara tranquilizarle u ordenárselo en casos extremos.

-P-por favor, mamá. S-sálvalo. –Imploró Tammy desde su asiento, teniendo demasiado mal aspecto que arruinaba por completo su linda carita. Sin contar que sus lágrimas debían de estar salando su propio desayuno. –¡Sálvalo, por favor!

No estaban demás sus palabras. A estas alturas era más que un hecho de que los condenarían a muerte por todos los cargos que tenían entre los tres. Ni con todos sus abogados en conjunto podrían salvar aquella situación a estas alturas de lo que ellos mismos provocaron con tantos testigos innegables. Razón más para molestarse con ellos.

Menores. Se habían metido en un caso que involucraba a menores de edad. ¿Tenían idea de lo difícil que era tapar eso? Tantas familias involucradas, medios de comunicación metiches y deseosos de primicias, justo en tiempo electoral. ¡¿En qué demonios estaban pensando?! ¿Qué les hizo meterse en un asunto así? Tenía claro que los Gaster podrían ser muchas cosas, pero no eran del tipo que involucraría niños. ¿Habrá sido una trampa ajena?

-Oh, mi dulce terrón, eres igual de sentimental que tu padre. –Se lamentó en verdad tras bajar su taza a medio tomar. Ver tan mal a su hija arruinaba de alguna manera su paladar. –Sé que los tiempos están en contra nuestra, pero te encontraré a alguien mejor antes de que...

-¡N-NO! ¡Q-quiero a él! ¡Lo quiero a él! –Su hija levantó la mirada con demasiado fervor para su gusto. –Mamá, por favor, yo...

-Te enamoraste, hoi. –Complementó la oración la señora al no necesitar ni querer más explicaciones. –Sé más inteligente, mi terrón.

Aquello sólo detonó que llorara mucho más, haciendo un escándalo en todo el desayunador donde solo estaban ambas y algunos sirvientes prudentes que mantenían su distancia ante algo que solo le competía a ella. Y si bien todavía pudiera encontrar algo por hacer tras eso, le sería demasiado complicado incluso para alguien como ella que debía de mantenerse al margen de todo. Tenía mucho poder en palabras suyas, pero no era suficiente cuando estaban en proceso electoral. Razón por la cual había querido evitar ciertas situaciones en primer lugar.

Los Gaster eran reconocidos, además por sus hazañas que requerían tan pocas manos, por la cautela que cometían en sus actos de tal forma de que eran demasiado indetectables en varios casos, si no fuera porque ellos mismos decidían darse a conocer de vez en cuando para causar el suficiente miedo a sus enemigos. Razón por la cual los había considerado más que apropiados para la misión especial que les había encomendado sin necesidad de muchas palabras, pero en el simple intento, cometieron el garrafal error de estar todos en un mismo punto. Llamando demasiado la atención, como si en verdad hubieran querido ser detenidos. Y si fuera el caso, lo habría notado de inmediato antes de que el alcalde tuviera el placer de comunicarlo, por lo que descartaba inmediatamente la posibilidad de que fuera parte de algún plan que solo la familia lo supiera.

Errores como este detonaban una verdadera torpeza que ni alguien como ella hubiera previsto a tiempo. Aun cuando se había dedicado a calcular posibles percances desde el incidente que cometieron en la comisaría. Y por lo que podía notar en esa clase de similitudes, que sus errores tenían como factor esencial a la humana que tanto parecían querer tener con ellos a toda costa.

Pero qué tontos. ¿Qué no les había bastado ser tomados como traidores por ese hecho? ¿Ahora querían que el mundo entero estuviera sobre ellos con esa terrible debilidad? Porque algo que pudieron comunicarle de forma discreta y sin que ningún medio de comunicación pudiera enterarse, era la presencia de una joven asiática en todo eso. Algunos parecían haberle visto con vestimenta oriental con todo y máscara, y otros como una bailarina. Algo bastante extraño, pero no importante del todo considerando que tales testigos eran niños asustados que les había tocado vivir una muy mala situación.

-Deja veo qué puedo hacer. –Comentó finalmente al no poder con ese llanto de su parte. –Pero deja de llorar ya, que te vas a arrugar siendo tan joven, hoi.

-G-gracias, mamá. –Su pequeña saltó de su asiento y corrió hacia ella para abrazarla. –P-Por favor... sálvalo.

Acarició su cabello con ternura en respuesta, tratando de calmarla poco a poco con eso pese a que no sería tarea fácil aun con su respuesta y tacto de por medio. En efecto, todos en el mundo tenían sus respectivas debilidades, y para bien o para mal de ella, su debilidad era su preciosa hija. Al igual que el del señor Gaster, eran sus hijos.

Tal vez podía trabajar con eso como único recurso para colaborar con lo único que le quedaba por hacer a esas alturas. Después de todo, el único que le seguía interesando por conservar era Papyrus. El resto estaban condenados a morir sin importar los resultados de cualquier manera.


...

Frisk llevaba horas despierta tras el primer asomo de luz que el barrio podía permitirse en tan lúgubre y friolento lugar. Pero desde entonces, no dejaba que nada ni nadie se le acercara en cuanto contempló las miradas de pena que le habían lanzado de inmediato y que le confirmaban la peor de las sospechas. Aun cuando la habitación en la que se encontraba le pertenecía a alguien más joven y que claramente la necesitaba por lo acontecido a temprana edad. Teniendo demasiado presente el último momento antes de que todo se tornara negro ante sus ojos. Recordando cada palabra, gesto, enseñanza, lo que fuera, para saber que aquella detención significaba la muerte para ellos si el mismo Papyrus se lo había aclarado sin tacto alguno alguna vez. Recordando cómo Don Gaster le había advertido sobre las decisiones y las consecuencias de las mismas.

Todos se lo habían advertido en su momento. Y ahora que había ocurrido, ¿por qué todos parecían estar de brazos cruzados con semejante situación? Aún había algo por hacer todavía, ¿cierto? Tal vez pagar monetariamente por sus crímenes o trabajo comunitario o... lo que sea. Tenía que haber algo todavía por hacer, alguna opción por tomar todavía que por simples sentimentalismos no les permitía ver a nadie. ¡Tenía que haber algo todavía! ¡Lo que sea!

Por ello y más, era que estaba molesta con todos en ese momento, sin omisión. Aun cuando era consciente de que la habían salvado probablemente de un claro disgusto o un severo problema. Aun cuando quisieran decirle una vez más que habían visto por su bienestar y tal palabrería absurda que solo la disgustaba mucho más conforme pensaba en eso. La habían apartado una vez más, eso era lo que había pasado. Y ella no había podido hacer nada tras eso, ni siquiera implorarles que no lo hicieran.

Pensando demasiado en ello, por tercera vez en la mañana se cortó el brazo con las tijeras que había encontrado en la habitación. Procurando no manchar más allá del periódico que le habían dejado ante el escándalo sangriento que detonaba su propio cuerpo en un periodo muy corto, ignorando el evidente dolor que le producía. Confirmándole una vez más que, por más que se hiciera daño, su cuerpo se restauraría siempre sin importar qué tan profunda fuese la herida. Razón por la cual no había perecido ante el ataque directo de la anfibia. Algo que hasta para ella, habría significado la muerte inmediata.

Nunca se había detenido a pensar en su propia muerte al no importarle en lo más mínimo pensar en lo que pasaría cuando ya no estuviera más en el mundo, pero recordar el cómo Sans creía en eso ante la posibilidad de que su madre estuviera bien en alguna parte, aun cuando implicara estar lejos de él, le hizo poder desear que sus hermanos lo estuvieran también en lo que sea aquello que se denominaba como estar en el cielo. Aun cuando la lógica le apuntaba más al hecho de que todos los seres vivos terminarían siendo plantas en algún momento. Pero no ella. Tal vez podía crecer, pero de alguna manera le daba la impresión de que morir era una cosa que tenía negada hasta cierto punto. ¿O solo sería con heridas? ¿Y los veneno y enfermedades? ¿Podría llegar a la vejez en algún momento? ¿Podría morir de vieja como cualquier ser vivo que conocía? Si bien para algunos podría ser algo bueno ante el temor de la muerte y su simple incógnita... para ella en ese preciso momento, resultaba más doloroso de lo que podía afrontar o de lo que cualquier herida pudiera dejarle.

No podría siquiera acompañarlos en el más allá. Al final, no podría estar a lado de algo o alguien por el simple hecho de que su incógnita era si realmente tendría un final en algún punto de su existencia. Estaba condenada a estar sola sin importar sus decisiones y anhelos.

-¿Frisk? –Escuchó a Flowey asomándose a través de la ventana. Muy seguramente por mantener la puerta cerrada con cosas encimadas para impedir cualquier entrada por ahora. –¿Qué estás...?

Por el silencio que mantuvo, era evidente que Flowey se había percatado de la sangre que había derramado por las heridas que ella misma se había hecho. Y si tenía algo por regañarle en específico de eso, lo mantuvo para sí mismo.

-Agghh... Frisk, tenemos que hablar.

-No. Mejor aléjate de mí. –Ni siquiera se detuvo a reparar el sonido fúnebre de su propia voz. –O te corto con estas tijeras.

-Adelante, hazlo. –Le retó sin darle la importancia mínima. Molestándole mucho más ese hecho pese a saber de antemano que le daría igual su amenaza o cualquier otra que intentara. –Enojate conmigo todo lo que quieras si así lo crees conveniente.

-¿Conveniente? ¡¿Conveniente?! –Terminó exclamando con enojo, apuntándole con las tijeras ensangrentadas para al menos mantener una separación entre ellos. –¡Conveniente hubiera sido que hubiéramos hecho algo, Flowey! Conveniente hubiera sido que no me hubieras drogado para...

-¿Para qué? ¿Para lanzarte e interferir con un asunto policiaco? ¿Dejando en claro que estabas colaborando con mafiosos justo en una escena del crimen que involucró a menores de edad? –Flowey tan solo arqueó hacia un lado su tallo como si tuviera necesidad de verle en otro ángulo para mejorar las cosas, pero aquello no pasaría. –Frisk, los Gaster optaron en apartarte de todo eso sabiendo que aunque tú no tuvieras algo que ver, por tener rasgos asiáticos habrían hecho lo que fuera para perjudicarte legalmente. Al menos estate agradecida de que su último acto en esta vida, haya sido uno heroico.

Ante el impulso por escuchar eso, no dudó en arrojarle las tijeras. Sin importarle si le daban o no, si lastimaba algo más en el proceso o no. Detestaba que no comprendiera la situación, pero aún más que le diera argumentos sumamente válidos por más que los odiara. Había cometido demasiados errores. Y en respuesta a ellos, los Gaster no habían tenido forma de escapar. Tal vez si hubiera salido por otra parte, o si Sans se hubiera apurado a desaparecer de ahí de inmediato... No, no podía apegarse a posibilidades que eran imposibles de llegar cuando lo hecho, hecho estaba y no había manera de cambiarlo salvo actuar en el presente. ¿Pero qué hacer? Flowey había dado un punto bastante válido: eran mafiosos. Ella misma sabía lo que hacían y que era bastante malo para que ella lo repudiara en su momento al grado de quererlos lejos de su vida. Pero ahora era diferente, los había conocido, había convivido con demasiada frecuencia, conversado con cada uno de ellos... y... dolía. Dolía mucho la sensación de poder perder todo eso en tan solo un instante.

Teniendo los abrigos aún consigo y su herida completamente cerrada, los jaló hacia ella y abrazó nuevamente. No solamente se quedaría sola de nuevo, sin una familia por atender pese a los problemas que presentaban internos. Se quedaría sin ellos. Sin su maestro de conducir que estaba dispuesto a prestarle atención en detalles que ni ella misma se percataba, sin su mejor amiga, la única que realmente ha tenido y que podía conversar ciertas cosas ante una empatía como ninguna otra. Sin aquel amargado dispuesto a regañarla una y otra vez mientras degustaban una taza de café por la mañana y jugaban ajedrez por la tarde. Sin Sans...

Inmediatamente notó cómo su cuerpo volvía a traicionarla con el temblor recorriendo todo su ser al ritmo en el que su cuerpo le indicaba que llorara y terminando aceptando al no ser capaz de controlarse de momento. Empapando lentamente todos los abrigos que tenía consigo, abrazándolos con la fuerza que se permitía siendo que por dentro se sentía destrozada y débil, además de molesta. ¿Cómo estar ahora sin él? Sin aquel ángel guardián que siempre le brindaba su saco en todo momento. Sin aquel que le observaba al otro lado de la calle con la suficiente paciencia para permitirle que fuese ella quien se acercara lentamente. Sin aquel que era capaz de sonreír ante las adversidades, aun cuando su propia experiencia y autoestima le indicara hacer o creer lo contrario a esa sonrisa. Sin aquel que le permitía experimentar cosas nuevas y compartirlas con ella.

Simplemente no era justo. ¿Por qué el mundo quería quitarle al ser que genuinamente la aceptaba tal y como era y que además deseaba estar a su lado? ¿Por qué querían quitarle a quien no solo le llenaba de flores en cada esfuerzo, sino que le había dicho que la amaba? Al igual que el caso de la muerte, nunca había pensado en la posibilidad de que le ocurriera en su vida el hecho de ser querida a ese grado, pero ahora que lo había experimentado, ahora que estaba segura de lo que sentía y ahora que estaba por perderlo, le aterraba rotundamente el grado en que le dolía.

Don Gaster había tenido razón. El temor al amor y a la muerte no eran diferentes. Y no era por lo que había creído en un principio.

-¿En qué momento... lo decidieron? –Hipó un poco entre palabras. Sinténdose como una tonta por no ser capaz de nuevo de controlarse. –¿En qué momento decidieron que me tendrían apartada de todo eso?

-En el momento en el que Muffet y tú se apartaron de la oficina. –Le contestó de inmediato al poder formular su pregunta apropiadamente. –Fue lo único con lo que pudimos ponernos de acuerdo todos sin tener el impulso de traicionarnos entre nosotros.

-Decidieron sobre mi persona sin poder opinar de mi misma, o tomar mis propias decisiones. Típico...

-Estás siendo malagradecida, Frisk.

-¡Estoy siendo emocional, Flowey! –Exclamó al bajar nuevamente los sacos. Dando un pisotón en el suelo que fácilmente habría roto su zapato y poniéndose de pie con ello. –¿Y sabes qué? ¡Lo odio! Odio estar aterrada y sin saber qué hacer. Odio que el hombre que consideré mi padre me haya abandonado, que me haya hecho querer presentarme a esta horrible ciudad para volver a verlo. Odio que la mujer que consideré mi madre me haya apartado de todo, incluso de ella misma con su presencia. Odio que mis hermanos hayan muerto, abandonándome sin que pudiera saber o hacer algo con eso. ¡Odio haberme encariñado con una familia llena de problemas! Odio que me hayan hecho sentir querida de alguna manera para luego apartarme una vez más en mi vida. Odio que me hagan esto una y otra vez. Odio que me dejen sola. ¡LO ODIO, LO ODIO, LO ODIO!

Había estado llorando al mismo tiempo que terminó gritando cada cosa que parecía haberse acumulado en poco tiempo dentro de ella. Notando en poco tiempo los pisotones que había dado una y otra vez que comenzaban a dolerle sus pies ante un calzado no apto para tales arrebatos. Siendo que seguramente los Fire habían escuchado con facilidad y que aun así respetaban a su manera no acercarse en lo más mínimo en cuando no se los permitiera ella misma. Estaba harta de todo, estaba harta de estar siendo acogida una y otra vez por varias familias y que le pasara cosas similares una y otra vez que solo terminaban dejándola sola de múltiples maneras.

-O-odio que Sans me haya conquistado... para luego apartarme de esta manera. –Continuó tras aumentar su llanto al grado de que le costaban cada vez más gesticular las palabras. –Odio haberme enamorado... porque duele mucho, Flowey. Duele mucho saber que puedo perderlo.

El impulso de dejarse caer de rodillas había sido muy grande, mas no se lo permitió por puro orgullo. Sabiendo que ella misma le había indicado a Sans que asumiría las consecuencias de sus decisiones en su relación, pero aun así sintiéndose terrible tras lo acontecido. Sin permitirle a Flowey que se acercara a darle una clase de consuelo a su manera, aun cuando había terminado ingresado a la habitación sin permiso alguno. Porque no, no quería ninguna clase de consuelo. Quería soluciones.

En efecto se sentía muy mal en muchos aspectos, pero el coraje que sentía le ayudaba de alguna manera a mantenerse lo mayormente firme posible ante una situación que debía de poder hacer algo. ¿Pero qué? ¿Cómo era la pena de muerte para esos casos? ¿Los balearían sin más? ¿Los prepararían de alguna manera? ¿Cómo se suponía que eran esos casos si pretendían ser legales dentro de los tontos estándares de tan desdichada ciudad? ¿Habría una forma de gestionar que no fuese el caso? ¿Había una forma de apelar por ellos? ¿Aún cuando se trataran de mafiosos que tenían muertes en sus manos? ¿Era correcto... preferir a los Gaster a costa del dolor de otros?

Respiró profundo para apaciguar cada una de sus preguntas, sabiendo esa última respuesta de antemano. Pero aun así se mantuvo de pie.

-Sans una vez me dijo que su razón de sus acciones era porque no tenía opción. –Mencionó pese a que nada había querido su opinión. Tratando de contener las siguientes lágrimas al considerar que no estaba para tal debilidad en un momento tan crucial como el que afrontaba. –Creí antes que sólo se trataba porque lo obligaban, pero ahora comprendo a lo que se refería sobre que hay situaciones en las que no puedes evitar querer ser egoísta. Y eventualmente tendrás que tomar una decisión, sea buena para todos o no.

-Frisk...

-Quiero ser egoísta esta vez, Flowey. –Oprimió sus puños ante la frustración y coraje que le daba aquella situación, notando el anillo plateado que aún tenía consigo y dándole más peso y valor a sus emociones. –Quiero a los Gaster de vuelta.

Ir en contra de la ley estaba mal bajo el reglamento social y el de moralidad, pero también lo era el "matar o morir" junto con muchas cosas más que había tenido que presenciar y que aun así eran fechorías cometidas por los seres que menos se pensaría que lo harían. Justamente había vivido con criminales desde niña sin siquiera saberlo, siendo mantenida con dinero que seguramente implicaba mucho derramamiento de sangre. La diferencia ahora estaba que ella misma lo había decidido ante la honestidad de la familia que de una u otra forma, la habían aceptado en su entorno. La justicia a ese punto, solo era una percepción corrupta que usaban a conveniencia de otros. Y no iba a permitir quedarse sola con semejante tontería.

Finalmente se limpió todas las lágrimas que tenía encima y no derramó ni una más ahora que estaba retomando el control emocional una vez más. No era momento de que se pusiera a llorar. Era momento de que hiciera algo de inmediato. Asumir las consecuencias de su decisión una vez más. Muffet la había nombrado su amiga, aun cuando ambas no supieran cómo ser una. Papyrus la había aceptado en su entorno, aun cuando había detestado por tanto tiempo a los humanos. Sans le había dicho que la amaba, y deseaba poder escucharlo de nuevo.

Don Gaster la había llamado su nuera. La había nombrado de alguna u otra manera, como parte de su familia con eso. Absurdo o no. Abusivo incluso de su parte... aún podía hacer algo por el simple hecho de que quedaba ella de pie.

Alguien tenía que hacer algo. Alguien tenía que ser quien rescatara. Y esta vez, le tocaba a ella ese papel.

-Frisk ¿qué...?

No tuvo intenciones de responder por más simple que fuese la pregunta que le hubiera hecho en ese instante. Había retrocedido por inercia, pero ahora se había girado y tras haber tomado los sacos para llevarlos consigo, estaba dando largos pasos, marcando cada vez más sus pisadas que comunicaban más que cualquier expresión que pudiera soltar, haciendo resonar sus zapatos una vez que salió de la habitación, con tanta fuerza que no dudaba en que pudieran romperse en cualquier momento mientras apresuraba su propio paso hasta convertirse en una carrera que sólo ella podía comprender sin necesidad de palabras. Dejando anonadados a los seres de fuego que le habían visto pasar y que no pudieron hacer algo para detenerla.

El tiempo no perdonaba a nadie, tenía mucho por hacer. Y sabía con qué debía de comenzar.

Arrojó los sacos a los asientos traseros de su auto y emprendió camino en un arranque que se hizo notar por las miradas que pudo percibir cercanas. Notando sus manos temblar en el agarre del volante, pero optando por ignorarlo para enfocarse en todo aquello que tendría que hacer durante el día. Observando de vez en cuando el anillo de plata que alguna vez perteneció a la señora Gaster, mencionándose que había errores por evitar tras tantas pérdidas en conjunto. Sin permitir que hubiera cabos sueltos para que no ocurriera nada similar a lo que había pasado en aquel lugar oculto de Waterfall. Sin permitir que volviera a pasar algo similar al percance del hotel de Mettaton ni ninguna otra situación a la que había tenido que enfrentarse por no saber qué hacer en momentos como esos. No podía permitirse ser ignorante a esas alturas.

-Frisk, por favor. –La voz de Flowey se hizo presente en muy poco tiempo de haber arrancado el auto. Muy seguramente por haberse aferrado a alguna parte hasta poder ingresar por su cuenta. –Piensa detenidamente en lo que quieres hacer. Tu no eres de tomar malas decisiones.

-Creo que esta vez no tengo alternativa, Flowey.

-Si, si las tienes. Solo que no quieres tomarlas esta vez.

-Es que no entiendes...

-No, no entiendo, Frisk. Sé que no tengo emociones como bien me lo recalcas últimamente. –Le interrumpió con un tono de evidente enfado. –Pero sí tengo voluntad y decisiones por tomar. ¿Y sabes qué? Elijo tu bienestar siempre. Elijo que tengas la vida pacífica y feliz que mereces. Pero eso no es lo que quieres más y me irrita. Aunque quieras a los Gaster, no vale la pena que arriesgues lo que tienes para intentar sacarlos de la prisión. No hay retroceso para cosas así y es algo de lo que ya hemos hablado antes.

-No hay retroceso para nada del pasado, eso lo sé de antemano con todo lo que he perdido en mi vida. –Mencionó sin apartar la vista al frente, pero notando de reojo cómo la flor se colocaba en el asiento del copiloto. –Esta vez puedo hacer algo y no voy a quedarme de brazos cruzados sin siquiera haberlo intentado. ¿De acuerdo? Y tú también quieres hacer algo, no estás siendo sincero de nuevo.

-No sé de lo que hablas.

-También aceptaste a los Gaster en tu vida. Te preocupa Muffet.

-Se suponía que ella se quedaría en este barrio, pero la muy tonta no hizo caso. –La flor gruñó desde su asiento. –Eso es culpa del viejo esqueleto que nunca supo apreciarla como merece. Dejarla siempre a un lado iba a terminar de esa forma tarde que temprano.

-Estás preocupado por ella. –Enfatizó ahora con rudeza.

-Ella también es digna de mi amistad, eso es todo. –Esta vez Frisk optó por guardar silencio, siendo más efectivo que cualquier palabra que emitiera. Y aunque no viera a la flor directamente, sabía que le había exasperado con eso. –Aggh... Bien, ¿cuál es el plan?

-¿En verdad piensas ayudarme?

-¿Pensaste que te dejaría sola con semejante situación? –Su tono de reproche estaba demás a la percepción de Frisk. –Requieres que alguien te cubra, y no confío en nadie para eso salvo yo.

-¿Y volverás a drogarme?

-No, ya no tengo con qué. –Frisk gruñó con eso, sin apartar la vista del frente no solo por estar conduciendo. –Frisk, no puedes impedir que yo quiera mantenerte a salvo. Si crees que amerita que ya no quieras ser mi amiga por eso, no me importa en cuanto pueda garantizar que estés bien.

-Algo obsesivo de tu parte, pero no dejarías de ser tú si no lo fueras. –Tuvo que admitirlo inmediatamente. Molesta o no con él, le quería mucho. –Más que protegerme, requiero que respetes mis decisiones, Flowey. Eso es todo.

-No me lo pones fácil. Estás demasiado irracional por ahora. –Extrañamente pudo percibir una tenue sonrisa de su parte con eso. –¿Entonces cuál es el plan? Solo somos tú y yo.

-Somos más.

No tuvo que argumentar nada más tras eso, llegando rápidamente a su destino que era el edificio donde llevaba viviendo desde hace días. Subiendo las escaleras con prisa y arrepintiéndose de eso en poco tiempo ante la altura que tuvo que recorrer para eso. Y tal y como se lo había imaginado antes de abrir la puerta sin aviso previo, había encontrado a los seguidores grises sentados en el pequeño comedor que tenían, sin ver nada en específico ante lo que muy probablemente era un debate mental que cada uno llevaba interno sin poder llegar a una conclusión por su cuenta, teniendo el periódico como centro de mesa, justo con la noticia principal que hablaba de la captura de la familia esqueleto. ¿En verdad solo estaban para seguir órdenes de Don Gaster? Contemplándolos así, aun cuando les estaba invadiendo su hogar de forma estrepitosa, no parecían tener intenciones de detenerla.

-Levántense. No es momento para estar así. –Les indicó con la mayor sutileza posible, reparando tarde que ni siquiera les había saludado y aun así no haciendo nada para remediarlo. –Es momento de actuar de inmediato.

No recibió respuesta de ninguno de ellos, aunque la almeja ahora se había dignado a mirarla fijamente e incomodándole nuevamente ese hecho. Flowey, quien se había enredado en su brazo, le contempló de igual manera sin saber del todo qué pretendía qué pasaría tras eso, si era más que evidente que aquellos tipos eran más raros de lo que aparentaban. En verdad eran como una especie de colmena que habían perdido a su reina, divagando sin sentido y sin poder ser capaces de tomar decisiones por cuenta propia al no haber recibido otra salvo quedarse en Snowdin. Cosa que precisamente estaban haciendo.

Inhaló y exhaló antes de seguir hablando. Pues bien, estaba ahí para darles un motivo nuevo.

-Don Gaster me llamó su nuera. –Mencionó inmediatamente al haberlo tenido en la punta de la lengua de antemano. En otros tiempos le habría apenado de sobremanera tener que mencionar eso abiertamente, pero no estaba para eso. –¿Eso es suficiente para que puedan prestarme atención por un momento?

Había logrado finalmente una reacción por parte de ellos. Observándola ahora todos estando un tanto perplejos, casi como si estuvieran despertando y acto seguido se observaron entre ellos, justo como si pudieran comunicarse con la simple mirada y entenderse de sobremanera antes de tomar una decisión unánime. Frisk esperó pacientemente a que alguien le diera una respuesta, aún cuando el tiempo no era precisamente lo que estaba a favor suyo.

-¿Qué es lo que necesita? –Habló finalmente el felino a nombre de todos.

-Necesitamos sacar a los Gaster de prisión. –Respondió tras adentrarse finalmente al departamento, estando ante ellos que todavía se encontraban sentados. –De lo contrario les darán pena de muerte en cualquier momento. ¿Ustedes saben si Don Gaster tenía un plan para casos como este?

-Sí, la señorita Muffet. –Respondió ahora el que parecía una serpiente extraña. –Que nada entrara o saliera del barrio. Proteger Snowdin a toda costa sabiendo que otros enemigos intentarían invadir este lugar. Y la red de comunicación de la señorita Muffet ayudaba a que estuviera cubierta la mayor parte posible, pero ella también se encuentra presa.

-Entonces conseguiré unos cuantos oídos en su lugar. –Planificó Frisk inmediatamente, aferrándose a lo que conocía y que pudiera tener a la mano tal y como le había enseñado Don Gaster. Comprendiendo más allá de que los esqueletos pudieran perder su dominio, que cualquier otro grupo delictivo empeorara las cosas para los mismos habitantes. Así que aquello también era una prioridad inmediata. –Y unas cuantas voces capaces de controlar a ciertas masas.

-Frisk, ¿qué es lo que pretendes con eso último? –Preguntó Flowey.

-No le agrado a muchos en Snowdin desde el rumor de ser "la amante del esqueleto". –Mencionarlo por ella misma lo hacía mucho más molesto. –Por lo que si les pido que no salgan del barrio en cuanto no estén los Gaster por su propia seguridad, no querrán escucharme del todo a mí para convencerlos. Pero algunos humanos sí querrán escuchar al señor de la iglesia y algunos monstruos querrán escuchar al reno que frecuenta juntar a varios manifestantes.

-¿Y cómo piensas convencerlos de que lo hagan por ti?

-Negociando. –Respondió con cierta simpleza. –Sé lo que quieren respectivamente y sé cómo puedo otorgárselos.


...

Chara podía sentirlo en el ambiente mientras leía el periódico en una cafetería conocida de Hotland, observando de vez en cuando a la gente pasar por la calle, quienes también se encontraban algunos leyendo el periódico. Fue una noticia que conmocionó a la ciudad entera fugazmente a primera hora del día. Incluso a algunos más que otros que estaban al tanto de ellos y que no se había percatado de que fuese así hasta ahora.

-¿Más café, señorita?

-Sí, por favor. –Respondió sin ver al mesero.

Por más que leyera distintos periódicos, ninguno mencionaba la participación de la yakuza en todo ese percance, como si nunca se hubieran enterado de su existencia en ese punto aun cuando varios testigos podrían afirmar su directa participación. Todas las notas se enfocaban en la captura de los Gaster y el exasperante pavoneo del alcalde que aprovechaba la situación para aumentar la cantidad de votantes próximos. Tampoco mencionaban a los Blook dentro de ello, aún cuando todo aquello había sido su culpa en primer lugar.

Ni tampoco... hacían mención de una joven asiática en todo eso.

Gruñó en sus adentros mientras bajaba el impreso con cuidado, no queriendo pensar más en eso. Optando mejor en concentrarse en la bebida caliente que no era tan necesaria para ella para mantenerse despierta, aun cuando no llevaba ni una hora sola dormida desde entonces, para enfocarse en mantenerse atenta junto con todos los demás reclutas que habían quedado casi intactos en todo el percance. Parte de su entrenamiento había sido la resistencia en todos los aspectos que requirieran alerta permanente de su parte, cosa que su metabolismo alterado ayudaba en buena medida. Por lo que su razón de estar en un punto estratégico a la vista de varios transeúntes tras lo ocurrido, no era simplemente por darse por vencida y que fueran por ella en cualquier momento. Ella vigilaba a su manera, requiriendo concentrarse demasiado aunque no lo pareciera.

Pero lamentablemente la baja de personal había sido bastante grande a causa de la magia de esa sirena. Y por ello y más, era que Kris estaba furioso desde entonces. Tan solo bastaba con estar un kilómetro lejos de él para sentir el enojo que irradiaba tan solo con su mirada que mantenía oculta por el bien de la vida pensante. Aquello le valdría por completo sino fuera por la incomodidad que le producía estar cerca de él, ahora que estaba descubierto que en verdad le estaba teniendo demasiados secretos.

No eran simples coincidencias a como había creído ingenuamente en un principio, si Kris le había impedido que se enfrentara a los Gaster con tal de que no la reconocieran aun cuando tenían oportunidades de ganarles en ese instante. Porque si tan solo unas pubertas la habían relacionado con "la amante del esqueleto", los esqueletos que aparentemente convivían con ella y que controlaban todo Snowdin podrían relacionarla mucho más.

Los Gaster, los Gaster... la verdad era que no sabía casi nada sobre ellos. Tan solo había escuchado una que otra cosa hace tiempo sobre algunos asesinatos a su nombre, pero hasta ahí. Razón más que suficiente para nunca haberle importado esos tipos ni Snowdin. Y además, Kris no le había mandado a esa zona por un largo periodo, incluso estando lo más lejos posible de ese punto ahora que lo pensaba.

-¿Un bagel y un café? –Escuchó al mesero detrás suyo, atendiendo otra mesa.

-Sí, por favor. –Contestó una voz bastante joven y femenina.

Chara no se dio cuenta del momento en que se había levantado de su asiento y acercado a la chica de vestimenta elegante para jalarla de la muñeca, obligándola a ponerse de pie y estar frente a ella con demasiada rudeza de su parte. Ni tampoco se dio cuenta del escándalo que aquello ocasionó que ella soltara su plato y terminara hecho añicos sobre el suelo. Apenándole visiblemente la atención que había tomado de todos con ello, teniendo sus mejillas acaloradas con suma rapidez.

Si bien la chica tenía una complexión delgada, cabello castaño oscuro y muy probablemente la edad que a esas alturas debía de tener... No, definitivamente no era ella. Pero con la incógnita de si realmente estaba viva o no, realmente podría encontrársela en cualquier parte. En cualquier rostro de una joven como la que no soltaba pese al miedo que reflejaba en sus ojos verdes almendrados.

-¡P-por favor no me haga daño! –Mencionó la chica con evidente nerviosismo.

-Lo siento, yo... te confundí con alguien más. –La soltó lentamente.

Aun así le quedó una extraña sensación con ello, contemplando a la joven con vestido negro de volantes acercándose rápidamente a quien parecía ser su madre. Y así fue como supo que, por más que tratara de ignorar la situación, inconscientemente seguiría buscándola en cualquier rincón en cuanto estuviera en la incertidumbre. Puta madre.

-Misaki, ¿estás bien?

-Sí, mamá.

No podía ser una casualidad aquello que ocurrió en El pozo de los deseos. Y si ese era el caso, significaba que el muy maldito de su jefe ya había descubierto que Frisk pudiera estar viva y no le había dicho nada. Ya llevaba varios días comportándose extraño, ocultando su olor e irritándole algo en cuanto se presentaba. Todo ello pudiera apuntar a lo mismo si la lógica no le fallaba, si después de todo, había intuido que se pudiera tratar de una mujer. Pero que esa mujer pudiera ser precisamente su hermanita fallecida... No, no. Era una locura llegar a esos extremos.

-Ehhh... ¿Algo más que podamos servirle, señorita? –Preguntó el mesero al acercarse para asegurarse de que todo estaba bien.

-Un bagel. –Respondió en un tono bajo, siendo innecesario ante la atención que varios tenían sobre ella ahora. –Será para llevar.

Al obtener información suficiente y no requerir nada más del lugar, pagó su compra y se retiró lentamente sin poder parar de estar alerta a su entorno. Pese a que los Gaster fueron capturados y no se les hiciera mención a ellos dentro de las noticias, no significaba que no hubiera nadie que les estuviera siguiendo desde ese instante. Tanto los Blook como la misma policía podrían llegarles en cualquier momento sabiendo lo indefensos que estaban ahora que se habían quedado sin una base en la cual maniobrar sus cosas. Y mientras que los otros reclutas estaban dispersos vigilando de lejos o cerca dependiendo de lo requerido, a ella le tocaba ser la carnada. Atrayendo a su presa en caso de que en verdad estuviera alguien atento a ella tras mostrarse a la vista, pero concluyendo que no estaba siendo el caso tras todo su recorrido en el que se esmeró en olfatear cualquier cosa que le indicara peligro.

Llegando al pequeño hotel que habían secuestrado por la madrugada, se dirigió hacia la habitación donde se suponía que estaba Kris, mas no lo encontró ahí. Comprendiendo que le estaría molestando estar encerrado con todo ese coraje consigo, supuso que se había dirigido hacia el techo para fingir estar haciendo algo y vaya que había acertado. Estando en la orilla contemplando la altura que claramente no era de su interés. Para bien o para mal, le agradara o no, lo estaba conociendo cada vez más dentro de lo que se permitía mostrar.

-Ten, te traje un bagel. –Le arrojó la bolsa de papel para que la atrapara, pero tan solo la ignoró sin importarle que le golpeara con ella. Al menos no se había caído fuera del edificio. –Tienes que comer algo.

Recibió un silencio incómodo en respuesta. Chara supuso que era su manera de indicarle que no estaba para ninguna clase de jugarreta o consuelo en ese momento. Pues bien, tampoco tenía ganas de hacerlo de cualquier manera.

-Leí todos los periódicos de esta mañana. No nos mencionan en ninguno.

-¿Y a los Blook? –Finalmente habló.

-Tampoco.

-Eso pudiera ser obra del primo que es dueño de algunos medios de comunicación. –Chara se limitó en contemplar el mismo paisaje que su jefe estaba viendo para disimular cualquier emoción. Cierto, había olvidado a ese robot millonario. Le había dicho que le recordaba a "esa chica", mostrando un interés romántico más para la florista de Snowdin. –¿Qué más mencionan los periódicos?

-Mencionan únicamente la captura de los Gaster y en palabras del alcalde, que se tomarán las medidas correspondientes para que se haga justicia a sus crímenes. –Citó a lo que recordaba de varios. –Algunos ni siquiera mencionan a los niños encontrados en todo eso, o el lugar incendiado en donde todo estuvo oculto.

Y ese hecho le molestaba, porque no garantizaba para nada que aquellos mocosos estuvieran mejor o no. A lo que intuía como irían las cosas, muchos de ellos terminarían en orfanatos o en las calles en cualquier momento, estando expuestos una vez más a caer en lo mismo. Siendo que muchos de ellos habían sido declarados por muertos hace tiempo, o siendo de familias muy pobres o tomados de los mismos centros que no tenían ni para darles de comer apropiadamente. Aunque claro, salir del infierno en el que estuvieron debía de aliviarles un poco el momento como una calma antes de la tormenta que afrontarían una vez más en la desdichada ciudad que les tocó existir.

Tan solo había una mocosa en todo eso que al menos parecía estar teniendo un buen final feliz dentro de lo que cabía. Después de todo, su padre había acudido a su auxilio casi de inmediato. Sujeto que se había presentado precisamente como el "amigo del novio" una vez que ambos escucharon su nombre.

La ciudad cada vez más se sentía más y más pequeña conforme lo pensaba demasiado. Era casi como si todo Ebott city le gritara la situación que no debía de ignorar más. Como si tuviera algo inmediato por hacer con eso.

-¿En algún momento pensabas contármelo? –Aunque el cabello sobre sus ojos impedía contemplar una emoción precisa de su parte, Chara estaba segura de que había algo de temor en él por lo que pudiera seguir hablando de su parte. Por lo que sonrió de forma juguetona, aun cuando internamente le molestaba mucho más confirmar sus sospechas. –Caíste en el encanto de la sirena. Eso significa que no eres tan virgen como creía. ¿Qué tantas mentiras me tienes, Kris?

-Lo que haga con mi vida no es asunto tuyo, Chara. –Pese a su tono serio, podía percibir su alivio en el tema que fácilmente podría confundirse con cansancio.

-Oh, yo creo que sí. –Chara tuvo que disimular ahora que recogía la bolsa de papel que estaba cerca suyo para contener sus ganas de empujarlo de inmediato. –Me preocupas, Kris.

-¿Qué? –Finalmente se giró hacia ella con sorpresa legible. –¿Y a qué viene eso?

-Bueno, tú fuiste quien se tuvo que encargar de todo tras la muerte de mi padre. Y tuviste que encargarte de recuperarme aunque perdieras toda la mercancía acumulada. –Sacó el bagel de la bolsa y le dio un gran mordisco para hacer una pausa necesaria. –Con esta derrota nueva, debes estar muy agotado.

-No es algo que podamos resolver a corto plazo. –Nuevamente le ofreció el bagel y esta vez sí lo aceptó. Dándole una mordida y tragado antes de seguir hablando. –Tan solo requerimos mantener la vigilancia hasta asegurarnos que no nos siguen. Y después...

-¿Y después? –Le insistió tras la larga pausa.

-Después... cough, cough... C-Chara... ¿qué...?

-En verdad estás muy disperso ahora para haber caído en una trampa tan simple como esa. –Le dedicó una sonrisa mientras ella misma levemente se apartaba de la orilla. Jalándolo de su cola de caballo para que también lo hiciera y no costándole trabajo hacerlo tras la debilidad que estaba manifestando. –Tú mismo me la enseñaste porque mi padre te la enseñó a ti, ¿lo olvidaste?

-M-me envenenaste...

-Ambos lo estamos, de hecho. –Sacó la botellita que había utilizado, tirándola al suelo ahora que estaba sintiendo un leve hormigueo en sus manos. –Era la única forma en que cayeras. Pero para mala suerte de ambos, yo lo resistiré y sobreviviré sin problemas.

Con una patada lo tumbó al suelo. Sintiendo algo de satisfacción finalmente poder hacerlo, aun cuando a perspectiva de muchos se trataba de trampa por el recurso que había empleado. Sabía que Kris le rechazaría el bagel de primera instancia, por lo que no habría pasado nada que se quedara ahí hasta que se echara a perder a causa de la exposición y abandono. Tan solo lo había requerido a la mano en caso de necesitarlo, deseando de alguna manera en sus adentros no requerirlo realmente hasta el momento en que notó aquel nerviosismo que le daba que tocara precisamente el tema que ambos pensaban. Pero sobre todo, que Kris no se había bañado desde el momento en que pasó todo el enfrentamiento.

No le cabía duda una vez que le permitió acercársele en su propio descuido y agotamiento. Aunque algo tenue por todo lo demás a lo que estuvo expuesto, definitivamente tenía impregnado el olor de una mujer, un aroma floral incluso. Confirmándole de alguna manera que aquel enojo de Kris, además de haber perdido muchas cosas en un instante, había sido por el sobre esfuerzo que seguramente le costó seguir manteniendo oculta a la chica que estaba bajo el mismo techo que ella por ese breve momento. Y tal vez aquello detonó que los Gaster hicieran presencia cerca del sitio y todo se salió de control ante el ataque de los Blook. Si bien eran simples conjeturas, no eran tan descabelladas ahora que todo parecía estar encajando como si se tratase de un rompecabezas para un niño de cinco años.

El muy maldito ya había visto a Frisk dentro del prostíbulo. Y antes de que pudiera hacer algo, cayó en el encanto de la sirena como todos los demás. Eso era lo que realmente le había tenido molesto en todo el camino. No haber mantenido el control que tenía sobre ella.

-Ambos sabemos que esa dosis no te matará de inmediato. –Comentó con rudeza, pese al malestar que ella misma estaba sintiendo en ese momento. –Pero lo que sí lo hará es mi propia mano.

-Ch... Chara...

-¿Desde cuándo supiste que estaba viva? –Lo pisó para impedirle cualquier intento de poder levantarse. Encajando su tacón sobre su pecho. –¡¿Desde cuándo has sabido de ella?!

Recibió una constante tos en respuesta. Cosa que le molestó cada vez más y que reflejó en su pisada.

-¿Cuánto tiempo creíste que podrías ocultarme a mi hermana? ¿Y por qué lo hiciste? ¡Dijiste que la habías visto morir! ¡Que no pudiste hacer nada por ella!

-E-era lo... mejor para todos...

-Era lo mejor solo para tí seguramente. ¡Me hiciste creer que no me quedaba nadie! Y todo este tiempo aún me quedaba ella.

-Nos tenías a nosotros... Me tenías a...

-¿A ti? ¿En verdad? –Apartó su tacón sobre su pecho para enfocarse en su brazo con el que frecuentaba sostener su katana. Queriendo rompérselo con la fuerza que aún tenía consigo, pero solo logrando lastimarlo lo suficiente. El tono de los gritos que comenzaba a sacarle era indicativo de eso. Lo cual sabía que no le quedaría mucho tiempo para que aparecieran más integrantes de la yakuza en su auxilio. –¡Todo este tiempo lo que hiciste fue prostituirme, cabrón!

-Y-yo... Cough, cough... Chara, y-yo...

Intentó lastimarle su otro brazo ante el enojo, pero terminó perdiendo el equilibrio y cayendo de sentón sobre el suelo. El mareo y náuseas a causa del veneno que utilizó estaban haciendo efecto en ella pese a tener cierta resistencia, por lo que sacó el antídoto que había estado ocultando en sus pechos, mas no le dio ni un solo trago al pensárselo demasiado. En efecto, no moriría, sino que muy probablemente perdería la consciencia un rato o tal vez incluso entraría en estado salvaje. Y en cualquiera de esos casos sobreviviría, pero no era lo que quería del todo. Deseaba lastimarlo todo lo que pudiera ahora, desquitarse de todo aquello que tenía reprimido y mostrarle su enojo y dolor que le producía que no le hubiera dicho nada sobre Frisk ahora que era más que inminente que en verdad estaba viva.

Por lo que no dudó en sacar su daga y hacer un corte rápido, uno que incluso aunque Kris estuviera lo suficientemente estable, no habría podido frenar semejante movimiento repleto de furia. Dejándolo hasta cierto punto boquiabierto ante lo fugaz que había sido todo, y dándole la oportunidad de mostrarle ante sus ojos lo verdaderamente letal que podía ser gracias a él. Que su entrenamiento no había sido tan en vano como le había hecho creer por su propia apatía.

Y solo por ello no lo mataría en ese momento, aun cuando realmente lo deseaba.

-Tú quédate con esto, ya que tanto te importa. –Le arrojó a lado suyo tanto la daga, como la botellita con el antídoto. Aceptándolo en el instante y extrañándole visiblemente. –Yo me llevaré esto en su lugar.

Levantó la cola de caballo que le había cortado. Hacía tiempo que había querido hacerlo y finalmente se había dado la satisfacción de poder lograrlo con el afán de fastidiarlo. Desconocía por qué era que se había dejado todo ese cabello siendo hombre, pero estaba segura de que para él había sido importante en todo ese tiempo que se lo había dejado crecer y su mirada anonadada que finalmente podía contemplarle en él, le confirmaba aquello con creces.

-Todo este tiempo quisiste ser como Masao Saito, pero la verdad es que no eres diferente a Asgore Dreemurr. –Recalcó al momento de ponerse de pie con cuidado. Estando dispuesta a retirarse de inmediato aunque el mareo le complicaría lo último. –Para ti también somos una especie de trofeos. Así que considera esto mi propio trofeo de cómo derroté al imbécil que creyó poder salirse con la suya. Adiós, idiota.

-Chara... ¡Vuelve!

Chinga a tu puta madre!

Exclamó en español mientras le mostraba ambos dedos del medio de sus manos mientras le seguía dando la espalda. Notando cómo varios miembros de la yakuza comenzaban a hacer acto de presencia bastante tarde a la situación, mas no importándole ya que con tan solo verle molesta era más que suficiente para que la dejaran en paz. Después de todo, muchos habían tenido la orden de no tocarla, por lo que no harían nada al respecto en cuanto Kris no se los indicara. Y sabía que aquello no pasaría. Al menos, no en ese momento.

Tomó la máscara de madera que ahora resultaba ser su única pertenencia tras haber perdido todo en el incendio del prostíbulo, y se retiró del hotel como pudo antes de que Kris realmente fuera en su búsqueda al momento de recuperarse. Teniendo que robarle un vaso con café a un transeúnte cercano para enfocarse demasiado en el aroma de la bebida y no entrar en estado salvaje ahora que podría ocasionar más problemas. Tenía que dejar que su cuerpo se recuperara a su ritmo y calmarse al mismo tiempo.

Tenía que verla con sus propios ojos. De lo contrario, no podría con la agonía.


...

Frisk no tenía tiempo para formalidades ni para ser paciente, pero habría preferido hacerlo con lo descortés que se estaba viendo en esos extremos. Aunque claro, también tenía que apegarse al estilo de los seguidores grises quienes tenían más experiencia que ella, siendo mucho menos pacientes que ella aparentemente al haber abierto la puerta del señor Holiday una vez que no abrió tras tocar primero. Sorprendiéndole un poco que lo lograran con facilidad y sin necesidad de violencia. ¿Quién diría que terminaría accediendo a ingresar a una casa ajena sin que el dueño se lo permitiera primero? Al menos no tendría que preocuparse por tener que pagar una puerta después. Todavía tenía presente el tener que pagar en algún momento por todos los sacos rotos por culpa de Flowey.

-Ah.. ¿Papá? Tienes visitas.

Una joven reno de melena dorada había ingresado poco después a la cocina en donde se encontraba ella, usando la estufa sin permiso alguno y sin darle mucha importancia a lo que pudiera presentarse con eso si de cualquier forma Flowey la estaba acompañando en todo momento. Teniendo a los seguidores fuera de la casa aparentemente supervisando cualquier actividad que requiriera movilización inmediata y no pareciéndole tan descabellada esa idea ahora, considerando las alturas de su vida. Y en cuanto ingresó el reno que necesitaba, pudo contemplar una tenue sonrisa de su parte con tan solo verse directamente, sin emitir ninguna palabra entre ellos. Aun cuando evidentemente había ingresado sin permiso a su casa y estaba usando su cocina sin consultarlo antes.

-Déjanos solos, Noelle. Muchas gracias.

-P-pero...

-Descuida, estaré bien. –Pese a estarse sosteniendo con su bastón, puso una mano sobre el hombro de la preocupada joven para calmarla. –La señorita Frisk vino a conversar un poco.

Frisk no comentó nada con ello, dándose la espalda con confianza para enfocarse en la tetera que estaba más que lista para servirse. Y por los pasos que pudo oír, supo de antemano que la joven reno les había dejado a solas tal y como lo había comentado el señor Holiday.

-Lamento estar usando su cocina sin su consentimiento. –Se excusó finalmente al momento en que se aseguró de cualquier forma que estaban a solas. Incluso Flowey se mantuvo reservado en el fregadero. –Pero usted es terrible para preparar un simple té que solo requiere hervir la corteza el tiempo necesario.

-Agradezco tu honestidad, supongo. –Soltó una tenue risa con eso. –Pero no viniste solo a decirme el mal cocinero que soy, ¿o si?

-No, vine para hablar de lo que supongo que sí es bueno. –Colocó la taza frente a él en la pequeña mesa que tenía y sirvió ambas para invitarlo a sentarse en su propio asiento. –Usted la otra vez mencionó sobre estar pretendiendo involucrarse en ámbitos políticos. Algo sobre luchar por los derechos de los monstruos. Y si no me equivoco, lo que hacen frecuentemente es causar ruido en zonas públicas al respecto.

-Sí, así es.

-Dígame, señor Holiday. Si le digo que puedo hacer que su movimiento tenga más peso, incluso hacer que pueda ser considerado como parte de la línea de políticos, pero con la única condición de que siga mis órdenes en el proceso, ¿lo haría?

El leve bufido que había escuchado por parte de Flowey había sido levemente opacado por la risa nerviosa del reno que no parecía estar todavía dispuesto a sentarse delante de ella. Siendo ambos indicativos de que había sido muy rudo de su parte haberse ido por la tangente de la situación, pero realmente no tenía tiempo para alargar un asunto que solo lo volvería ridículo no hablar con claridad desde el inicio.

Pese a todo, el reno finalmente aceptó colocarse en su asiento, mas no sujetó su taza servida en ningún momento.

-¿Así que esto se siente negociar con mafiosos? –Parecía hablarse a sí mismo con eso. –Te escucho. Esto es por la detención de los Gaster, supongo.

-Por cuestiones más que personales requiero sacarlos de prisión, pero también es prioridad garantizar la seguridad de los habitantes de Snowdin en su ausencia. –Aclaró de inmediato ahora que tenía su total atención con ello. Notando con otro bufido de Flowey que tal vez había hablado demás, pero no tenía tiempo ni para repararlo. –Y dado el bajo número y posibles amenazas venideras con esa desventaja, requiero de su liderazgo para convencer a la mayoría de no salir del barrio hasta nuevo aviso.

-Hablas de una posible guerra territorial entre criminales.

-Es algo por evitarlo de antemano. –Le alegró que lo entendiera a la primera.

-No me necesitas realmente para eso, pero gracias por considerarme. En verdad creo que podrías mover montañas si solo te lo propusieras. –Por el tono con que le hablaba, no parecía del todo un cumplido de su parte. –Pero he de suponer que la razón por la cual deseas que yo lo haga, es porque estás optando por lo pacífico antes que por la agresión que podría sentirse en tus palabras y acciones. ¿O me equivoco?

-Así es.

-Astuto. Con eso comienzas a comprender lo mínimo de política.

-No lo suficiente. Por eso requiero de su ayuda en algo más. –Sacó el periódico que había estado llevando consigo desde el departamento de los seguidores. –En la noticia mencionan mucho al alcalde, como si la detención de los Gaster fuera un mérito suyo. ¿Por qué parece que esto es importante para el alcalde?

-Porque está en campaña. La gente puede reelegirlo para ser alcalde varios años más. ¿Y qué mejor manera de ganar votantes, que mostrando que puede hacer bien su trabajo de mantener segura a la ciudad? –Aunque su sonrisa y encogimiento de hombros mostrara una cosa, el tono amargo de su vo en ello comprobaba lo contrario. –Con tal de garantizar el poder podría hacer de esto un espectáculo.

-No si yo puedo evitarlo. –Mencionó con demasiada seguridad y enfado. Comprendiendo un poco más por qué en palabras de Papyrus, era más digno matarse entre ellos que el hecho de que lo hiciera la misma ley. Demasiado deplorable aun así. –¿Cómo funciona exactamente la pena de muerte?

-Tienen que pasar a un juzgado primero, dado que un juez tiene que determinar la sentencia. –Frisk seguía sin entender mucho eso, pero al menos comprendía que para la ley, había procesos para matar a alguien y no actuaban por cuenta propia. –Dado que anoche los detuvieron, significaría que hoy mismo pasarían a ello y de ahí los llevarían a matarlos. Y se supone que se les otorga abogados, última comida y demás antes de la ejecución, pero por tratarse de monstruos, ni siquiera tendrán el derecho a una muerte digna en esos aspectos.

-¿Cuánto tiempo pasará del juicio a eso?

-No lo sé. Solo alguien directo al juez o al alcalde podría saberlo. –Frisk se mantuvo serena al escuchar eso. Eso solo significaba que necesitaría a alguien más para su objetivo. Y tenía al sujeto más que perfecto para eso en mente. Cosa que aparentemente se le notaba en el rostro. –Tienes a alguien, ¿no es así? De lo contrario no me habrías ofrecido cercanía al ámbito político con tanta seguridad.

-¿Quiere decir que acepta? –Aunque Frisk lo preguntara, su sonrisa le había respondido desde antes.

-Me rehúso a tener una deuda con los Gaster o con cualquier mafioso. –Finalmente tomó la taza que le había servido, la cual seguramente ya se encontraba templada. –Pero podría hacer una excepción si la deuda es sólo contigo. La única delincuente con la que valdría la pena arriesgarse de esta manera.

-Yo no...

-Intentar liberar a delincuentes tan grandes como lo son la familia esqueleto, te hará una delincuente también ante la ley. –El reno levantó una ceja. –Ya lo sabías, ¿cierto?

Le dio un trago a su bebida para no ponerse en evidencia, pero lo cierto era que no lo había contemplado de esa magnitud. Entendiendo mucho más ahora las quejas y preocupaciones de Flowey con ello. ¿La contemplarían como los Gaster? ¿Cómo la yakuza o como Asgore Dreemurr? ¿Justo como lo que fue su padre biológico? ¿En dónde estaba la línea que separaba todo aquello? Suspiró en sus adentros, sabiendo eso de antemano aunque tratara de justificarse anticipadamente y sin sentido alguno. Todo en lo que creía, en lo que pensaba, en lo que en verdad tenía esperanza... ¿lo dejaría atrás por egoísmo? Oh no... Le había prometido a Sans que no se involucraría en su mundo de esa manera.

Tal vez era por ello que a su novio no le gustaba hacer promesas. Pero pensar en él en un momento como ese, además de volver a ver el anillo plateado en su mano, fueron suficientes cosas para mantenerse segura en sus decisiones. Aun cuando estaba temerosa de los posibles resultados de lo que haría tras eso. ¿Era normal aceptar con cierta facilidad hacer locuras por quienes quería? ¿Por qué parecía que no le estaba atemorizando tanto como el hecho de poder perderlos? ¿Así es como Sans se sentía cuando hacía locuras por ella? ¿Finalmente lograría entenderlo por completo?

Ya luego pensaría en todo eso. El tiempo era esencial.

-Tenemos un trato, entonces. –Le tendió la mano tal y como le había visto a Don Gaster hacerlo, aun cuando no le gustaba el contacto físico con completos extraños. Estrechándola con una sensación extraña para ambos.

Tras acordar varias cosas, finalmente salió de la casa ahora con la educación correspondiente y teniendo una maceta con Flowey nuevamente en su regazo, con sus raíces ya húmedas por el fregadero en donde se quedó observando toda la conversación. Los seguidores le habían esperado pacientemente y ahora estaba a sus costados como si no quisieran apartarse en cuanto no tuvieran la petición de no hacerlo. Siéndole incómodo por la posible vista que daba para algunos seres que pasaban por ahí, pero no teniendo la importancia suficiente para ella esa clase de cosas por ahora.

A su vista inmediatamente se cruzó la luz que emitía el dueño del bar, el cual parecía haberle estado buscando por lo levemente agitado que se encontraba una vez que llegó hacia ella. ¿Le habría estado buscando desde que se había salido de su casa sin aviso previo?

-Tienes un plan, ¿cierto? –No parecía necesitar una respuesta por lo rápido que siguió hablando? –¿Cuál es?

-No tengo un plan aún en concreto. –Admitió con la misma velocidad en sus palabras, entendiendo que se refería específicamente al rescate de la familia Gaster. –Me estoy enfocando primero en la protección de Snowdin antes.

-Bien. Quiero ayudar.

-Señor Grillby, usted tiene a una adolescente por cuidar, por eso no...

-Sans es mi mejor amigo, y la familia entera se arriesgó en salvar a la mía. –Por la mirada triste que tenía, ya lo había pensado desde antes. –Si hay algo que todavía puede hacerse, quiero formar parte. No me lo perdonaré nunca si...

No terminó su oración, pero no le hizo falta a Frisk para comprender que realmente era un gran amigo de su pareja. No sabía sobre su vida, pero su dolor se sentía tan similar a la pérdida que ella había tenido de sus hermanos. Y por ello y más, terminó asintiendo con la cabeza. Era agobiante comprender cada vez más algunas emociones y detestarlas en el proceso, pero a su vez le ayudaban a comprender las propias.

-Bien, nos reuniremos en unos minutos más en su bar. Tengo algo por atender antes.

Continuó su camino sin más, teniendo a los seguidores grises tras de ella que tal vez tendría que ponerles un nombre tentativo al no agradarle tener que mencionarlos como números. Tenía que actuar rápido tal y como le había aconsejado Don Gaster. Tenía que usar lo que conocía y lo que tenía al alcance para lograr sus objetivos. ¿Pero cómo si lo único de lo que sabía realmente era sobre plantas?

Aunque ahora que lo pensaba, contemplando el pino del parque en la lejanía, tal vez eso era lo único que necesitaba.

Tenía un plan.


***

¡Bienvenidos sean al primer capítulo del año! ¡Y justo ayer acaba de pasar el 6to aniversario de esta historia! ¡Ahhhhhhhh! <3 Para celebrar todas estas cosas en conjunto, quiero hacer una transmisión en vivo este domingo 5 de febrero a las 4 pm en horario de México. Donde podrán ver los artes en conjunto de los participantes del flappertober, estando yo dibujando algo super especial por su aniversario y por haber llegado al cap 100, y podremos convivir un rato donde me podrán hacer sus preguntas directamente. ¿Les late?

Disclaimer: los personajes llamados Rain, Misaki y Lady Delamort corresponden a sus respectivos creadores. Hicieron cameo en este capítulo como premio en su participación completa en el Flappertober 2022. Todavía faltan 3 más por aparecer, pero estarán en el siguiente capítulo para que tengan la aparición que merecen en los bloques asignados, (además de que todavía hay una persona que no me ha dicho sobre su personaje, jeje). 

**Inserte teorías locas aquí**

¡Michi fuera!

:D

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