Cap 23. Bonita




El sol sobre Snowdin estaba siendo terrible como siempre ante la ausencia de su calor, pero Frisk al menos no pasaba frío como otras veces gracias a que se encontraba abrigada con cierto regalo por parte del mafioso. Aunque Flowey había querido acompañarla a sus compras, el que se le cayeran los pétalos no le ayudaba a tener la capacidad suficiente de insistir, por lo que la florista tomó rienda del asunto y lo tuvo en su departamento con sumos cuidados para que pasara bien el otoño ya presente. Su amigo era una flor resistente, pero aun así requería del mismo cuidado y cariño que le daba a cada uno de sus retoños.

Llevando una bolsa consigo, y aprovechando de que la flor no venía consigo, pudo ingresar a varios locales que no había podido ante la discriminación que se tenía con su amigo pese a no ser un monstruo. Aun le parecía aquello de lo más absurdo, pero tuvo que pasar ello por alto para comprar lo que realmente necesitaban si querían sobrevivir al frío que se avecinaba. Si en verano habían padecido de su clima tan digno de su nombre, no quería imaginarse cómo la pasarían ahora en temporada friolenta.

Teniendo aun tiempo libre antes de volver al trabajo, aprovechó para pasar al puesto de hot dogs que estaba cerca del parque central. Aunque era cierto que prefería comer sano ante el hábito que le había inculcado su madre, y a su vez su percepción naturalista, no le cabía duda de que la comida rápida de algún modo tenía su encanto citadino.

-Uno, por favor. –Pidió al dueño del carrito que preparaba las salchichas una vez que estuvo al frente. Pero se sonrojó levemente al darse cuenta de que había sido algo grosera en pedirle así sin más. –Oh... y buenas tardes.

-Que sean dos, amigo. –Frisk no tuvo que voltear tras distinguir de inmediato la voz grave del mafioso. –Y ponlos a mi cuenta.

El esqueleto se puso a lado suyo con su típica sonrisa sin mirarla directamente, pero Frisk sabía que su intención había sido sorprenderla como siempre. Tras tener un par de días de no saber nada de los mafiosos tras desastrosa cita, casi tenía por seguro de que se había aparecido de la nada al no haber escuchado ningún paso suyo. Sin más, recibió su hot dog y comenzó a ver con qué lo prepararía.

-Muchas gracias, Sans. –Simplemente dijo en lo que pensaba seriamente qué ponerle a su salchicha. –Aunque no tenías porque.

-¿Y perderme de escuchar tus "gracias" hacia mí, además de mi nombre? Ni pensarlo. –Rio levemente en lo que saturaba de cátsup su hot dog. –Veo que estás usando mi regalo. Te queda de maravilla.

Frisk no dijo nada, pero le daba la impresión de que había algo más en sus palabras que un simple cumplido. Desde que había hablado con Papyrus sobre él, había decidido que sería más cautelosa en cuanto a sus acciones hacia ella, pero aún le resultaba extraño el hecho de que hasta su hermano que era el que más lo conocía, le era inusual ese comportamiento tan enigmático hacia ella. Sirvió con cuidado su comida y le dio un leve mordisco antes de que comenzara a enfriarse por el clima permanente del barrio. Pensaba ya retirarse antes de que a Flowey le diera motivos para reclamarle después, pero en cuanto dio un paso el esqueleto hizo lo mismo poniéndose a lado suyo.

-¿Te parece si nos comemos esto en el parque? –Sugirió Sans empleando su sonrisa de siempre.

La florista estuvo a punto de negarse tras sentir que se le hacía algo tarde para la paciencia de su amigo, pero no quería verse malagradecida tras haberle invitado la comida, además de presentir que realmente quería hablar un rato con ella. Esperando que no le tardara mucho eso, finalmente aceptó la invitación asintiendo con la cabeza tras no sentir que hubiera algo más que decir. Sans simplemente alzó la mano invitándole a avanzar primero y acto seguido caminó a su lado dando a la calle una vez que comenzó a andar. Aunque fuese un gesto simple, Frisk no pudo evitar comparar las acciones de Sans con ella a diferencia de Mettaton o Papyrus, los cuales habían sido demasiado hostigadores o déspotas en cuanto a una superioridad que no lograba ni pretendía comprender. Mientras que ellos dos se habían autoproclamado superiores a ella por ser hombres o por posesiones burdas, Sans parecía de algún modo interesarle saber su forma de pensar de las cosas sin importarle que fuese inusual o su torpeza.

Frisk desvió la mirada avergonzada mientras seguían caminando rumbo a la primera banca para sentarse. Aunque admitiera en sus adentros que comenzaba a agradarle la forma de ser de Sans con ella, no podía pasar por alto que las posibilidades podrían ser porque buscaba algo de ella. También era un acosador y eso le incomodaba en gran medida. No podía olvidar las palabras que le había dicho el esqueleto alto respecto al posible interés que mostraba, tanto que le había sugerido que no le importaba meterse en problemas con tal de verla. Un mafioso, un asesino... que se preocupaba por su bienestar de alguna forma. ¿Qué querría obtener de ella con eso en verdad? ¿Acaso en verdad sería...?

-¿Frisk? –Le llamó desconcertándola de sus pensamientos. – ¿Está todo bien?

-Ah... sí. –Se giró bruscamente aun sonrojada avergonzada.

-Ok... Lo cierto es que quería saber cómo te sentiste con mi hermano la otra vez. –Dijo sin más una vez que se sentaron en el primero lugar que encontraron, casi junto al pino sin hojas del centro. –Papyrus me dijo que todo estuvo bien, pero el que te disparara...me hace pensar que no fue así.

-Bueno, supongo que es normal en sus acciones como asesino. –No supo qué más decir.

-Disparamos a quienes lo merecen... y por cuestión de negocios. –Admitió Sans encogiéndose de hombros. No le agradaba que la humana tomara el caso de forma tan fría, pero comenzaba a acostumbrarse a lo directa que era. – Papyrus tiende a ser muy cuidadoso con lo que hace, así que me fue en verdad raro que lo hiciera.

-¿Tú también usas armas? –Preguntó un tanto curiosa. La única vez que lo había visto en acción había invocado huesos a corta distancia y había sido eso más que suficiente para acabar con todo.

-Te sacan de apuros cuando la magia se agota, pero son muy ruidosas y nada seguras... además de que requiere más esfuerzo físico para usarlas a diferencia de lo que viene siendo la magia. –Sans se terminó su hot dog de un gran bocado y puso sus manos en su espalda indicándole algo. –Siempre las llevo conmigo, pero las evito de ser posible.

La joven lo escuchó con atención algo sorprendida de que le respondiera sin problema alguno, pero recordó que el esqueleto ya le había dicho de que se sinceraría con ella con tal de agradarle. Si eso justamente estaba haciendo, el que le contara qué tan letal venía siendo el mafioso no ayudaba a su objetivo. Frisk repudiaba la facilidad con la que hablaba de acabar con la vida de alguien más, pero tras haber sido su pregunta desde el principio, y tener en su mente las palabras de Papyrus sobre la pérdida de su madre y un jefe tan... abierto (por decir algo), comenzó a hacerse una vaga idea las razones por las que fueran así ambos esqueletos.

-Y bien ¿qué tal fue tu cita? –Se burló en lo que ponía sus manos en los bolsillos de su saco. – Es injusto que mientras nosotros llevamos más tiempo conociéndonos, aceptas salir con mi hermano sin más ¿sabes?

-Yo no acepté. Él me llevó a la fuerza en todo. –Reprochó un tanto disgustada de sólo recordarlo. –Me dio un disparo de advertencia al no gustarle que quisiera irme, cuando yo nunca quise estar ahí en primer lugar.

-Vamos, mi hermano no es tan malo...

-Él había dicho al principio que su objetivo había sido conocernos, pero luego reveló que quería comprobar si yo era una amenaza para ti.

Aquello incomodó un poco al mafioso. Sabiendo cómo era su hermano menor, podía hacerse una idea de cómo había estado si la humana se mostraba disgustada. Papyrus era muy intolerante y Frisk demasiado sincera con lo que pensaba de las cosas, era evidente de que chocarían de algún modo que hasta se sintió estúpido de no haber previsto eso de antemano. Se había enfocado tanto en realizar un pacto con la planta para sus objetivos, que se olvidó por completo de ese detalle tan importante.

Comprendía porqué Papyrus había hecho tal cosa con tal de protegerlo de algo que atentaría con la integridad de su familia, después de todo, es algo que él mismo haría por su hermano. Y si bien todo dictaba a que la humana no había disfrutado de la velada improvisada, había tenido la suficiente empatía para contarle lo que él tanto quería saber: su familia. Ahora sabía que sus padres si estaban muertos, ahora sabía que era adoptada. Pero aun había muchas incógnitas de por medio.

En lo que observaba a la amante de las flores comerse su alimento, podía sentir una que otra mirada hacia el punto en el que se encontraba por algunos caminantes por ahí. El que un monstruo y una humana estuvieran conversando y sentándose juntos era inusual para muchos, pero más allá de una simple curiosidad podía detectar que había desaprobación de parte de ellos. A él le daba igual lo que pensarían algunos de la escena, pero se preguntó por primera vez en qué pensaría realmente Frisk sobre ello. Tras el tiempo conociéndola, le daba la impresión de que se sentía más cómoda entre monstruos que entre humanos, aunque pudiera ser el caso de que Snowdin abarrotaba más de su especie y no tenía otra alternativa. Y también estaba el caso de lo nada sociable que venía siendo la humana, pero ahora podía analizar un poco más la situación sobre las posibilidades que habían dado a ese comportamiento suyo tan... endiabladamente adorable para él.

Si Frisk había perdido a sus padres siendo bebé, y a sus hermanos siendo muy pequeña, eso dictaba que su comportamiento sin tacto se debía a la falta de seres con los cuales socializar fuera de un vínculo familiar o una planta parlante. ¿Acaso los padres adoptivos al perder a dos hijos la habían sobreprotegido? No tenía muy claro eso, pero era la única respuesta coherente que podía formularse con la información que tenía hasta ahora. Grillby seguía investigando por su cuenta lo que le pedía, pero seguía sin tenerle más información útil.

-Sans... si en algunos días no tienes a dónde ir a comer...

-¿Mmhh? –Las palabras de la joven lo desconcertaron de todos sus pensamientos.

-B-bueno, yo... –Al principio Sans había pensado que su sonrojo se debía al frío, pero ahora le era tan evidente de que era por vergüenza que no pudo pensar en nada más que en lo adorable que le estaba siendo tal imagen. –Probé a la fuerza la comida que hace tu hermano y... me di cuenta de lo mal que la has de estar pasando por eso. Así que si es por ello que me conseguiste alimentos la otra vez...

-Frisk, aunque sea un gran fan de tu comida, no te di eso para que fueras a cocinarme. –Comentó en el acto tras comprender a qué se estaba por referir. Le dio risa que pensara eso. –Sólo quise ayudarte.

-Aun así...pueden ir tu hermano y tú a comer a mi casa un día de estos, después de todo quedé de eso. –Continuó estando más confiada en sus propias palabras. Se terminó el último bocado que tenía y continuó hablando. –No me considero una buena cocinera, pero al menos no cocino con jabón.

Sans rio a carcajadas tras entender eso de inmediato. La sinceridad de la chica era una de las cosas que le gustaba de ella, pero estaba seguro que parte de los problemas que tuvo con su hermano fue por decirle algo respecto a su comida si lo estaba mencionando. Él quería mucho a su hermano y estaba dispuesto a lo que fuera por su bienestar, pero en el fondo agradecía que ella se hubiese atrevido a mencionarle ese error que estaba cometiendo con su nulo talento culinario. Cabía la posibilidad de que eso le haría mejorar de alguna forma y hasta lo agradecería el jefe con el tiempo.

-Si te estás preocupando por mis hábitos alimenticios, ¿eso significa que ya te agrado?-Le preguntó nuevamente mientras se giraba para verla.

La florista no respondió en el acto al no sentirse segura de eso. Era sincera siempre en cuanto a admitir que no le desagradaba, pero sabiendo los hechos sobre su persona no podía hacer vista ciega de todo, debía de mantenerse cautelosa. Podría ser caballeroso con ella, pero también era un acosador. Podría ser hasta cierto punto cómodo hablar con él, pero siendo un delincuente peligroso eso no daba confianza. Todo lo tenía en la balanza y la confundía en cuál podría ser el resultado.

Terminó contemplando el paisaje que les rodeaba en busca de las palabras adecuadas para expresarse, pero tan sólo terminó apreciando el fruto de su trabajo en rescatar el parque. La basura cada vez era menos presente y la tierra lo suficientemente fértil para ya estar surgiendo algunas plantas sin florecer aun.

Sabiendo lo grosera que se estaba viendo de no responderle su pregunta de inmediato, quiso decir lo primero que le llegara a la mente, pero tan sólo quedó bombardeada de pensamientos sobre lo que le había contado Papyrus sobre su método para mantenerla en su sistema corrupto de "seguridad locataria".

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-Acabas de hacerla. –No pudo evitar burlarse, pero al notar de nuevo el rostro inexpresivo de la chica, optó por dejarla continuar. –Adelante, puedes hacer otra.

-¿Qué es lo que quieres obtener de mí?

-¿A qué te refieres? –Se extrañó.

-Me ha dado la impresión de que en esta ciudad todos hacen algo en espera de obtener algo a cambio. Todo parece tener un precio no ético... y podría ser lo mismo contigo. –Comentó mientras mantenía su mirada al frente, viendo a algunas personas pasar abrazándose a sí mismos por el viento. –No le encuentro sentido a la discriminación racial que presentan ambos bandos, pero parece ser algo tan común aquí que a tu hermano le parece absurdo que hagas mucho por mí, aun cuando yo no lo sabía y ni lo he pedido.

-¿Cuántas veces debo decirte lo mucho que me agradas?

-¿Realmente es eso?

-¿Por qué mentiría?

-Porque te está costando dinero destinado a placeres sexuales.

Sans casi pierde el equilibrio tras escuchar eso por parte suya que tuvo que sujetarse para no caer de la sorpresa. Sabiendo lo directa que era la chica, no esperaba que pudiese mencionar algo así y con tan frívola voz. Estando sudoroso y con las cuencas oscuras, observó a la humana tratando de analizar su expresión ante sus palabras, pero ella permanecía con su gesto característico esperando una respuesta suya que no supo si realmente le desagradaba eso o no. No se mostraba molesta ni disgustada con tal dato, pero el que le preguntara precisamente qué era lo que quería obtener de ella con eso, le estaba preguntando en realidad que si lo que buscaba era acostarse con ella o no.

Brillante, lo que menos necesitaba era un problema así.

Si la florista lo sabía, no le cabía duda de que su hermano había tenido que ver con tal información. Y no sólo le molestaba que se hubiera puesto a escarbar en sus cuentas bancarias personales y privacidad, sino que el que le contara precisamente a ella todo eso era un golpe de lo más bajo de su parte. Aunque quisiera a su hermano y supiera que todo lo hacía por preocupación, no pudo evitar enojarse con él. Ya luego conversaría seriamente con él sobre eso, ahora tenía que lidiar con lo que había provocado.

-No lo estoy haciendo porque esté buscando abusar de tu integridad, Frisk. –Quiso aclarar eso a la primera. Era muy importante no sólo borrarle la mala percepción que ya de por si tenía de él, sino que no quería que la flor supiera eso y se rompiera el trato que habían logrado tener por el bien de ella. –Soy en verdad sincero en el hecho de que me agradas.

-Tu hermano dijo que has estado rompiendo muchas reglas con verme y que eso podría ser peligroso para ti y tu familia. –Continuó diciendo manteniendo la vista al frente, pero ahora bajó su mirada como si buscara las palabras adecuadas en el suelo o en sus zapatos. –También dijo que pareciera que yo soy alguien importante para ti, y que has preferido usar ese dinero para protegerme. Que prefieres verme a... bueno...

Las cuencas de Sans volvieron a tener su habitual luz blanca tras comprender algo mucho más sorprendente en todo eso. Papyrus no había tenido malas intenciones, pero inconscientemente había ocasionado algo tan bueno para él que su enojo desapareció por completo. Frisk lo que realmente quería saber era si venía siendo cierto que ella era importante para él o no.

Sans no cabía de alegría y alivio.

No era tonto, sabía en sus adentros que más que agradarle, Frisk le atraía como mujer. Posiblemente era raro que le fuera atractiva una humana, ¿pero cómo evitarlo? Olía como un campo repleto de flores perfecto para acostarse y relajarse, sus ojos eran de un inusual color vino que los volvía embriagantes para perderse en ellos, no se vestía ni arreglaba para complacer la vista de otros, sino para sentirse cómoda consigo misma, y eso la hacía verse bonita tras su sencillez. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía cautivaba con su forma tan directa de ver las cosas. No existían filtros con ella, todo era genuino y pureza en su esplendor. Cualquiera podría ver lo atractiva que es con todo eso ¿cierto?

Si, la chica era en verdad maravillosa en todos los sentidos. Por lo que si tuviera la opción de pasar un momento íntimo con ella... por supuesto que le gustaría. Pero ese deseo lo reprimiría hasta la muerte de ser necesario. No quería incomodar algo que si apenas y lo podía considerar como "conocido".

-Snowdin tiene como lema que "el sol no sale para nadie", y no sólo por el denso frío permanente, sino porque nada pudiera pasarle algo bueno a los que habitan aquí. –Se irguió en su asiento tras ver la atención que ahora tenía de su parte. –Tú ya te has dado cuenta de cómo son las cosas por aquí, pero en vez de acoplarte y seguir los mismos pasos de los demás, con tus propias manos abriste una florería, y ahora vez la forma de arreglar este preciso parque condenado. Te he observado algunos días en este lugar.

-Sigues siendo un acosador...

-El trato fue no estar fuera de tu local, no se negoció nada de este parque o algún otro lado. –Le recordó un tanto divertido de su reacción. –Y en mi defensa, tengo que vigilar todo lo que pasa cerca de mis clientes.

-Pero yo no soy tu cliente, yo no pedí que lo hicieras.

-No, eso lo hace aún más sorprendente. Yo quiero hacerlo. –Señaló divertido de sus reacciones con el tema. –Por primera vez en mucho tiempo, hay algo que me motive a hacer algo fuera de una obligación.

Sans se detuvo en sus propias palabras tras percatarse de algo. Ahora comprendía porque Papyrus había tenido tanto interés en saber qué pasaba hasta el grado de intervenir por cuenta propia. En su apatía de hacer las cosas por "trabajo", de vez en cuando se daba el lujo de no hacerlas por flojera o cansancio, cosa que Papyrus y el jefe siempre lo regañaban en espera de hacerle recapacitar. Si estaba ahora haciendo algo y sin recibir paga alguna, era más que evidente de que llamara la atención de su hermano atento a todo lo que hacía. Hasta él le habría sido sorprendente ver algo así fuera de sí mismo, y si su hermano había descubierto que algo pasaba... ¿quién más?

Se apuntó mentalmente en cuidar mucho más sus pasos. Debía de mantenerse más cauteloso con todo lo que hacía entorno a ella. No debía de darse el lujo de dejar cabos sueltos y cometer errores.

-El punto al que quiero llegar, es que no puedo dejar de observarte. Eres lo primero y único que he podido contemplar que tenga el deseo y aspiración de hacer algo bueno, como quitarle lo gris a este mísero lugar. –Continuó tras apartar sus pensamientos de momento. No quería darle una mala percepción a la florista. – Lamento que me tomes por un acosador, pero me temo que es algo que no puedo evitar. Mi admiración por ti va incrementando cada vez que conozco algo más de ti. Así que dime... ¿Tiene algo de malo querer proteger lo que pudiera ser el primer rayo de sol sobre Snowdin?

Frisk ya lo había escuchado adulándola antes, pero era la primera vez que se cohibía tras darse cuenta de la verdadera percepción que tenía sobre ella. Saber de esa forma que si era cierto que fuese alguien importante para él era abrumador en más de un sentido, cosa que le generaba un sonrojo más notorio en sus mejillas. Las cosas por las que él decía admirarla eran para ella de lo más simples ¿Cómo pudiera ser algo tan grande para él lo que venía siendo normal para ella? ¿Tan extraña era para la ciudad entonces? Las cosas que hacía eran por el simple hecho de que podía hacerlo, nada tenía que ver qué especie o sexo fuera, por lo que no se detenía a cuestionarse si era correcto o no. Si estaba en su capacidad de hacer algo para mejorar su entorno, simplemente lo haría. ¿Por qué hacer el bien era tan extraño para la ciudad?

-Ahora tú responde mi pregunta. –La voz de Sans la desconcertó de sus pensamientos. – ¿Ya te agrado?

-Considero que hay cosas buenas en ti, y eso hace querer que me agrades. –Respondió mientras se controlaba a sí misma para dejar de cohibirse. –Estoy agradecida por lo que haces por mí, pero la sensación de que pudieras matar o abusar de mí en cualquier momento me hace mantenerme cautelosa contigo.

-Eso es inteligente de tu parte. –Sans cerró sus cuencas mientras se encogía de hombros, más su sonrisa nunca desapareció de su cara. –Supongo que mi palabra no será suficiente sabiendo de antemano mis acciones.

Frisk no contestó al no saber qué más decir, él ya se había respondido demasiado a su criterio. Aunque el esqueleto no lo mostrara, la florista detectaba de inmediato que se trataba de una sonrisa falsa, como si lo conociera lo suficiente para detectar cuándo no estaba siendo sincero consigo mismo. Sintiéndose culpable de haber lastimado algo sin intención alguna, tomó aire para armarse de valor y se levantó llamando su atención.

-No comprendo muchas cosas, Sans, pero sí que me parece absurdo que te resignes a ser mafioso. Te esmeras en hacer buenos actos conmigo, pero me cuesta trabajo pensar que no te cuestionas sobre matar a alguien sin más. Me... preocupa.

-Dime Frisk, si alguien amenazara a tu planta, al grado de estar al borde de la muerte ¿harías lo que fuera para salvarlo? –El esqueleto permaneció sentado cómodamente, observando a la joven parada frente a él.

-Por supuesto. –Contestó sin ninguna pizca de duda.

-¿Inclusive si tienes que elegir entre matar al tipo que lo tiene, o dejar morir a tu amigo?

La florista permaneció en silencio tras no saber qué decir. Sans sonrió aún más con cierta condolencia.

-Es por eso que no tengo opción Frisk. Decido matar a cuantos quieran si con ello logro salvar a mi familia de respirar un día más. No se puede tener piedad cuando no la tendrán contigo ni con quienes te importan. Después de todo, en esta ciudad es matar o morir.

-Ya oí eso muchas veces. –Comentó por lo bajo apartando la mirada.

-Espero que nunca tengas que comprenderlo en huesos propios.

Tras unos segundos de silencio incómodo, el esqueleto se levantó de su asiento y comenzó a andar con paso lento pasando a lado suyo teniendo sus manos metidas en su saco. Aunque mantuviera su emblemática sonrisa, Frisk sabía una vez más que era una simple apariencia. ¿Quería saber de ella, pero no compartiría lo que siente? Vaya ironía caprichosa andante.

-Sans, yo sí creo que puedas hacer lo correcto si te lo propones. –Le comentó antes de que estuviera demasiado retirado de ella.

-He... es tarde para mí, bonita. –El esqueleto se detuvo para contestarle, mas no se giró para observarla. –Pero gracias por tener algo de fe en mí. Viene mucho de tu parte.

Desapareciendo en cuestión de un pestañeo, la florista se quedó contemplando el lugar donde antes había estado el mafioso. El viento soplaba fuertemente al grado de tener que sujetar su sombrero para que no se fuese volando, y si bien el frio fue más que notorio en su pasar, Frisk sólo sentía calor en sus mejillas ante el desconcierto.

-¿...Bonita?


...

El camino de regreso hacia el hogar de la tortuga había sido de lo más agotador para Undyne. Era más que consciente de lo maleducada que estaba siendo en volver tan tarde, abusando de esa forma de la amabilidad que le brindaban en acogerla en su hogar sabiendo que la daban por muerta. Pero por más que se lo había cuestionado, simplemente no se había sentido con el ánimo de volver en la noche, por lo que caminó por horas y horas por toda Waterfall hasta calmarse, y eso la había llevado a cansarse hasta pasada la hora de la comida.

Sabía que una simple disculpa no bastaría, pero había preferido llegar tarde a que la vieran en un estado desastroso consigo misma. Perder la virginidad por una noche de calentura ya era lo bastante vergonzoso para ella, ahora más el haber sucumbido a su deseo reprimido por su mismo género. Y por si fuera poco, con una prostituta humana. Estaba más que segura de que todo eso se lo llevaría a la tumba, pero a su vez usaría todo ese malestar para fortalecerse a sí misma.

Justo cuando creyó tener éxito al sucumbirse en silencio hacia el pasillo que conducía a su recámara, la mirada grisácea a través de los lentes la detuvo por completo. ¿Acaso la había esperado?

-Ahh... yo... –No tenía ni idea de qué decirle. Se sentía como una adolescente descubierta por haberse escapado a una fiesta.

Sabía que se trataba de la señora de la casa y que tenía todo el derecho de reclamarle de abusar de la amabilidad que le tenían, pero aun no podía acostumbrarse de que alguien tan viejo como Gerson estuviera casado con alguien tan joven como venía siendo la reptil amarillenta. Y el que la regañara alguien de su edad como si de una madre se tratase era hasta cómico en cierto punto. Pero en vez de escuchar algo por parte de ella, simplemente pasó de largo a lado suyo y se encaminó hacia la cocina sin decir nada. Undyne quedó perpleja ante la indiferencia de la joven ¿qué acaso no mostraba emoción alguna? La tortuga todo el tiempo conversaba y se le veía riendo ¿cómo fue que terminaron casados seres tan opuestos? Por supuesto, no era asunto suyo, pero no podía evitar tener cierta curiosidad.

Siguiéndola para querer disculparse, con sorpresa contempló que estaba poniendo varias cosas en la mesa y jaló una silla mientras la observaba a lo lejos. Dándose cuenta de que le estaba indicando que se sentara, hizo caso a la petición silenciosa y contempló la sopa caliente que le estaba sirviendo frente a ella. Perpleja, probó bocado al darse cuenta del hambre que tenía consigo, y comió con algo de urgencia mientras la señora de la casa se sentaba al otro lado de la mesa mientras tomaba un té tranquilamente para acompañarla. ¿La había esperado para servirle de comer? Ahora sí que se sentía mal de haber llegado tarde.

-Yo... lo siento. Debí avisar o algo. –Comenzó a disculparse con lo primero que le llegaba a la mente. –No es correcto de mi parte abusar de su hospitalidad.

La reptil siguió tomando su té con calma sin decir palabra alguna. Undyne en un principio pensó que no la había escuchado, pero por su mirada sobre ella le indicaba que había estado atenta a lo que había comentado, mas no tenía intenciones de devolverle la palabra. Era muy extraña por más que lo pensaba, en el tiempo que ya llevaba viviendo con ellos nunca había escuchado una palabra de parte suya, pero parecía que Gerson la comprendía a la perfección sin necesidad de que gesticulara algo. Supuso que se debía a una extraña conexión que pudiese existir sólo en un matrimonio, mas no le encontraba sentido a eso.

-¡Gracias por la comida!–Comentó alzando un poco la voz por si fuera el caso de que no la oyera, pero la reptil simplemente asintió levemente con la cabeza sin mostrar emoción alguna. –Y lo siento por las molestias. Puedo prepararme y servirme mi propio alimento, no hace falta que tenga esas atenciones conmigo. Soy yo quien está abusando estando con ustedes.

Alphys tan solo se levantó y recogió su taza ya vacía para llevarla a la cocina. La anfibia la observaba extrañada de ese comportamiento tan lúgubre de su parte, como si estuviera muerta por dentro y se limitara a realizar cosas para no olvidar que estaba todavía viva. Un tanto preocupada de tal comportamiento, levantó sus cosas antes de causarle más molestias en levantar el suyo ya terminado. Aprovechando que estaba poniendo los trastes en el lavabo, se puso a lado suyo queriendo insistir en hablar con ella.

-¿Está...?

-Oh, Undyne. Bienvenida a casa. –La voz repentina de Gerson le hizo sobresaltarse, el cual se había acercado con un bastón para apoyarse en su andar. –Nuevo corte de cabello ¿eh? Me agrada.

-Ah, si... quise un cambio. –Sujetó un mechón de su cabello un tanto apenada. Había olvidado ese detalle tan explosivo que había tenido con ella. –Es más cómodo, pero hace más difícil ocultar mi ojo perdido. Creo que no lo pensé bien.

-Tengo el remedio para eso. –Metió una mano en su bolsillo y sacó de ella un parche negro que le tendió animadamente. –Espero que te guste, le perteneció a un pirata que degollaron por una riña, ¡wah ha ha!

La anfibia lo inspeccionó antes de pensar ponérselo. En efecto parecía ser muy viejo pero en excelentes condiciones para la reliquia que venía siendo, por lo que apreció la posible historia que tuviera consigo si alguien tan coleccionista como Gerson lo había tenido dentro de sus posiciones. Sin más cuestionamientos se lo puso con cuidado, asegurándose de no lastimar su cabello con eso. Le era un poco extraño portar tal objeto, pero supuso que ahora tendría que usarlo toda su vida y más le valía acostumbrarse de una buena vez.

En definitiva su vida había cambiado drásticamente.

-Muchas gracias, lo cuidaré mucho. –Sonrió levemente mientras la tortuga sólo asintió con la cabeza como respuesta. –Me gustaría poder compensarles con algo por todo lo que hacen por mí.

-No debes preocuparte por eso. Es todo un placer nuestro acoger a tan magnífico monstruo como tú.

-De cualquier forma veré la posibilidad de agradecerles.

Insistió mientras salían de la cocina y se sentaba en el sillón frente a la mesa de mármol con el ajedrez medio empezado. Por un momento creyó que la pareja también se sentaría, pero Gerson simplemente comentó que estaría redactando algunos documentos en su oficina y se retiró con paso lento. Y antes de que pudiera preguntarle algo, Alphys había dado la vuelta y retirado por completo, dejando un aire incómodo en el ambiente que la anfibia tomó el primer libro que encontró a su alcance para olvidar aquello. La chica en verdad que era extraña.

-No esperes a que te diga algo. Nunca lo hace.

La voz repentina del lugar sobresaltó a Undyne de tal forma que casi arroja el libro hacia donde lo había escuchado. Sin saber en qué momento estaba ahí, un woshua estaba limpiando meticulosamente una lámpara a lado suyo, suponiendo así que se trataba de uno de los sirvientes que rara vez veía. Asegurándose de que nadie los escuchaba en el lugar por cuestión de educación, la anfibia se acercó a él para conversar mientras dejaba el libro a lado suyo sin leer realmente. Tan solo lo había estado hojeando para hacer algo con sus manos.

-¿Ella... no puede hablar? –Preguntó Undyne por lo bajo, sabiendo de a quién se refería el monstruo.

-Algo así, ella no tiene lengua. Se la cortaron.

Undyne estuvo a punto de exclamar sorprendida con ese hecho. ¿La habían lastimado como a ella? Esperaba que no bajo las mismas circunstancias. Era algo que no se lo deseaba a nadie.

-¿Cómo... porqué le hicieron eso? –Preguntó casi en un susurro y sin borrar su preocupación sobre ese hecho.

-Oh, no debería de hablar de cosas así de la señora de la casa. –Comentó el woshua preocupado por haber dicho demás, sin embargo se pegó más a la pelirroja y dejó el trapo con el que había estado limpiando insistentemente. –Pero supe que hace muchos años, sus padres la llevaron a internarla en una clínica de Hotland por caso severo de histeria.

Undyne trató de recordar lo que venía siendo tal enfermedad, mas no encontraba nada que pudiera relacionarlo a que ameritara que perdiera la lengua. Así que permaneció en silencio en espera de que le dijera algo más el sirviente entre susurros.

-Desconozco en dónde esté dicha clínica y cómo se llame, pero si he escuchado sobre que hay una con fama de tener tratamientos severos para mujeres complicadas, así que ha de ser esa.

-¿Mujeres complicadas? –Undyne arqueó una ceja.

-Ya sabe, las que no... –El woshua se detuvo al detectar cierta irritación en la anfibia por lo que pudiera decir al respecto. Tragó saliva y continuó algo intimidado ante la mirada fulminante que emitía su único ojo. –Ehhmm... olvídelo. El punto es que parece ser que algo pasó en la clínica que decidieron cortarle la lengua como método para curarla.

-¿Y los padres estuvieron de acuerdo con eso? ¿En verdad creen que eso es "curarla"? –Exclamó molesta la anfibia, olvidándose por un breve momento de que debía de mantener la voz baja. –No parece estar bien, sino todo lo contrario. ¿Gerson...?

-El señor Gerson fue quien la sacó de ahí. No sé mucho al respecto, pero prácticamente la salvó de no permanecer por siempre en ese lugar. –Interrumpió el woshua con prisa mientras movía las patas para callarla. –Sus padres murieron en un accidente y el señor fue quien le dio asilo aquí. Se casaron a los pocos meses después de eso, supongo que el señor Gerson le tomó mucho cariño y por eso se lo propuso.

En tal información había muchas lagunas de por medio. Empezando por el hecho de que Gerson tuviera el poder suficiente de poder sacarla de un lugar así. Dentro de lo absurdo que eran las leyes en cuanto a las mujeres, sólo los padres o maridos podían hacer tales cosas, entonces si aún no estaban casados y Alphys se había quedado sin padres ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Acaso contaba con buenos contactos para algo así? Con lo exótica que venía siendo su casa no le sorprendería que ese fuera el caso.

-Pero si ahora está fuera de esos tratamientos, ¿por qué no muestra siquiera alguna emoción? –La pregunta fue más para sí misma analizando el caso que para el sujeto que tenía a lado suyo.

-Es todo lo que sé, señorita.

-¿Y cómo le hace para comunicarse?

-Oh, eso es por medio del lenguaje de señas. –Sonrió el monstruo tras sentir que se había aligerado la conversación. –Aunque no nos lo pidieron, todos los sirvientes nos pusimos de acuerdo para aprenderlo para comunicarnos con la señora. No sabemos si estará agradecida con eso, pero aun así estamos contentos de poder hacer lo que sea por el bienestar de la esposa del señor Gerson. Gracias a él tenemos trabajo.

Undyne sonrió al comprender ese sentimiento. Ella también estaba muy agradecida con él por haberle salvado la vida y ahora dándole asilo. Aún tenía muchas dudas sobre porqué la reptil amarillenta tenía tal comportamiento, pero fuera lo que fuera estaba segura de que también se sentía segura con su esposo. No cabía duda de que se encontraba en un ambiente de generosidad que no había sentido en mucho tiempo, incluso comprendía las palabras de la tortuga sobre cómo los monstruos debían de apoyarse entre ellos. Gerson no parecía esperar nada a cambio por lo mucho que daba, pero aun así creaba un ambiente de lo más cálido como fruto de una esperanza por mantener para el bienestar de los monstruos. No sabía todavía como agradecerle por todo lo que le estaba dando, pero al menos había dado con algo para iniciar.

-¿Me pueden enseñar ese lenguaje?


...

Grillby se encontraba pacíficamente limpiando la barra mientras el atardecer poco a poco comenzaba a opacarse por la llegada de la noche. Al ser fin de semana contaba con tener más clientes por atender, sin embargo tan sólo tenía unos cuantos que apenas y pedían un trago para marcharse de inmediato. Si, estaba teniendo una mala racha económica recientemente, y más cuando cierto amigo suyo tragaba como agua su producto sin recibir cambio monetario de vuelta.

En lo que observaba al esqueleto en su esquina habitual de la barra tomando directo de la botella, dejó el trapo para acercarse a él y conversar. Aunque su cara no era precisamente amigable en ese momento, sabía de antemano que necesitaba de una buena sacudida para borrar fuera lo que estaba circulando en su cabeza hueca. El que ya fuera por la tercera botella casi sin respirar era indicio de que algo estaba atormentándolo una vez más.

Al acercarse pudo notar la mirada oscura que estaba teniendo el esqueleto perdido entre sus divagaciones, pero aunque no le prestara atención pese a estar ya a lado suyo, sabía que estaba al tanto de lo que pudiera hacerle por muy insignificante que fuera. Le era admirable cómo podía estar lo suficientemente lúcido para atacar sin importar su estado, mas no le parecía sano que se obligara a terminar de esa forma. No se quejaría si al menos le pagara de vez en cuando por todo lo que consumía, pero tampoco tenía intenciones de reclamarle al respecto.

Antes de que pudiera decirle algo, notó como por la puerta principal entraba una joven de fuego verdoso, dirigiéndose hacia el otro lado de la barra como si no le importase nada. Antes de que Grillby le dijera algo, Sans se giró hacia ella sonriéndole con algo de gracia alzando la botella.

-¡Hey! ¿Cómo estás Fuku? Tiempo sin verte.

-Púdrete.

Comentó sin siquiera verlo y con cara de pocos amigos. Aunque fuese una forma terrible de referirse hacia un asesino, Sans sólo se rio sin darle importancia a su majadería. De alguna forma ya estaba acostumbrado al comportamiento rudo de esa adolescente en particular.

-Agradable como siempre tu sobrina. –Comentó el esqueleto por lo bajo a Grillby y dio un gran trago a su botella, como si brindara por eso.

-Fuku, ya te he dicho que no pases por la entrada principal. Es para los clientes, principalmente mayores de edad. –Le reprochó el dueño del bar molesto por tal comportamiento de su parte. – ¿Y qué son estas horas de llegar? Ya casi anochece.

-Llegué y eso es lo que importa. –Rechistó la chica mientras tomaba un vaso sin pedir permiso. –Además estuve ocupada.

-Con ese estúpido grupo revoltoso ¿cierto? –Grillby le quitó el vaso, obligándola a que lo vea directamente. –Te estás metiendo en problemas estando con esos delincuentes.

-Porque tú eres la viva imagen de un buen ejemplo, ¿cierto? –Señaló molesta hacia el esqueleto, el cual saludaba con gracia desde su asiento al haber sido incluido en tal conversación familiar. –Además no estamos haciendo cosas malas a diferencia tuya, luchamos por una buena causa, y tú jamás lo comprenderías por...

-Lo único que debo comprender de eso es que son mala influencia para ti. –La interrumpió mientras ponía el vaso en la barra. –Ahora vete a tu habitación, antes de que piense castigarte.

-¡Agghh! Tú nunca escuchas.

La chica fuego pasó de largo a su tío y azotó la puerta con fuerza una vez que ingresó por ella. Grillby se quitó los lentes y masajeó su vista ante la irritación que le había dado. La risa tenue de su amigo lo trajo de vuelta a lo que había querido hacer desde un principio.

-Lo siento por su grosera forma de ser contigo. –Comentó de antemano el bartender sabiendo en qué punto se encontraba.

-Nah, me han dicho cosas peores. –Se encogió de hombros el esqueleto sin darle importancia. –Además es solo una etapa. Ya se le pasará.

-Me preocupa que un día de estos se meta en serios problemas. Las manifestaciones que realizan pudieran hacer que los encierren a todos si siguen queriendo provocar a las autoridades.

-Lo gracioso es que están pidiendo cosas que ni siquiera comprenden. –Rio levemente mientras dejaba la botella vacía junto con las otras. Parecía que la situación había calmado el mal humor que antes presentaba. –Son adolescentes, no pueden votar para empezar.

-Es culpa de otro grupo mayor que les ha lavado el cerebro. Sólo quieren que se vean muchos en las manifestaciones para ser tomados en cuenta. –Suspiró mientras se ponía los lentes de vuelta y se recargó en la barra con una mano apoyada. –En fin, ¿y a ti qué te pasa?

-¿Qué me pasa de qué?

-¿Otra vez tu humana? –Sonrió con algo de burla.

-Comienzo a estar de acuerdo con tu sobrina sobre molestarse contigo ¿sabes?

-Eso significa que le atiné.

Rio triunfante y sacó otra botella para mantener la conversación sin que se fuera abruptamente. El tema cada vez le estaba siendo entretenido después de todo, y aún más al haberle involucrado con la investigación sobre ella. Admitía que si era interesante buscar cosas sobre alguien aparentemente muerta para el sistema y todo el trasfondo que parecía envolverla.

-¿Y ahora qué pasó con ella?

-Me acabo de dar cuenta de que tendría que renacer para poder agradarle. –Comentó sin más mientras recibía la botella con gusto. –Y sólo para tener una oportunidad realmente, no parece considerarlo dentro de todo. ¿Por qué es tan difícil?

-Las mujeres lo son, y más las humanas. Ya te lo había advertido. –El bartender sacó un vaso debajo de la barra y se sirvió cerveza para acompañarlo. –Pero si insistes en maltratar tu ya de por si mala vida, podrías intentarlo con flores si es lo que sabes que le gusta.

-No le daré algo que ya vende, y que además lo relaciona con el sujeto que busca. –Gruñó y dio un gran trago a la botella, como si no tuviera necesidad de respirar para hacerlo. –Pero hablando de eso ¿ya conseguiste lo que te pedí?

-De las siete floristerías que hay en todo Ebott, la de tu humana es la única que no tiene problemas con aceptar tanto humanos como monstruos. –Comentó de inmediato, sabiendo que en cualquier momento le preguntaría sobre eso. –Cinco son dirigidas por humanos, y dos por monstruos.

-Entonces el sujeto no comparte la forma de ser de Frisk, si sigue la misma limitante como todos. –Concluyó de inmediato y dio otro trago grande antes de seguir hablando. –A menos de que sea un perdedor y no sea dueño de nada. ¿Tienes nombres?

-Si, y ya me adelanté en investigarlos, pero no hay nada que pudiera ser de interés en eso. –Suspiró el hombre llama mientras meneaba su vaso con más espuma que bebida. –Todos son unos pobretones que apenas y pueden mantener su negocio por cuenta propia. El de tu humana es el único negocio asegurado por una cantidad exagerada para lo que es, pero al ser un nombre falso al que está registrado es difícil dar con un verdadero dueño.

-¿Y qué has encontrado sobre el apellido Saito?

-Los únicos que tienen ese apellido en la ciudad están enterrados desde hace años en el cementerio. Así que seguramente se trataron de extranjeros que vinieron a morir únicamente.

Tal información era para nada útil para el mafioso, por lo que gruñó por lo bajo mientras pensaba las cosas con el detenimiento que el alcohol le permitía. Debía de sentirse afortunado de saber más cosas sobre la humana gracias a su hermano, pero el haberse atorado de nuevo con la investigación le generaba molestia innecesaria. Sabía que los padres en definitiva estaban muertos, por lo que sus cuerpos en verdad podrían estar descansando en el cementerio de New Home como lo habían visto, pero el de las dos niñas seguramente estaban vacíos si habían sido adoptadas por otra familia ¿O si estaría ocupada una de las tumbas al finalmente morir la hermana biológica? Si ese era el caso, cabía la posibilidad de que la familia adoptiva de la chica supiera algo. ¿Pero por qué mantenerlo oculto de ella? ¿Qué tenía de malo la familia Saito para que no supiera nada?

-¿Y sobre cómo murieron tienes algo?

-No hay nada sobre un accidente automovilístico como me dijiste. –Se encogió de hombros con cierto pesar. –Los dos únicos documentos que encontré sobre eso dictan que murieron en un incendio. Tanto el acta de defunción como el periódico que encontré sobre ese hecho.

Antes de que el esqueleto preguntara sobre ello, Grillby ya se había adelantado y sacado de su bolsillo de pantalón una página de periódico doblada, como si ya hubiera tenido contemplado de que le pidiera eso en cualquier momento. A Sans no le gustaba la prensa al ser demasiado dramática (y por la flojera que le daba leer esas cosas), pero por primera vez leyó con sumo detenimiento las palabras en busca de algo que fuera importante para lo que buscaba. No había mucho en eso que ya supiera, salvo que el nombre del señor había sido Masao Saito y que se trataba de un comerciante extranjero principal de una bebida alcohólica hecha con arroz conocida como "Sake".

Así que el padre había sido un vendedor de alcohol... Era una pena, estaba seguro de que habría podido llevarse bien con él.

-Sake es la bebida que tomé la otra vez ¿cierto? –Recordó con algo de gracia.

-¿Te refieres a la que robaste de su tumba?

-Prefiero pensar que brindé en su honor. –Rio aún más mientras le devolvía el periódico viejo. –Es un hecho entonces que Frisk no sabe nada de su origen, si no supo siquiera de qué era la botella ni lo que decía en su idioma. Pero... si alguien le dejó esa botella en particular...

-...alguien en definitiva si lo sabe. –Terminó la oración el bartender sonriendo abiertamente al saber lo que se venía.

Sans apartó las botellas hacia la esquina y apoyó los codos sobre la barra mientras sonreía ampliamente. Si se supone que el padre era el principal vendedor de esa bebida en la ciudad, sólo hacía falta encontrar al nuevo proveedor para dar con quien le estaba dejando eso en su tumba.

-Grill ¿has pensado en ampliar tu variedad de bebidas?


***

No por el hecho de que siga con los preparativos de mi fic Osado Corazón significa que descuide esta. No se preocupen por eso, y muchas gracias por el apoyo que me han dado con eso. Cada mensaje que me dan me motiva bastante a seguir con todo esto. En verdad que no tengo palabras suficientes para describir cuanto los amo <3

Y nuevamente les recuerdo que hay un grupo de discord y whatsapp para quienes estén interesados en entrar. Sólo mándenme un mensaje en privado. O también pueden seguirme en mis redes sociales para ver lo que dibujo respecto a las historias. 

Michi fuera!

:)

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