Cap 26. Cena para cuatro
La noche otoñal no era para nada agradable para la chica que recorría las calles en soledad. Las cosas siempre le resultaban más fáciles cuando tenía menos brazos por mostrar al público, pero esa vez se encontraba con la mayor parte de sus brazos debajo de su gruesa gabardina con tal de protegerse del frío que se rehusaba a desaparecer. Odiaba esa sensación en su piel ¿Cómo podía vivir la gente con semejante clima permanente?
No importaba cuántas veces visitara el lugar, Muffet siempre encontraba un tanto desagradable el barrio de Snowdin. Tanta pobreza y frialdad en su entorno le era un tanto repelente, incluso la mayor parte de la gente que habitaba el lugar le era molesta. Pero claro que eso jamás lo comentaría abiertamente si no quería meterse en problemas.
Y más cuando su amor platónico era quien mantenía el mando del bajo mundo de esa zona.
Encontrar el lugar donde vivía la familia Gaster era casi imposible para los ojos inexpertos e ignorantes. La fachada en ruinas hacía que los humanos lo evitasen a toda costa por su inseguridad, y la magia repelente efectuada por ciertos seres monocromáticos, era más que suficiente para apartar a los curiosos que se atreviesen a querer entrar. Pero nada de eso era suficiente para detenerla de ingresar al establecimiento. Tener tantos ojos tenía sus ventajas y una de ellas era que no se trataba de un monstruo fácil de engañar. Ya muchos habían sufrido las consecuencias por haberlo intentado.
Sabiendo que sus seguidores la detectarían una vez que pusiera un pie en el lugar, se quitó el sombrero con sus dos únicos brazos descubiertos y dejó que la observaran en cuanto entró por la única entrada fácil de acceder.
-¿Razón de su visita, señorita? –De la nada tuvo al lagarto bajo de grandes ojos a lado de ella, cosa que la hizo sobresaltarse en gran manera por su voz tan fría e insensible. No importaba cuántas veces hubiera pasado por eso, nunca se acostumbraba a las apariciones repentinas de esos extraños seres. –Sabe que no puede venir a menos que se solicite de su presencia.
-Tengo algo que pudiera ser de su interés. –Contestó con el mismo tono friolento al sentirse incómoda con él. –Pero tengo que presentárselo en persona y sin la presencia de ustedes.
-Él decidirá eso.
Pidiéndole silenciosamente que lo siguiera, Muffet se acomodó su peinado en cuanto pudo liberar el resto de sus brazos al sentirse cada vez menos el frío en aquel lugar. Una vez que cruzaron la entrada de metal oxidada, se pudo contemplar el contraste tan drástico que era el interior a comparación de la fachada en ruinas que venía siendo en apariencia. Por dentro era como una cabaña elegante cuyas paredes resaltaban una gran cantidad de cuadros dignos de estar en un museo, pero no se comparaba con todo lo demás que decoraba toda la casa.
No pudo evitar sonreír tras soltar un leve suspiro. Él era tan sofisticado y elegante...
-Tendrá que esperar aquí, señorita. Llegó a la hora de la cena sin previo aviso. –Le indicó deteniéndose en seco.
-Es descortés hacer esperar a una dama. –Argumentó un tanto disgustada con la indicación. Tenía prisa después de todo. No sabía con cuanto tiempo contaba antes de que se dieran cuenta de su fechoría.
-Lo es más el venir sin ser invitada.
La arácnida se giró hacia donde había salido la voz varonil que tanto le fascinaba. El esqueleto de perfecto porte bajaba las escaleras mientras cerraba el posible libro que había estado leyendo y la observaba directamente. Ese semblante siempre le fascinaba, no importase lo frívolo que se tornaba en variadas ocasiones. Era casi como si pudiera analizarla con la simple mirada sin perder detalle alguno, razón más por la cual siempre procuraba ir lo más arreglada posible sólo para él, pero tal parecía que seguía sin tener el efecto deseado.
-Lamento la hora en la que me presento, querido, pero no podía esperar tanto para verte. –Canturreó un poco endulzando su voz en cuanto estuvo en el mismo piso que ella. –Hay algo que me gustaría mostrarte si...
-Es molesto recordarte que no puedes presentarte de esta forma. –La interrumpió mientras empleaba un semblante de irritación. –Vuelve a hacerlo y te negaré ingresar a Snowdin permanentemente. Última advertencia.
-Pero tiene que ver con lo que S...
-¡Hey!
La presencia repentina del primogénito entre ellos hizo sobresaltar nuevamente a Muffet, pero el líder de la familia permaneció intacto como si lo hubiera detectado con mucha anticipación. Por mero reflejo, se cubrió aún más con su gabardina mientras lo miraba con reproche por interrumpir la plática entre ellos.
-¿Qué hay arañita? –Saludó el esqueleto bajo empleando una sonrisa burlona. –Creí que no te volveríamos a ver después de encimarte al viejo por enésima vez.
-SANS, ESO NO ES GRACIOSO. –La voz alzada del menor surgió al otro lado de la sala, el cual se encontraba recargado en el borde de la entrada del pasillo, mirando con desprecio la situación cruzado de brazos. –ES DESAGRADABLE TAL COMPORTAMIENTO EN UNA DAMA.
-¿Acaso tras años saqueando tumbas te ha hecho tener un fetiche? –Rio Sans fuertemente después de decir eso. – ¿O sólo es un mal gusto por ancianos?
-Basta los dos. –Alzó la voz el líder cada vez más molesto con los presentes. Tan sólo hizo falta su voz para callar hasta el mismo fuego carcomiendo la leña en la chimenea central de la sala. –Llegan tarde, más les vale tener una justificación.
-Tuvimos que encargarnos de un inconveniente. Alguien quiere pasarse de listo en nuestro territorio robando donde no deben.
Comentó Sans encogiéndose de hombros sin darle importancia a su argumento, pero Muffet podía notar cómo la observaba de reojo con gesto burlón como si esperara que se riera junto con él por un chiste mal dado. La forma en la que la veía la hacía sentirse incómoda, mas no quiso mostrarlo bajo ningún modo. No les daría esa satisfacción a ese par irrespetuoso.
-¿Y ya se hicieron cargo?
-ESTAMOS EN ESO, JEFE.
Por la forma en la que habló y la miraba el otro hermano, le confirmaba que algo se traían entre manos ese par respecto a ella. ¿Acaso la habían descubierto tan rápido? Si había sido lo suficientemente cautelosa de no dejar rastro ni tiempo para que le alcanzaran tras saber que nadie se encontraría en el bar. ¿Cómo era posible que supieran qué tramaba?
Le había costado tiempo en crear un plan, pero tras observar trabajando al dueño del bar había comprendido que si quería obtener más información, sin lugar a dudas tenía que sacarlo de ese lugar para buscar lo que fuera que tenía oculto. Las tumbas sólo tenían el apellido "Saito" visible y no sabía dónde más buscar que fuera la misma investigación de ese sujeto.
No había tenido siquiera qué estar ella presente para estarlo vigilando, las arañas comunes controlables habían hecho la mayor parte sin requerir de un esfuerzo de su parte y le habían informado de todo. Era una de las habilidades que agradecía tener por mucho que fuese cruel de su parte usarlos sabiendo que morirían en el proceso, pero no le daba remordimiento alguno tras ser muy diferentes los arácnidos monstruos a arácnidos comunes. Un sacrificio que a su perspectiva valía la pena y que apreciaba el líder de los Gaster cuando necesitaba de su apoyo.
Ella era más que perfecta para él ¿Cómo era que seguía sin darse cuenta?
-La comida que ordené de seguro ya se enfrió por su tardanza. –Comentó el mayor de todos tratando de cambiar de tema. –Más les vale compensar eso.
-YO ME ENCARGO DE ESO, VAMOS TODOS A CENAR.
-Arañita ¿Por qué no te quedas a cenar con nosotros? Sería muy descortés dejarte aquí esperando. –Argumentó Sans de inmediato, llamando la atención tanto de la mencionada como del jefe de familia. –Somos unos caballeros después de todo.
-Pero...
No reprimió su incomodidad con tiempo a lo abrupto que había sido eso. Realmente no pintaba para bien lo que se traían con ella ahora. ¿Sans amable con ella? Eso sí que no era una buena señal.
-DESPUÉS CON GUSTO TE LLEVAMOS A TU CASA. ES MUY NOCHE COMO PARA DEJARTE IR SOLA. –Continuó Papyrus desde su sitio, emitiendo una sonrisa no común en él. –Y MÁS CUANDO VIENES DE TAN LEJOS.
Muffet se giró hacia su amado, esperando por primera vez que comentara algo que ameritara zafarse de esa situación extraña, pero estaba tan tranquilo observando a sus hijos que parecía que le daba igual la situación. Tan solo asintió con la cabeza indicando que estaba de acuerdo con el ofrecimiento de los menores y se encaminó hacia el pasillo en el que Papyrus estaba recargado y ambos esqueletos desaparecieron en él tras adentrarse.
A diferencia de lo que habían hecho, ella dio un paso hacia atrás en mero reflejo de querer salir corriendo del lugar. Si bien estaba fascinada de querer ver al encantador jefe por más tiempo, algo le decía que lo mejor era posponer su plan antes de que se agravara la situación. Detestaba a los hijos por siempre entrometerse en cada oportunidad de poder pasar tiempo con él, pero era la primera vez que consideraba mejor no retarlos tras esa mirada que cada uno le había lanzado. Su plan requería que no estuvieran ellos presentes al estar en desventaja.
-¿Qué no oíste al viejo, arañita? –La voz de Sans detrás de ella le hizo detenerse abruptamente sin poder reaccionar adecuadamente. –La comida se está enfriando, más vale no hacerle esperar más o podría molestarse.
-¿Qué es lo que están tramando ustedes dos?
Susurró Muffet pese a que los esqueletos altos ya no estaban en el lugar, pero debía mantenerse cautelosa sabiendo que aún estaba el seguidor de grandes ojos observándolos. Tal vez por eso los hermanos eran tan cuidadosos con sus gestos y palabras también.
Tal vez eso era lo que la mantenía salva realmente.
-Sólo queremos tener una cena en familia. –A diferencia de ella, no susurró para darse a escuchar notoriamente ante el seguidor monocromático. –Es lo que tú has querido hace tiempo ¿no?
Aquello fue un golpe muy bajo de su parte, por lo que Muffet no pudo evitar arrugar la cara molesta con su cinismo. En efecto, ella llevaba años queriendo pertenecer a la familia Gaster, pero se había tenido que conformar con ser reclutada en situaciones que W.D. consideraba necesaria su ayuda. Habían sido tiempos muy felices al permanecer por largas jornadas en la casa con él o trabajando mano a mano consiguiendo cadáveres, pero desde que los hijos tomaron la iniciativa de conseguir los cuerpos en estado "fresco" por cuenta propia su participación ya no fue necesaria. Si no fuera porque los conocía, habría jurado que había sido apropósito con tal de alejarla.
Indignada con las palabras del primogénito, puso vista al frente y se encaminó en el pasillo que llevaba hacia el comedor donde los estaban esperando. Podía sentir cómo el esqueleto la seguía a sus espaldas, más nunca mostró lo incómoda que le hacía sentir eso con tal de no darle ninguna clase de ventaja sobre ella. Ya sabía de antemano como operaba, debilitando al individuo por medio del temor a una incertidumbre escabrosa. Pero sabía que no podían hacerle daño, su querido Gaster se los tenía prohibido.
Llegando al comedor pudo ver con recelo que el esqueleto menor ya le había servido junto con los otros platos. El comedor era algo grande para una familia tan chica, por lo que era una imposibilidad poder sentarse a lado de su amado si ambos hijos se habían colocado de golpe a sus costados, pero fue de lo más reconfortante ver que el jefe se había parado y movido con su magia una silla caballerosamente, aunque manteniendo su emblemático gesto serio en el proceso.
Muffet no pudo evitar sonrojarse mientras se sentaba y sentía cómo le colocaba la silla adecuadamente. Él era tan perfecto...
-Y bien arañita ¿a qué se debe tu visita? –Preguntó de golpe Sans tras levantar su tenedor antes de siquiera comer.
-¿Qué no puedo venir a ver cómo están todos? –Preguntó con naturalidad con tal de no levantar sospecha.
-¿Acaso tener tantos ojos no te basta para eso?
-Sans, no seas descortés. –Le reprochó el jefe mientras partía la carne de su plato con elegancia.
-No pasa nada, es sólo una plática amistosa mientras se cena, huhuhu. –Comentó Muffet con una sonrisa de lo más encantadora. Ella también jugaría su extraño juego, y en definitiva no sería quien perdiera. –Esto es algo que me hace extrañarlos y con más razón deseo venir a verlos.
-PUES QUÉ CONSIDERADA DE ARREGLARTE TANTO PARA VERNOS. –Recalcó Papyrus tras terminarse su bocado.
Aunque su comentario hubiera sido con afán de cortesía, la araña no pasaba por alto la mirada despectiva que le había lanzado. Conocía el hecho de que al menor de la familia le parecía desagradable tales prendas sugestivas, pero eso a ella no le importaba en absoluto. Estaba orgullosa del guardarropa que había conseguido por cuenta propia y cómo se vestía con tal de tener vista fija de Don Gaster, portando siempre vestidos oscuros con escote coqueto junto con su larga gabardina con la que escondía la mayoría de sus brazos. Era lamentable que no existieran prendas con más entradas para brazos salvo para dos, situación de lo más discriminatoria hacia los monstruos por parte de la industria de la moda, pero ese factor lo había convertido en una ventaja para ella.
Si la sociedad quería ver sólo dos brazos eso haría, pero que no la culpen por no prestar atención a lo que hurtara con lo que no le permitían mostrar.
-Gracias por notarlo, huhuhu. –Emitió una suave risa mientras tomaba su cubierto. –Yo por otro lado, me veo sorprendida de verlos sin saco. Creí que siempre estaban en etiqueta.
-Eso es cierto. No sólo tuvieron el descaro de llegar tarde, sino de presentarse informal para cenar. –Don Gaster apartó la mirada de su plato y se enfocó en sus hijos con desaprobación. –Saben muy bien lo que opino de esto.
-EHH... BUENO... LO SIENTO, JEFE. –Papyrus cambió su expresión a una de preocupación. –TE PROMETO QUE ESO NO VOLVERÁ A OCURRIR.
-Nuevamente estás teniendo un mal hábito, Papyrus, más te vale corregirlo. –Don Gaster continuó observando a sus hijos con el mismo semblante serio que tanto le fascinaba a la arácnida, por mucho que fuese un tanto intimatorio para otros. –De ti Sans no me sorprende, pero eso me molesta aún más.
El mencionado simplemente se encogió de hombros sin pena alguna y siguió comiendo tranquilamente. Era extraño observar cómo los dos hermanos eran tan diferentes en cuanto a reacciones sobre el regaño. Mientras que uno se sentía culpable por la llamada de atención, al otro le daba completamente igual. Muffet sonrió triunfante tras verlos regañados, sólo su amado tenía la capacidad de tenerlos al margen.
-Y bien Muffet ¿A qué realmente se debe tu visita? –Se giró el líder ahora hacia ella.
Sabiendo que a él no podría engañarlo ni persuadirlo para posponer una reunión en privado, la mencionada masticó lentamente su bocado para pensar en algo rápido para contestarle sin ponerse en medio de un conflicto. Notaba las miradas fulminantes de los hijos hacia ella bajo una tenue luminosidad surgiendo en sus cuencas, pero por más que eso fuese aterrador para muchos, ella sabía que si había algo que lograra opacar a ese par irrespetuoso, era sin lugar a dudas su padre. Así que estaría a salvo con lo que tuviera que revelar sobre lo mal portado que había estado siendo su primogénito. Pero no podía revelar todo de golpe, tenía que ver primero que tantas ventajas tenía en la situación.
-Bueno, ya que he mantenido mi rutina por cualquier cosa que se necesite, hay algo que encontré que pudiera ser de tu agrado. –Le contestó una vez que terminó su bocado mientras empleaba una sonrisa coqueta. –Viene de una tumba muy pobre, pero saqué esto que parece ser de buen valor y que es muy varonil como para que yo me lo quede.
Sin esperarse a ninguna reacción más mientras se dirigía únicamente hacia el Don, sacó del bolsillo interno de su gabardina una daga con funda metálica polvorienta y la puso sobre la mesa. Escuchó cómo el menor de los esqueletos se quejaba de que pusiera algo así en la mesa donde estaban comiendo, pero el líder alzó el arma con su magia y la acercó a él para examinarla sin tocarla. Unas manos huesudas de color lila aparecieron de la nada y sacaron la daga de su estuche para contemplar que la hoja tenía un grabado en un idioma extranjero.
-¿Viene de las tumbas que me hablaste? –Preguntó Gaster mientras se quedaba analizando el grabado.
Sans detuvo su cubierto en el plato tras tal pregunta. Aunque no quisiera verse obvio, ello le confirmaba que en efecto la araña estaba al tanto de forma molesta. ¿Acaso los había visto revisando esas tumbas? Y la muy deseosa de la atención del viejo sin lugar a dudas había llegado a informarle de que lo había visto. Por mucho que le molestara y le preocupara tal cosa, tenía también curiosidad de ver que había estado un objeto bajo esas lápidas viejas. Los humanos eran muy apegados a las pertenencias de forma absurda en su perspectiva, y lo era aún más el grado de que se enterraran con ellas.
Tras el asentimiento de la chica mientras comía tranquilamente, el jefe simplemente volvió a colocar el arma en su estuche y la mantuvo flotando a la altura de su vista, sabiendo que nadie se atrevería a siquiera quitárselo ninguno de los presentes. Cerró sus cuencas mientras suspiraba fuertemente, cosa que a sus hijos les confirmaba que estaba a punto de decirles algo que requería demasiada atención como para que analizara sus propias palabras antes de decirlas.
-Me es absurdo el concepto de muerte que tienen los humanos en enterrarse, pero hay tumbas que es mejor que no sean tocadas... ni investigadas. –Enfatizó de tal grado que Sans supo que se estaba refiriendo a él precisamente. –Desconozco la lengua como para traducirlo, pero hay unas señas que si me son familiares. Esta daga le perteneció al líder de los yakuza, Masao Saito.
Tanto Sans como Papyrus soltaron sus cubiertos ante la mención del nombre. Si bien el menor no tenía idea de lo implicaba, el haber visto tal nombre en la investigación del hombre llama le indicaba que tenía mucho que ver en los intereses de Sans, el cual él por otro lado, hacía todo lo posible por controlar la emoción que le generaba por fin dar con algo más preciso. Sin embargo aquel dato no era gratificante para nada si el viejo sabía de antemano aquella información, y que le descubriera que estaba investigando sobre ello gracias a la chismosa enamoradiza. Pero eso ya era algo que vería después.
Masao Saito... el aparente padre biológico de Frisk... ¿Líder de un grupo delictivo? Tal vez a eso se refería la planta sobre no escarbar en su pasado si con ello pudiera "invocar el infierno para ella". Si Frisk desacreditaba aquel estilo de vida, seguramente saber ese dato no sería para nada bueno para ella. Pero si eso era cierto ¿Cómo era que la planta lo sabría?
-Quiero que todos me presten atención a esto, porque no pienso repetirlo a ninguno de ustedes. Tienen estrictamente prohibido meterse en cuestiones de esta índole, y más cuando se trataron de enemigos directos declarados de monstruos. –Don Gaster hizo a un lado la comida al haber perdido el apetito y recargó los codos sobre la mesa para apoyar su barbilla con sus pulgares. Su expresión seguía tornándose seria como de costumbre, pero el tono de su voz había un enfado reflejado en sus palabras de advertencia, tal como si los hubiera cachado a todos en una travesura problemática. –Los yakuza fueron un grupo derrotado por la familia Dreemurr, por lo que no presentan una amenaza ahora, pero aun así no quiero que esta familia sea la que genere nuevos problemas por no respetar el luto de los pocos que lograron permanecer con vida. Los humanos como tal son desagradables, pero mientras ambas especies vivamos en una misma ciudad, será mejor no involucrarnos en temas que no nos corresponden.
-¿QUÉ FUE LO QUE LES PASÓ... PARA QUE QUEDARAN DESTRUIDOS? –Preguntó Papyrus con curiosidad mientras también apartaba su plato.
-No me tocó nada de ese conflicto al haberle renunciado a Don Dreemurr años previos a eso, pero supe que la mayor parte de los miembros de la yakuza le habían declarado la guerra en busca de quedarse con el bajo mundo de New Home, como si unos simples extranjeros pudieran comprender las cosas de nuestra ciudad. –Desacreditó Don Gaster mientras observaba directamente a sus hijos con un semblante de leve enfado por tener que explicarles tales cosas. –La mayor parte de los integrantes fueron asesinados brutalmente y otros cometieron suicidio antes de ser atrapados. Eran famosos por tener un extraño sentido del honor un tanto masoquista, prefieren autolesionarse o acabar con sus propias vidas antes de traicionarse entre ellos.
Eso explicaba muchas cosas para Sans ahora que analizaba tal información enriquecedora, pero tampoco lo tranquilizaba ahora que se daba cuenta de una cosa importante. El sujeto que había tenido en el sótano que había estado al tanto de la llegada de Frisk a la estación de tren, había optado por dejarse torturar hasta la muerte en vez de emitir alguna palabra que pudiera aminorar el dolor que le provocaría. Él había estado al tanto de que la humana llegaría a Ebott e hizo todo lo posible para que nadie se enterara de su ahora estadía. Eso más que extraño, era en extremo sospechoso.
Tal vez Frisk no estaba en peligro del todo como creía... Tal vez los pocos yakuza que quedaban estaban custodiándola si sabían que se trataba de la hija legítima de su líder caído ¿Eran sujetos que estaban dispuestos a morir con tal de tenerla protegida? ¿Pero por qué todo en secreto de ella? ¿Por qué la tenían aislada de cualquier información? La planta, sus posibles padres adoptivos... se habían esmerado tanto en tenerla en ignorancia que había algo que no le cuadraba en todo ello. Si, la inocencia de la chica, así como su percepción de las cosas era esperanzador en cuanto a saber que alguien como ella existía en el mundo, pero no por ello debían de mantenerla sobreprotegida ¿Oh si?
Sans se rio internamente de pensar algo así, después de todo, él mismo había querido sobreproteger en el pasado a su hermano con tal de que no le afectase el bajo mundo en el que habitaban, pero había sido más que imposible ante las exigencias de su jefe como de la vida misma. Si bien Papyrus era algo distraído en varias cosas (parte que ameritaba que lo pusieran en cargos menores), tarde que temprano el estilo de vida como sus necesidades lo forjaron a lo que venía siendo ahora: un ser con la mejor puntería del mundo. Así que tal vez es lo que pasaba respecto a aislar a Frisk de tal información, su pureza era más que adorable y hasta él estaba de acuerdo en que era mejor conservarla ahora que había fallado con su hermano menor.
El mundo ya era lo suficientemente putrefacto por cuenta propia ¿Qué tendría de malo proteger el cacho de inocencia que quedaba? A Frisk no le agradaba el estilo de vida delictivo como el suyo, así que podría considerarse hasta suerte de que estuviera ignorante de todas esas cosas que indirectamente la involucraban. Ella no parecía tener ningún interés en quienes habrían sido sus padres biológicos ni mucho menos en toda su ascendencia, así que no habría problema en seguir escondiéndole tales cosas ¿cierto?
-Muffet, dada la hora podrás quedarte a pasar la noche aquí, pero mañana a primera hora te irás a regresar esto donde pertenece. –Manteniendo el arma flotando sobre la mesa, la direccionó nuevamente hacia la mencionada para que lo tomara con una de sus manos. –Como dije, no quiero problemas por mucho que los yakuza estén casi en el olvido aquí.
-Como tú digas W.D. –Sonrió la chica mientras lo volvía a guardar en su prenda. –Gracias por tu hospitalidad.
-QUÉ DESCARO DECIRLE DE ESA FORMA. –Susurró Papyrus, aunque su voz tan alzada apenas y fue como un comentario soltado al aire.
-Arreglen todo esto antes de acostarse. –Indicó el jefe mientras se levantaba y volvió a mirar directamente a su primogénito estando de pie rígidamente. –Sans. A mi oficina, ahora.
-Bien, me libro de limpiar. –Se burló mientras se levantaba igualmente para seguirlo.
-DE IGUAL FORMA TÚ NUNCA LIMPIAS.
En lo que escuchaba las protestas de su hermano y uno que otro quejido por parte de la multiojos, se puso a seguir al jefe con paso lento hacia la oficina que tenía. Era un espacio sumamente personal para el líder de la familia en dónde una vez estando dentro, era más que oficial que estaba prohibido interrumpirle al igual que con el sótano. Era pocas las veces en las que él citaba a alguien al otro lado de su escritorio, pero Sans tenía la "suerte" de que le llamara a estar ahí en varias ocasiones, generalmente por reclamos o peticiones forzosas.
En verdad no tenía idea de porqué Papyrus deseaba ser llamado ahí, para él era de lo más exasperante y aburrido al grado de saberse las muletillas al respecto en cada inicio de plática. Aborrecía que le exigiera tanto que se comportara de tal forma de "no sea una vergüenza para la familia", como habitualmente le reclamaba, pero por más que trataba de dejarle claro que sus intereses eran otros, al final terminaba accediendo con tal de que le dejara en paz.
Familia... cada vez más era extraño ese término conforme pasaban los años, pero por mucho que se enfadara del jefe, sabía que el deseo del bienestar del otro era algo mutuo.
Se sentó en el lugar de siempre apoyando su brazo en el respaldo sin importarle su postura nada agraciada. El Don se sentó en su gran asiento y apoyó sus codos en el escritorio con mirada desaprobatoria.
-¿Qué regaño tienes para mi ahora, viejo? –Se adelantó a preguntar para terminar de una buena vez.
-Tu insolencia nos puede meter en problemas un día de éstos, Sans. –Gruñó Don Gaster al notar su apatía de siempre cada vez que trataba de señalarle sus errores. –Quiero que me expliques con claridad porqué tienes interés en saber algo humano.
-¿Qué no puedo tener un pasatiempo? –Se burló cada vez más deslizándose en su asiento. –Coleccionar calcetines se volvió aburrido con el tiempo.
-Sans. La verdad. –Jactó queriendo evitar rodeos.
-Vaya que no tienes sentido del humor.
Don Gaster cerró sus cuencas y las masajeó levemente tras la irritación que le generaba el esqueleto frente a él. Reprenderlo ya no era suficiente para hacerle capacitar, y tampoco podía hacerle prohibiciones al tener la habilidad de querer meterse en más problemas tomándoselo como reto. Decía tener pasatiempos extraños, pero le daba la impresión de que él único que realmente tenía era el hacerlo enojar en cualquier posibilidad.
-Vas a heredar todo esto algún día, Sans...
-Claro, porque todo joven sueña con tener un negocio de órganos pudriéndose en un sótano. –comentó sarcásticamente por lo bajo.
-... por lo que debes comportarte para mantener la reputación que me ha costado crear en todo esto. –Continuó pese al comentario pasándolo por alto. –Serás la cabeza de nuestro apellido, por lo que ya es tiempo de que te comportes como el líder que tendrás que ser cuando llegue el momento.
-Creo que ya he dejado más que claro que no me interesa. –Suspiró fuertemente haciendo enojar aún más al jefe. –No sé qué concepto de buena vida tengas en mente, pero el estar huyendo de balas en definitiva no lo es.
-¿Entonces por qué te esmeras en ponernos en peligro a todos? Las balas que mencionas son evitables si sabes con quienes hacer los tratos correctos.
-Somos monstruos, los humanos nos dispararían de igual manera a la menor provocación.
-Y con más razón debes mantener el negocio a flote.
Esa era la parte que le irritaba aún más a Sans. No importaba que tanto le desagradara el hecho de tener que acudir a manchar sus manos de sangre, la oportunidad de algún otro trabajo fuera de eso o de subsistir estaba fuera de su alcance por su simple naturaleza monstruosa. Ni él, ni su hermano y ni el viejo, tendrían alguna oportunidad de dedicarse a algo que le diera lo suficiente para mantener una vida plena. La escasez de trabajos dignos para monstruos los tenía al margen de la delincuencia, convirtiéndose así en la clasificación que les tenían los humanos a todos los monstruos al no permitirles otro modo de vida. Los que corrían con suerte terminaban siendo sirvientes, los que no, eran encontrados siendo fenómenos de circo o sobrexplotados en la industria de la prostitución, aunque había muchos casos también en los que entraban por cuenta propia ante la necesidad. Era tan repetitivos los casos que daba rabia el hecho de que no pudiera hacerse algo al respecto salvo ponerse al margen siendo grupos mafiosos en combate a la misma injusticia presentada. Era el único estilo de vida que les quedaba si querían vivir "decentemente".
Él deseaba que su hermano pudiera tener una vida fuera de eso, pero el tiempo les había enseñado a los tres que era más que imposible al grado de que terminaron incluyéndolo en sus planes. Él deseaba incluso que el jefe no tuviera que generar tales tratos con tal vivir de algo así, porque aun cuando se esforzaba en mantener tal fatídico negocio clandestino, estaba consciente de sus frustraciones personales y de los sacrificios que había terminado haciendo con tal de poder mantenerlos estando solo y poner el pan en la mesa.
Él deseaba haber tenido alguna otra opción fuera de eso... pero era imposible. Sus manos ya estaban manchadas de sangre y no había vuelta atrás para eso. Su única realidad era que venía siendo un asesino, y que eso le perseguiría de por vida si con ello mantenía a salvo a su familia de otras balas haciendo que le apuntaran a él para tenerlos al alcance y acabar con ellos primero.
Así que si, él era mafioso porque realmente no tenía otra opción. Y eso era algo que no podría explicarle a Frisk por mucho que ella le preguntara. No porque no contara con las palabras adecuadas para expresarse, sino porque tendría que vivirlo en huesos propios para comprenderlo adecuadamente, y en definitiva eso era algo que no se lo deseaba a nadie, mucho menos a ella.
Vaya que la florista contaba con la suerte de su lado si ella había tenido la opción de estar fuera de eso, tanto indirectamente por parte de varios seres involucrados como de cuenta propia por sus ideales precisos que abiertamente argumentaba. Y como cereza del pastel, el que fuese una humana le ayudaba bastante para tales opciones.
Podría sentir envidia de todo eso, pero se conformaba con estar agradecido por su existencia y el tener la oportunidad de estarla conociendo día con día.
-No sé cuál sea tu interés en cuanto a ese apellido en particular Sans, pero quiero que dejes de estar investigando sobre ello. –Comentó el jefe con severidad mirándolo fijamente, cosa que sacó de sus pensamientos al mencionado. –Espero que sea más que suficiente lo que dije para opacar esa extraña curiosidad. Para tu suerte, sólo Muffet te atrapó investigando su tumba y sólo me lo informó a mí.
-Esa ridícula está tras tus huesos, viejo. Es más que obvio porqué sólo te lo dijo a ti.
-Sin importar ese... malestar. –Enfatizó al no querer emplear un lenguaje soez para catalogar ello. –No permitiré que existan más errores en cuanto a eso ¿Quedó claro?
El mafioso se encogió de hombros sin darle importancia a aquella llamada de atención y asintió con la cabeza. Quería retirarse cuanto antes y atender otro pendiente más importante. La arácnida no se saldría con la suya con lo que había provocado, y estaba más que seguro que Papyrus ya comenzaba a hacerse cargo de su insolencia y su entrometimiento.
-Ahora explícame porqué investigabas sobre el líder fallecido de los yakuza.
-Yo creí que se trataba de un simple vendedor de alcohol extranjero. –Comentó rápidamente con tal de acabar con la cháchara innecesaria. No estaba mintiendo después de todo. –Escuché el rumor de que tenía anteriormente una bebida deliciosa que merecía que la probase. No creí que se tratara de algo más.
-Sí, creo que esa era su tajada para ocultarse. –El Don se tranquilizó al saber eso.
-¿Se me permite preguntar una última cosa? –Aventuró Sans ahora que había opacado el regaño. El jefe simplemente asintió con la cabeza en silencio. –Si era el líder de una mafia de humanos ¿Cómo es que terminó teniendo una tumba tan simple?
-Desconozco el porqué, pero intuyendo tras los hechos, pudiera ser que apenas y les alcanzó para tener algo así para ellos al perderlo todo. –Contestó Gaster cada vez más relajado pese a lo que contaba. –Los humanos tienen costumbres extrañas y aún más los que vienen de otro lado. Por lo que no sabría decirte qué percepción exacta tienen respecto a la muerte, sólo sé que se esmeran simplemente en no morir. Razón por la cual este negocio se mantiene a flote.
-Eran cuatro lápidas las que estaban ahí ¿Acaso...?
-Como ya lo aclaré antes, no me tocó ese conflicto como para saber detalles precisos. –Interrumpió el Don sabiendo lo que le preguntaría. –Pero si la familia Dreemurr les hizo frente, es más que probable de que lo mataron al igual que su familia para acabar con toda posibilidad de resurgimiento de ese grupo.
Sans sólo asintió con la cabeza indicando estar de acuerdo con sus palabras, pero internamente seguía pensando en lo que realmente pudo haber pasado. Frisk creía que sus padres habían muerto en un accidente automovilístico, los medios de comunicación mencionaban que se trataba de un mercader que falleció en un incendio, y el viejo consideraba que pudo haber sido asesinado para acabar con el conflicto. Si tenía que apostar por uno, se orientaría a que en efecto fue asesinado dada la experiencia en el tema (ya que es algo que él mismo haría). Pero si había cuatro lápidas en vez de sólo una, indicaba de forma escabrosa de que la intención había sido que murieran los cuatro.
Algo seguía sin cuadrar en todo eso. ¿Quién los enterró y porque pusieron cuatro lápidas cuando deberían de ser sólo dos? ¿Es un encubrimiento de la descendencia del señor Saito... o hay algo más que está pasando por alto?
Aunque pudiera pensar que aquellos humanos que están al tanto de los movimientos de la florista fueran los que quedaron de la yakuza, también pudiera tratarse de otra cosa como posibles enemigos que estuvieran al tanto que desearan acabar con todo, ¿o que también se sentían enojados con la caída de su superior tal vez? Nada seguía asegurándole que la chica se mantenía a salvo, pero algo que si se tenía seguro ahora era el hecho de que aquellos sujetos que la vigilaban en la distancia sabían de quien se trataba ella... y la flor igual. Por ahora, sólo podía conseguir una última duda gracias a la intromisión de la multiojos. Si se había atrevido a saquear las tumbas en busca de algo de atención, ella sabría si éstas estaban ocupadas o vacías. Tenía que aclarar eso antes de dar con más conjeturas.
Masao Saito posiblemente fue asesinado por el mismo Don Dreemurr... eso sí que era una muerte que no le deseaba a nadie. Las anécdotas sobre cómo acababa con sus enemigos no eran nada agraciadas. Razón más que ameritaba mantener a Frisk en la ignorancia al no ser nada cálido por mencionar, a su vez que requería de mayor ocultamiento si se trataba de la hija de un enemigo del mayor mafioso de toda la ciudad.
Frisk D... o Frisk Saito... ¿Estaba a salvo o en peligro?
...
No importase cuánto se analizara, la ciudad Ebott era realmente desagradable ante la vista de un buen observador. Gente horrenda queriendo tomar ventaja sobre otros y creyendo en un estilo de vida ignorante.
Todo eso pensaba Chara mirando la ciudad pasar desde la ventana de la limosina en la que andaba, mientras que el tipo que tenía consigo la tenía abrazada manoseando todo lo que quisiera y le besaba el cuello con desesperación. No se quejaba de tal recibimiento una vez que ingresó a tal vehículo lujoso de la persona que le había contratado para esa noche, pero al menos hubiera agradecido que supiera tocarla apropiadamente. Sus manos eran tan torpes que eso no la calentaría nunca a ese paso. Típico de un joven hijo de adinerados, patético ser que sólo quería sexo a sus recién mayoría de edad recién cumplida pero que no tenía ni idea de cómo hacerlo bien en primer lugar. Aunque ella se ofreciera a guiarle y tener la iniciativa, los mimados siempre se rehusaban a sentirse inferiores ante una prostituta.
Ya le habían tocado varios así, pero no dejaban de ser exasperantes al quedarse ellos solos con la diversión de su cuerpo sin que ella llegara a disfrutarlo adecuadamente.
-Deberías dejar algo para el hotel, mi rey. –Canturreó sensualmente al sentir su mano sudada debajo de su escote, mientras ahogaba la risa que le generaba tener que nombrarlo así por petición suya. En verdad que los hijos de ricos eran ridículos.
-No puedo evitarlo, estás tan sabrosa... -Apretó uno de su pechos con desesperación mientras hablaba. –Que te lo quiero hacer justo ahora.
"Como si supieras meterla bien sin venirte de inmediato, estúpido riquillo", pensó Chara malhumorada, mientras apartaba de su cuello la melena pelirroja que le tocaba usar ahora. Tan solo le quedaba dejarse tocar por el chico que realmente no tenía ni idea de lo mal que lo estaba haciendo, pero en sus adentros pensaba en que quería acabar de una buena vez con todo eso y buscarse un plato que realmente satisficiera su apetito. Algo así como el chofer de la limusina que lo había atrapado mirando de reojo, pero dejaría eso para otro momento.
Tras varios años en total anonimato y de mucha capacitación, por fin su jefe se dignaba en asignarle misiones fuera de estar encerrada en la base. Su papel en el equipo era simple y era algo que podía disfrutar con libertad, pero tampoco era algo que le agradara del todo al ver que no la tomaban con seriedad. Siempre le tocaba lidiar con estúpidos como el que la estaba desnudando justo ahora. Hombres o mujeres, humanos o monstruos, todos eran vulnerables ante un momento de placer, por lo que ella tenía que hacer uso de sus dotes para extraer información valiosa sin verse sospechosa. No era precisamente la clase de acción que le había pedido a su jefe tras mucho tiempo exigiéndole un cargo importante.
-¿Y qué es lo que el hijo del alcalde quiere que haga?
Preguntó la joven quedando completamente desnuda en la cama del hotel. Tras varios días hospedándose en el burdel de Waterfall en espera, por fin habían dado con el joven precoz que según había llegado el informe, iba a pedir de cumpleaños pasar la noche con su "mejor prostituta". Requería obtener de él datos importantes respecto al plan del alcalde para combatir la llegada de migrantes al ser una amenaza para el negocio, por lo que dependía de ella el éxito que se obtendría al adelantarse a las tácticas gubernamentales.
El chico ni siquiera se había quitado su ropa en cuanto la jaló de las piernas para pegarlo a él. ¿En verdad se lo iba a meter así sin más? Aunque se tratara de una prostituta ante sus ojos, era ya demasiado que fuera directo al punto, al menos a otros les gustaba juguetear antes de iniciar. No tuvo ni qué recurrir a palabras previas o insinuantes para provocarlo aún más, él quiso hacer todo y simplemente le quedó fingir excitación para complacer al cliente. Pero qué noche tan aburrida se había vuelto.
Chara no tuvo ni tiempo de pensar en detalles. De hecho, quedó sorprendida de notar que había acabado todo en cuanto el chico se había dejado caer en la cama a lado de ella completamente agotado al grado de quedarse dormido muy pronto. Molesta con la situación, se levantó de la cama y se retiró hacia la silla donde estaba su bolso en busca de un cigarro. Lo único que le quedaba por hacer ahora que su misión había fallado dada la precocidad de su cliente. Tenía qué pensar en qué decirle ahora a su jefe de que tendrían que formular otro plan ahora que el chico era tan estúpido como para dejarse dormir a lado de quien podría asesinarlo sin que se diera cuenta. Tan fácil que sería eso...
Pero no, simplemente no lo haría por obviedades. Metiendo la mano en su bolso y sintiendo su daga, la hizo a un lado para opacar toda tentación de degollarlo por no satisfacerla adecuadamente, y sacó el alargado cigarro para ir a fumarlo en el balcón sin vestirse. Le daba igual si alguien la veía o no, su cuerpo ni su vida de cualquier forma no le pertenecían ya, eso le habían dejado más que claro desde hace años.
Ya no tenía nada que perder. ¿Qué más daba ser usada para propósitos ajenos?
Fumando tranquilamente y dejándose llevar por el humo, contempló la ciudad con su luminosidad en la distancia. A la altura en la que se encontraba podría denominarse como bella hasta cierto punto, pero ella sabía que eso se trataba de una simple fachada, estaba tan putrefacta al igual que los seres que la habitaban. La ciudad le había arrebatado todo lo que tenía, esa era razón más que suficiente para odiarla.
Escuchando los ronquidos de su acompañante, se giró para contemplarlo estando recargada en el balcón y dándole la espalda a la imagen que daba Ebott esa noche. Si tendría suerte, en algún momento se despertaría para dar una segunda ronda y poder ejecutar el plan desde el principio, pero si no, tendría que retirarse e idear un nuevo plan junto a su jefe en espera de obtener mejores resultados al que tenía frente a ella. Y si llegaba a correr con más suerte, dejaría de ser usada de ese modo y podría estar presente en eventos más interesantes. Admitía en sus adentros agradarle el sexo desenfrenado constante sin tener que buscarlo, pero hasta ella sabía que existían otras cosas que pudieran complacerla sin necesidad de entrar a ese estado. ¿Qué no había sido entrenada para algo más después de todo? ¿Qué no le había demostrado ya la gran capacidad que tenía? Había escuchado los nombres que le daban ante la fama que se había ganado, dejando más que claro con eso de que muchos le temían incluso. ¿Qué no era eso bueno para el equipo?
Chara suspiró queriendo apartar todos esos pensamientos que no la llevaban a nada. Después de todo, aun le quedaba mucho por hacer para estar a la altura deseada.
Tarde que temprano, algún día haría arder a todo Ebott por lo que le habían hecho. Partiendo de ciertas cabezas que degollaría a la primer oportunidad.
...
Sans no tuvo ni qué pensarle demasiado para saber que tenía que aparecerse de inmediato en el bar nuevamente. Tras esperar a que el viejo se fuera a dormir después de la molesta plática casi rutinaria, se dirigió a su cuarto para transportarse desde ahí para no ser vigilado por los extraños seres monocromáticos que tanto seguían al superior. Sabía que Papyrus se había hecho cargo de la araña en cuanto los dejaron solos, por lo que sólo tenía que dirigirse hacia el lugar que tendría pendiente por arreglar.
Una vez estando en el bar ya con mejor presentación, notó a primera vista que la arácnida yacía sentada forzosamente por la magia emitida por su hermano, el cual la tenía retenida por medio de su alma ahora azulada mientras que él se encontraba de brazos cruzados mirándola con desagrado recargado en la barra junto al dueño del lugar. Parecía que Grillby se había preparado una bebida para contemplar todo el proceso tranquilamente y la tomaba con lentitud conforme la chica se quejaba del trato que le daban.
-Ustedes no pueden hacerme esto. Le diré a W.D. que lo están desobedeciendo. –Amenazó Muffet mientras se retorcía en su sitio sin éxito alguno.
-Irónico que tú digas eso, cuanto se te advirtió de que no volvieras en primer lugar. –Aclaro Sans con una sonrisa. – ¿Qué no es este tu tercer strike?
-No me das miedo, ninguno de ustedes de hecho. Sé que no pueden matarme.
-Esa es sólo una preferencia, no es una orden que nos hayan dado realmente. –Nuevamente aclaró el mafioso mientras se colocaba frente a ella. –Hace años que dejaste de ser útil a nuestra familia. Tu pérdida no valdría nada.
-Mi muerte sólo confirmaría que algo te traes entre manos ¿En verdad vas a correr ese riesgo? –Retó la araña abriendo bastante todos sus ojos. –Di todas las mentiras que quieras, mi querido W.D. ya sospecha de ti con esto.
-Basta de decirle de esas formas al jefe ¿quieres? Es molesto.
-¿Te preocupa lo inevitable que es que se vuelva una realidad lo nuestro? –Canturreó con aire triunfante.
-Digamos que decirle "mami" a alguien de mi edad podría malinterpretarse, y eso es algo que quisiera evitarme a toda costa.
-SUFICIENTE DE PLÁTICA SIN SENTIDO. –Interrumpió Papyrus sin moverse de su sitio. –REVELA QUÉ FUE LO QUE VISTE, ARAÑA, Y DEVUELVE LO QUE TE ROBASTE. SÓLO ASÍ TU SENTENCIA SE DISMINUIRÁ.
-Dudo que tú mismo quieras lastimarme, Pyrus. Eres quien menos se atrevería a desobedecer una orden.
-¡NO ME LLAMES ASÍ!
-¿Porqué? No tenías problemas de eso cuando éramos niños. –Rio emitiendo un gesto burlón. – ¿O acaso olvidas que fui yo quien te enseñó a bailar porque querías impresionar a...?
-¡NI SE TE OCURRA MENCIONARLO!
Apretujó más su alma causándole enojo tal mención de su pasado. Sus quejidos demostraban la agonía que le estaba generando con eso. Sans estaba acostumbrado a los arrebatos de su hermano, pero era la primera vez que lo notaba un tanto sudoroso. Le daba la impresión de descubrir algo que no estaba seguro de si sería bueno o no. Pero no era momento para pensar en esas cosas, tenía algo más importante que atender frente a él, por lo que con un gesto de su mano le indicó al mafioso menor que parara con la tortura para proseguir con el interrogatorio.
-Lastímenme todo lo que quieran... sé que no van a matarme por mucho que quisieran. –Tras varios respiros profundos al sentirse más liberada de su presión de pecho, Muffet finalmente habló entrecortadamente emitiendo una leve sonrisa desafiante. –Ustedes le tienen más miedo a su jefe que yo a ustedes.
-¿Y qué me dices de tu integridad que tanto dices tener?
Teniendo el control ahora, Sans la elevó con su magia para ponerla de cabeza, haciendo que la chica lograra reaccionar con tiempo para sostener su falda y no enseñar demás a los presentes. Estando ruborizada de estar en tal posición comprometedora, observó molesta al esqueleto que sólo se reía de su reacción mientras tenía su ojo luminoso sobre ella. Sintió cómo le quitaba todas las pertenencias que tenía guardadas en su gabardina y las ponía sobre la barra por medio de su magia.
-Me quedaré con esto si no te importa. –Sostuvo la daga y la guardó en su bolsillo con cuidado. –Y ahora nos dirás qué fue lo que viste en las tumbas.
-¡Bájame ahora! ¡Maldito degenerado de...!
-¡Ups! Respuesta equivocada arañita. –La sacudió como si fuera un salero e hizo que se sujetara aún más su prenda para no enseñar su ropa interior. –Lo repetiré una vez más. ¿Qué fue lo que viste en las tumbas?
-S-solo esa maldita cosa. ¡Bájame!
-¿En las cuatro tumbas?
-N-no había nada en dos de ellas. –Su cara estaba cada vez más colorada, y ya no se tenía seguro de si se trataba de la vergüenza que le generaba estar en tal posición o porque le estaba comenzando a doler la cabeza. –Sólo dos ataúdes tenían cuerpos, los otros dos estaban vacíos.
Sans miró de reojo a Grillby de forma cómplice, el cual le devolvió la mirada por unos segundos y volvió a contar el dinero que le habían arrebatado nuevamente a la araña. En silencio estaban de acuerdo de que habían dado con algo importante, confirmando así que en efecto las hijas habían sido adoptadas pese a darlas por muertas.
Obteniendo lo que necesitaba de ella, la bajó de regreso a su asiento sin ser gentil de algún modo. Muffet se tapó la cara con dos de sus manos mientras murmuraba cosas sin sentido como que eso había sido vergonzoso, al igual de que les haría pagar por ponerla de ese modo. Fuera lo que fuera lo que realmente decía, a los presentes le daba completamente igual.
-¿Paps?
-YO LA LLEVARÉ DE VUELTA A DONDE PERTENECE. –Se adelantó sabiendo lo que le pediría de favor, sujetándola de uno de sus brazos sin reparar en la presión que le ponía pese a sus quejidos. –MAÑANA LE DIRÉ AL JEFE QUE TENÍA COSAS QUE HACER QUE AMERITABAN SU PARTIDA TEMPRANA.
-Bien.
-PERO MAÑANA MISMO NOS VEMOS AQUÍ DE IGUAL FORMA PARA ACLARAR LOS HECHOS. –Miró tanto a su hermano como al dueño del bar de forma expectante. –ME DEBEN UNA BUENA EXPLICACIÓN DE ESTO.
Sin darles oportunidad de argumentar algo más, el mafioso alto llevó casi a rastras a la chica hacia la puerta y se retiró en su auto del lugar. Guardando todo lo que le habían robado y hasta más, Grillby se dispuso a hablar con su amigo para idealizar algo que les zafara de la situación comprometedora, pero Sans en un ademán de su mano le indicó silenciosamente de que ya no había nada más que hacer y que sólo quería descansar por ahora.
Su hermano ya sabía demasiado, y lo mejor sería decirle la verdad para no agravar más las cosas. Papyrus ya conocía a Frisk y no le había hecho daño alguno hasta el grado de querer conocerla igualmente, por lo que confiaba en que se pondría de su lado nuevamente si le revelaba sus razones para sus acciones.
O de lo contrario... no sabría qué más hacer.
***
Antes que nada, feliz navidad y próspero año nuevo!!!! :D
Quería dejarles este capítulo antes de que acabara el año, por lo que me da gusto poder cumplir con esto. Se siente tan extraño tener tanta libertad XD
Aviso de antemano que lamentablemente a la fanpage de Flapper Florist le tocó purga de Tumblr, por lo que los dibujos desbloqueables quedarán en suspenso hasta que vea en dónde vincularlos nuevamente. Procuraré no tardar en eso (al igual que con el tráiler de Osado Corazón, ya queda menos por animar).
El otro aviso es que ahora tengo también cuenta en amino de undertale, por los que se encuentran ahí con gusto pueden pasar a decir hola y seguirme para estar al tanto de muchas cosas que tengo planeadas. Lo agradeceré mucho.
**inserte sus teorías locas aquí**
Michi fuera!
:)
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