Cap 31. Adiós



Pese a lo desvelada que estaba, Undyne se despertó temprano para mantener el ritmo de desayunar con el matrimonio de reptiles y no verse descortés con ellos. Aunque no le dijeran nada y siempre fueran serviciales con ella, quería sorprenderlos esa mañana con las palabras que había estado aprendiendo del lenguaje de señas junto con varios sirvientes. No era mucho lo que sabía decir si debía admitir, pero por fin no se equivocaba de algunos deletreos y quería comprobar en el desayuno si estaba diciéndolo del modo correcto.

Arreglándose un poco antes de salir de su habitación, se colocó su parche con cuidado y se encaminó hacia el comedor para ver si llegaba a tiempo para ayudar con los preparativos y verse agradecida también de ese modo. Pero en vez de estar viendo a los sirvientes acomodando las cosas u oliendo la comida recién preparada, en su lugar comenzó a escuchar ciertos disturbios provenientes de la sala, por lo que con curiosidad siguió encaminándose con cuidado de no hacer ruido.

La conversación por su tono sonaba un tanto colérica, por lo que se preparó mentalmente de detener cualquier cosa que pudiera atentar contra la vida de Alphys o Gerson. Pero vez de ver un peligro, notó con cierta sorpresa de que ambos estaban en el centro de una peculiar reunión donde se mantenían en la postura con la que los había conocido y tenían constantemente.

-Ese esqueleto mató a varios de los nuestros, exigimos que se haga algo al respecto. –Reclamó uno de los monstruos.

-Calmados todos, mis amigos. –Pidió Gerson con semblante tranquilo pese a los reclamos y uno que otro gruñido. –Estoy seguro de que hay una solución para eso.

-¡Los Gaster ahora deberían ser enemigos si se disponen a matarnos!

-Yo insisto en que rodeemos todo Snowdin hasta que quieran salir algún día de ahí. –Comentó otro canino. –En algún momento querrán salir por algo.

-Creo que yo conozco una mejor forma de llegar a ellos.

Todos los presentes se giraron callados hacia la anfibia que había estado a sus espaldas sin que algunos se hubieran percatado. Uno que otro perro había gruñido por la intromisión de una desconocida, pero tal parecía que en cuanto Gerson ni su esposa comentaran algo simplemente no harían nada cual mascota obediente. Aunque esa percepción la mantenía alerta, la tenue sonrisa de la tortuga mientras la miraba la tranquilizaba de algún modo, como si no tuviera ninguna preocupación al respecto de su aparición a tan extraña reunión dentro de la pequeña mansión.

Con un simple ademán de su mano, Gerson le indicó que se adentrara al grupo sin ningún cuestionamiento, invitándola a integrarse a la conversación de forma afectiva. Aquello fue suficiente para ella para saber que su anfitrión no estaba molesto ni preocupado de que ella hubiera escuchado todo, sino que parecía incluso darle cierto gusto que viniera de ella que hubiera alzado la voz para llamar la atención de los presentes.

Decidida y conforme con que aquello estaba bien, Undyne caminó lentamente hacia el centro que le estaban abriendo los monstruos.

-Llevo años investigando el caso de La familia Gaster... con el objetivo de detenerlos y de llevarlos ante la justicia. –Comenzó a decir mientras daba pasos lentos hacia el frente, sin apartar la vista de los dos reptiles que parecían llevar la batuta de todo. –Era casi imposible dar con alguna debilidad con la cual poder atraparlos, pero recientemente se corre un rumor en su territorio que pudiera ser una manera de atraerlos.

-Continúa. –Dijo simplemente Gerson mientras seguía apoyándose en su bastón.

-Algunos locatarios determinan que una humana es la amante del hijo mayor... pero sé de primera fuente que la familia tiene reglas muy específicas en cuanto a relaciones fuera de ámbitos de negocios. –Hubo uno que otro comentario negativo y de asco al escuchar sobre una posible relación afectiva entre una humana y un monstruo, pero Undyne tomó más fuerza para seguir adelante revelando haciendo caso omiso de las miradas fulminantes y un tanto desaprobatorias de algunos presentes. En cuanto contara con el apoyo de la tortuga era más que suficiente. –Tal vez no sea una relación de intereses íntimos lo que pudieran tener, pero es cierto que se le ha visto al hijo mayor en el establecimiento de la humana etiquetada con mucha frecuencia.

-Así que prefieren ser blandos con una humana mientras que matan a los nuestros, qué lástima. –Argumentó Gerson alzando un brazo para callar un poco las protestas de algunos presentes. – ¿Será acaso que se están poniendo de lado del traidor?

Varios quejidos en protesta se hicieron presentes ante la pregunta de la tortuga, de lo cual muchos reclamaban que se hiciera justicia por aquellos que habían sido asesinados en manos de Sans. Aunque no comprendiera mucho la situación, tal parecía que el esqueleto se había buscado de tantos le estuvieran odiando en ese lugar.

-Justicia, mis hermanos. Es lo que obtendremos por lo que hizo. –Comentó Gerson con una seriedad nada frecuente en él. –Haremos que esté aquí para que pague por los que asesinó de los nuestros... todo por preferir a humanos.

-Si es justicia lo que quieren hacer con él, permítanme que yo misma me encargue. –Rápidamente comentó antes de que las manifestaciones le impidieran hacerse escuchar. –Sólo yo puedo lograr eso, sólo yo debo detenerlos.

-Muy bien, ¿quiénes quieren acompañarla? –Tras ver todas las manos alzadas de los perros, la tortuga simplemente asintió dando su aprobación con eso. –Señorita Undyne, por favor, guíalos hacia donde cree que estará el primogénito Gaster. Confío en que sabe lo que hace.

-Muchas gracias por la confianza.

Le sonrió completamente agradecida con sus palabras y apoyo. Por fin existía alguien que le brindaba una oportunidad como esa y no iba a defraudarlo en absoluto. Le estaba brindando hogar, alimento y ahora la oportunidad que siempre había querido desde aquella promesa desde niña.

Justicia... por fin se haría justicia.

Salió corriendo mientras era seguida fielmente por los perros de pelaje oscuro que se habían ofrecido de voluntarios. Mientras el lugar quedaba casi vacío al ser todos los presentes los que ya sabían de antemano lo que debían hacer por órdenes previas de la tortuga si ese había sido la intención desde un principio, el dueño del lugar simplemente se quedó tranquilo viendo como cada uno de su meticuloso plan estaba resultando mejor de lo que había previsto. La anfibia era tan entusiasta en cuanto a esos temas de justicia que resultaba de lo más predecible y fácil de mover a las casillas que más le convenía.

La reptil a lado suyo se limitó a voltear a verlo y alzar una ceja sin borrar la frialdad de su mirada tras sus anteojos, a lo cual no necesitaba siquiera de sus gestos de manos sabiendo que era un claro "¿estás seguro de lo que haces?" que no necesitaba comunicar, del cual Gerson simplemente tenía una sonrisa calmada mirando al frente para responder dicha pregunta silenciosa. Después de todo, era momento de deshacerse de una lamentable molestia a la que no podía posponer más tiempo por mera cuestión de protocolo y respeto. Nadie podía salirse con la suya tras un acto de traición e intervención después de todo. No serían la burla por brindarle tanto tiempo con vida.

¿Y qué mejor que una simple prueba para acabar dos pájaros de un tiro? Era momento de ver la verdadera valía de la anfibia para la causa.

Ver si era el arma que realmente necesitarían en el momento.


...

El cántico proveniente del nido de aves que estaba al lado de su ventana, despertaron poco a poco a la florista hasta que pudo levantarse de su cama. Tardó en poder percatarse de que se había quedado dormida cuando había tenido una visita nocturna de lo más persistente e inoportuna. ¿Dónde estaba ahora Sans? ¿Cómo había terminado ella en su cama? Por la cobija que había tenido encima sabía que aquello había sido obra de Flowey, pero sí que era una sorpresa de que todo se notara en perfecto orden en su desconecte momentáneo del mundo.

De hecho... la casa estaba más que en orden, estaba todo más vacío que de costumbre. Su cuarto si bien no tenía muchas cosas, parecía que Flowey había guardado todo de vuelta en su pequeña maleta. Extrañada por eso, salió de su habitación aun en estado adormilado para ir en busca de su amigo, el cual estaba en el comedor leyendo el periódico como de costumbre salvo por la poca luz que entraba ahora que había cerrado las cortinas de la única ventana que iluminaba gran parte de su casa a excepción de la de su cuarto. A Frisk le gustaba la iluminación natural y a su vez sabía que aquello era bueno para sus preciadas flores y su amigo, por lo que procuraba tener todo lo más abierto posible en bienestar de ello y Flowey lo sabía a la perfección.

No se veía rastro alguno del esqueleto, como si realmente hubiera soñado que había estado ahí a altas horas de la noche. Sintiéndose extraña por todo como si de algo malo se tratase, la florista optó por interrumpirle su lectura en busca de obtener una respuesta clara a su inusual comportamiento. Aun cuando sabía de antemano que siempre le desviaba sus conversaciones cuando se trataba de cosas personales.

-Flowey ¿qué...?

-El desayuno está en la estufa. –Comentó la planta sin siquiera apartar la vista de su lectura matutina. –Come ya para que te vistas.

-¿Porqué? ¿Ya es tarde? –Preguntó de inmediato, espantándole el sueño por completo tal indicación inusual.

La flor se limitó a dar vuelta de página al periódico como si no hubiera escuchado las palabras de la florista. Frisk iba a insistirle hasta que el gruñido de su estómago le recordó que no había comido ni cenado el día anterior, por lo que se limitó en hacer caso a la extraña indicación y se sirvió gustosa lo que su amigo le había preparado de alguna forma. Flowey no era buen cocinero al no contar con papilas gustativas para detectar si algo estaba bien o no, pero apreciaba mucho cuando se daba en la tarea de hacerlo por ella por mucho que no fuera de un sabor precisamente agradable. Sólo lo había hecho un par de veces cuando su madre se había enfermado para preparar la cocina y antes de que ella hiciera algo al respecto, Flowey siempre se había adelantado en hacerlo con todo lo que encontraba.

Ante el recuerdo de las discusiones que tenían tanto su madre y su amigo sobre el "desperdicio" de ingredientes al ser casi incomible por lo condimentado que preparaba, Frisk no pudo evitar sonreír de aquellos tiempos de felicidad que obtenía con esos pequeños gestos. No importaba que tan bien o mal preparara algo su amigo, al final era comible y la sensación que producía que se preocupara sobre esas cosas insignificantes era su forma de indicar cuánto la apreciaba de vuelta. Así que siempre se comía todo sabiendo que no le haría ningún daño.

Dando un pequeño trago de lo que se había servido ahora que se había sentado frente a su amigo, un fugaz pensamiento le vino a la mente al dar con algo sin siquiera haberlo cuestionado antes. Lo que hacía Flowey por ella... ¿Qué no estaba siendo el mismo caso de Papyrus con Sans? Aunque no se comparaba el hecho de que la flor tenía sentido común en no utilizar productos de limpieza, el que el esqueleto quisiera cocinarle a su hermano de alguna forma era su manera de comunicar que se preocupaba por él. Después de todo, el mismo mafioso le había confesado que se preocupaba por Sans dado que no era abierto con él por "cuestiones de hombría" o algo así. El mismo Flowey en ese instante se había mostrado de acuerdo con él y ahora se daba cuenta de eso. Aquello le hizo volver a emitir una tenue sonrisa mientras comía en silencio.

Aun con su carácter e insensibilidad, Flowey siempre veía por lo mejor para ella pese a la comunicación a medias que había entre ellos. ¿Sería lo mismo como entre los hermanos esqueleto? Sans parecía no querer contarle nada a su hermano menor dado su evidente intolerancia, y a su vez Papyrus no le decía nada a Sans por una cuestión nada razonable sobre cómo tenían que ser las cosas dado su género y exigencias que seguía sin comprender del todo. Era como si estuvieran en una situación tóxica de la que preferían aceptar en vez de hacer algo al respecto. ¿Algo así sería ella con Flowey? No le contaba sobre algunas cosas que sentía al considerar que no tenían importancia, pero si le causaba un leve malestar que su amigo le tuviera varios secretos que claramente no tenía intención de contarle. Frisk procuraba no ver a Flowey como un hermano protector dado que era una forma de deshonrar a sus hermanos que habían sido precisamente así con ella, pero había muchas veces que realmente lo sentía así, como si se tratase de un anhelo culposo de no poder expresarlo abiertamente. Flowey era su mejor y único amigo, era más de lo que podía querer en el mundo, además claro de sus padres con ella.

-Si ya terminaste, vete a cambiar y ponte algo abrigado. –Indicó Flowey apartando un poco la vista del impreso. –Y prepara dónde tengas la cuenta bancaria, que nomás no la encontré.

-No la he sacado desde que me la dieron. –Comentó Frisk mientras se levantaba para llevar el plato y lavarlo. – ¿Pero por qué la quieres? No la hemos necesitado.

-Nos vamos, Frisk.

Al principio la humana pensó en que la flor quería ir a visitar algún lugar en particular, pero sabiendo que no era la forma de ser de su amigo y que aquello sería de lo más extraño de su parte, supo de antemano que algo no andaba bien después de todo. Dejando el plato que había estado lavando, se enfocó en observar a su amigo desde la cocina en espera de que le diera más información, pero su mirada fulminante y seria le estaba diciendo más que suficiente. Ya era algo que habían hablado antes y ya había explicado porque no planeaba hacerlo, pero tal parecía que ahora Flowey tenía algo más en mente ahora.

-No. Este es nuestro hogar por ahora. –Le contestó mientras se acercaba de nuevo hacia él ahora que tenía en verdad su atención. –Mi padre podría venir aquí en cualquier momento, es cuestión de ser pacientes.

-Nos tenemos que ir de aquí, Frisk. Snowdin ya no es un lugar para ti. –Insistió mientras soltaba el periódico, haciendo un sonido hueco sobre la mesa.

-Sólo me golpearon una vez. Eso no amerita un peligro. –Argumentó con la misma seriedad que le estaba planteando su amigo. –Eso es algo que puede haber en cualquier lado.

-No es por eso, nos vamos y punto.

-No.

-No es si quieres, sino porque te lo digo.

-Este lugar como el dinero me lo dieron por él como regalo. –Le recordó Frisk estando incomodada con tal insistencia de su parte. Sin importar toda situación, su amigo siempre le había apoyado ¿Por qué no era el mismo caso? –Siendo así, este es el mejor lugar al que terminaría presentándose siendo algo suyo.

-Entiende que las cosas las veo por tu bien, Frisk. Nos vamos ya, que no creo que contemos con tanto tiempo.

Aquello último le fue mucho más enigmático de lo que hubiera querido, mas no tuvo que pensarle demasiado al recordar que el esqueleto mafioso se había presentado de madrugada estando hablando con él a solas. ¿Qué había pasado? ¿De qué habían hablado? ¿Enserio habían tomado una decisión por ella por el hecho de que la habían golpeado? Pero si ya ni tenía las heridas. O acaso... ¿era por algo más? ¿Por qué se había quedado dormida sin poder preguntarle siquiera porque había estado ahí en primer lugar?

El olor a puro que había detectado en su casa al llegar ¿había sido por él? ¿La había ido a buscar tras haberla dejado plantada? Detestaba que se le tuviera de esa forma tan poco informativa, como si nunca la tuvieran en cuenta de sus propias opiniones sobre su persona. Esa había sido la razón por la cual se había salido de casa con su madre después de todo. Esa había sido la razón por la cual había emprendido su camino en busca de su padre. ¿Y ahora le estaban pidiendo que retrocediera en todo eso? De Sans o cualquier otro le daba igual lo que le dijeran al respecto en cuanto a sus propias decisiones. ¿Pero Flowey? Sabía que le gustaba ver por un bienestar de ella, pero era realmente doloroso que no le dijera nada sólo por un "bien" que no tenía intenciones de explicarle.

Y si era así el caso, su decisión estaba más que firme.

-Me arreglaré para el trabajo que ya se me está haciendo tarde. –Comentó mientras se dirigía lentamente hacia su habitación. –Luego hablamos de lo que Sans y tú tienen en mente.

-La basura sonriente no tiene nada que...

-Es obvio que algo se tienen entre ustedes, Flowey. –Se giró tratando de seguir manteniendo su postura indiferente, pero le era complicado controlar el leve temblor que emitían sus puños ante una frustración que no quiso desquitar de ningún modo. –Siempre he sabido que hay cosas que me ocultas y las he aceptado de buena fe, pero no me gusta que tomen decisiones sobre mí en mis espaldas y eso ya lo sabes. ¿Qué no eres tú quien me dice que no confíe en delincuentes? ¿Por qué contigo está siendo diferente?

-¡No estoy confiando en ese idiota! Pero si nos puede otorgar tiempo, tomaré lo necesario para sacarte de aquí ya.

-¿Porqué? ¿Qué es lo que está pasando?

Antes de que la flor pudiera emitir cualquier sonido, la leve discusión que se estaba formando en el lugar fue interrumpida por el sonido del timbre situado en su pequeño local. Tanto Frisk como Flowey se quedaron estáticos al cambio drástico que tuvieron inoportunamente, mas no se movieron para nada como si esperaran a que algo más se manifestara en cualquier momento. Pero tan sólo estaba aquel sonido del timbre de forma un tanto insistente que Frisk sintió que debía atender de cualquier forma. No le gustaba sentirse disgustada con su mejor amigo, por lo que consideraba que lo mejor era ponerse a trabajar para calmarse y volver a estar bien con él.

Pero sabiendo de antemano lo que iba a hacer, Flowey extendió una liana desde su maceta y la detuvo del brazo antes de que hiciera cualquier movimiento. Frisk iba a reprocharle al respecto, pero nuevamente su amigo fue más rápido y con otra liana le tapó sus labios con cierta urgencia. Al notar que la situación parecía ameritar tal cuidado extremo de su parte, finalmente optó por hacer caso a la indicación en cuanto no supiera realmente qué estaba pasando, pero en el fondo se sentía mal de que pudiera estar siendo mala locataria al no atender a un posible cliente necesitado de alguna flor matutina.

El sonido campanero dejó de sonar en el lugar tras unos minutos, pero la flor mantenía sus dos únicas lianas que podía crear en alerta permanente. No supo si habían terminado así de esa forma por minutos o incluso una hora, pero Frisk terminó exasperándose y separándose del agarre de su amigo para dirigirse a su habitación para cambiarse antes de que fuese más tarde. Se tuvo que poner lo único que Flowey le dejó sin empacar con cierta molestia de que hasta eso eligiera por ella (aunque en tiempos anteriores eso no le había molestado), ante algo que aparentara más paranoia que otra cosa, aunque también sabía que pudiera ser su forma de ver la situación ante un disgusto con su amigo. No estaba acostumbrada a algo así y le era extraño tener que presentarse en lo que parecía una discusión ante alguien que en primera instancia sabía que no les respondía de cierta forma emocional. Había estado hasta cierto punto cómoda de contar con alguien inexpresivo como amigo para no tener que serlo ella de vuelta, por lo que ahora no sabía qué pensar al respecto. Mientras se revisaba en su espejo de que estuviera presentable, respiró profundo antes de dar un paso más.

Se puso la gabardina que le había regalado Sans al haberla tenido a la mano y por el frío que estaba sintiendo ante la proximidad temprana del invierno sobre el barrio. Saliendo de su cuarto y tratando de retomar el control de sus emociones como siempre lo hacía, tomó la maceta de su amigo y sin decir nada lo llevó a la parte del local para comenzar con sus respectivas actividades que ya estaban atrasadas.

Pero la puerta ya había sido abierta por alguien más. Una extraña mujer de piel azulada y gran gabardina negra estaba parada firmemente en la entrada.

Antes de que pudiera decir algo al respecto, Frisk no pudo evitar prestar demasiada atención al parche en el ojo que portaba la monstruo medio escondido entre su corta melena de rojo intenso. Su único ojo libre estaba mirándola tan fulminante que por un instante se sintió como si fuera un ciervo ante su posible depredador, aunque no quiso hacerle demasiado caso a esa sensación al considerar que era más importante saber cómo había sido que había logrado entrar y sin permiso, aunque la puerta algo desgarrada le daba una clara referencia del modo brusco que había empleado.

La verdadera pregunta era ¿Por qué tal rudeza en ingresar a una florería?

-Eres quien atiende este lugar, ¿cierto? –La voz de la anfibia era más suave de lo que se había imaginado por su aspecto rudo. –La florista.

-Sí, soy yo. –Contestó mientras baja un escalón más, haciendo notoria la gran diferencia de altura entre ellas. La pelirroja era bastante alta a comparación que casi le hacía verla hacia arriba. –Aunque quiera algo, no es apropiado que ingrese a un establecimiento privado de esa forma. Ya estaba por abrir.

Sin siquiera haberlo previsto, tenía una lanza de un tono celeste luminoso apuntándole en el cuello de forma amenazante. Instintivamente abrazó la maceta de su amigo de forma protectora, pero a su vez la planta comenzó a enredarse en su brazo con lentitud sin apartar la vista de la anfibia intimidante. Fuera de lo nada agradable que era tal trato surgido de la nada, el que ingresaran ahora varios monstruos caninos de pelaje oscuro posicionándose tras de la anfibia le indicaba que estaba por presenciar algo muy malo. ¿Se trataban de ladrones acaso? ¿La asaltarían ahora que no contaba con la seguridad que otros locatarios tenían?

¿A ese peligro se refería Flowey sobre marcharse ya? Y si se refería a que les darían tiempo para eso... ¿Significaba que Sans...?

-No te pasará nada en cuanto traigas aquí a los Gaster. –El tono de su voz poco a poco se volvió sombrío, lo cual la sacó de sus pensamientos. –Sé que tienen algo contigo, por lo que no finjas demencia.

-Yo no tengo nada que ver con ellos. –Aclaró sin mostrar ningún titubeo en su voz. No le agradaba saber que le estaban haciendo pasar por ese malestar por un malentendido. – ¿Por qué los vienen a buscar aquí?

Ver los colmillos amenazantes tras sus gruñidos le hizo recordar a los caninos que habían tratado de matarla en el hotel de Mettaton sin siquiera cuestionarlo. Incluso estaban igual de trajeados que ellos como si fueran a presentarse a un velorio que ellos mismos provocarían por mera diversión. No tuvo que pensarle demasiado para concluir que pudieran tratarse de un mismo grupo. ¿Acaso querrían matarla de nuevo por haber intervenido en un asesinato? El ver a la anfibia era algo nuevo en eso, aunque eso no le tranquilizaba para nada teniendo el arma pulso cortante apuntándole en el cuello.

-Sé muy bien que...

-Si no vienen a algo sobre la florería, les pediré que se retiren. –Interrumpió mirando fijamente al ojo de la anfibia, la cual se mostró molesta de que no le dejara continuar hablando. Frisk en verdad quería acabar con la situación por mucho que su instinto le dijera que estaba en peligro. –No permitiré que espanten a mi clientela obstruyendo mi entrada.

-Suficiente de tanto parloteo. –Uno de los perros se movió de su lugar y se puso casi a lado de ella mostrando demasiado sus colmillos. –Sólo hay un modo de sacarle la sopa.

-¿Sopa?

Se extrañó la humana ¿Acaso estaban hambrientos solamente y venían por comida? ¿Qué acaso todos la estaban tomando por restaurante? Si ni siquiera ofrecía algo al respecto para que la tuvieran en una perspectiva similar. Estaba a punto de decirles que no estaban en un restaurante pero que les podría dar de comer si ese era el problema, pero en cuanto vio que el perro le iba a dar una mordida en uno de sus brazos, su amigo fue mucho más rápido y le lanzó su maceta en el hocico haciéndole retroceder mientras se sujetaba ahora con más fuerza en su brazo con todo y raíces. La expresión que estaba mostrando Flowey no era nada agraciada.

Varios de los perros hicieron a un lado a la anfibia para dirigirse hacia ella de modo amenazante ante una molestia notoria, pero nuevamente la flor fue mucho más rápida y empujó a varios de ellos con las dos únicas lianas con las que contaba ahora que no estaba sobre tierra. Haciéndole crecer las espinas rojas, no dudó ni por un instante en lastimar a los perros con tal rudeza que la humana no supo cómo reaccionar salvo estar todavía parada en la entrada de las escaleras hacia su departamento.

-¡¡Sube!!

Gritó Flowey sin siquiera voltear a verla al prestar más atención a los atacantes. Frisk hizo caso de inmediato sin saber si aquello era una solución estando ahora atrapados en su mismo hogar. A mediados de la subida a paso prisa sintió que estaban jaloneando una de las lianas con tal de hacerle retroceder, pero en un rugido que nunca le había escuchado a su amigo, éste extendió la liana espinosa a quien le estaba jaloneando para rodearlo y apresarlo de tal modo que supo que le estaba causando dolor.

Con cierto horror, Frisk pudo ver que su amigo había matado a uno de los perros estando preso entre tanta espina, quedando únicamente un tumulto de ceniza regada entre escalones mientras que lo que conocía como el alma de un monstruo era tomada con la misma liana antes de que ésta desapareciera.

Estando anonadada por ver lo que había hecho su amigo de casi toda una vida, siguió subiendo las escaleras al ver que más perros se encimaban los unos a los otros ante lo estrecho de las escaleras con tal de llegar hacia ella, pero Flowey les hacía retroceder con una fuerza obtenida de la nada hasta que llegaron a la puerta de su departamento y la abrieron para ingresar. Mucho antes de que pensara en cerrar pese a que sería un esfuerzo en vano, la flor jaló la mesa y la arrojó con demasiada fuerza para hacerles caer a los perros para cerrar la puerta y enredar lianas en ella.

-¡Maldición, maldición!

-Flowey ¿Qué...?

-¡Ve por tu maleta mientras yo los detengo! –Se giró hacia ella por un breve momento, lo cual admitía Frisk que no le estaba gustando verlo con esa expresión nada agradable. Sabía que Flowey podía ser muy agresivo y peligroso, pero nada de lo que había visto ahora se lo habría imaginado de él. –Trataremos de salir por la ventana de tu cuarto.

Sin esperar a que la humana dijera algo al respecto, Flowey se soltó de su brazo y se sostuvo con sus raíces sobre el suelo para darle mayor movilidad para que realizara lo que le había pedido. Preocupada por todo, Frisk siguió la instrucción haciéndolo lo más rápido posible para ir por él antes de que los perros trataran de lastimarlo. Pero en cuanto tomó su maleta y salió corriendo hacia la sala, pudo ver en el suelo varios puntos luminosos del mismo tono celeste que había sido la lanza con la que le habían apuntado hace unos minutos. Sabiendo que aquello significaba peligro, se apresuró en ir por su amigo que aún estaba sujetando la puerta con fuerza.

-¡Flowey, cuidado!

La planta giró hacia ella en cuanto le llamó, pero rápidamente varias lanzas se interpusieron en el camino entre ellos destrozando gran parte del piso de su departamento. Frisk se cubrió con su maleta de los escombros que había generado tal impacto, ahora podía ver con cierto horror su local desde los agujeros tan profundos que había hecho, pero no se comparaba con la angustia que sintió de no poder tener al alcance a su amigo para protegerlo de la anfibia que hacía lo posible por romper lo suficiente lo que para ella era el techo para ingresar a la fuerza. ¿Con qué fuerza tan descomunal contaba esa monstruo para lograr eso?

Escuchó que la puerta se había roto y ahora los perros estaban ingresando a su casa sin importar las espinas que trataban de hacerles retroceder. Frisk se puso a correr para salvar a Flowey de aquellas mordidas que no dudaban en destrozarlo a la primera oportunidad, pero una mano sujetó su tobillo y le hizo caer en el suelo con tal brusquedad que se lastimó la muñeca por haber estado sujetando la maleta. Molesta de que estuvieran destrozando su casa y que no le dejaran proteger a Flowey, hizo caso omiso del dolor que sentía y golpeó con toda su fuerza la mano azulada que le estaba sujetando desde uno de los agujeros. Estaba harta de todos ellos ¿Qué es lo que querían? ¿Por qué los estaban atacando de esa forma?

Se levantó como pudo y salió disparada hacia el perro más cercano para golpearlo del mismo modo con la maleta, pero fue mucho más rápido y la sujetó de un mordisco hasta el grado de romperlo tras varias sacudidas. Sin esperar a más complicaciones, tomó a la flor y colocó algunas sillas para hacerles retroceder mientras trataba de salir corriendo hacia su habitación, pero varias lanzas hicieron nuevamente acto de presencia para incrementar el agujero con suficiente tamaño para que la anfibia pudiera subir de lo que parecía un solo salto. La insistencia de esa monstruo en particular no le estaba resultando nada grata a la florista, por lo que aprovechó que tenía la mirada fija en la suya para dejar ir discretamente a Flowey para que se escabullera casi corriendo con sus raíces por aquel agujero escombroso. Si podía mantenerlo a salvo a él, estaría por más que satisfecha con eso.

-Se acabó humana, no puedes huir a ninguna parte. –La anfibia le apuntó de nuevo con una lanza que creó casi de la nada.

-¡Están destrozando mi casa! –Exclamó molesta sin darle importancia a su amenaza.

-Espera a que alcancemos tu cuello. –Comentó riendo un perro detrás suyo. Casi podía sentir la respiración en su espalda. –A menos que nos digas en dónde se esconde Sans Gaster.

-Pues aquí me tienes, amigo.

Sorprendida de escuchar esa particular voz tan de cerca, apenas y pudo visualizar que el perro que había tenido atrás tenía ahora un hueso atravesado entre las sienes antes de volverse polvo frente a ella. Las cosas estaban pasando tan rápido que no sabía siquiera a qué prestarle atención si a los huesos que aparecían y se impactaban con gran velocidad sobre las cabezas de algunos perros cercanos, o si al esqueleto trajeado que aparecía y desaparecía con tal destreza que apenas y podía verse. Escuchó que la anfibia exclamó con enojo algo que no le prestó atención, pero rápidamente fue detenida ante varias lianas más gruesas que las anteriores que surgieron del agujero y la jalaron con fuerza para arrastrarla al local ahora destrozado.

Undyne apenas y pudo ver a la terrorífica flor sin pétalos con varias lianas espinosas como si fueran tentáculos antes de que la arrojara por el ventanal del local para sacarla del lugar por completo. Encajarse varios vidrios sobre el impacto del pavimento le hicieron gritar del dolor en el acto.

Frisk se quedó paralizada sin saber realmente qué estaba pasando ahora, pero en cuanto escuchó que comenzaban a dar balazos entre ellos, una fuerza invisible que le recordó a la que Papyrus había empleado en ella cuando la había sacado de su auto, la obligó a estamparse en el suelo antes de que algunas balas impactaran en ella y destrozaran el marco de la puerta de su cuarto. Con un aura azulada, vio que estaban elevando mágicamente su sofá para estamparlo hasta romperlo en los dos perros más cercanos y acto seguido unas lianas los apresaron hasta volverlos polvo sin piedad alguna. De nuevo pudo ver que las almas fueron tomadas por las lianas hasta absorberse en ellas antes de que desaparecieran en el aire. A lo cual las espinas rojas crecieron descomunalmente que rompieron lo que le quedaba de muebles en la sala de Frisk. No cabía duda para la joven de que nada de eso podría recuperarlo.

Flowey parecía haber crecido en cuanto lo vio elevarse con el apoyo de sus nuevas lianas sobre el agujero. Notando a simple vista, pudo ver que tenía sus raíces sobre la tierra que había quedado regada en todo el local, tomando como ventaja todas las plantas a su disposición para manipularlas a su antojo y con ellas detener a los perros restantes y matarlos con un par de movimientos. Estuvo a punto de absorber las almas que estaban quedando suspendidas, pero una lanza salida desde su ventanal y rompiendo el vidrio en el impacto, cortó sin piedad alguna a la planta separándolo de sus raíces de un solo movimiento mientras su expresión siniestra cambiaba drásticamente por una de asombro.

-¡¡¡¡FLOWEY!!!!!

Como si lo viese en cámara lenta, vio con horror cómo su amigo caía en el suelo inconsciente como si fuera una planta cualquiera de las que cortaba para sus arreglos. Desprendiéndose de alguna forma de la fuerza invisible que le tenía sujeta al suelo desde el pecho, se levantó con prisa para salir corriendo hacia Flowey que recuperaba su tamaño habitual ahora que estaba separado por completo de sus raíces al igual que desaparecían todas las lianas que había creado y que las almas que había absorbido con ellas desaparecían en el aire de inmediato. Horrorizada sabiendo que sin pétalos estaba en extremo debilitado y que además sin sus raíces su amigo podría morir de inmediato, saltó para tomarlo de inmediato del tallo con su mano aun adolorida por su muñeca. Quería llegar antes que la anfibia que se había lanzado desde el ventanal rompiéndolo por completo.

-¡Frisk!

Sans se puso en frente para evitar la patada que la anfibia estaba por darle, pero había sido con tal fuerza que terminó arrojándolos a ambos hacia la cocina. Frisk había agarrado con tiempo a Flowey antes de ser lanzada, pero contempló con miedo que tenía los ojos cerrados y su aparente boca entreabierta al estar inconsciente. Sin importarle nada más, se levantó como pudo y tomó un vaso que tuvo al alcance y puso a su amigo ahí para llenarlo con agua del lavabo de inmediato, pero varias lanzas estaban siendo arrojadas ahora y Sans puso una mano en su cabeza para hacerle agacharse junto con él para evitarlas.

-¡Vaya, vaya! Pero tal parece que el rumor es cierto después de todo. –Escucharon que la anfibia se estaba burlando. –El famoso Sans si tiene debilidad por una humana.

Notando que el mencionado sacaba su arma oculta desde su espalda, se levantó para dispararle sin piedad alguna mientras la anfibia se había cubierto con prisa con los restos del sillón destrozado. Frisk aprovechó esa distracción para llenar el vaso con agua y nuevamente se agachó para estar de algún modo a salvo del peligro y proteger a su amigo.

-Estarás bien, Flowey... T-te lo prometo. –Susurró mientras sujetaba el vaso casi abrazándolo para evitar el temblor que estaba teniendo ahora por el miedo a perderlo. –P-por favor no me dejes...

Su casa y local estaban destrozados por completo, estaba cubriéndose con la barra de su cocina mientras una monstruo de un solo ojo lanzaba a lo diestro y siniestro lanzas celestes mientras que Sans le disparaba como podía ante un cansancio notorio por su respiración y sudor. Su mejor amigo estaba en peligro de muerte y ella apenas y podía pensar en algún modo de poder salir del pequeño edificio para salir corriendo. Las cosas no estaban pintando para bien, pero en cuanto viera que Sans hacía lo posible por mantenerla a salvo de algún modo la motivaba a no perder los estribos y ver algún modo de salir todos. Aunque si no estaba apareciendo y desapareciendo como regularmente lo hacía significaba que no estaba pudiendo emplear su magia ante su cansancio notorio. Eso le explicaría por qué ahora estaba usando sus pistolas que, según recordaba que le había dicho, no le gustaban por ruidosas.

-¿Qué no me recuerdas, Sans? –Tras un rato ejerciendo violencia, escuchó que la anfibia había hablado desde su sitio.

-¿Debería? –Preguntó Sans estando agachado nuevamente para recargar sus armas con gran destreza.

Sin haber una respuesta clara, una lanza se estampó en su estufa rompiéndola en el acto y llenando rápidamente de olor a gas el lugar, a lo cual había resultado una distracción para que la anfibia tomara al esqueleto de su camisa y lo lanzara con tal brusquedad hasta estamparlo en una de las paredes de su ya destrozada sala, cayendo sus pistolas de sus manos en el trayecto. Tal parecía que la humana no le era de ninguna importancia ahora dado que se fue directo hacia donde había dejado al mafioso debilitado sin sus armas. Solo el agujero del suelo los dividía, pero Sans apenas y podía sostenerse con los brazos ante un aturdimiento por el fuerte impacto.

-Es una pena que me hubieras olvidado. –Comentó la anfibia con una sonrisa triunfante mientras sostenía una de sus lanzas. –Habría sido más satisfactoria mi victoria.

Sans apenas y pudo emitir una tenue risa para fingir que no estaba sintiendo dolor, pero Frisk supo de antemano que trataba de distraerla para que ella tuviera la oportunidad de escapar sin que tuviera que decirle o indicarle. Como si hubiera aprendido a la mala a detectar las simples miradas indirectas que le lanzaba a la distancia. Aunque era el momento adecuado para salir corriendo hacia las escaleras y mantener a Flowey a salvo, el ver que la terrorífica monstruo pelirroja le apuntaba con su lanza al esqueleto la tenía paralizada en su sitio sin saber realmente qué hacer. ¿Realmente... mataría a Sans?

Aunque todo indicaba que lo que había desatado tal violencia era por él y que por culpa suya habían destrozado su negocio y hogar (cosa que la mantenía molesta por haberla involucrado en un conflicto absurdo), también sabía que Sans había hecho lo que fuera por salvarla de esos perros. Al igual que con los otros caninos en el hotel, al igual que con su hermano, al igual que con los víveres...

Si, Sans siempre la mantenía a salvo de cosas que no tenía idea de cómo terminaba involucrada. Aun con lo acosador y raro que era, aun sabiendo de antemano la vida delictiva que tenía y su poca ética en cuanto a espacio personal, aun con todo eso... estaba agradecida con esos detalles que le brindaba. Y no sobre objetos o alimentos, sino por ser los oídos que de alguna forma no la juzgaban por lo que tuviera qué decir. Él no la discriminaba por ser mujer, por sus rasgos físicos... o por su forma de pensar. Tan sólo estaba ahí para escucharla, siempre queriendo oírla con una sonrisa.

No tenía ni idea de realmente qué era Sans para ella, pero si estaba segura de una cosa en ese momento: no quería que muriera. No quería perderlo.

Todavía tenían una comida pendiente... y un gran reclamo por la pérdida de su casa.

-¡E-espera! –Con un impulso sacado de la nada, rodeó el agujero y se lanzó corriendo hacia el esqueleto que apenas y podía levantarse para interponerse entre él y la atacante. Con la mano que tenía libre, hizo un ademán para indicarle que se detuviera de algún modo. –No sé la razón por la cual quieras matarlo, pero... estoy muy segura que puede arreglarse en palabras.

-Yo sólo quiero entregarlo a la justicia, a quienes decidirán cuál será su destino. –La anfibia alzó la ceja apenas dignándose a verla. –Pero no me importa si tú mueres, humana.

-¿Qué...?

-Adiós, amante del esqueleto.

Antes de que le lanzara su arma celeste, varios huesos intervinieron saliendo del agujero para hacerle retroceder a la anfibia y a la humana. Frisk aprovechó tal distracción y se dirigió hacia Sans para ayudarlo a levantarse dándole el vaso con la flor para sujetarlo mejor. Aun con lo adolorido que evidentemente estaba, Sans emitió una sonrisa en modo de agradecimiento sabiendo que era lo único que podía hacer de momento. Pero en cuanto ambos voltearon hacia el frente para ver el modo de escapar de la terrorífica anfibia, del agujero había salido el esqueleto alto entre tantos huesos para lanzarse hacia la monstruo y golpearla con uno de sus proyectiles, lanzándola con toda su fuerza hacia el otro extremo, la cual pudo poner sus manos para reducir el impacto y se levantó de inmediato para contemplar a su ahora atacante.

Papyrus invocó un hueso bastante largo y lo sujetó con ambas manos mientras contemplaba cómo se levantaba la monstruo que se quitaba algunos vidrios que tenía incrustados en sus brazos en el proceso. La mirada que le lanzaba con su único ojo cual faro luminoso era en extremo fulminante.

-Tú...

-ES UNA PENA QUE TE CORTARAS EL CABELLO. –Le interrumpió Papyrus con semblante sombrío. Tal parecía que no le había agradado que hubiera lastimado a su hermano. –SIEMPRE ME GUSTÓ COMO SE TE VEÍA LARGO.

Ni Sans ni Frisk habían entendido lo raro que había sido ese comentario, pero tal parecía que la anfibia lo había tomado a la mala al haber gritado de furia antes de lanzarse hacia él dispuesta a atacarlo, a lo cual Papyrus se defendió con gran destreza de cada golpe que trataba de darle, mostrando que tenía una buena habilidad para batallas cuerpo a cuerpo si podía estar a la par de aquella monstruo tan descomunalmente fuerte.

No queriendo perder más tiempo, Frisk siguió encaminándose hacia la escalera para llevar a salvo tanto a Sans como a Flowey sabiendo que Papyrus buscaba darle el tiempo para hacerlo. Hizo caso omiso al dolor interno que le provocaba ver su preciado local destrozado y sus flores sin recuperación alguna regadas por todos lados, ya que al igual que lo que había pasado con el señor y otros humanos del parque, tenía que tomar una decisión en cuanto a prioridades y esa era mantener a salvos a los dos seres que la habían estado protegiendo de esos atacantes. Aun cuando eso implicaba la pérdida total de su hogar.

Saliendo del pequeño edificio, pudo ver el vehículo lujoso de Papyrus situado cerca, por lo que encaminó a todos a ese punto para mantenerlos a salvo. Pero tal parecía que Sans había tenido las mismas intenciones, ya que en cuanto había abierto el vehículo para meter a Sans, éste la empujó y le dio el vaso con la flor antes de cerrar la puerta.

-Quédate aquí... volveremos pronto. –Sans hablaba entrecortado ante el cansancio, pero aun así estaba sonriéndole. –Tengo que auxiliar a mi hermano.

-¿Pero puedes? –Cuestionó Frisk preocupada si apenas y podía verlo de pie, a lo cual se arrepintió dado que ahora estaba viendo su hogar de varios meses destrozado detrás de él.

-Tengo todavía fuerza para teletransportarme... una vez. –Comentó mientras se apoyaba levemente en la puerta. –Tengo un plan.

Sin esperar a más, se fue corriendo como pudo de regreso hacia la florería, a lo cual Frisk se quedó mirándolo sin saber si era correcto o no quedarse en el auto. Tan sólo terminó sujetando el vaso con fuerza mientras miraba con preocupación a su amigo que aún no recuperaba la conciencia. Verlo de ese modo le recordaba levemente a la vez que lo había encontrado en el río, así que en aquel tiempo había logrado salvarlo, sin lugar a dudas podría volver a hacerlo.


...

Undyne golpeaba con todas sus fuerzas al esqueleto alto con tal de noquearlo, pero éste anticipaba mucho sus movimientos y lograba desviarlos mientras trataba de hacerle retroceder para acorralarla en la pared, cosa que no le permitiría de ningún modo. Había dejado de utilizar su magia para ahorrar energías en los golpes, cosa que le respondió del mismo modo Papyrus para estar a la par con ella. Pese a lo molesta que estaba, no pudo evitar emitir una tenue sonrisa por ello, tal parecía que había cosas que no habían cambiado en él a pesar de los años.

Aún era justo en cuanto a combates con ella, aun la trataba como igual y no como inferior por su género. Trataba de golpearla como cualquier enemigo o amenaza que tuviera. Justo como lo había prometido. Justo como le había advertido desde niños.

-TRATANDO DE MATAR A UNA HUMANA... ESTE NO ES TU MODO DE HACER LAS COSAS. –Comentó Papyrus mientras sujetaba con fuerzas sus muñecas y la empujaba como podía hacia la pared, cosa que hizo resistencia para que eso no sucediera. – ¿QUÉ PASÓ CON ESO DE SER POLICÍA? ¿QUÉ PASÓ CON ESO DE SER JUSTA?

-Los tiempos cambian.

Le dio un cabezazo para detener su intento de empujarla, a lo cual resultó con éxito y con un giro de su pierna le hizo perder el equilibrio tumbándolo en el suelo. Antes de que tratara de levantarse, puso un pie en su pecho con fuerza para impedírselo.

-Te prometí que solo yo podría detenerlos a ustedes. –Lo miraba con seriedad mientras reprimía las ganas de reír por su triunfo ante él. Le había costado años invertidos en entrenamiento y desperdiciados en el cuerpo policiaco que nunca la consideró, pero por fin tenía a Papyrus derrotado ante sus pies. –Te prometí que sólo yo te haría pagar por tus crímenes.

-TRATANDO DE MATAR A QUIENES ESTÉN A TU PASO... HACIÉNDOLO EN UNIÓN CON UN GRUPO MAFIOSO... ESO NO TE HACE DIFERENTE A LO QUE YO HAGO. –Trataba de quitarle su pie de su pecho, pero estaba siendo en vano. –TE HACE UNA DELINCUENTE COMO YO.

-Con tal de detenerte, el medio ya no es importante.

-Entonces déjame darte una lección que jamás has de olvidar. –Sin saber en qué momento había regresado el otro esqueleto, escuchó el arma cargada apuntándole en la nuca. Aun así no quitó el pie del hermano menor. –Si te metes en territorios de otros... tienes que afrontar las consecuencias.

Antes de que ella pudiera hacer algo para impedir el disparo, un hueso largo se interpuso entre ellos haciéndole retroceder a Sans aun con su arma en alza. Desconcertado por la intervención de Papyrus, Sans bajó levemente el arma al notar que se estaba levantando gracias a la leve distracción obtenida y la sujetó del tobillo para arrojarla hacia la cocina. A lo cual pudo mantenerse en equilibrio ante una lanza que había invocado para sujetarse y no terminar en el suelo.

-Oye rana... piensa en lo que te dije. –Undyne levantó la mirada molesta de que le llamara así, a lo que vio que Sans estaba tomando del brazo de su hermano mientras sacaba algo de su bolsillo con su otra mano. –Y compártelo con otros en el infierno.

-¿Qué...?

Notando que lo que tenía en la mano era un encendedor entreabierto, rápidamente volteó hacia la estufa dañada por una de sus lanzas que tenía a lado, a lo cual no tuvo que pensarle demasiado lo que tenía en mente el esqueleto tras ver las mangueras de gas todas destrozadas. Se levantó con todas sus fuerzas en cuanto vio que el encendedor mostraba su flama en lo que lo arrojaba para desaparecer de su vista en el acto junto con su hermano.


...

Habían pasado tan solo un par de minutos, pero Frisk sentía que debía de ir corriendo en vez de quedarse en el auto esperando algo que seguramente le seguiría metiendo en problemas, mas no tenía nada en mente a comparación al quedarse sin ideas de a dónde podría ir realmente. No conocía siquiera bien el barrio para saber a qué punto dirigirse fuera del parque que frecuentaba o la tienda donde se surtía sus alimentos de la semana.

En cuanto estaba por tomar la decisión de abrir la puerta y bajarse, la aparición de ambos esqueletos a lado del vehículo la sorprendieron al grado de abrazar aún más el vaso en el que tenía a su amigo. Con algo de prisa y enojo de por medio, ambos hermano se subieron al auto en la parte delantera.

-¡SANS, ESTÁS LOCO! –Gritó el menor mientras prendía el motor.

-¡Sólo acelera, ahora!

Frisk no tenía idea de lo que estaba pasando, pero optó por no decir nada conforme el conductor le pisaba al acelerador arrancando de una forma tan brusca que casi se estampó contra el asiento delantero. Mirando hacia atrás para ver a su destrozado hogar, en cuestión de segundos vio que la anfibia de piel azulada se había lanzado del ventanal y aterrizando sobre el pavimento tras un giro antes de que una gran explosión se presentara llenando de escombros y fuego gran parte del lugar.

Por el denso humo que se estaba presentando no podía ver cómo había quedado el pequeño edificio, pero no hacía falta que tuviera esa clase de imagen si lo que estaba viendo le era más que suficiente para quedar horrorizada por un día que apenas y estaba empezando con el pie izquierdo.

Había sido más que un regalo por mayoría de edad, ese lugar le había brindado una oportunidad de tener respuestas, la oportunidad de poder dar con su padre tras tantos años en ausencia... un acogedor hogar... y todo había terminado en un caos total.

Dejando de sentir el dolor de la muñeca que se había lastimado, hizo todo lo posible por sujetar con fuerza el vaso para que no se le cayese por el temblor que tenía en sus manos ante una impotencia de no haber salvado nada y reprimiendo las ganas de ponerse a llorar por ello. No era de las que se doblegaban ante un mal momento y seguiría manteniéndose así con tal de no verse mal ante los esqueletos que ahora la estaban llevando sabrá donde. Aun por cómo se sentía, no podía evitar seguir viendo hacia atrás, contemplando cómo la florería se había vuelto una gran nube oscura mientras escuchaba a lo lejos la sirena de los bomberos.

-Dile adiós a casa, Flowey. –Susurró con cierto pesar.


...

En la distancia, se podía contemplar el denso humo que comenzaba a esparcirse sobre el barrio ya de por si nublado por la venida del invierno. No faltaría mucho para que las nevadas se hicieran presentes en el lugar que tenía por nombre tal fama, pero en ese instante, en lugar del blanco que esperaba que quedara impregnado en el barrio, el esqueleto de porte serio parado en el techo de un edificio tan solo contemplaba lo oscuro que se estaba volviendo el cielo por causa de una explosión proveniente de tan peculiar lugar. No era algo que le preocupara del todo de si la dueña del lugar estaba bien o no, pero la situación no podía tomarla como una simple coincidencia tras la investigación que había tenido que realizar con algunos de sus contactos del puerto de Waterfall. No ver a sus hijos presentes en la casa en la mañana podría hacerle concluir que estaban en sus labores habituales, pero para su desgracia los conocía demasiado bien para saber de antemano que pudieran ser los causantes de aquella explosión de ese punto. Fuera lo que fuera, esperaba que los problemas que hubiera respecto a la florista hayan acabado... para tener que lidiar ahora con uno nuevo y más peligroso.

El fuerte viento hizo acto de presencia jaloneando con fuerza su densa gabardina que casi le llegaba a los talones, pero él solo se enfocaba en sujetar con fuerza el objeto que le había llegado en la mañana y que le había hecho salirse hacia el techo al no poder concentrarse en su oficina por el estrés acumulado tras varios disgustos acumulados. Aunque hubiera sido de forma anónima, le era más que obvio de dónde provenía el paquete conociendo el contenido y el peculiar mensaje que tenía consigo.

Apartando la vista por un momento del denso humo que aparentemente ya estaban atendiendo bomberos, miró una vez más la cartera que le había sido entregada en el paquete. Había pertenecido a su informante de la policía, al detective que se encargaba de desviar las investigaciones en cuanto a situaciones de su familia. Era evidencia más que suficiente de que estaba muerto ahora si le estaban entregando esa pertenencia a él en vez de a la familia que tenía retratada en la cartera, cosa que le daba como mensaje que lo habían matado particularmente a él para quitarle un beneficio que había construido para que la policía no se entrometiera en sus asuntos. Le daba igual la situación en la que había terminado el humano, pero le preocupaba que se hubiera obtenido información comprometedora tras tal acto.

Sin contar el hecho de que el pequeño mensaje que le habían dejado en donde se guardaban los billetes, la hoja perfectamente doblada a la mitad y escrita a máquina de escribir con las palabras "El pacto de piedad queda anulado a partir de ahora" le hacían preocuparse en más de un sentido sabiendo a qué se refería particularmente.

Lo que con tantos años le había costado mantener en calma... tanto esfuerzo, tanta inversión, tanto sacrificio... se estaba yendo por la borda tras tal declaración hacia los suyos y su territorio.

¿Por qué el Gran Don Dreemurr lo estaba catalogando como un traidor?


...

El matrimonio de reptiles se encontraba tomando el té que frecuentaban a esa hora tan rutinaria en su sala repleta de antigüedades de incontables aventuras. Era un hábito que se habían hecho al ser de lo más relajante a conjunto de aquellas historias acumuladas en cada pieza obtenida, como si de sumergirse en la fantástica historia de un libro sobre un gran tesoro acumulado de las hazañas de otros se tratase. Si, ambos tenían en común la apreciación de cada objeto por muy insignificante que se tratase, por lo que de alguna forma siempre encontraban esa armonía que tanto les extrañaba a todos por sus diferencias evidentes físicas.

Pero lo que más apreciaba Gerson sobre todas las cosas, era la información que se obtenía en tales objetos antiguos. Cada pieza tenía una magnífica historia por contar y siempre las escuchaba en aquel silencio presencial cada vez que se sentaba en su sala a tomar el té con su esposa. Era muy difícil que lo sacaran de tal ensoñamiento entre tantas historias narradas con su simple presencia.

Hasta que un portazo proveniente de la entrada principal acabó con tal calma, apareciendo lentamente la monstruo pelirroja sujetándose las costillas tras serle difícil andar ante un dolor notorio en todo su cuerpo. Sin esperar a nada, rápidamente el matrimonio se puso de pie y se dirigió hacia a ella para ayudarle a estar en la sala sentada con mucho cuidado. Sin necesitar indicación alguna, la reptil de piel mostaza se fue corriendo por todo lo necesario para atenderla mientras Gerson se quedaba a hacerle compañía y revisaba con cuidado sus heridas.

-L-los hermanos...

-Shhhh, calma. –Le indicó en lo que seguía revisando sus brazos que aun contenían varios vidrios incrustados. Era sorprendente de que estuviera viva pese a eso y que hubiera llegado hasta la casa en tal estado. –Primero debemos revisar tus heridas, luego nos cuentas qué pasó.

Llegando Alphys con un maletín que contenía varias cosas de curación, se puso en marcha en retirarle con cuidado algunos vidrios para limpiar adecuadamente las heridas que le ardían con el simple tacto de la reptil por mucho que tuviera el mayor de los cuidados posibles. Undyne no se quejó en absoluto mientras hacía tal cosa, ya era más que suficiente que tuviera la atención de auxiliarla antes de que pasara a mayores. Después de todo, no era la primera vez que la ayudaban precisamente en ese lugar.

No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado en silencio ahogando los gritos de dolor mientras terminaba de vendarla, pero en cuanto Gerson había regresado después de un rato con una charola de plata con una tetera y tazas supo que había pasado al menos una hora con ello. Quiso disculparse de haber sido una molestia, pero la reptil no parecía prestarle atención a nada mientras que la tortuga le sonreía con tal de calmarla mientras servía el té en las tazas.

-¿Cómo te sientes? –Preguntó Gerson mientras observaba que su esposa había terminado de vendarla y ahora estaba guardando todo en su maletín.

-Mejor... muchas gracias.

-¿Qué fue lo que ocurrió? –Preguntó mientras le pasaba con cuidado la taza tanto a ella como a su esposa que tomó la suya sin emitir un gesto.

-La humana... tenía una especie de planta. –Le costaba trabajo siquiera pensar en palabras que pudieran describirlo. Realmente había sido muy raro. –Una flor sin pétalos que... se volvía fuerte en cuanto absorbía las almas de quienes mataba. Era... terrorífica.

La monstruo de lentes casi deja caer su taza ante tales palabras haciendo un escándalo con el choque de la porcelana evitando que se regara su contenido. Aun así, no cambió su expresión de ningún modo mientras mantenía su taza suspendida sin hacer nada con ella. Gerson en cambio se mantuvo tranquilo esperando a que dijera algo más al respecto, animándola con una sonrisa tranquilizadora mientras tomaba de su taza.

-Esa planta mató gran parte de los perros... y luego llegó Sans que se enfocó todo el tiempo en salvar a la humana de todos los ataques.

-Eso confirma los rumores, supongo. –Comentó Gerson tras un sorbo a su taza con aire pacífico y escuchándola con atención. –Realmente está prefiriendo a una humana mientras no le importa matar a los nuestros.

-Cuando logré detener a la flor y a Sans... la humana se interpuso... diciendo que no quería que lo matara. Eso... fue raro.

-Seguramente una jugarreta para desviar atenciones, continúa.

-Fue ahí cuando llegó Papyrus.

Se detuvo en su narración sobre el momento tras recordar con cierto enojo la pelea. Podría pensar que el mafioso había acudido en auxilio de su hermano como siempre frecuentaba, pero no podía dejar de pensar en la posibilidad de que también estuviera haciendo lo mismo que el mayor tras ver que se habían llevado a la humana para mantenerla a salvo... sin importarle lo que pudiera pasarle a ella en la explosión.

Papyrus había sido muy claro hacía años del porqué no podían seguir viéndose, aceptando el hecho de que serían enemigos declarados al estar en bandos contrarios, estando cada uno del lado del bien y del mal. Pero aun así, ambos eran monstruos y los seguía uniendo el odio hacia esos seres despreciables que se enfocaban en acaparar todo en beneficio ¿cierto? Seguía siendo el mismo monstruo que amaba su cabello ¿cierto?

O acaso... ¿a él también le agradaba una humana? ¿La había dejado sola por tantos años por preferir proteger a una humana? ¿Prefería a esa idiota escuálida de ojos alargados en vez... que a ella?

No midiendo su fuerza por la ira que se le estaba acumulando tras sus pensamientos, rompió la taza que había estado sujetando y derramó el contenido en el pequeño plato que había estado sujetando a conjunto de la fina porcelana. Ignorando el dolor de la quemadura, dejó el plato en la mesita y no permitió que los reptiles revisaran de nueva cuenta su mano por una herida que ella misma se había hecho... y que de cierta forma necesitaba como recordatorio.

Le había prometido a Papyrus hace mucho que sólo ella podría detener a su familia... y estaba dispuesta a cumplir con eso a toda costa. Estando en la policía o no, ella era justicia y no importaba en dónde estuviera.

-Señor Gerson ¿usted pertenece a alguna mafia también?

Aunque no fuera apropiado soltar una pregunta así ante las pocas posibilidades que tuviera de salir airosa, de alguna forma sabía que no le harían daño si había tenido tantas oportunidades de hacerlo o de simplemente dejarla morir en aquella vez que la había encontrado. No podía quitarse de la mente las palabras de Papyrus sobre que estaba en ese momento apoyando a un grupo mafioso, como si hubiera identificado a los perros que le habían estado acompañando en su guía. Necesitaba aclararlo de una vez.

-Es un modo muy coloquial de referirlo hoy en día. –Dijo casi de inmediato sin darle importancia. –Prefiero el término aliado de una noble causa. El término "mafia" fue algo que se adoptó con el tiempo solamente.

Undyne supuso que ese era su modo de justificarse de cualquier acto delictivo que pudiera tener, pero realmente le era imposible pensar en algo malo que hiciera la tortuga ante lo amable y atento que era con ella sin esperar nada a cambio. Si estaba dispuesto a brindar su apoyo y asilo a cualquier monstruo que lo necesitara, realmente no había nada de delincuente en él.

-¿Y fue todo lo que pasó? –Cortó el tema de lleno al querer más información al respecto del atentado.

-Los esqueletos terminaron explotando el pequeño edificio... llevándose a la humana consigo. –Terminó contando con cierta amargura en su voz. – ¿Qué puede tener de especial... una maldita humana extranjera?

-¿Extranjera?

-Bueno... tenía los ojos alargados como los asiáticos, por lo que supongo que era una. –Contó Undyne sin darle importancia a eso.

-Así que... ¿la humana era una asiática con una pasión por las flores? –Preguntó Gerson con un tono un tanto indiferente.

La taza caliente que había tenido levantada la reptil por todo ese tiempo, la bajó bruscamente hacia el platito de porcelana que aun sostenía, regando gran parte del contenido en el fino tapete sin darle importancia. Aun cuando su expresión fuera indiferente tras esos ojos grises, Undyne la sintió rara tras el notorio temblor que estaba detectando en sus manos, incluso pudo visualizar fugazmente un extraño brillo a través de sus anteojos.

-Si... una joven. –Contestó Undyne queriendo ignorar lo raro que se estaba volviendo el comportamiento de la reptil amarillenta. –No creo siquiera que sea mayor de edad ¿Cómo era que estaba trabajando, ahora que lo pienso?

-Hay de todo en este mundo. Pero viendo como terminaron las cosas... quisiera hablar de algo contigo seriamente.

-¿Qué cosa? –Preguntó con curiosidad.

-Hay alguien a quien me gustaría presentarte. –Le comentó con toda calma, viéndola a través del humo que seguía emitiendo el contenido de su taza de porcelana vieja. –Alguien que no te discriminará jamás por quien o por cómo te vez físicamente, sino por lo verdaderamente valiosa que eres en realidad.

-¿Quién... es? –Se extrañó la anfibia con tales palabras.

-Como hace rato te dije, existe una causa por la cual hemos estado luchando, una que sé que comprendes a la perfección dado que has sido víctima de la injusticia que hay en esta ciudad. Lo que hacemos aquí es proteger a aquellos desfavorecidos que han sido víctimas de los abusos, particularmente de los que cometen los humanos. –Comenzó a explicarle mientras bajaba su taza, más nunca apartó la mirada de ella. –No te diría esto si no estuviera seguro de tus grandes habilidades y de la verdadera pasión que tienes de luchar por lo correcto. Ahora que sé más que nunca lo confiable y fuerte que eres... sé que él tendrá un lugar especial para ti en el proyecto que mi esposa y yo formamos parte.

-No entiendo de lo que me habla. ¿Qué proyecto en particular?

-Uno que nos devolverá a los monstruos el lugar que realmente nos corresponde en esta ciudad. –Por un momento le pareció a la anfibia que había algo diferente en la expresión de la tortuga, pero al no seguir notándolo supuso que había sido sólo su imaginación. –No habría más muertes ni violaciones... no más discriminaciones por parte de los humanos. Sólo justicia para nosotros.

-En ese caso... estaré encantada de poder conocerlo. –Contestó con total sinceridad.

-Yo te avisaré cuando se pueda, entonces. Primero debes recuperarte de tus heridas. –Indicó mientras se levantaba para ayudarle a hacer lo mismo. –Mientras tanto, sigue sintiéndote como en tu casa.

-Gracias.

La tortuga llamó a uno de sus sirvientes para que le ayudara a llegar a su habitación con cuidado, pero la anfibia rechazó tal ayuda y se encaminó lentamente hacia el pasillo con porte orgulloso sin importarle que tan adolorida estuviera. Aquello le causó algo de gracia y admiración a Gerson, pero en vez de comentarlo se limitó en observarla desaparecer del lugar hasta asegurarse de que ya no estaba siquiera cerca.

El temblor de las manos que estaba teniendo su esposa era más que frecuente derramando el té en varias partes, pero no se comparaba con la mirada perdida que estaba teniendo en esos ojos grisáceos y la sonrisa que trataba de reprimir con demasiado esfuerzo junto con una risita que trataba que se escuchara lo más bajo posible.

-Oh querida ¿olvidaste tomar tu medicamento de nuevo? –Sonrió antes de darle un trago a su té antes de que se enfriara.

Soltando la taza sin importarle nada más y no poder contenerse, la reptil terminó riendo fuertemente mientras sus pupilas estaban dilatadas al estar perdida en su locura desatada. Gerson tan sólo suspiró y siguió tomando su té mientras se quedaba mirándola tranquilamente, comprendiéndola de su comportamiento tras la información obtenida de lo más enriquecedora para ellos.

Después de todo, su experimento, su mayor creación... DT-00X estaba en Snowdin. Aunque Undyne no hubiera dicho nada sobre su estado actual, ambos reptiles sabían que era más que imposible que muriera ante la resistencia con el que lo habían creado. Y si había estado con una humana todo ese tiempo... era más que seguro de que seguiría estando con ella, y por ende, también con los esqueletos. No tenía que pensarle demasiado para saber que aquella probabilidad era más que un hecho.

Pero así como Alphys estaba perdida de nuevo en su locura tras saber el paradero de su arma y experimento más valioso, Gerson trataba de contener su propia emoción da saber ahora también el paradero de tan peculiar humana que creía que no había logrado atraerla al no saber nada más de ella desde su regalo de cumpleaños.

Una humana de rasgos asiáticos, amante de las flores y en un edificio viejo dentro de Snowdin. No tenía duda de que se trataba de la pequeña Frisk.

Su pequeño peón estaba ya en su tablero creado, jugando sin que se hubiera dado cuenta del momento que había aparecido en la partida. Le era un tanto sorprendente que no la hubiera detectado en tanto tiempo estando presente. ¿Cuánto tiempo llevaba ya en Ebott? ¿Qué nunca había necesitado del dinero regalado? Vaya que había subestimado un poco a la humana de poder tenerla a la margen, controlada por ese medio económico, pero aun así, no podía estar en mejor casilla que con ciertos enemigos ahora declarados. Por lo que las cosas le estaban resultando de cualquier forma a su favor. Mucho mejor de lo que había planificado incluso.

Dejando en libertad de que su esposa siguiera riendo en un tono de lo más raro dada la ausencia de su lengua, se quedó mirándola hasta que tuviera suficiente y se tranquilizara de nuevo para que fuera a tomar su medicamento y se pusieran en marcha ahora con toda la balanza a su favor.

No cabía duda de que el verdadero juego estaba por iniciar.


***

Chan chan chaaaaaaan.... Suspenso-chan hace acto de presencia de nuevo :V

Aprovechando, aviso que Flapper Florist estará en un leve hiatus para enfocarme en actualizar la otra que tengo un tanto abandonada. Ya inició la tercera temporada de Osado corazón y no la he avanzado más allá del primer capítulo, sin contar el hecho de que aún no termino su intro. Pero descuiden, prometo que no será tan larga la espera. Mientras tanto los invito a estar en el grupo de amino MichSonrisas para que puedan chatear y compartir teorías, publicar cosas respecto a mis creaciones y se enteren de detalles que no llego a compartir por aquí aun. Incluso los fanarts que han estado subiendo ahí los pondré en futuros videos n///n

¡Los amo! Y muchas gracias por seguir acompañándome en esta historia.

**inserte sus teorías locas aquí**

Michi fuera!

:)

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