Cap 36. Sólo un día más
Desde que Sans se había tenido que retirar para evitar problemas mayores, Frisk había regresado a notar el olor nauseabundo que abundaba en aquel lugar. Pero por más que trataba de distraerse para olvidarlo, su mente estaba bastante atenta a ese olor como si no pudiese pensar en nada más que eso. Era extremadamente desagradable aunque ya no hubiera un muerto en aquella camilla metálica, pero era más terrorífico sentir que de alguna forma aquello le era extrañamente peculiar al grado de querer normalizarlo en su mente. Quería atribuirlo a que existían flores con aroma muy desagradable, pero no recordaba haber tenido contacto con una en su vida ni mucho menos con ese aroma en particular.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero había sido un alivio para ella notar que la puerta detrás de ella estaba siendo abierta que hizo que se parara de inmediato con tal de alejarse de ahí. No le importaba tener que ver de nuevo a aquel sujeto desagradable que resultaba ser el jefe de los esqueletos, solo quería no tener que seguir oliendo eso. Ante la ausencia de ventanas le era imposible saber qué tan tarde era, pero se sentía tan cansada que le daba una leve pista de qué tan noche era ahora.
Estando un tanto atenta a sus ojos luminosos por cualquier cosa, notó que el esqueleto se había dado cuenta tanto de la ausencia del cadáver en el lugar, así como el plato situado en el piso sin contenido. Pero fuera lo que estuviera pensando al respecto, no dijo nada sobre ello y comenzó a caminar indicando de esa forma de que lo siguiera. Y con tal de no estar más ahí, hizo caso a tal gesto sin decir una palabra alguna.
-Quiero que quede claro que a la próxima no seré permisible contigo. Esa lengua que tienes cualquiera la cortaría a la primera, así que agradece que yo te haya dado una oportunidad más de conservarla.
Frisk no quiso decir nada en el trayecto no por la amenaza, sino porque aún tenía impregnado el olor a muerto en su nariz como si le persiguiera tal esencia nauseabunda que le haría vomitar en cualquier momento. Continuaba con su nariz y boca tapadas por cualquier cosa, realmente no se estaba sintiendo bien en cada paso que se suponía que debería de mejorarla al alejarse de tal tétrico lugar.
- Como sirvienta de esta casa, quiero que todavía quede muy claro que sólo obedecerás mis órdenes si quieres permanecer con vida aquí. –El esqueleto alto apenas y se dignó en voltear a verle, no dándole importancia en que se viera en mal estado con sus manos cubriendo gran parte de su cara. –Mis hijos no tienen autoridad de mandarte, aunque aun así debes respetarlos y atenderlos en lo que yo te pida. No permitiré que los manipules a tu voluntad.
Iba a replicar que ella no manipula a nadie y que nada de lo ocurrido era culpa suya, pero optó por mejor seguir tapándose la boca con tal de evitar vomitar. Realmente no quería problemas con nadie y no le interesaba involucrarse tampoco con nada. ¿Por qué nadie lo entendía? ¿Por qué se empeñaban varios en verla como la culpable? Ella había sido la que había perdido todo por involucrarla en algo que jamás pidió. Ella era la víctima de las circunstancias.
-Si entiendes todo eso, el trato que se te dé será misericordioso en cuanto te comportes como se debe. ¿Quedó claro?
En cuanto el esqueleto se detuvo en la sala, notificando que era el fin de su breve recorrido a "su sitio", Frisk se limitó en asentir con la cabeza al no querer quitarse las manos de la cara y de que aquel sujeto desagradable la dejara en paz. Tal parecía que había sido más que suficiente para el mafioso, ya que comenzó a darle la espalda sin esperarle ni despedirse para comenzar a subir las escaleras. No dándole importancia a tal fanfarronería del jefe de la casa, la humana se dirigió a sentarse en el sofá en el que ahora se había convertido en su cama al no contar con ningún lugar personal en dónde estar. Sólo quería descansar, olvidarse de aquel horrible olor... y de la pesadilla que se estaba volviendo su vida. Aun así, estaba decidida en sobrellevar las cosas hasta poder rescatar a su amigo.
Sin embargo, notó que el esqueleto se detuvo a mitad de las escaleras mientras se masajeaba un poco el cráneo ante un posible dolor. Apenas y la observaba de reojo como si aún se tratase de un pendiente que no le dejaría descansar.
-Como no quiero ninguna clase de problemas de necesidades femeninas y no quiero siquiera escuchar nada al respecto, notifícale a uno de mis seguidores lo que requieres para tu higiene personal. –Le comentó con voz cansada por primera vez. –Ellos te lo entregarán a la brevedad, pero no pienses pasarte de lista tampoco o te arrancaré un diente por cada cosa que pidas fuera de lugar.
-¿Necesidades femeninas? –Frisk estaba haciendo un esfuerzo de no vomitar por hablar, pero realmente tenía duda al respecto. El jabón, pasta de dientes y demás eran necesidades que no requerían género ¿cierto? –Creo que solo requiero un cepillo.
-Más vale ser sincera, humana. –El esqueleto retomó su camino de subir las escaleras mientras hablaba. –En verdad no quiero escuchar nada sobre tu menstruación o similar, estás advertida.
-¿Menstruación?
Don Gaster se detuvo de golpe y por primera vez la observó en verdad. Algo contrariada con esa mirada distinta a la que le había dado cuando llegó a ese lugar, Frisk apartó por completo sus manos por cualquier cosa que pudiera presentarse, mas no hubo nada más que un cruce de miradas que reflejaban la misma duda en distintas razones cada uno. No estaba segura, pero le daba la impresión de que algo le inquietaba.
-¿Qué edad tienes, humana?
-Tengo veintiuno.
Sintiéndose incómoda de notar cómo la evaluaba de cuerpo completo con la mirada, como si pudiera ver más allá de sus holgadas ropas, instintivamente Frisk pensó en cubrirse pese a saber que eso sería un gesto inútil. Realmente no comprendía porque el esqueleto le estaba prestando demasiada atención por algo que no captaba, pero tras unos minutos de silencio incómodo, el jefe finalmente le apartó la mirada y continuó su recorrido en las escaleras sin decir nada más. Frisk tomó aquello como que había terminado de hablar con ella y que ya podría descansar en aquel sofá de tono verde olivo.
Acostándose lentamente, pensó en todo lo que tendría que soportar de ahora en adelante con tal de ver la forma de sacar a su amigo, pero era realmente imposible para ella contenerse con tanta fanfarronería y discriminación en el ambiente del lugar. Se limitaba en realizar los quehaceres que le encomendaran mientras planificaba la forma de escapar y dirigirse hacia el único que podría ayudarle de momento en retomar su vida pacífica, pero con tan sólo un día se había percatado de que todo sería más difícil de lo que hubiera imaginado. Vaya el lío en el que se había metido ahora, todo por no haberle hecho caso.
Sabiendo que Flowey la regañaría por todo lo que pasaba ahora, no pudo evitar sonreír por el mero hecho de imaginárselo palabra por palabra. Lo extrañaba demasiado, pero se prometía a sí misma que no pasaría mucho tiempo para volver a estar juntos y largarse lejos de todos los conflictos. Sólo tenía que apegarse a su propio plan.
En cuanto a Don Gaster, al llegar a su habitación no dudó en tomar las hojas sueltas que siempre tenía al alcance para anotar todo lo que le viniese a la mente en cualquier momento. Después de acariciar levemente el marco de foto que tenía a lado, se puso a escribir pendientes para el día siguiente, sabiendo que aquello no le dejaría dormir apropiadamente si no planificaba sus palabras al momento de tener que hablar con el Gran Don, había mucho en juego después de todo. Muchas cosas estaban en riesgo de perderse si no planificaba cada uno de sus movimientos en adelante.
Pese a estar listo para escribir toda la estructura de sus jugadas, la breve plática que había tenido minutos antes con la humana le retumbó todo lo que se había estado formulando para anotar, quedando con la pluma suspendida en el aire y contemplando la hoja en blanco frente a él ante una incógnita que no le había interesado antes.
Una humana que no supiera lo que era la menstruación podría deberse a una desinformación por parte de los padres con carencias de educación, pero su figura no desarrollada realmente le aclaraba que aquella chica, además de no tener una vida sexualmente activa (cosa que descartaba de inmediato un embarazo), no tenía idea porque aparentemente no era algo que hubiera experimentado pese a su adultez. ¿Qué acaso los padres no habían atendido eso o explicado al menos lo que era? Y esos ojos tintos tan inusuales... en definitiva algo no estaba cuadrando biológicamente hablando.
Tal vez esa humana no era tan sana como creía al principio.
...
El molesto sonido del reloj cucú resonó en su habitación con suficiente insistencia por varios minutos, pero aun así Alphys no pensó en levantarse hasta que parara aquel sonido tan odioso proveniente de un pájaro horripilante de madera. No estaba esa vez para arreglar el reloj tras varias veces haberle lanzado lo primero que encontraba al alcance. ¿Cómo es que Gerson lo encontraba divertido? De todas las cosas que tenía en el hogar, ese sin lugar a dudas era el más desagradable... y lo peor era que lo conservaban en su habitación sin oportunidad de discutirlo.
Sabiendo que ese malestar matutino no tenía por qué presentarse, se levantó con calma para ponerse los lentes y servirse agua de la pequeña jarra de cristal que siempre tenía a lado suyo para tomarse sus medicamentos. Su día no podía empezar si antes no se los había tomado, por lo que esperó pacientemente a sentir el efecto antes de levantarse de la cama.
No tuvo ni qué voltear al otro lado de su cama para saber que su esposo no estaba, ya era una costumbre que él se levantara más temprano que ella para dirigirse a cualquier otro lado que ameritara su presencia sin avisarle de nada, aunque tampoco era algo que le preocupara o interesara en realidad. Era algo mutuo que tuvieran sus propios intereses que no requirieran de cuestionamientos en cuanto no afectaran al otro, era un acuerdo no dicho entre ellos al no necesitar palabras para comprenderlo. Estaba más que implícito en la palabra matrimonio al fin y al cabo.
Notando que la pastilla ya estaba haciendo el efecto deseado, finalmente se paró para comenzar su día previsto como ocupado. Tenía mucho que hacer antes de que la anfibia escurridiza regresara de sus absurdos escapes nocturnos que tanto Gerson como ella estaban más que enterados. Le daban la libertad de que hiciera tales cosas sin levantar sospechas esperando que ella se abriera con ellos para el momento más adecuado de ponerla en sus filas, aunque su esposo creía que ese momento ya lo tenían presente desde que les había dado un dato de lo más interesante. Ella por su parte, no la consideraba adecuada por más que analizaba la situación.
En verdad que esa monstruo era de lo más ingenua al grado de llegar a lo patético, pero eso le daba igual en absoluto. Al final, sólo sería una herramienta más del montón. ¿Por qué entonces darle un trato especial? Si bien había comprobado por cuenta propia que Gerson estaba en lo cierto sobre su resistencia superior a cualquier monstruo, no tenía nada más con lo que destacar dada su ingenuidad que podría presentar un problema interno. Sus experimentos requerían algo más fuerte que pura resistencia y lo había dejado más que claro en más de una ocasión.
-¡Oh! Buenos días, ehh... ¿Señora... de Gerson?
Y hablando del rey de Roma...
-Quise adelantarme en prepararles el desayuno, no creí que se levantarían tan temprano. –Comentó la anfibia desde la cocina, a lo cual Alphys podía detectar un ligero olor a pan quemado. –Pero no hay problema, siéntese y enseguida le sirvo.
La reptil de escamas mostaza se quedó quieta observando todo con total indiferencia y sin hacer caso a su gesto de amabilidad. Agradecía el haberse tomado su medicamento minutos antes, o de lo contrario ya habría atacado torpemente a la anfibia sin poder dar explicación alguna de sus acciones y metiéndole un problema a su marido. No era porque le desagradara su presencia ni nada por el estilo, sino porque todo acto sorpresivo detonaba sus arranques emocionales que requerían de sus dosis diarias para poder conservarse en ese estado más calmado y controlado para ella. Si bien su medicamento lograba suprimir todas sus emociones, debilitaba su cuerpo al grado de no poder moverse con la naturalidad que alguien de su joven edad podría. Aun así, era algo que no le importaba, su mente superior era lo que realmente tenía de valioso y lo que más le importaba en conservar con cordura, alejando toda alucinación y descontrol de sí misma que le afectara en sus labores cotidianas. Daba igual si eso le limitaba físicamente, no necesitaba nada de eso a comparación de todo su potencial infinito como erudita ejemplar.
-¿No... quiere sentarse? –Cuestionó de nuevo la anfibia algo desconcertada por su indiferencia. Alphys ya estaba acostumbrada a eso, muchos no procesaban estar ante alguien sin emociones. –O más bien, está esperando a su esposo ¿cierto?
No queriendo que la anfibia siguiera insistiendo con preguntas tontas, se dirigió con indiferencia hacia la mesa y se sentó sabiendo que le serviría inmediatamente al tomarlo como una seña a proseguir. Por la forma chamuscada que contemplaba su plato recién servido, agradecía no contar con su lengua ante el mal sabor que seguramente tenía eso.
-No soy una gran cocinera, pero quería hacer algo por ustedes en agradecimiento. –Insistió la anfibia mientras servía más platos. –Su esposo no tardará mucho, supongo.
Por obviedades, Alphys no hizo ningún gesto que le diera una respuesta evidente. Ya le había arruinado la mañana al no poder continuar con sus pendientes en su presencia y se había apoderado de su cocina ¿qué más quería de ella?
-Ohh, eehh...–Al no recibir respuesta, Undyne se sentó frente a ella y comenzó a hacer señales con su manos con lentitud, como si tratara de recordar cada letra o palabra en el proceso. –Su... esposo... no... tardará...
La reptil amarillenta se limitó a alzar una ceja mientras esperaba pacientemente a que acabara con su mímica torpe. Era muda, no sorda. ¿Por qué se ponía a pronunciar cada cosa?
- ...mucho...?
"Te oigo perfectamente, no hace falta que uses el lenguaje de señas conmigo". Le comentó entre señas y haciéndolas con lentitud para que le entendiera, ahora que aparentemente conocía el lenguaje.
-Oh, lo siento si la ofendí. –Pudo notar un leve rubor por la vergüenza que seguramente estaba teniendo la anfibia, cosa que le dio igual a la señora de la casa. –Me contaron que usted no contaba con lengua y creí que yo no me daba mucho a entender... En fin, será mejor comer antes de que se enfríe, ¿no cree? A menos de que esté esperando a su esposo.
"No está".
-Entonces a disfrutar del desayuno.
Alphys se quedó contemplando cómo la chica comenzaba a comer con algo de prisa, mientras que ella se limitó a contemplar su plato algo chamuscado y sin probar un solo bocado. Si estaba consciente de que no tenía lengua, por consiguiente debería de saber que no podía comer cualquier cosa dado sus limitantes. Aunque tampoco le sorprendería que no lo supiera, realmente era una tonta ante sus ojos. En verdad que agradecía haberse tomado su medicamento con tiempo, esa chica sería un fastidio si le diese importancia innecesaria.
Una vez que pudo deshacerse de ella dada una prisa que no le interesó en conocer el motivo, por fin pudo dirigirse a su laboratorio subterráneo para proseguir con sus pendientes. Pero entre tanto humo de tabaco en el lugar, no contaba con encontrar ahí a su marido y dos de los caninos élite con los que se contaba en el grupo mafioso en el que pertenecía. No dándole importancia de tal multitud en su lugar de trabajo personal, continuó adentrándose hasta notar que tenían a un retén humano de mayor edad de cabello negro, completamente golpeado y ensangrentado de las manos en una esquina.
-N-no lograrán nada con esto. No...
El potente ladrido de uno de los monstruos le hizo callar de inmediato mientras se encogía aún más en su sitio de modo deplorable. Su acompañante canina simplemente rió por su mera reacción mientras se colocaba a un lado para apreciar aún más tal escena divertida para ella. Alphys se limitó a pasarlos de largo sin siquiera saludarlos y a dirigirse hacia el pequeño escritorio que tenía en uno de los rincones para comenzar a revisar sus bitácoras antes de proseguir con su investigación. Gerson le sonrió al verle pasar con simpleza y de inmediato retomó el observar la situación que tomaba con total calma pese a los disparates del humano completamente ensangrentado.
-Si no quieres perder otro dedo, humano, te recomiendo que hables de una vez. –El canino le lanzó dicho dedo al humano para que lo contemplara, pero era más que evidente de que no quería verlo al ignorarlo de inmediato junto con los otros que estaban cercanos a él. –Todavía te quedan siete más para seguir intentándolo. Piénsale bien.
-Aww, cariño, estás siendo muy blando con él. –Le comentó la can con una voz dulce pese a lo que estaba pasando en el lugar. –Me parece que el humano quiere que le subamos de nivel. ¿Qué tal si le arrancamos los pies ahora?
-N-no...
-Nuestro can superior fue asesinado por alguien cercano a ti, ¿en verdad creías que no te encontraríamos tarde que temprano? ¿Sabiendo que tú le ayudaste?
-Basta muchachos, no creo que sea necesario más violencia. –Intervino Gerson con su sonrisa calmada intacta. –El humano está listo para hablar con la verdad ¿no es así?
El mencionado apenas y ponía levantar la mirada hacia los monstruos que lo observaban con distintas miradas. Alphys apenas y podía ver bien ante tanto humo en el lugar que parecía incrementarse cada segundo. Tantas veces que había aclarado que en su zona no se debía de fumar porque afectaba todas sus cosas y seguían sin entenderlo. De tantos lugares en los que podrían torturar al humano ¿Por qué precisamente en su sitio?
Podía notar como sus amalgamas se inquietaban con el olor a sangre, pero ante la presencia de su dueña no se atrevían a hacer algo sin que ella se los ordenara. Al menos en ese lugar había quienes sabían respetarla como se debía. ¿Por qué Gerson había permitido todo eso?
-Tic, tac, tic, tac. Humano, no tenemos tu tiempo. Habla ahora. –Gruñó el canino en su sitio.
-Matarme no les conseguirá nada.
-¿Quién dice que vamos a matarte? Torturarte es más divertido. –La canina intervino con una dulzura nada acorde a la situación. –Tienes suficientes extremidades en el cuerpo para seguir con esto hasta que quieras revelarnos el verdadero asesino de nuestro can al mando. Así que te conviene hablar ¿no crees?
Alphys dejó de prestar atención con aburrimiento al notar que continuaban cortándole otro dedo y generándole muchos gritos de por medio ante una negativa por parte de la víctima. Se sentó sin más para comenzar a revisar los expedientes que tenía por leer ese día para no pasar nada desapercibido de lo que deseaba obtener en corto plazo. Recuperar a su más grande creación requería de suficiente detenimiento para no cometer los mismos errores.
-Nunca supe su nombre ni rostro... ya se los dije. –Comenzó a titubear el sujeto cada vez más acabado. La cantidad de sangre que emanaba de él ponía inquietos a las amalgamas en sus sitios. –Era un sujeto muy serio que portaba una máscara.
-Respuesta equivocada.
En un rápido movimiento, la canina levantó un hacha y le cortó uno de los pies sin darle oportunidad al humano de retirarlos. Entre gritos de dolor que salían del ser insignificante de la esquina, Alphys se tapó los oídos mientras suspiraba de resignación por tanto ruido en su espacio personal. Pero al notar que su esposo la miraba de nueva cuenta, supo que era su momento de intervenir en verdad ante la molestia que le estaban presentando. Por lo que en un simple chasquido de sus dedos, las amalgamas que habían estado inquietas a lado suyo se lanzaron con rapidez hacia el humano tumbando todo a su paso.
En cuanto comenzaron a pelearse por el sujeto que gritaba de dolor y miedo, lo terminaron partiendo en dos en busca de obtener un gran pedazo de él mientras lo devoraban con enjundia. Por lo que no se pudo ver cómo su alma había desaparecido por completo entre tanto ser deforme moviéndose con desesperación de obtener la mayor parte de la comida.
-¡Oh vamos! –Se quejó el can mientras observaba todo un tanto asqueado. –Aun no terminábamos.
-Fue suficiente, Dogami. Era obvio que el sujeto no podía dar más que eso. –Comentó la tortuga con voz calmada. –Por otra parte, parece que hay un puesto disponible.
-¿Y por qué no yo?
-Ustedes son buenos para torturar, no para dirigir un equipo. Supongo que por eso no tiene hijos wahahaha.
Alphys optó por ignorar la plática que estaban teniendo y enfocarse su objetivo del día teniendo los archivos DT entre sus garras. No volvería a cometer los mismos errores con DT-00X, aun había mucho qué experimentar y explorar en él siendo las opciones infinitas ante todo el potencial que tenía. Aun con el error de cálculo de que obtuviera el extraño comportamiento de tener voluntad por encima de la carencia de un alma.
...
En una recámara grande digna para una princesa, una tenue luz se escapaba entre las densas y elegantes cortinas para apuntar con su brillo y calor a la pequeña criatura que yacía dormida en su cómoda e inmensa cama para ella. Lentamente abrió los ojos aun adormilada y se sentó en su cama quitándose algunos de sus largos mechones negros del rostro, mirando con su único ojo libre de su cabello hacia dónde provenía la luz indicándole que ya era de día. Permaneciendo en silencio entre sus cuatro paredes, movió sus orejas puntiagudas en forma de estiramiento para luego continuar con las siguientes más regordetas con desidia sobre si ya levantarse.
Era un simple día más solamente.
Antes de poner los pies sobre el suelo con resignación, la puerta de su habitación se abrió de golpe mientras una criatura casi de la misma apariencia y altura que ella salvo de más edad ingresaba con una gran sonrisa.
-¡Hoi! Buenos días, mi terrón de azúcar. –Sin esperar respuesta, la sonriente criatura se dirigió hacia las cortinas y las apartó poco a poco como pudo con sus pequeñas patas como la nieve. –Hoy es un hermoso día como tú, así que es momento de levantarse para disfrutar lo que se avecina. ¡Hoi!
-Bu... buenos días, mamá. –Se limitó a decir la joven criatura entre bostezos, aun en su cama un tanto adormilada. –Qué... ¿qué es lo que se avecina?
Sin contestarle a la primera, contempló que su madre ya estaba completamente arreglada con la elegancia de siempre desde que se había vuelto la líder sindical. Estaba acostumbrada a que siempre se mostrara tan sonriente a comparación de ella que le agobiaba todo lo que era su entorno a lo que se le denominaba su vida, pero le daba la impresión de que esa sonrisa tan ensanchada le advertía de algo muy distinto que requería de que estuviera despierta por completo.
Notando que su madre había ido a su tocador principal para tomar su cepillo y algunos broches, se preparó para que comenzara a peinarla como siempre, insistiendo en que debía de destacar siempre su belleza ante el mundo. No por nada no le había cortado el cabello desde hace mucho tiempo, quedándole muy debajo de la cadera con tal de resaltar su feminidad con eso.
-Tú y tu intento de cubrirte tu hermosa carita, Tammy. –Canturreó su madre mientras le peinaba con algunos broches para impedir que varios mechones interrumpieran su rostro.
-Mamá, puedo peinarme sola, Hoi.
-Si no fuera por mí nunca destacarías esa belleza deslumbrante, Hoi. Aun no aprendes a seleccionar tu ropa y accesorios adecuadamente. –Su madre emitió una suave risa y dejó de peinarla para contemplarla con alegría. –A levantarse ya, que hay mucho que ensayar mientras desayunamos.
-¿Ensayar? Mamá, ¿qué...?
-Felicidades, mi terrón de azúcar. ¡Logré comprometerte! ¡Hoi! ¿No es una noticia asombrosa? –La líder sindical alzó sus brazos, lanzando el cepillo a un lado de la habitación por su alegría. –Nuestro pequeño problema quedará resuelto. Y justo a tiempo, no es apropiado que una joven tan bella como tú esté soltera estando por cumplir su mayoría de edad a un par de semanas.
La Temmie frente a ella se quedó con los brazos alzados mientras esperaba una reacción de su parte, pero la joven seguía sin poder levantarse de su cama ahora por tener que procesar adecuadamente esa noticia. Lo cierto era que no le sorprendía que su madre hubiera hecho todo lo posible por garantizar que todo quedara en buenas manos todo el imperio que había creado su padre que en paz descanse, pero aun así algo le carcomía en eso pese a estar destinada desde un principio a ser una moneda de intercambio de poderes. ¿Acaso era resignación? De cualquier forma sabía que era algo que no tenía control de ninguna forma. No tenía caso sentir algo malo dentro de eso, su madre sólo hacía lo que era mejor para todos siempre y no podía detestarla por eso.
-¿Y... de quién se trata? –Trató de esbozar una tenue sonrisa, pero su intento fue en vano al ver su reflejo en el espejo frente a ella, donde su madre estaba ahora buscándole prendas adecuadas cual señorita de clase que venía siendo.
-Papyrus Gaster.
-Eehh...
-Veinticinco años, alto, apuesto, fuerte y sobre todo, moldeable a nuestra voluntad. Es perfecto ¡Hoi!
-¿Qué no es... un traidor? –Recordó levemente la plática matutina anterior, donde su madre había recibido un documento que hablaba sobre ello.
-El hijo mayor cometió traición, sí, pero el menor estará libre de toda culpa gracias a mis movimientos, hoiiiiiiii. –Rió nuevamente mientras por fin se decidía en un vestido floreado muy similar al que llevaba ella. –Es tan fácil manipular a un hombre con evidentes debilidades, mi terrón, ya aprenderás.
-Suena a que de nuevo conseguiste lo que querías.
-Ni siquiera requerí de medidas fuertes, Tammy, el sujeto siempre fue fácil de llegarle al punto de quiebre. Su esposa por otro lado... En fin ¿hoy prefieres usar perlas?
-En realidad...
-Perlas entonces. –Le interrumpió mientras se dirigía rápidamente a su otro tocador donde tenía albergada sus joyas. –Los Gaster siempre tienden a ser de mucha clase, así que supongo que al hijo menor le agradará tener una pareja que sepa arreglarse adecuadamente siempre. O al menos al padre siempre le agradaba que su esposa estuviera así aun con carencias en sus inicios. Supongo que por eso no le agradaba que trabajara, ¿pero quién puede culparlo? El trabajo es para los hombres, las mujeres tenemos otra función.
-Pero tú trabajas, mamá.
-¿Hoi? No, mi terrón, yo no trabajo, jijiji, yo solo estoy jugando al igual que los demás.
-No entiendo.
-Hace muchos años, un humano de tierras lejanas llegó para sacudir la ciudad en cada pisada que daba. Moldeando su entorno a su voluntad por medio de jugadas que siempre hacían parecer que la suerte estuviera de su lado, pero sólo era un hombre muy astuto. Por muchas cosas como esas es que se ganó el nombre de "El jugador" entre muchos. –La voz de la temmie se tornó muy distinta mientras respondía tal cosa. Tammy no estaba muy segura de sí era indignación o admiración lo que trataba de reflejar su madre en sus palabras. –No sólo se ganó enemigos de inmediato, sino que inspiró a que muchos quisieran entrar en el juego. Y tras su muerte en manos de Don Dreemurr, henos aquí a todos, compitiendo a nuestra manera entre los jugadores restantes, luchando por ser el vencedor de un tablero sin fin. ¿Zapatos negros?
-Eehh...
-Zapatos negros serán. –Canturreó con el tono de siempre, cambiando drásticamente su expresión tras su extraño argumento.
Mientras notaba como su madre volvía a moverse en busca de dichos zapatos negros, la joven temmie se quedó pensando en lo que le había dicho. Recordaba que su padre le había comentado poco antes de su muerte que el sindicato era su forma de "estar a la altura" de muchos otros, suponiendo así que esa había sido su forma de integrarse más a fondo en un mundo competitivo nada piadoso. ¿Qué mejor forma de obtener poder usando las reglas humanas a su favor? Vaya que su padre en verdad había sido astuto al final, y el que su madre insistiera tanto en preservar su creación que había sido el sindicato, era una forma de darle honor a su recuerdo entre los demás monstruos.
No había forma de que se negara de querer hacer lo mismo, aun cuando la situación le carcomía internamente.
-El ensayo entonces es para ver cómo me comportaré... con mi... prometido ¿hoi? –Preguntó cada vez más con un tono más bajo.
-¡Hoooiii! ¡Correcto! –Exclamó mientras le llevaba sus zapatos.
-¿Pero por qué un Gaster? Creí que... no te agradaban los de tipo... mafioso.
-Todos esos incautos malagradecidos creen que no le deben nada al sindicato, aun cuando son la mayoría. –La expresión de su madre nuevamente se oscureció por unos segundos al decir eso, pero rápidamente cambió nuevamente al alegre que siempre mostraba. –Lamentablemente no había muchas opciones para preservar el apellido Temmie adecuadamente, pero encontré una gran oportunidad en ese sector que no podía ser desaprovechada, mi terrón de azúcar.
Le pasó la carpeta que había traído consigo al ingresar a su habitación y se puso a leerla sin más mientras por fin se paraba de su cama para ponerse los zapatos que le habían dejado en el suelo. En efecto la firma indicaba que el trato estaba hecho con el jefe de familia, pero...
-Entonces no estoy del todo comprometida. –Observó con detenimiento el documento mientras dejaba que su madre la siguiera arreglando. –Sólo... está ¿empeñado conmigo? ¿Hoi?
-No hay forma de que logre lo requerido para que no, mi terrón, hoii. Don Gaster no se da cuenta de que buscó su propio funeral. Pobre sujeto desesperado, el Gran Don lo matará en cuanto dé un paso frente a él.
-¿Pero y si lo logra? Aquí dice que ya había...
-Logró que le cediera la zona de Snowdin al renunciarle, hoi, fue algo asombroso a decir verdad. –Nuevamente le interrumpió mientras se esmeraba en que su vestido no mostrara ninguna arruga, todo tenía que ser perfecto en ella. –En aquel entonces Don Dreemurr era más flexible, ahora no se cuestiona en matar a todo aquel que intervenga en sus planes.
-Pero tú si quieres hacer negocios con él. –Insistió aun con la carpeta en mano y leyendo de nueva cuenta todo para no perder detalle. Las cláusulas del sindicato siempre eran delicadas. –Si tengo como marido a un Gaster... ¿no haría eso un problema con él a corto plazo?
-No lo será al casarse contigo, Tammy, renunciará a su apellido nato y se volverá un Temmie. Claro que eso será después de heredar todo lo Gaster cuando el Don y primogénito sean asesinados en manos de el Gran Don. Tengo todo en mi poder para proteger al único que nos interesa y pertenece. –Explicó con simpleza y alegría la líder sindical, moviendo un poco sus orejas puntiagudas a ritmo de su risa. –Tendrán un hijo varón juntos y continuará el linaje Temmie. Es lo que tu padre habría deseado, Hoi.
Mientras le colocaba su collar de perlas como detalle final, ambas temmies se contemplaron en el espejo del tocador con diferentes expresiones en sus miradas. Por mucho que Tammy sonriera para complacer a su madre, no le gustaba lo que veía en ella en el reflejo, deseando quitarse esos broches para cubrir nuevamente su rostro para que la dejaran en paz con tanta atención. Pero era algo inútil, su objetivo de vida siempre había sido ser bella para el momento de tener que complacer a un hombre en palabras de su madre. Así que daba igual si estaba en verdad comprometida o no.
Sólo estaba teniendo un día como cualquier otro simplemente.
...
Levantarse temprano había sido complicado para Frisk ante la ausencia de ventanas en el lugar, no obstante pudo ingeniárselas para apresurarse a arreglarse y ponerse a preparar el desayuno antes de que le dijeran algo desagradable una vez más. Aunque se sentía incomodada de notar que había muchos ojos sobre ella muy similares a la criatura extraña que le había despertado el día anterior. Pero supuso que esos tres sujetos venían siendo lo mismo al ser todos del peculiar tono grisáceo, aun cuando se trataran de un gato antropomorfo de mirada irreconocible, el sujeto del día anterior de aspecto terrorífico y una criatura calva de ojos saltones muy inquietantes. ¿De dónde sacaban gente así?
Al igual que como le había pasado en su florería, descubrió que podía estar tranquila en cuanto se concentrara en hacer lo suyo que conocía, por lo que se enfocó en preparar nuevamente omelletes al ser lo único que había de ingredientes coherentes en el lugar para la hora. Aun cuando estuvo Papyrus apoyado en una pared observándole en silencio para suplir a las otras extrañas criaturas grises, pudo realizar su labor obligada sin preocupación alguna. ¿Se habían levantado temprano todos sólo para vigilarle? ¿O era otra clase de hostigamiento por parte de ellos?
-SIGO SIENDO SU CONOCIDO ¿CIERTO? –Preguntó el esqueleto tras varios minutos observándole la espalda.
-La verdad es que no sé qué denominación darle a usted. –Admitió sin más Frisk en lo que no apartaba la mirada del sartén. –No es alguien que me interese conocer.
Tal parecía que había sido la respuesta incorrecta que había deseado, ya que pudo oír con claridad el chisteo de sus dientes en total desaprobación. Aun así Frisk siguió sin mirarlo y enfocarse únicamente en el desayuno que ya debía de estar listo en unos minutos.
-PUES NO TIENE ALTERNATIVA, SEREMOS CONOCIDOS EN CUANTO VIVA EN MI CASA.
-Eso no implica que usted me importe.
-¿Y PORQUÉ INSINÚA QUE USTED A MI SI?
-Porque no encuentro otra explicación por la que haya intervenido. –Respondió sin siquiera pensarlo demasiado. Lo cierto era que venía siendo un tema secundario que circulaba en su mente después de todas las acciones de Sans. –Evitó que esa anfibia me matara y luego que su padre planificara alguna otra cosa conmigo que no fuera el ser esclava de ustedes.
-NO LO HICE POR USTED, LO HICE POR SANS. –Reprochó mientras apartaba la mirada de ella para enfocarse en la puerta que tenía a lado que conectaba con el comedor. –SU VIDA NO ME IMPORTA, ES UNA HUMANA CUALQUIER OTRA EN EL MUNDO.
¿Y por qué le pasaban esas cosas a ella? ¿Por qué le tocaba la desdicha de que la involucraran a ella y no a algún otro humano? Pensaba seriamente Frisk mientras servía con cuidado en los platos las porciones de cada uno. Había demasiados humanos en la ciudad como para que le tocara la mala suerte de que le tocaran esas cosas particularmente a ella. ¿Por qué no la dejaban en paz de una buena vez?
Tomando dos platos para llevarlos a la mesa, contempló a un par de pasos que el esqueleto jefe de familia ya estaba situado en su asiento con periódico en mano. Si estaba lo suficientemente cerca para poder escuchar la innecesaria conversación, ¿acaso Papyrus le había dicho todo eso para que su padre le escuchara denigrarla al estar tan cerca de la puerta? Viniendo de ellos podría esperarse cualquier cosa.
Colocó los platos sobre la mesa sin hacer ruido y se regresó para ir por el resto, pero para sorpresa suya Papyrus le estaba pasando los platos al otro lado del marco de la puerta sin que le viera su padre al estar concentrado en su lectura y sin que el mismo esqueleto le viese a la cara, como si con ello nada de lo que estuviera haciendo estuviera pasando y esperara que no se le cuestionara por eso. ¿Acaso había estado ahí con la intención de ayudarla de algún modo? ¿Había pensado mal de la situación entonces? ¿Pero entonces porqué la desacreditaba en toda oportunidad?
Notando que lo mejor era evitar toda incomodidad de lo que ya de por si se había vuelto, tomó los platos que le estaba brindando y continuó con lo que tenía que hacer para concluir su primera tarea del día, terminando pronto gracias a un pequeño gesto que la dejaba un tanto confundida. En cuanto Sans se acercaba a la mesa con pasos adormilados, escuchó levemente que su padre apartaba el periódico para verlo y reprocharle por la aparente mala presentación que tenía para desayunar, aun cuando para Frisk ya era lo suficientemente decente lo que llevaba puesto con la ropa evidetemente cara con tan sólo verla. Papyrus por fin se atrevió a salir de su escondite y se quedó prado unos segundos viendo tal escena repetitiva para él seguramente, ya que su expresión entre neutra y de fastidio que estaba gestionando le comunicaba eso.
Y ahí Frisk se dio cuenta de algo que no había prestado atención hasta ahora al no haberle interesado en absoluto el sujeto que tenía a lado, destacando la diferencia de estaturas de ese modo peculiar. Papyrus sólo quería ser visto, quería ser notado. Quería que se le reconociera por lo que fuera, aun cuando fuera entre agresiones y disputas como las que tenía Sans con su padre por una desacreditación mutua.
-Gracias.
Susurró sabiendo que le escucharía únicamente él debido al leve escándalo armado en la mesa. Ese par de hermanos sólo estaban necesitados de atención por la nada saludable que le daba su padre que, más que nunca, comprendía las palabras de Sans sobre que venía siendo más un jefe que un familiar directo. Le incomodaban presencialmente cada uno a su respectiva manera, pero al menos no sería malagradecida con lo poco bueno que estaban dispuestos a otorgarle de alguna forma.
Pero qué enrollo en el que estaba metida con esa familia. Estaba segura que para Flowey todo sería absurdo si le contara lo que estuviera pensando ahora.
***
Y me tardé de nuevo en actualizar, pero ya saben cómo va mi vida laboral :P
Aunque fuera en lapsos muy cortos, me he dispuesto en escribir de poco a poco con lo que puedo de tiempo para no abandonar nada para tener este capítulo listo antes de que me lleguen más pendientes acumulables. Ahora me dirigiré corriendo hacia el trabajo antes de llegar tarde por llegar a una cafetería y terminar de escribir todo esto. Deséenme suerte. Los quiero mucho.
**Inserte sus teorías locas aquí y luego tome una michigalleta**
Michi fuera!
:P
Bạn đang đọc truyện trên: TruyenTop.Vip