Cap 55. Promesa



Los vestidos ante Frisk no eran de su agrado por ser tan escotados y cortos, pero era mejor portar uno de ellos a estar con el destrozado y ensangrentado que tenía consigo. No tenía idea de lo que el esqueleto mayor tenía en mente, pero si le había dado la "piedad" de que pudiera cambiarse para mayor comodidad, en definitiva debía de mantenerse alerta y usar todo a su favor en caso de tener que defenderse en cualquier momento.

Tras revisarlos una y otra vez, tomó la decisión de usar el más alargado posible ¿Qué acaso a la chica arácnida le gustaba mostrar tanta pierna? ¿Y con el frío de Snowdin? Al menos intentó cubrir ese hecho con medias para no sentirse tan desnuda con ropa tan corta para su gusto, pero ya se sentía lo suficientemente incómoda de estar poniéndose ropa ajena y tan fuera de su estilo personal, como para estar revisando cajones de una habitación que no le pertenecía. En definitiva extrañaba tener ropa propia, hogar propio... vida propia y fuera de problemas. Tal vez Flowey tenía razón en ese punto, debió haber huido en el momento que le indicó, sólo así podría haberse evitado tanto conflicto que no parecía tener fin. Sobre todo, haber evitado haberse separado de él sin saber en qué estado se encontraba.

Y ahora en definitiva no sabía qué hacer por más que quisiera convencerse de lo contrario. ¿Cómo afrontar el hecho de que el esqueleto desagradable sabía el nombre de su padre y ni así daba crédito a que era pariente suyo? ¿Cómo saber su paradero si lo planteaba como alguien terrible como él? ¿Qué le quedaba por hacer en una situación así si ni podía defenderlo de algo que desconocía? Por más que trataba de pensar en un trabajo que había hecho su padre, realmente no dio con algo en específico. Tan solo sabía que cuando no estaba en casa, era porque estaba trabajando ¿Pero en qué? Jamás se le ocurrió preguntar eso cuando tuvo la oportunidad y ahora no sabía qué hacer. Eso le habría ayudado mucho más en su búsqueda ahora que lo pensaba con detenimiento. Tal vez Flowey tenía razón también en eso, no pensaba las cosas con anticipación.

Una parte de ella quería escapar por la ventana, pero las arañas ahí le indicaban que no le sería sencillo hacerlo. No sabía explicarse, pero le daba la impresión de que eran más conscientes de lo que pasaba en el lugar que ella misma, vigilándole en todo momento y a su vez estar atentos a lo que necesitaba. Además, por lo que pudo percibir al momento de asomarse, se encontraba en una altura muy elevada y en un lugar muy diferente a lo que era el barrio que habitaba. Todo parecía ser muy alto y fuera de frío invernal que venía sintiendo constantemente en Snowdin. ¿En dónde estaban? ¿Seguían al menos en Ebott city todavía?

-Apúrate humana, tenemos poco tiempo. –La voz del Don resonó al otro lado de la puerta. Al menos tenía la prudencia de no pasar sabiendo que se encontraba cambiándose, se dijo internamente mientras recordaba a la señora Bonnie. –Cerrarán en un par de horas.

-¿A dónde vamos?

Le extrañó tal indicación, pero al no obtener respuesta abrió la puerta tras ya estar vestida lo más apropiada posible para su gusto. El señor se encontraba parado en la pequeña sala, mientras observaba un reloj de bolsillo que parecía haber sacado dentro de su larga gabardina. Le observó con esa mirada fría antes de dignarse en contestarle mientras le mostraba un papel doblado que tenía en su otra mano.

-Haremos una prueba, humana. Si el Gran Don te regaló esto con "cariño", podrás retirar el dinero sin dificultad alguna. –Comentó mientras dejaba a la vista el pase bancario que le había regalado. ¿Así que aún lo tenía tras habérselo robado? Aquello le molestó un poco mientras le seguía escuchando. –Y si es el caso, podrás retirarte de mi vida y de la de mi familia con dinero más que suficiente para que te hagas una vida propia.

-O tratar de extorsionar sabiendo qué tanto dinero puede brindar mi padre por mí. –Intuyó de inmediato. Cruzándose de brazos al no permitir que algo así pasaría. Supiera algo o no, no pondría en riesgo a su padre ante un sujeto tan desagradable como el que tenía frente a ella. –No soy tonta, Don Gaster. No sé qué quiera realmente con mi padre con su falsa acusación, pero ya le dije, no obtendrá nada de mí.

-Tu ignorancia es arrogante, demasiada hasta para una humana. –Pese a la sequedad de sus palabras, se le notaba tranquilo a comparación de otras veces. ¿Qué había cambiado? ¿Por qué no le estaba maltratando por hablar como otras veces? No era que agradeciera o no el hecho, pero no podía sentirse en confianza con él de ningún modo. –Pero eso lo usaré como conveniencia para este hecho. El que no sepas nada debe tener una razón que ambos podremos descubrir con esto. Con este documento que te otorgaron, se da por hecho de que tienes permiso de retirar toda cantidad posible dando tu nombre con apellido indicado en el banco. Pero esta cuenta bancaria no está a nombre de Asgore Dremurr, sino a Sageor Murderer.

-Así que debería de decir que soy Frisk Murderer en lugar de Frisk Dreemurr para ser posible. –Intuyó de inmediato con eso, siéndole extraño ese hecho. –Pero nunca me especificaron eso. No sé cómo funcionan los bancos para empezar.

-Justo eso es lo interesante de la situación. Tu total ignorancia parece ser beneficiosa para alguien. –El esqueleto guardó su reloj y el documento de vuelta a su gabardina. –Este permiso parece ser más una trampa para ti misma que un regalo generoso. La pregunta es ¿por qué? ¿Qué es lo que se pretende obtener en eso?

-Mi padre jamás me pondría en peligro. –Comentó como si fuera necesario aclararlo, pero era evidente que el esqueleto no tenía intenciones de entenderlo. –Puede que se trate de un error de comunicación, es todo.

-Si ese el caso que quieres creer, lo comprobaremos en cuanto vayamos al banco. Si eres la "hija querida" que absurdamente dices ser, no tendrás problemas en retirar el dinero dando tu aparente nombre completo. Pero si no... bienvenida al club de las víctimas de ese sujeto. No serías ni la primera ni la última mientras se siga permitiendo.

Frisk le miró molesta de su atrevimiento de tantas acusaciones. ¿Cómo se atrevía a describir a su padre en algo que no es? El mal padre venía siendo él mismo, teniendo a sus hijos con cuentas bancarias destinadas a prostitutas y obligándolos a ser asesinos por necesidades absurdas. Su padre en cambio, se había encargado de darle una buena cantidad de dinero para su uso personal, sin indicarle en qué podría usarlo al confiar plenamente en que ella sabría qué hacer apropiadamente. Eso era una relación sana padre-hija, esa era una verdadera convivencia armoniosa como debía de ser una familia... aunque hubiera agradecido un poco más de información para eso.

Dio un paso adelante con total seguridad, dejando en claro qué tan confiada estaba en las acciones de su padre. Si quería pruebas para que le dejase en paz de una buena vez, lo haría.

-Si logro retirar el dinero, usted deberá reconocer que se equivocó en las acusaciones hacia mi padre y hacia mí. –Comentó sabiendo que estaba en una especie de negociación sobre su propia vida. Era muy extraño para ella tener que hacerlo, cuando nada ni nadie debería tener que hacer tal cosa. –Me devolverá a mi amigo y nos dejarán en paz.

-Si eso llega a pasar, doy mi palabra en ello en cuanto te retires lo más lejos posible de nosotros. –El esqueleto extendió su mano enguantada, dando a entender así que usaría su magia para desaparecer del lugar. Aquello no le generó ni confianza ni un buen recuerdo de por medio. Le había mareado la vez que Sans lo había empleado en ella. –Pero si ocurre lo que presiento que pasará, no sólo tendrás que afrontar el hecho de que vives una mentira, humana, sino que tu existencia dependerá de mí hasta saber qué hacer contigo realmente. Sin objeción alguna de tu parte. Así que deberías de pensar de una buena vez en qué harás cuando des con la verdad de tu ser.

-Cuando pase, entonces yo decidiré que tanto me afecta o no, pero será mi decisión. –Habló con total firmeza sin esperar reacción alguna, contestando a su gesto tomando su mano con suma incomodidad de por medio. –A usted no le importa lastimarme, y francamente, a mí no me importa lo que pueda pasarle a usted. Estamos parejos en cuando a intereses.

-Es reconfortante que al menos estemos de acuerdo en eso.

Y dicho eso, desaparecieron del departamento en cuestión de un pestañeo. Siendo consumidos por su propia arrogancia por razones diferentes.


...

El sentimiento era extraño pese al mareo. ¿Pero cómo tomar la situación frente a ella? El esqueleto era un invasor en su totalidad y aun así no tenía el coraje de detenerlo en lo que estaba haciendo. Era más que evidente lo que estaba pasando dado su persistente interés en Frisk y aun así no sabía cómo digerir la información. ¿Quién o qué podría prepararle para algo como eso? Las probabilidades de que algo así pasaría eran casi nulas.

-¿Así que así se siente conocer a un posible yerno? –Soltó Toriel mientras le observaba andar esculcando las pertenencias de su niña. Recargada en el marco de la puerta mientras hacía un esfuerzo por tener el control de su propio cuerpo. Al menos vomitar le había ayudado a despabilarse un poco. –Un intruso en todo sentido.

Nunca creyó que algo así pasaría considerando todo pronóstico. Teniéndola oculta de todo aquel que fuera una amenaza para ella, sin poder explicarle lo que era una relación teniendo en cuenta lo que implicaría, apartándola de una vida normal que ella jamás podría tener... Y aun así, su niña se las terminó ingeniando para tener un pretendiente que la amenazaba con torturarla por no haberle permitido tener una vida normal. Pobre incauto, no tenía ni idea de a lo que se estaba metiendo y de alguna manera eso hacía levemente divertida la situación. ¿Quién diría que viviría lo suficiente para experimentar ese hecho? Si Asgore estuviera ahí seguramente sabría manejar la situación mejor que ella, pero ahora le tocaba tomar decisiones al respecto y a la altura de su vida ya no tenía algo que le generara el suficiente interés para intervenir apropiadamente.

-No hace falta que sigas hurgando en las pertenencias de una damita. –Insistió Toriel al no contar con su atención, dándole la espalda mientras leía unas cartas que reconoció a simple vista. ¿Así que por fin se daba cuenta de a qué se estaba metiendo? –Si tanto te importa, te diré lo que necesitas saber.

-El Gran Don mantuvo un trato afectuoso con Frisk. –Finalmente el esqueleto se dignó en girarse para verle directamente mientras sostenía las cartas. –¿Ese cariño es genuino o sólo una manipulación de su parte?

-¿Acaso eso importa? –Arqueó una ceja al extrañarle que le importara tanto eso. –Frisk estuvo bien en nuestras manos, los métodos fueron lo de menos.

-¡Claro que importa, malditos!

-Mi niña es lo bastante intuitiva para saber que alguien le está manipulando o no. –Se apartó un poco del marco de la puerta, obligándose a dejar atrás el mareo a causa de... ¿Cuántas botellas había bebido ya? No recordaba que fueran tantas, aunque nunca había sido buena para el alcohol si debía sincerarse. –Pero no deja de ser humana, sus fortalezas son su propia debilidad también. En el caso de Frisk, es porque es una mamífera. Una humana hembra.

-Tal vez usted se discrimina por ser una fémina, sentándose en su miseria sin permitirse seguir adelante, pero Frisk no. Ella es capaz de más. –La voz del esqueleto sonaba tan segura, que aquello le generó un bienestar que no supo explicarse con palabras. ¿Así que estaba ante un hombre que la valoraba por esos impulsos de su parte? Sí que Frisk había atraído a un buen partido. –Ella no espera casarse para sentirse realizada. Ella no espera a ser mantenida o tener una familia para sentirse completa. Así que no la compare con usted.

-¿Esa es tu manera de pedir su mano a su madre? Eso es imposible y lo sabes.

-Usted no es su madre. –Atajó el esqueleto. –Se encargaron de matarla.

Si tan solo pudiera recordar cómo reírse apropiadamente, lo habría hecho ante tal cosa. En definitiva el esqueleto solo estaba para escuchar lo que quería escuchar, pero tampoco le negaba sobre su interés en su niña de ojos alargados y de evidente carácter apático. No podría culparlo, ocultar un interés genuino era sumamente complicado, razón por la cual Asgore había optado por tomar esa medida antes de que sus planes estuvieran cada vez más cerca de sus metas. Una debilidad que no podía dejar a la vista con tantos enemigos ganados por cuenta propia y que requería de su parte para apoyarlo con eso.

Tuvo que adentrarse al cuarto para seguir hablando y no sucumbir a su mareo a causa de todo el alcohol que se había empeñado en digerir ese día como adelanto a la nochebuena. Se sentó en la cama de su niña mientras el esqueleto no apartaba la mirada de ella. Se sentía tan extraño estar por tanto tiempo en su habitación y sin que ella estuviera... No, eso sí era normal. Frisk nunca se quedaba por mucho tiempo en su propia habitación al preferir quedarse durante horas en el campo o invernadero, cubierta de tierra que difícilmente quitaba de su ropa manchada constantemente. Nunca logró que se comportara como una señorita, pero tal parecía que ese hecho había atraído a un mafioso. Si las cosas en el mundo fueran tan sencillas, habría contado con su aprobación al dedicarse a lo mismo que su marido, pero nada era fácil en la vida y mucho menos un aparente amor que jamás podría darse como tal. Empezando con el simple hecho de tratarse de especies tan distintas.

-Ya te lo dije, hijo de Gaster. Mi esposo no mata mujeres. –Al sentarse en la cama, el edredón soltó una gran capa de polvo que nubló levemente la habitación, pero ninguno de los dos le dio importancia a ese hecho. –Y antes de que intentes perforarme otra oreja, debes saber que el verdadero asesino de Midori-sama también está muerto. De los Saito sólo queda mi Frisk.

-¿Así se llamaba la madre? –El esqueleto se mantenía firme en su seriedad, pero no podía ocultar el interés que tenía en toda información que pudiera darle. Si estuviera de mejor humor, habría usado eso a su favor, pero ya no estaba para eso. –Ni los periódicos ni las tumbas daban su nombre.

-Como toda mujer casada, estamos atadas a la sombra de nuestros maridos. Sin importar la cultura o idioma. Sin importar si es humana o monstruo... Y eso es un honor para muchas de nosotras mientras que para otras puede ser una problemática constante. –Aclaró sin darle importancia a ese hecho más que evidente. Incluso consideraba innecesario explicar eso pese a identificarse en ambos lados. –Si conoces las tumbas, supongo que ya sabes más de lo que deberías, esqueleto. Eso podría ser peligroso para ti ¿sabes?

-Es peligroso para Frisk si está buscando todo eso por su cuenta.

-Lo sé, pero de alguna manera estaba tranquila... sabiendo que la flor comprendía la gravedad de la situación. Protegerla de su propia curiosidad. –Sintió un sabor amargo en su boca al estar hablando bien de esa planta parlante que jamás le agradó. Por lo que rápidamente recordó algo que le preocupó antes de estar vomitando. –La flor sabía que no era conveniente que comiera carne... ¿Por qué te lo permitió?

-¿Qué tiene que ver la carne en eso?

Toriel le contempló para saber de alguna manera si el esqueleto se estaba haciendo el tonto para sacarle más información, o si simplemente no sabía nada de lo que hablaba. Tanto que parecía molestarle sobre haber matado a unos cuantos humanos más y quedarse con las niñas, tanto que parecía estar al tanto de Frisk al grado de defenderla a capa y espada... ¿y se mostraba ignorante de lo más importante de todo eso? Si era el hijo de Wingdings Gaster, al menos debería de saber algo sobre la anatomía humana ¿no? Sí que debía de estar embobado de su niña para no haberse dado cuenta de qué tan diferente era de otras humanas. Empezando por el hecho de que se trataba de un monstruo mostrando un interés genuino por una humana ¿Cómo debía de tomar la situación así? Como madre, en definitiva no sabía cómo debía de actuar ante tal cosa, así que debía de estar agradecida con el alcohol que de alguna forma le relajaba el momento, de lo contrario no sabría cómo reaccionar por cuenta propia.

¿Tendría que decirle la verdad de eso? Su propia existencia estaba condenada a morir en cualquier momento en manos ajenas y sin poder volver a ver ni a su niña ni a su amado esposo, pero eso tampoco implicaba el hecho de que quisiera arruinarles la vida en su futura ausencia absoluta. Y si había algo que había aprendido de los Saito, era que había cosas que era mejor llevárselas a la tumba o de lo contrario se volverían un error difícil de erradicar. El conocimiento sólo alimentaba una curiosidad sin fin que pasaba de cabeza a cabeza, consumiéndolas en vida hasta acabar con todo lo que alguna vez fueron. La ignorancia era la única paz que necesitaban los seres vivos para ser felices.

Además, prefería que Frisk tuviera un buen recuerdo de ella estando viva que lo que estuviera por saber ahora. Por lo mismo y sabiendo lo que le deparaba, le había pedido que no volviera nunca más. Sólo así no le haría pasar el dolor de perder a su madre. Ya había sido más que suficiente con la pérdida de sus hermanos. Era la última compasión que podría otorgarle ahora tras su decisión como adulta.

-Mi Frisk siempre fue muy individualista, aun cuando convivía con sus hermanos. –Comenzó a hablar, pretendiendo cambiar el tema poco a poco, con la lucidez que estaba recuperando ante su propio esfuerzo. –Y no sé cómo es que existe una flor tan extraña, pero una vez que la encontró ya no pude quitársela, llamándolo amigo pese a no saber mucho sobre cómo es un amigo realmente.

-Tuvo a la planta con usted por mucho tiempo ¿y nunca se preguntó de qué se trataba? –Se extrañó el hijo de Gaster. Por lo que notaba, conocía a la perfección a la flor que no le causaba ninguna gracia. –¿Aun con lo peligroso que es?

-Frisk le quería bastante al grado de nunca apartarse el uno del otro. Mientras que la planta, con emociones o no, sus atenciones y cuidados hacia ella eran genuinos. No tuve razones para impedirle quedarse si eso hacía feliz a mi niña. –Se encogió de hombros como si fuese el argumento más simple que alguien pudiera dar. –Me parecía desagradable, pero tuve que admitir que era un aliado bastante satisfactorio en su momento y comprensible a su manera con la situación.

-La planta es un experimento financiado por su marido. –El esqueleto bajó las manos tras ya no estar leyendo las cartas, pero no pasó por alto que seguía sin soltarlas. Tal vez tenía intenciones de llevárselas y eso sería un inconveniente. –Un arma biológica cuyo fin es ser imparable contra sus enemigos.

¿Así que Gorey había vuelto a considerar la experimentación en seres vivos? Ciertamente no le sorprendía ese hecho, pero con la muerte del señor Sallow debía de haber conseguido alguien igual o peor de loco para dedicarse a lo mismo a lado suyo. No cualquiera podía soportar el ritmo, no cualquiera podía comprender su visión de las cosas y la inmensidad de sus metas que no dudaba que lograría resolver tarde que temprano. Asgore estaba empeñado en crear un nuevo mundo donde los humanos no fueran los superiores, y lograr tal cosa se convertiría en una guerra mundial liderada por él. No le importaba el cómo lograrlo, incluso si tenía que moldear la naturaleza entera con sus propias manos. Esa visión suya implicaba ser respetado por todos los monstruos y temido por todos los humanos. Obtener un poder ilimitado que sólo los dioses podrían experimentar.

Asgore sabía que se ganaría enemigos de temer sin importar la especie, pero aquello sólo le emocionaba aún más como el luchador que siempre había sido. Por lo mismo terminó aceptando su petición de que le dejaran solo. La guerra que se estaba proponiendo en ejercer implicaba una purga de todo aquello que no le sirviera. Y era más que seguro que el esqueleto ante ella sería uno de los tantos que no le servirían para su visión.

-Si es así como dices, entonces es defectuoso como todos lo demás experimentos hasta ahora. –Concluyó Toriel sin darle importancia a ese hecho. Hablando más para sí misma que para el monstruo frente a ella con cara de pocos amigos. –Si ya tienes suficiente información, te pediré amablemente que dejes esas cartas en su lugar.

-No está en posición de negociar, señora.

-No estoy negociando, lo estoy pidiendo de favor. –Aclaró de inmediato, sin darle espacio a más palabras. –Esas cartas son valiosas y requieren quedarse. Son de una vida que deseo recordar el mayor tiempo posible.

El esqueleto pareció no querer hacerle caso en un principio, pero en su mirada no había maldad alguna pese a tratarse de un asesino. Tan sólo era un joven que le tocó la mala suerte de dedicarse a un medio complicado y con poca esperanza de vida. Queriendo obtener respuestas de una humana que era de su interés, pero que lo mejor para él era que no siguiera ese camino. Le esperaba la muerte inminente si seguía en ello y era bastante joven a su perspectiva para querer acabar con lo poco que tenía así. Finalmente, se giró un poco dándole la espalda y dejó las cartas sobre el escritorio de su niña. Sin decir palabra alguna comenzó a retirarse del lugar, indicando de ese modo tan informal que era su momento de irse sin despedida necesaria entre dos desconocidos destinados a ser enemigos, pero que de igual manera no tenían los ánimos de lastimarse el uno al otro.

Toriel no tenía intenciones de detenerlo pese a ser la primera visita en mucho tiempo, y que además no le había desagradado a comparación de la flor parlante. Pero ante la única oportunidad que tenía, agarró fuertemente la colcha en la que estaba sentada para agarrarse de valor por lo que fuera a implorarle. Aun cuando se tratase de un caso perdido, aun cuando no tuviera ningún derecho para eso.

Biológica o no, seguía siendo su madre y nada cambiaría ese hecho. Su corazón así se lo indicaba.

-No te conozco hijo de Gaster, pero si realmente te importa Frisk... por favor, mantenla a salvo. –Soltó abiertamente, notando que nuevamente estaban cayendo lágrimas sobre su pelaje opaco ante su descuido. –Tienes razones para odiar a mi esposo, pero por favor...

-No soy bueno con las promesas, señora. –Se detuvo el esqueleto para decir tal cosa, pero aun así no se dignó en mirarle directamente. –Y en definitiva no es el ser apropiado para pedírmela.

-Lo sé...

-Pero si le sirve de algo, no pretendo que le pase nada malo. –Mencionó rápidamente, girándose levemente para verle con una mirada un tanto distinta. Al menos ya no había enojo o irritación. –Aun quiero verla al otro lado de la calle, arreglando las flores que tanto le gustan.

Sin decir más al respecto y confundiéndola con eso, desapareció ante su vista al grado de que Toriel casi se cae de la cama ante la sorpresa ¿Acaso había imaginado haber estado hablando con un esqueleto en todo ese tiempo? Por la cantidad de alcohol que había ingerido no lo dudaba. Se limpió poco a poco las lágrimas que había soltado pese a que la mayoría habían sido absorbidas por su pelaje, dejándose caer sobre la cama para finalmente caer dormida ante un agotamiento mental fuera de lugar.

Sin notar que de las cartas que estaban sobre el escritorio, faltaba una a simple vista.


...

Frisk ahora sabía que en definitiva no estaba en Snowdin, sintiendo un poco más de calor a comparación del barrio, sin tanta nieve a la vista teniendo demasiados edificios a los alrededores y mucho ruido de por medio que le incomodaba en gran medida. Pero nada de eso se comparaba al hecho de estar caminando esas calles repletas de gente estando acompañada por el jefe de familia esqueleto. Mirando hacia el frente en todo momento con suma elegancia, pero sintiendo cómo de alguna manera no la perdía de vista por si se perdía entre tanta gente al pasar. Cosa que podría pasarle a ella ante la gran diferencia de alturas y visiblemente lleno de humanos a comparación de la cantidad de monstruos que percibía a su alcance, por lo que supuso que como pasaba en Snowdin que estaba habitado mayormente por monstruos, el lugar en el que estaba era lo contrario. Tanto visible como por clima, sintiendo más calor que su anterior hogar pese a encontrarse en invierno.

Mientras caminaban en un lugar desconocido para ella, no podía evitar hacerse múltiples preguntas partiendo de su acompañante nada grato. Siendo un criminal ¿cómo era que se arriesgaba a mostrar su rostro ante tanta gente? ¿Se le podía considerar "rostro" a un cráneo? ¿A dónde se dirigían? Tenía muchas preguntas conforme caminaban hacia un rumbo desconocido para ella, pero tal parecía que la confianza y seriedad del esqueleto mayor eran suficientes para que no hubiera problema alguno.

Algunas vitrinas que pasaban mostraban un panorama más alegre que el barrio, vendiendo productos sumamente llamativos ante una temporada navideña cercana, pero no se comparaba al hecho de haber percibido un aroma que le hizo girarse abruptamente. En ese lugar tan repleto de gente en sus calles también vendían hot dogs en una esquina. Y sentir de alguna manera que había algo cálido y familiar en ese lugar desconocido, le ayudó por un momento a olvidar el malestar que estaba pasando con tan terrible compañía.

-No te detengas humana, que no contamos con mucho tiempo. –Le señaló el Don de inmediato.

-Si es así, ¿por qué no nos aparecimos en el lugar? –Señaló mientras no apartaba la vista del carrito con las salchichas. Olían demasiado bien, incluso demasiado fuerte en el ambiente. ¿Cómo era que ninguno de los citadinos se detenía a comerlos con tan exquisito aroma? –Ya me ha mostrado que no le importa aparecer en casas ajenas y tomar las cosas sin permiso.

-Hotland se caracteriza por tener varios reflectores de magia en muchos de sus comercios. –Contestó sin apartarle la vista y sin tener intenciones de defenderse ante la directa. –Toda manifestación de magia es desviada a las calles y puede generar severos problemas al ser ilegal mostrarla ante zona pública.

-Sans me había mencionado algo sobre no mostrar magia en vía pública. –Recordó al momento, lo cual tuvo su suficiente atención para apartar su mirada del carrito de comida. –Pero no entiendo el porqué, mi familia siempre mostró su magia sin importarle tal cosa... a menos que recuerde.

-Que sigas insistiendo que fuiste adoptada por monstruos es deplorable.

-Flowey tampoco parecía estar al tanto de eso. –Continuó Frisk sin darle importancia a su comentario insistente del tema. Incluso retomó sus pasos para olvidar el apetitoso olor conforme se alejaban. –No es un monstruo, pero si manifiesta magia.

-Es una vida alterada biológicamente con intenciones de ser un arma peligrosa e imparable. –Comenzó a explicarse Don Gaster con toda seriedad posible, siguiéndole sus pasos inmediatamente. –Una planta con la capacidad de absorber almas tanto humanas como de monstruos para volverse más fuerte e imparable. Pero lo que lo hace peligroso no sólo es eso, sino el hecho de que tiene la capacidad de mantener una mínima parte de él con vida, regenerándose a velocidades superiores a toda especie promedio.

-Parece estar obsesionado con ese tema...

-Hace años escapó del laboratorio en el que fue creado. –Continuó Don Gaster hablando mientras ahora miraba al frente. –En ese tiempo nos contrataron para su captura y nos otorgaron un informe para saber a qué nos estábamos enfrentando. No obstante, logramos detenerlo antes de cruzar el límite de la ciudad.

Frisk escuchaba con atención por mera cortesía de que tuviera la decencia de escucharle sin agredir, pero tampoco tenía intenciones de creerle cada palabra suya ante las mentiras constantes que ya había soltado sobre su padre antes. Y el que ahora se pusiera a argumentar sobre Flowey le generaba cierta molestia que no requería explicarse del porqué, aunque había tocado un tema que ya se había preguntado antes al verlo con sus propios ojos.

Cuando los perros había atacado su casa en busca de Sans, Flowey había matado a algunos y tomado sus almas para volverse más grande en ese momento... Una apariencia muy distinta a sus expresiones siniestras que soltaba con fines de manifestar algún malestar. Si no hubiera sido por la lanza que le había separado de sus raíces... ¿qué habría pasado? ¿Flowey seguía siendo consciente de lo que hacía? Confiaba en su mejor amigo y en el hecho de que sabía lo malo que era matar pese a sus constantes amenazas a todo aquel que no le agradara (lo cual podría ser cualquiera), pero la forma que estaba tomando había sido muy impactante, incluso al estarle defendiendo de todos los ataques de los caninos.

Tenía que admitirlo, había muchas cosas que no sabía de Flowey pese a preguntarle constantemente. Le había sido más que evidente lo mucho que sabía de la ciudad para alguien que no requería vivir en un ambiente así. ¿Acaso había algo de verdad en las palabras del Don? ¿Flowey era un experimento con fines de ser tenebroso? ¿Por qué no querría contarle algo así? Esperaba que fuera pronto el momento de verlo y preguntarle cada detalle suyo.

-Justo al frente, es el banco principal de Hotland. –Indicó tras unos minutos de silencio entre ellos y deteniéndose en un punto aislado. Entregándole finalmente el documento doblado que le había otorgado su padre como regalo de cumpleaños. –Tendrás que ingresar por tu cuenta, humana, pero no creas que no te estaré vigilando.

-No sé lo que tengo que hacer con esto. –Admitió un tanto apenada mientras tomaba el papel doblado, recordándose qué tantas cosas desconocía sobre la vida citadina que la hacían sentirse un pez fuera del agua. –¿Con quién me dirijo? ¿Qué nombre debo dar? ¿Cómo funciona esto? ¿Qué es lo que...?

-Demasiadas preguntas. –Intervino con cierto hartazgo de su voz. Masajeando nuevamente sus cienes ante un dolor de cabeza presente. Eso sólo era culpa suya, le advirtió que no debería tomar cafeína si padecía con facilidad de esos malestares. –Sólo ingresa y alguien te llevará a donde debes presentarte. Estaré lo más cerca posible, pero no se te ocurra dirigirte hacia mí de inmediato.

Frisk iba a contestarle que no tenía intenciones de eso, siendo favorecedor para ella tener que separarse de él. Pero optó por hacer caso a la petición para acabar de una buena vez con todo. Pasando por las escaleras de piedra y entrando a la gran entrada que para gusto personal, era bastante excesiva para ser una simple puerta. Le recordó un poco a la iglesia que había visitado en Snowdin, pero siendo más llamativa y con mucha más gente trajeada de por medio que le hacían sentirse incómoda. Le daba la impresión de ser la única mujer dentro por una que otra mirada que percibía sobre ella, siéndole una llamada de alerta que no supo cómo describirse. ¿Acaso estaba haciendo algo mal y no se daba cuenta? ¿Se dirigía a algo incorrecto? ¿Por qué no había nadie atendiendo inmediatamente? ¿Tendría que hablar en voz alta pidiendo asesoría?

Por la forma en la que iban vestidos los trabajadores y visitantes, supuso que la mayoría se dedicarían a algo similar a la gente que había conocido en el hotel de Metatton. Siendo todos tan trajeados y llevando mujeres innecesariamente vestidas con lujos con tal de llamar la atención de todos como si de accesorios extravagantes se trataran, pero siendo este el caso de haber únicamente esos hombres sin la compañía femenina a la vista. En definitiva era un juego de ricos que jamás comprendería, se dijo mientras caminaba en ese piso bien pulido y que hacían resonar sus pasos sin poder pasar desapercibida, sin saber si aquello sería bueno para ella o no. Una parte de ella le hacía sentir que debía retirarse del lugar tan incómodo y desconocido para ella.

-¿Qué puede requerir una flapper tan joven en un banco? –Escuchó detrás suyo, haciéndole girarse levemente sin saber a qué se refería pero notando que le miraba directamente a ella y de modo despectivo. ¿Qué era una flapper? –Y además entrando sola.

-Vengo a hacer... un retiro. –Contestó al señor sin saber si era correcto o no contestarle. Ni siquiera estaba segura de si le había hablado a ella o no en primer lugar. –¿Con quién puedo dirigirme?

-¡Oh! Permítame. –La expresión del señor trajeado cambió rápidamente. Aparentemente lo que le importaba era si se trataba de una cliente, ¿cierto? –Tome asiento en este lado, ¿señorita...?

-Frisk. –Contestó sin más, sintiéndose algo aliviada de haber dado con su objetivo de algún modo. Sentándose en la silla afelpada que le habían indicado frente a un escritorio con mucho esmalte por lo que percibía a oler. Tal parecía que era nuevo o que recién lo habían arreglado. –Tengo esta hoja como comprobante.

-Por supuesto, muchas gracias. –Contestó el señor mientras tomaba con gusto su hoja un tanto arrugada ahora tras tantos movimientos. La revisó atentamente al colocarla sobre el escritorio, comenzando a anotar algunas cosas en una máquina de escribir que hacía un ruido bastante interesante para ella ¿Cómo era que funcionaba? ¿Y cómo podía escribir sin ver las letras que oprimía? –Pasaré este número a mi superior y en un momento regreso con usted. No tardo.

Tras tales palabras dichas con una sonrisa bastante falsa para ella, el humano se paró llevándose ambas hojas consigo y encaminándose a lo que parecía una casilla similar a la que había acudido para ingresar al tren, salvo que ahora eran varias y de mejor presentación. Todo ese lugar era tan extraño para ella, sintiendo tanta falsedad de por medio que en definitiva le recordó al ambiente que frecuentaba Mettaton con su gente. Y al notar que Don Gaster en efecto estaba ahora dentro del banco (a lo cual le sorprendió verlo con lentes), se dispuso a sentirse relajada en su asiento mientras esperaba a que todo se resolviera con suma facilidad. Tal parecía que sólo había bastado con dar la hoja para que todo se desenvolviera por su cuenta.

Se puso a mirar el techo ante la inmensidad del lugar, estando bastante alejado el techo siendo espacio desperdiciado para su gusto personal. ¿Por qué hacer un techo tan amplio si no tenían intenciones de darle uso? Simplemente no tenía sentido para ella esa clase de arquitectura, pero supuso una vez más que sólo se trataba de un estilo de vida que simplemente no compartía con los citadinos. Ella tan sólo le bastaba un espacio a su medida, teniendo al alcance todo lo necesario para vivir cómodamente.

-Disculpe, señorita, requerimos alguna identificación para proseguir. –La voz del humano que le había atendido le desconcertó de sus divagaciones, sintiéndose apenada de que le atraparan observando el techo. –Nos indica que hay una autorización a este número de crear una cuenta de cheques secundaria de más de 3 billones de dólares más el seguro de una vivienda en Snowdin del que tenemos reporte de que presentó daños recientemente, pero no se nos aclara sobre un parentesco al cual ceder todo ello. ¿Nos permite hacer un registro de sus datos para resolver ese inconveniente?

-Claro. No hay problema.

-Muy bien, puede que tardemos un poco con esto, así que agradeceré su paciencia. –La voz tan amable del sujeto le era incómoda, era muy evidente de su falsedad empleada. –Nombre completo por favor.

-Frisk... Frisk Dreemurr.

Se sentía extraño para ella emplear su nombre completo por segunda vez en el día, siendo el caso de que Flowey le había advertido que no lo hiciera por ningún motivo, pero ahora se trataba de algo diferente y fuera de peligro a comparación de sus llamadas de atención. Estaba ante algo que lo requería y no tenía caso mantenerse cautelosa ¿cierto? Además, si con ello lograba aclarar varias cosas para limpiar el nombre de su padre y recuperar a su amigo junto con una libertad que merecían era más que suficiente para no cuestionarse todo.

El señor tecleó su nombre en silencio en cuanto se lo dio, pero por alguna razón hacer ello le había hecho borrar su falsa sonrisa. No sabía cómo tomar esa reacción suya, pero no quiso darle importancia anticipadamente. Don Gaster se encontraba observándola en la distancia y más le valía seguir todo con naturalidad para evitar su incómoda intervención. Ya había tenido más que suficiente de él al grado de atentar contra su propia vida, literalmente hablando. Todo lo que le alejara de él por el resto de su vida valdría la pena.

-¿Cuenta... con alguna identificación? –Preguntó nuevamente el señor. –¿Algo que compruebe su... nombre?

-¿Identificación? –Preguntó extrañada ¿cómo era eso?

-¿Algún acta de nacimiento? ¿Certificado de nacionalidad?

-Nací en esta ciudad. –Comentó algo contrariada ¿Qué era un acta de nacimiento? –Y mi fecha de nacimiento es...

-Necesitamos papeleo de por medio para comprobar su legalidad, señorita. –Ahora el señor hablaba con seriedad, dejando a un lado toda falsedad para mostrarse como un prepotente. –Si no cuenta con nada de eso a la mano, me temo que tendrá que esperar su proceso.

-No hace falta esperar tanto. –La voz de un señor mucho más grande hizo acto de presencia a lado del escritorio en el que estaban. –Yo puedo ayudarle con ese proceso. Descansa, Louis.

Por la forma en la que se observaban y atendía a su petición, le indicaba que se trataba de algún superior que le facilitaría aún más las labores. Agradecida con ese hecho, continuó estando sentada observando cómo ahora el señor tomaba su lugar en el asiento y se acomodaba antes de tomar el papel que ella había traído.

-Muy bien, señorita...

-Frisk Dreemurr. –Recalcó nuevamente por si se requería.

-Apellido muy peculiar ¿eh? –Sonrió el señor mientras revisaba el papel que había entregado, como si requiriera aprenderse de memoria cada arruga que había en el documento maltratado. –No sabía que en Asia pudieran poseer apellidos así.

-Soy de aquí. –Ni siquiera se molestó esta vez en que insistieran nuevamente por su apariencia física. –Nací en esta ciudad.

-¿Nombre de tus padres?

-Asgore y Toriel.

Por alguna extraña razón, el señor hizo ademán de contener una fuerte carcajada ¿Qué era tan gracioso en sus nombres? Tan sólo le vio hacer unas señas a alguien que parecía estar viendo a sus espaldas, mas no giró al preferir poner atención al señor que aún tenía su documento bancario en sus manos. Por alguna razón, sentía que no debía perderle de vista, ya le había perdido tantas veces como para permitirse eso una vez más.

-Y dime, señorita ¿de casualidad tiene contraseña de esto?

-¿Contraseña?

Frisk se desconcertó con esa pregunta tan fuera de sí, pero por la forma en la que le observaba, supuso que se trataba de algo que debería de saberlo. ¿Pero cómo? Si apenas y sabía cómo era un banco al estar entrando a uno por primera vez en su vida. ¿Qué se suponía que debía de decir?

-Tengo la indicación de que esta cuenta bancaria tiene una contraseña indicada para dar veracidad a su identidad, señorita. –Continuó el señor sin apartarle la vista en ningún momento. Que le viera de esa manera tan directa a los ojos le era extremadamente incómoda. –Una llave maestra hecha sólo para el usuario de este número.

-¿Llave maestra?

Frisk pensó demasiado en eso, pero por más que tratara de recordar si le habían dado una indicación al respecto, simplemente no pudo dar con nada. Tan sólo había recibido la carta escrita a máquina con la indicación de que tanto el departamento como el dinero eran un regalo de cumpleaños por su mayoría de edad. Y luego de llegar al lugar que ahora le pertenecía, tan sólo había una llave con una estrella de cuatro picos y una hoja sin mayor explicación alguna que decía...

-"Mantente determinada".

Mencionó al sólo recordarlo, pero por la expresión tan cambiante del señor del banco no supo si había acertado o si había cometido un error garrafal. Tan sólo había alzado una ceja mientras su sonrisa se apagaba conforme unos señores se acercaban al escritorio en el que estaban. Por la apariencia que portaban con sus vestimentas, identificó de inmediato que se trataban de policías mucho más serios que el que había topado aquella vez en el parque que se había esmerado en reparar. No estaba segura de si eso era mejor o no para su percepción de un cuerpo policiaco, sobre todo por la manera que ahora la estaban viendo todos. ¿Acaso había dado la contraseña incorrecta y eso era malo?

-¿Le importaría acompañar a estos amables señores para verificar sus datos? –Comentó el bancario mientras entregaba su papel arrugado a uno de ellos. –Le ayudarán más que yo.

Aunque le indicara eso, no le estaba dando confianza ese hecho. Tal vez no sabía muchas cosas de la vida, pero no le encontraba sentido a que la policía misma tuviera que ver algo con su solicitud de retiro de dinero.

¿Había hecho algo mal?


***

Tras una carga inmensa de trabajo que vino de la nada (y sin terminar del todo todavía), ¡finalmente pude actualizar! Muchas gracias por la paciencia y el cariño que siempre me brindan en mis creaciones. Hablo muy enserio en que me motivan a seguir adelante cada vez que los leo o veo sus hermosos dibujos que me mandan. ¡Muchas gracias! Hago lo posible de ser constante en todo, aun cuando he tenido que trabajar mucho para sobresalir en muchas cosas en este tiempo de pandemia. Pero siempre procuro contestarles lo más pronto posible y traerles lo mejor para que cada espera valga la pena.

Ahora que por fin pude comprarme material para hacer libretas, tengo que enfocarme en ello para sacar la inversión que hice con eso, jeje. Así que esperen a ver un hermoso paquete a la venta, que incluirá de modo limitado una libreta de Flapper Florist con varias cosas más de esta historia a la que le pongo mucho cariño en todos sus contenidos.

Ahora sí, me voy a dormir zzzzzzzzzz

Michi fuera!

:)

Bạn đang đọc truyện trên: TruyenTop.Vip