Cap 56. Peón



Entre gruñidos y pleitos incesantes en la cocina, Gerson sabía que el día iba para largo y que no valdría la pena siquiera frenarlos. Sin necesidad de otorgar detalles, los canes tenían la rutina y orden matutina de dirigirse a orillas de Waterfall en espera de un acontecimiento que, según sus cálculos, no tardaría en presentarse si sus movimientos respondían acorde a lo estipulado con lo predecible que era la humanidad cuando contaba con pocos recursos y salidas. Pero por la tarde, los tenía en sus aposentos para alimentarlos antes de que retomaran sus actividades. Si bien eran un recurso valioso con sus respectivas lealtades sin muchos cuestionamientos, sus arrebatos salvajes y poco intelecto eran un fastidio que lidiaba con una tenue sonrisa.

-¿No pueden dejar de coger en una maldita noche? –Exclamó el perro ciego sin percatarse del escándalo innecesario que hacía. –Mi habitación está al lado de la de ustedes. ¡No me dejan dormir!

-¿Celoso de que nosotros cogemos y tú no? –Comentó Dogamy en tono burlesco y entre bocados que podrían ahogarlo en cualquier momento.

Gerson pasó de largo sin necesidad de prestar atención a su conversación extremadamente ruidosa. Se limitó en hacerle un gesto a uno de sus sirvientes para que le llevaran su comida a su escritorio, en donde pasaría el resto de la tarde arreglando algunos pendientes que, si bien podrían esperar, no le gustaba dejar a la deriva. Sin embargo, con ello captó la atención de Lesser que sólo se había limitado en gruñir en la mesa para pasar a comportarse mejor ahora que le había visto. Al menos uno de esa manada, era consciente de la importancia de las apariencias. Aunque no pasaba desapercibido su evidente interés en volverse el nuevo líder de ese grupo de canes de tendencias sádicas, por lo que adulaciones hacia su persona no iban a ser suficientes para cumplirle ese capricho.

Además de tener un buen sentido del humor, el antiguo líder de los canes había sido inteligente pese a su baja estatura comparada al resto de los de su especie. Había sido divertido jugar con él en ajedrez en cada oportunidad que se les presentaba en tiempos libres, pero no fue lo suficientemente astuto para evitar su propia muerte en manos humanas. Dejando a la deriva a una pareja de matrimonio con sed de sangre y violencia, un ciego con ciertas tendencias autodestructivas, un fortachón de muy poco intelecto y a un híbrido con aires de grandeza.

Si, un grupo de lo más peculiar... y por eso eran tan valiosos para las filas de Don Dreemurr. Sólo tales personalidades tan excéntricas y leales eran capaces de comprender su visión de un nuevo mundo. Sólo un grupo así podrían ser los asesinos principales que garantizaban una masacre victoriosa. Por lo que al ponerlos en la orilla divisora de Waterfall, le garantizaba que el pupilo de El Jugador presentaría el mismo destino de su maestro tarde que temprano.

-Señor, aquí traigo sus alimentos. –Uno de sus sirvientes llevaba en una charola de plata todo con sumo cuidado, tal y como le gustaba. –También doy aviso de que su esposa acaba de llegar.

-Gracias. Dile que venga, si eres tan amable.

Con una reverencia y una sonrisa sincera, el pequeño monstruo se retiró de la oficina para cumplir con su petición. Su socio tendía por necesidad personal obtener respeto a través del miedo, pero en su caso, requería menos energía y esfuerzo obtener lealtades a través de buenos gestos y amabilidad que nada le costaba. Era muy viejo al menos para tales cosas.

Además, tenía a su esposa para infringir el miedo a los oponentes cuando se necesitaba. Si su carencia emocional no bastaba, sus experimentos lo superaban.

-Cariño ¿qué tal te fue? –Preguntó una vez que la reptil de escamas amarillas se presentó en su escritorio, estando los dos ahora comiendo ahí con tal de evitar el escándalo de los canes. –¿Algún avance con lo solicitado?

Alphys negó con la cabeza en cuanto terminó de dar un ligero trago a su té negro. Y en cuanto dejó todo sobre el escritorio, gesticuló con sus manos "el alma no cede".

-Ummm, vaya que El Jugador causa problemas aun estando muerto, ¿eh? –Rió levemente con su comentario. –Tal parece que si tendremos que recurrir al plan b.

La reptil gruñó por lo bajo a modo de negativa de su parte, causándole risa ese comportamiento sutil de su parte. Aunque tomara su medicación que le aislaba de sus emociones por su propio bien, el hecho de que aun conservara una mínima parte de interés en esa clase de cosas le era interesante cada vez que se presentaba.

-Lo sé, lo sé. Quieres a DT-00X para eso, pero temo decirte querida, que es otro tipo de fallo que no puede pasar desapercibido ahora. –Le explicó pese a no ser tan necesario con su comprensión superior a muchos seres existentes. Di un bocado a su comida antes de proseguir. –Una escapada puede considerarse un descuido de nuestra parte, pero dos y siendo esa con éxito... Tanta voluntad de su parte, aun sin emociones, lo hace inestable.

"La anfibia empeoraría más las cosas. Es tonta y emocional.".

-Undyne no sólo es resistente, querida, es maleable y vulnerable. –Le contestó en cuanto leyó su movimiento de manos un tanto apresurado, dejando en claro de esa manera que no estaba de acuerdo con ese plan. –Y hablando de ella, si no vino contigo debo asumir que mordió el anzuelo.

"Don Dreemurr la acogió en su hogar ahora".

Gerson no pudo evitar una sonrisa con eso. Las cosas se estaban acomodando en su lugar con tal precisión que, aun cuando se trataba de sus propios movimientos calculados, le emocionaba de sobremanera ver que se volvían una realidad. No obstante, debía de encargarse antes de la pequeña molestia que podría volverse la yakuza. Había puesto la semilla en la policía con tal de evitar fatigas innecesarias, haciendo que ellos hicieran el trabajo mientras ellos se encargaban de algo más, pero tal parecía que, o eran unos completos ineptos... o Kris Yamaguchi resultaba ser más astuto de lo que pensaba. No había manera de que supiera sobre que él mismo había sido quien había dado aviso al gobierno de su existencia, pero el que siguieran sin dar con él le indicaba que su escondite era más ingenioso de lo que pudiera analizar con pocos detalles.

¿Quién diría que un niñato así tuviera la capacidad de liderar a tanta gente suicida a su nombre? Tal confianza por muy tonta que pareciera, presentaría un malestar a la larga si conseguía más hombres dispuestos a morir por él y una causa heredada. Además, no podía permitir que interfiriera con su pieza más importante en todos sus planes. Fuese una leve molestia o no, tenía que borrarlo de la ecuación.

"DT-00X aún es recuperable y garantiza el éxito que Don Dreemurr quiere". Gesticuló Alphys en el acto, ignorando que su esposo quisiera seguir comiendo. "Lo quiero de vuelta".

-¿Quién diría que te volverías una esposa caprichosa? Wah ha ha.

"La voluntad que presenta aun es moldeable. Puedo hacer que sea como el resto".

No le contestó al sonar el teléfono en el acto, tomándolo sin dudar pese a que tenían sirvientes de sobra que hicieran eso de su parte. De vez en cuando, le gustaba hacer tales cosas por cuenta propia y apreciar las reacciones de los individuos tan carentes de sentido común. Por muy sutiles que resultara, era una manera de estar en primera fila de ciertos acontecimientos que tarde que temprano se ponían a su favor.

-Buenas tardes, llamo de Hotland's Bank. Tenemos registrado este número con la cuenta del señor Sageor Murderer.

-Habla Gerson Boom, su representante legal. –Contestó sin mostrarse emocionado con eso. No tuvo que pensar demasiado en lo que estaba pasando con eso. –La cuenta que está en su banco es la empresarial, así que tengo la autoridad de responder por él. Tengo la documentación si lo requieren.

-En ese caso, requerimos de su presencia para arreglar un asunto con una cuenta vinculada. Una señorita se presentó en toda regla, pero... hay ciertas incongruencias que coinciden con algunos reportes policiacos.

-Si lo que quieren saber es si hay una autorización de cuenta de cheques para ella, les digo que es verdad. –Nuevamente respondió con total calma, sin evitar una gran sonrisa que acaparaba la atención de su esposa que le contemplaba de forma indiferente entre esos cristales. –El servicio de su banco me garantizó el uso de una contraseña para no requerir asistencia.

-En efecto dio la contraseña, señor, pero... la joven dio un nombre... inexistente. La policía la tiene detenida por coincidir con algunos reportes, pero se nos dio aviso de que, en caso de no haber un representante legal con el cual proseguir, se consideraría llevarla al manicomio de Hotland.

Gerson tuvo que hacer un esfuerzo en contener su risa, imaginándose qué nombre había dado para que se alterara tanto la policía de esa manera. ¿Así que la pequeña Frisk finalmente había estado en la necesidad de usar el dinero? Vaya que se había tardado, no le cabía duda de que había sido lo suficientemente astuta para no requerir del banco, pero si lo suficientemente insensata para dar el apellido que claramente le generaría problemas. Le era predecible que algo así pasaría e incluso formaba parte de sus planes, pero, ¿qué tanto les había dicho para que la consideraran loca en tan poco tiempo?

No podía evitar sorprenderse con la inocencia en extremo que estaba presentando la descendiente del clan Saito. En definitiva no se parecía a su padre si a esas alturas seguía sin saber sobre lo conocido que era el nombre de Asgore Dreemur, y aquello lo hacía más divertido y maleable a su favor. No requería pensarlo demasiado para imaginarse el panorama que presentaba con esa poca información.

Además, si estaba en un banco requiriendo un retiro, no le cabía duda de que tenía ciertas libertades pese a encontrarse en vigilancia de los Gaster. Las cosas no podrían ser más entretenidas en todo sentido.

-Entonces requieren mi presencia para liberar ciertos cargos y proseguir con los trámites. –Finalizó sin necesidad de que le explicaran eso, mostrando un tono casual pese a su emoción interna de las cosas. –Bien, estaré ahí en menos de una hora.

-Muchas gracias, señor. Que tenga un excelente día.

Por supuesto que lo tendría, pensó con una sonrisa mientras colgaba. Tan sólo con el movimiento inicial de su inocente peón estaba siendo suficiente para preparar el campo de batalla. Era suficiente para desatar la destrucción ansiada durante años de preparación. Y contemplar finalmente esa realidad era muy hermoso y emocionante.

La pequeña Frisk... su peón caótico finalmente había avanzado en la casilla que quería.


...

No lo creía posible tras varios días, pero Chara extrañaba salir de ese agujero en el que se ocultaban para sus planes, aun con el fétido aroma marítimo que había en el exterior que no lograba quitarse de la nariz cada vez que recorría las calles de Waterfall. Al menos cualquier calaña del exterior sería más entretenida y de mejor humor que el aburrido antipático que tenía consigo como jefe, tratando de enseñarle algo que simplemente no tenía sentido con unas piezas de ajedrez con las que claramente iba ganando la partida. ¿En verdad todos esos días la iban a pasar jugando juegos de mesa? ¿Tan deplorable la sentía que no valía la pena dejarla salir a mejores misiones? Comenzaba a impacientarse pese a que no valdría la pena quejarse al respecto, de cualquier manera debía de acatar las órdenes por muy extrañas que parecieran.

-Sólo estás moviendo las piezas sin revisar qué puede atacarte. –Le reprochó Kris con ese rostro inexpresivo que eventualmente mostraba. –Estás usando mal los peones.

-No es como que tengan oportunidad de llegar al otro lado de cualquier manera. –Le contestó sin darle importancia a lo que estaba haciendo. Tan sólo se había limitado en sacar todos los peones en las primeras oportunidades hasta que Kris los había eliminado. –Ya que me ganes de nuevo, ¿podríamos jugar algo más entretenido, al menos? El ajedrez me parece un juego de ancianos.

-No. Tus juegos no son juegos. –Contestó mientras movía una pieza sin siquiera mirarla. Tal parecía que era tan predecible para él que no necesitaba analizarla ya. –No te dejaré salir hasta que me ganes una partida.

-¡¿Qué?! ¿Todo este tiempo ha sido así? –Le reprochó en el instante, estando cerca de levantarse del tatami en el que estaban sentados. –Pudiste explicarme eso antes.

-Si te esmeraras en ver lo que te estoy enseñando, lo sabrías por tu cuenta.

La chica gruñó mientras se reincorporaba, detestando que el ser frente a ella fuera tan indiferente en todo momento. Aunque ahora quisiera tomarse la partida con seriedad, era más que evidente de que el caso estaba perdido y que Kris sólo estaba impacientándola aún más al no derrotar a su rey apropósito. ¿Qué tan mal le iría si se rendía de una vez?

-Señor Yamaguchi, quiero ver un asunto con usted.

Tanto Chara como Kris se voltearon hacia el señor que había irrumpido en el lugar, siendo una falta de respeto intolerable para la yakuza en otros casos que habrían requerido ciertas mutilaciones, pero que tenían que dejar pasar por alto al tratarse del dueño del lugar que "amablemente" les permitía operar en su territorio con varias libertades cuestionables. Se trataba de un señor con suficientes años encima para estar cerca de la tercera edad, pero con la suficiente energía para hacer uso de su propia "mercancía" todas las veces que quisiera. Chara ya lo había comprobado por su cuenta qué tanta capacidad tenía, y debía de admitir que era bastante pasable a sus estándares. Cosa que no admitiría en voz alta al no serle de su agrado tampoco.

Los dos guardias de la yakuza que habían tenido en la puerta por seguridad, habían entrado ahora para seguir atentos de cualquier cosa que se presentara, pero Kris en un simple ademán les indicó que no había problemas con esa insensatez de su parte. Después de todo, se trataba de su socio y le tenía que permitir ciertas faltas de respeto a sus estándares.

-¿Qué es lo que necesita de mis servicios, señor Chapman?

-En realidad, necesito de su chica.

Chara no tuvo necesidad de mirarle directamente para saber que hablaba de ella como si no estuviera presente. Estaba acostumbrada a que el dueño la tomara por "objeto prestado" del cual podía prescindir todas las veces que quisiera. No era que se quejara del todo por ese hecho, se divertía con todo el placer al alcance y que incluso le pagara una parte por eso, pero el hecho de que Kris no hiciera nada para cambiar esa percepción le recordaba qué utilidad tenía realmente para la yakuza, a comparación de sus palabras vacías diciéndole lo supuestamente importante que era para el grupo.

Había muchos prostíbulos en la ciudad, pero nada era como "El pozo de los deseos". Oculto a toda vista salvo para aquellos que tenían la capital suficiente para pagar algo tan prohibido como ruin. Muchos de los que entraban a ese lugar o que requerían de sus "servicios" eran adinerados de gran reputación en el mundo que no podían mostrar su verdadero rostro como lo hacían dentro del agujero en el que estaban. Razón por la cual Kris había decidido hacer un trato con el dueño para acercarse así al alcalde de modo sigiloso y a su vez ocultar el grupo que comenzaba a incrementar con tantos jóvenes solitarios y dispuestos a morir por un honor absurdo. Pero ahora que no se había logrado el objetivo planificado por meses, le correspondía seguir cumpliendo con su parte del trato en cuanto no diera con una nueva oportunidad.

Y parte de ese trato había sido ella misma.

-Tenemos algunos problemas con una nueva mercancía que nos llegó, no parece entendernos por más que tratamos de adiestrarla para que limpie las recámaras. –Comentó el dueño sin esperar respuesta alguna de su aliado del momento, el cual seguía en su posición formal frente a la mesita con el ajedrez a medio terminar. –Su chica puede ayudarnos como traductora. Es morena, así que...

-Chara tiene prohibido estar hablando un idioma que no le corresponde. –Interrumpió Kris al captar a qué iba la petición. Trato o no, el oyabun tenía su carácter para algunas decisiones que no cabía en el honor. Y más con aquellas que ya había sido negociadas con anterioridad. –Por mucho que demuestre tener dominio de él.

La mencionada simplemente rió con su molestia al respecto. Aunque muchas veces soltaba palabras por inercia del momento, le divertía le hecho de que a Kris no le gustara escucharle hablar español. Para él era como si negara su propia cultura ascendiente, cuando claramente siendo una mujer muerta no se sentía parte ni del mismo planeta que habitaba. ¿Qué más daba qué idioma supiera hablar y cuáles no?

-Puedo con eso, traigan a la chica. –Chara se paró sin preocuparle la situación. Pudo escuchar un leve gruñido por parte de Kris, pero no le vio directamente al serle más divertido ese hecho que el tonto juego sobre la mesa. –No es como si tuviera algo más importante que hacer por ahora.

Sabía que le costaría esa imprudencia en presencia suya, pero le era mejor entretenerse con algo de momento que seguir con una partida de ajedrez sin sentido. De igual manera ya le iría mal con cualquier resultado. ¿Qué más daba qué resultado obtendría con eso?

Con una sonrisa de satisfacción, el señor se giró para indicar a unos sujetos que entraran, teniendo sujeta de los brazos a una temerosa humana delgada de piel morena y con el cabello destrozado como si se lo hubieran cortado con un machete. Aquello le causó más interés que cualquier cosa que pudiera notar de la chica a primera vista. Y no tuvo que adivinar si era una latina o no en cuanto le escuchó hablar una vez que se miraron a los ojos mutuamente.

-¿Porqué... tiene los ojos rojos?

Chara no pudo evitar alzar las cejas a modo de sorpresa. Había varios tonos del español que le dejaban en claro que varios países tenían su sonsonete marcado, más no conocía el de todos y no tenía interés particular en aprender a diferenciarlos por regiones. Sin embargo, ese acento tan particular era inconfundible para ella. Tanto que no pudo ocultar una tenue sonrisa ante una nostalgia abrumadora que no sabía que podía seguir experimentando pese a tantos años transcurridos.

-Eres mexicana. –Comentó Chara en español sin necesidad de una respuesta de su parte. La chica asintió mientras se calmaba un poco con ella, tomándole cierta confianza por dar con alguien que por fin hablara su idioma y que además la identificara de dónde provenía. –¿Qué sabes del Centauro del Norte?

La chica se mostró algo extrañada con su pregunta tan directa, pero aun así pareció tratar de hacer memoria que no pudo pasar desapercibida entre los presentes que no tenían la capacidad suficiente para entender su pregunta. Chara mantuvo su posición indiferente con tal de no generar sospechas entre los presentes que la estaban observando, apuntándose mentalmente de que debía cuidar sus movimientos con tal de que la chica le siguiera la corriente.

Se veía tan joven... que no dudaba en qué la usarían realmente dentro de poco. Muchos de los infantes terminaban con el mismo destino tarde que temprano y no había manera de evitarlo.

-¿Habla de...?

-Si dices su nombre, sabrán de quién hablamos. –Le advirtió mientras seguía sonriendo. No quería que Kris le sorprendiera con esa curiosidad que había tenido desde hace tiempo. –¿Qué ha sido de él?

-Está muerto, señorita.

Chara mantuvo su sonrisa despreocupada para no generar sospecha alguna, pero internamente se sentía mal con ese hecho. Pancho Villa había sido un señor extraño, pero siempre le estuvo agradecida por cuidarle por esos años en un país tan distinto en cuanto la encontró. Aprendiendo de su gente un idioma tan diferente al inglés, enseñándole a portar un arma y andar a caballo sin importarle que se tratara de una mujer de aspecto tan distinto a los demás de la región. Aunque estuviera rodeada de muchos hombres rudos y de gran bigote, le habían respetado a su manera tratándola como una mexicana más, aunque gran parte de ello había sido por su necesidad de incrementar sus números contra una lucha territorial. Nunca comprendió del todo para qué estaban peleando, pero parecía serles importante al grado de dar todo de ellos para lograr su cometido. Aquella pasión era contagiosa, incluso había sentido la necesidad de ayudarles con eso...

Pero la habían entregado a alguien más antes de que eso pasara. Al final sólo había sido una moneda de intercambio para sus respectivos intereses. Y eso es lo que se recordaba en todas las veces que se cuestionaba si México podría ser un lugar verdadero para ella, si podría ser mexicana antes que japonesa o estadounidense. Pero no, ella no tenía una identidad real, no tenía un lugar al qué pertenecer. Se suponía que estaría muerta y ni eso se le tenía permitido.

-Supongo que murió cumpliendo su cometido... Bien por él. –Fue lo único que pudo decir.

-Señorita... ¿qué es este lugar? –Preguntó la chica sin importarle lo extraño que le había parecido su comentario. –Tengo miedo.

-Haces bien en tenerlo. ¿Qué edad tienes?

-Dieciséis, señorita.

-¿En verdad? Te vez más joven.

-Basta de plática. –Interfirió el dueño del prostíbulo con cierta exasperación al no comprender nada. –Dile a la chica que tiene que limpiar las recámaras si quiere tener alimento diario.

Chara tuvo que reprimir un suspiro con tal de seguir firme con su postura indiferente ante los señores. La chica se veía tan temerosa de todo, enfocándose en verla directamente hacia ella en busca de cierto consuelo que no podría brindarle aunque quisiera. Y no hacía falta para comprenderla en ese sentimiento de incertidumbre, ante algo que tus propios instintos te llevan a una certeza que quisieras negar con todas tus fuerzas. Un pensamiento ansiando que todo se tratase de una pesadilla, porque de ser real... la muerte sería más piadosa que vivir de esa manera.

Estaba acostumbrada en ver cómo varias de las chicas del lugar le contemplaban con temor por sus ojos rojos, pero la latina frente a ella, le veía con temor por lo que fuera a decirle. Implorando a través de la mirada que todo se tratara de un malentendido y que al final podría volver a casa con su familia.

Pero se lo estaba pidiendo a la persona equivocada.

-Escucha... estos sujetos te alimentarán siempre y cuando limpies las recámaras que te señalen. –Le comentó finalmente con tal de cumplir con lo que le habían solicitado. –Sólo tienes que hacer eso y ya. No trates de tardarte o romper algo, no les des motivos para que quieran tener tu cuerpo.

-¡¿Mi cuerpo?! –Preguntó alterada al captar a la perfección eso. Chara ya no pudo evitar sentirse incómoda una vez que la chica se acercó a ella para tomarla del brazo en modo suplicante. –¡Quiero ir con mi mamá!

-¡Maldita criada, compórtate!

El dueño del lugar exclamó al momento que la chica se había apartado de ellos para apegarse aún más a ella, pero en cuanto el señor quiso jalonearla para ponerla a lado suyo, Chara fue más rápida y abrazó a la chica para apartarla aún más de él, soltando un gruñido amenazante que simplemente no pudo contener de su parte. Incluso había actuado por reflejo el mostrar sus dientes como si fuese a morderlo si trataba de dar un paso más que fuera a quitársela.

Había actuado por un instinto que se suponía que no debía tener. ¿Por qué estaba protegiendo a una cría cuando ella no podría ser madre jamás? El dueño del lugar le observaba extrañado con su comportamiento, al igual que la chica que se encontraba en sus brazos paralizada del miedo ante lo repentino de las cosas, pero aun así, la latina no parecía querer separarse de ella.

-Yamete, yasei. –La voz del oyabun resonó lo suficiente en su mente para recomponerse de inmediato, soltando a la latina en el acto y actuar como si nada hubiese pasado. Aunque de cualquier manera, no evitaría la reprimenda que obtendría después de eso. –Le pediré, señor Chapman, que no vuelva a requerir de mi chica en casos como este.

Chara rodó los ojos ante tales palabras de su parte. Por comentarios así era que algunos en el lugar tenían una percepción errónea de lo que venían siendo entre ellos. Pero el virgen de su jefe era tan inocente en ese aspecto que hacía un tanto cómica la situación que nadie quisiera sacarlo de su error, pero a su vez irritante que le tocara parte de los problemas que conllevaba ese malentendido. ¿O acaso era por un problema de traducción? Sinceramente lo dudaba, pero tampoco se veía en ánimos de sacarlo de su error si no importaba en qué lugar se sintiera parte o no, la yakuza era el lugar en donde debía estar. Y por consiguiente, Kris tenía el derecho de llamarla "suya".

Dejó de prestar atención a la conversación entre jefes al haber sido suficiente para ella lo ocurrido. Había satisfecho su curiosidad de conversar con una latina y el saber qué había pasado con Pancho Villa en todos estos años transcurridos, era suficiente para un día. Por lo mismo, evitó todo contacto con la chica tras el arrebato instintivo que había tenido, aun cuando sentía la mirada suplicante que le lanzaba pese a ser algo tonto de su parte. ¿En verdad creyó que podría hacer algo por ella estando ambas ahí? El aviso y advertencia que le había dado tenían que ser suficientes aparte de que tendría que aceptar la realidad de estar sola en ese lugar como el resto.

Aun cuando sus manos todavía temblaban con su arrebato, cruzándose de brazos para contener de alguna manera discreta sus ganas de aun querer arrancarla de sus opresores. Se suponía que no tenía razones para seguir con esos instintos y Kris le regañaría por eso en cuanto se presentara la oportunidad.


...

Mientras contemplaba el edificio policiaco de Hotland desde la esquina en la que estaba recargado, Don Gaster estaba en espera de que pasara algo similar como le había ocurrido cuando le había disparado a la humana. Si su hipótesis no era tan errónea, la chica tendría que alterarse o estar en situaciones sin salida para entrar en ese estado tan primitivo. Pero para comprobarlo requería de experimentación presentando otros panoramas, y no había nada más irritante que la misma humanidad y sus protocolos absurdos que no llevaban a nada.

Aun cuando tenía la curiosidad de ver en otros escenarios la capacidad extraña de la humana, quería aprovechar que la misma policía hiciera el trabajo de investigarla si contaban con los recursos necesarios para hacerlo. Como descendiente de la yakuza y aparente objeto de experimentación del Gran Don, suponía que de alguna manera la tenían protegida y estaba dispuesto a comprobarlo con tal de encontrar una debilidad o grieta en el sistema del maldito que se había atrevido a jugar con él y su familia. Pero por más que observaba su entorno, no encontraba sujetos sospechosos que pudieran tratarse de la yakuza, a su vez que todo parecía ir con naturalidad dentro del establecimiento donde se habían llevado a la humana. No veía una posibilidad de disturbios al menos con lo poco que podía contemplar desde su posición. En casos así lamentaba no contar con la ventaja que le brindaba Muffet con sus arañas.

Si bien era un factor de riesgo la posibilidad de perder el rastro de la humana y la utilidad que podría obtener de ella, deshacerse de ella era un precio que no le desagradaba para nada. Con cierto enfado ante el recuerdo tan reciente, se tocó el pómulo que le había golpeado. Se la había dejado fácil por culpa de su cansancio y eso era un error que debía de evitar a toda costa, pero tampoco contaba con tiempo para descansar lo suficiente y recuperar energía. No sabía en dónde se encontraban sus hijos y lo que pudieran estar haciendo, por lo que tenía que darse prisa en pensar en algo nuevo con lo qué contratacar al Gran Don antes de que el riesgo fuese mayor.

Estando viendo a varios detectives entrar y salir del lugar, Don Gaster no pudo evitar recordar al sujeto que había logrado tener a su disposición. El detective Smith había sido de lo más beneficioso para su negocio, teniéndolo sobornado con suficiente cantidad para alejar incomodidades que no quería tratar. Pero la misma mafia del Gran Don había acabado con él y ahora que contemplaba las cosas a esas alturas ¿lo habían hecho apropósito para bajarle aún más su territorio tras lo que iban a hacerle? Las maniobras de la bestia eran agresivas en su mayoría, por lo que algo tan estratégico debía ser de...

Un maldito que sólo sabía escudarse en su propio caparazón.

Tuvo que abrir y cerrar varias veces sus cuencas por si le fallaba la vista ante el cansancio (y porque no tenía sus lentes puestos ante lo estorbosos que eran). Pero al notar que el lujoso vehículo que se estacionaba frente a la fiscalía de Hotland, un perro de pelaje blanco y traje negro bajaba para dar paso a una tortuga de tercera edad... No le cabía duda de quienes se trataban. Para su mala suerte, aquella tortuga lo recordaría a la perfección sin importar el tiempo transcurrido. Él había sido quien le había buscado para formar parte de las filas de la mafia Dreemurr en su momento de mayor debilidad. Él había sido quien le había presentado al Gran Don y al señor Sallow, trabajando en un campo que había ansiado tanto. Y él, junto con su esposa, habían sido quienes le habían contactado para atrapar a DT-00X tras su escape, haciendo que su familia y él ensuciaran las manos por un error que venía siendo de ellos realmente.

Gerson Boom era un señor de edad avanzada, reconocido por sus viajes y descubrimientos antropológicos que eran presentados en museos famosos, libros escritos por él de índole científico y además de contar con una tienda de antigüedades de prestigio con un valor incalculable que muy pocos lograban el precio de una simple pieza. Y todo eso debería de ser una buena razón para retirarse y disfrutar su vida... pero no, su ambición era indefinida a qué punto pudiera llegar, siendo aliado estratégico del mafioso más temido en mucho tiempo.

El señor Sallow había sido un sujeto muy peculiar, pero interesante de conocer con su pasión sobre la biología y sus derivados componentes, pero el señor Boom... su pasión y conocimiento estaba ligado al estudio del comportamiento individual y en masa. Ambos hacían de la mafia Dreemurr sumamente peligrosa y muchos llegaron a creer que en la muerte del señor Sallow acabaría tal fortaleza. Pero no, el señor Boom se había casado con la única hija del señor Sallow y aquello dejó mucho de qué hablar, pero tan poco para poder opinar abiertamente. Y por lo que había alcanzado a ver en su visita a New Home, Alphys Boom era idéntica a su padre.

Si ese maldito había llegado a la fiscalía, no le cabía duda de que estaba para hacer algo al respecto con el caso de la humana. ¿Significaba que el dinero realmente lo tenía permitido a esa cuenta? ¿O todo se trataba de un robo y estaba para notificarlo? Tenía demasiadas preguntas ahora formulándose mentalmente, pero dichas respuestas eran todo un enigma para él mientras contemplaba cómo el can se quedaba esperando fuera del auto, ahora que la tortuga se encontraba dentro de la fiscalía.

Tal vez había sido un error haber dejado a la humana tan expuesta, después de todo. Dejarse llevar por su desagrado hacia ella podría costarle mucho más ahora si Gerson Boom se estaba presentando físicamente ante una coincidencia que no podía ser simplemente eso.

Pero también podría ser una oportunidad de oro para debilitar al Gran Don, aniquilando a su secuaz más peligroso ahora que estaba expuesto y con poca protección.


...

Frisk se encontraba sentada en lo que parecía una habitación extraña, separándole con una mesa de su aparente entrevistador. No comprendía lo que estaba pasando ¿así eran los protocolos de un banco? Eran bastante complicados de ser así.

-Déjeme entender, señorita. –El señor regordete sentado frente a ella mostraba cara de exasperación y burla que le generaba cierta incomodidad. No parecía estarle tomando en serio pese a repetirle más de una vez lo que le pedía. Además de que su puro le incomodaba de sobremanera, sin importarle que le estuviera fumando casi en la cara. –Dice que se llama Frisk Dreemurr...

-Así es. –Contestó con paciencia.

-Pero que no cuenta con papeleo que certifique que se llama así, ¿cierto?

-No sabía que se requería algo así.

-¿Qué acaso te sacaron por arte de magia? –Oyó una voz burlona detrás de ella. Tratándose de otro señor que había entrado con ella desde que le habían hecho quedarse en ese lugar sin más detalles. –Ese apellido es de monstruo, no humano.

-Es porque me adoptaron monstruos.

-Y otra vez con eso...

Desde que una pequeña escolta de policías le habían dirigido fuera del banco para llevarla a ese nuevo lugar, Frisk optó por mantenerse lo más tranquila posible ante la confianza de que estando con autoridades podría resolverse todo. Si bien había tenido una mala experiencia con el policía de Snowdin que había tratado de insinuarle que le sobornara, eso no significaba que todos los policías presentaban el mismo caso. Pero tras lo que habían parecido un par de horas estando ahí, respondiendo una y otra vez lo que le pedía, le hacía cuestionarse que tan conveniente o no había sido dejarse llevar con tal de acceder a la cuenta bancaria. ¿Si le iban a dejar retirar el dinero o no? Le preguntaban muchas cosas que no tenían que ver con algo económico en particular, tan sólo de su persona y comenzaba a inquietarle un poco que no le tomaran enserio por eso.

-Escucha, chica, si no cuentas con papeleo, no nos queda duda de que eres una inmigrante más con muy mala información de lo que es América. –El sujeto que se había quedado atrás de ella, recargado en la pared cercana a la puerta, había terminado acercándose a su compañero con tal de verle directamente. –No sé cómo sea todo en tu país y no me interesa, pero entrar sin documentación aquí es ilegal. Y eso de que quieras hacer la mentira más estúpida...

-Ya les dije que no soy asiática, nací en este país. –Alzó una ceja, incómoda de que le insistieran tanto sobre ser originaria de una región que nunca había conocido en su vida. –Y no tengo razones para mentirles. ¿Me van a dejar retirar dinero o no?

-Escucha, no permitiremos que extranjeros como tú ensucien nuestra nación. Robando a los buenos ciudadanos que conformamos este país. –Le señaló con bastante enfado, pero Frisk ni siquiera se movió un poco pese a su cercanía amenazante. –Así que vayámonos sin rodeos antes de que otros intervengan. ¿Qué eres de Kris Yamaguchi? ¿En dónde se encuentra?

-¿Quién? –Frisk de nuevo alzó una ceja extrañada con sus preguntas. Nuevamente parecía que daban por hecho que se trataba de alguien de otra región por más que les aclaraba ese hecho. –No tengo ni idea de quién sea.

-Ratera y mentirosa ¿eh?

-Los únicos que se están viendo mal aquí, son ustedes señores. –Respondió sin moverse en su asiento, aun cuando constantemente le señalaban y dejaban más de una vez visible que portaban un arma entre sus prendas. ¿Acaso le querían intimidar con eso? –No me parece apropiado que intenten insultarme.

Uno de los señores parecía aún más molesto y que estaba por responderle algo, pero el otro más calmado simplemente le detuvo en silencio, negando con la cabeza de una manera que solo entre ellos parecían entenderse. Frisk comenzaba a pensar con seriedad que tal vez no le dejarían retirar el dinero después de todo ¿entonces cómo se lograba usar el banco? Parecía ser tan complicado que se apuntó que para un futuro no requerir de ese servicio para evitarse fatigas similares. Se había manejado mejor teniendo sus ahorros en su caja sobre su recibidor.

-Bien, señorita, responda esto entonces, ¿conoce a Asgore Dreemurr? –Preguntó el hombre sentado frente a ella. –Menciona que es su... "padre", pero ¿puede describirlo físicamente?

-Por supuesto. –Sonrió tenuemente ante algo más coherente. –Es muy grande, peludo... con dos cuernos inmensos, orejas alargadas y ojos dorados. Tiene unas manos muy grandes con las cuales labra la tierra con profundidad.

-Para enterrar a sus víctimas. –Rió por lo bajo el otro señor que aún estaba parado. –Si es que no se las come primero ¿eh?

-¿Qué? Esa es una visión horrible y fuera de lugar. –Frisk estuvo cerca de pararse de golpe ante tales menciones tan terribles. ¿Era una clase de discriminación sobre el tipo de monstruo que era? ¡Era sumamente racista! ¿Cómo era que trabajaban como policías que debían de proteger ciudadanos? –No permito que hable así de mi padre.

-Es un hecho, ¡esta tipa está loca!

Después de varias conversaciones entre los señores, la dejaron sola sin explicación alguna y sin permitirle salir de la habitación teniendo una sola puerta de acceso. Pero por más que le disgustaba la situación, no pasaba por alto que los señores parecían conocer también a su padre y que le discriminaban al igual que muchos que percibía en lo poco que conocía de la ciudad. ¿Acaso se trataba de alguien famoso? ¿En todo ese tiempo había podido preguntar abiertamente por el nombre para dar con él? ¿Flowey porqué no le había permitido eso? No quería pensar demasiado en el hecho de que había cierta relación con que Don Gaster y la policía conocieran su nombre, pero no podía evitarlo. Ambos tenían el común de que se habían expresado muy mal de él y sin tener relación los unos con los otros. Aquello le inquietaba de sobre manera que no sabía explicarse.

Además, desde que había llegado al lugar, parecía que le estaban investigando personalmente... y simplemente no daban con un registro aparente de ella. ¿Acaso era algo que debía de tener en cuenta como adulto? Era difícil saberlo con nula información sobre eso, pero no podía culpar a sus padres por ese hecho, ella misma se había ido antes de siquiera saber a qué se enfrentaba. Siempre había dependido de eso con Flowey y ahora que no lo tenía consigo, parecía que sus errores iban en aumento. Lo extrañaba aún más con eso, pero también tenía ciertas preguntas sobre él que le incomodaban de igual manera. ¿Qué tal que su amigo le había mentido en algo? ¿Creía que le odiaría por eso? ¿O por qué su necesidad de ocultarle cosas que habrían sido de utilidad para ella?

Lo único que le hacía sentir con todo eso, era en lo sola que se encontraba realmente. Y eso no le gustaba.

-Muy bien chica, te tomaremos unas fotografías para proseguir con tu caso. –Comentó el mismo señor que le había estado interrogando, una vez que había vuelto con nuevos papeles en su mano que parecía estar revisando una y otra vez antes de verle directamente. –Después de eso, podrás hablar con el especialista.

-¿Especialista?

-Si no estás mintiendo, es evidente que estás confundida, señorita. –Continuó sin verla, aparentemente siendo más interesante los papeles que tenía consigo o solamente no le daba importancia. –Una extranjera sin papeleo y que dice que su familia son monstruos, pero sobre todo, que se trata de un delincuente de esa magnitud...

-¿De... lincuente?

-Ya verás que serás bien atendida por el doctor. –Dejó de revisar los documentos para finalmente contemplarla. –Sabe tratar a muchas con tu caso.

-Disculpe, pero el nombre de Asgore Dreemurr... ¿De qué lo conoce?

-Si fueras de este país realmente como dices, sabrías que se trata de un mafioso clasificado como peligroso. –Rodó los ojos el señor tras lanzar un suspiro un tanto exasperante. Sin reparar en el desconcierto de la joven ante ella que ahora le temblaban las manos. –Tal vez lo obtuviste de algún lado y quisiste usarlo para tu mentira, pero fue bastante tonto.

-Yo no miento, señor. Él es mi padre y no es posible que sea un delincuente. No... ¿no puede que estén confundiendo seres? –Sin percatarse en qué momento lo había hecho, se había parado y dado un paso al frente. –El monstruo que yo les menciono es un padre amoroso, que ama las flores y que ha hecho lo posible por mantenerme a mí y a mi madre en la distancia.

-Chica, aunque existiera el hipotético caso de que dos bestias se llamaran igual en la ciudad, la adopción entre especies es ilegal en cualquier parte del mundo.

Cuando Don Gaster le había mencionado eso, lo había tomado con enojo de que tuviera el descaro de mentirle por su propio beneficio. Pero que ahora un policía le estuviera mencionando eso sin siquiera conocerse entre ellos... No sabía qué pensar realmente. Por un lado podría pensar en el hecho de que el esqueleto mayor estuviera tratando de manipularla y que por ello le había hecho asistir al banco, pero le era muy extraño pensar que eso fuera posible ante su desagrado a los humanos. No lo veía capaz de negociar con humanos para tratar de engañar a otra, simplemente no tenía sentido por más que le pensara.

Si la adopción entre especies era ilegal, ¿entonces cómo fue que habían tenido a su hermana y a ella por tantos años? Cada minuto que pasaba en la ciudad se acumulaban preguntas que se volvían difíciles de responder al grado de molestarle tanta discreción sobre su persona. Pero por mucho que le pensara... sólo tenía en mente que, sin importar si habían sido adoptadas o no, le habían tratado como padres siempre. Sintiéndose contentos cada vez que les llamaban "mamá" y "papá" junto con Asriel, el hermano mayor protector. Fuera lo que fuera lo que había pasado realmente, habían sido una familia sin importar las leyes. Una familia feliz.

Con la indicación de que le siguiera, Frisk se encaminó a atravesar la puerta para dirigirse ahora a un aparente cuarto fotográfico por lo que mencionaba el policía que le escoltaba. En el camino había observado a varios sujetos con las manos esposadas con mirada molesta, suponiendo que en efecto se encontraba en el lugar donde llevaban a los delincuentes. ¿Eso significaba que la tratarían como una por decir la verdad? ¿Qué clase de sistema llevaban a cabo? Desde el inicio de su estadía en la ciudad había convivido con peligrosos asesinos y andaban libres sin importarles que les vieran públicamente. Simplemente no tenía sentido.

Mientras caminaba lentamente hacia el aparente cuarto fotográfico, pudo observar en lo que parecía una recepción, a un monstruo tortuga de mayor edad que parecía estar siendo atendido con calma. Y si bien eso habría sido algo más por lo que observar en establecimiento tan extraño, el hecho de que cruzaran miradas y le sonriera le había desconcertado.

-Entra aquí, chica.

Apartando la mirada de golpe, entró a habitación indicada y ahora contemplaba una cámara fotográfica apuntando a una pared rayada donde tenían anotaciones de estaturas. El policía le indicó en dónde debía pararse e hizo caso en silencio mientras pensaba en la situación en la que se encontraba sin saber cómo reaccionar. En un principio había creído que el hecho de saber que su padre estaba usando un seudónimo, pudiera ser para evitarse maleantes como Don Gaster. ¿Pero y si realmente las cosas eran como le estaban describiendo? No tenía sentido alguno, pero, ¿qué había pasado en todos esos años ausentes? ¿Algo había cambiado realmente?

-¿Y qué nombre le ponemos en el registro? –Escuchó que uno de los señores preguntaba, teniendo una placa consigo en donde parecía estar anotando algo.

-Sólo "Frisk". Sería estúpido poner lo otro.

Sólo Frisk... Algo que había dicho durante su tiempo en la ciudad bajo la indicación de Flowey. ¿Acaso eso era realmente? ¿Una chica sin un apellido? ¿Alguien cuya soledad era más grande de lo que hubiese imaginado? No, no debía dudar, ella conocía a la perfección a su padre, a su familia, a Flowey... Sabía que todos ellos le querían, pero entonces ¿qué debía pensar de todo eso? ¿Qué estaba bien y qué estaba mal en todo lo que conocía? ¿Don Gaster le había dicho la verdad en ese instante?

No, no, no. No debía dudar de su familia. Pero a la altura que se encontraba de su vida, estando rodeada de incógnitas que parecían ir en incremento conforme daba pasos hacia adelante. ¿Qué debía pensar realmente? ¿Qué estaba siendo lo correcto y qué no? ¿Qué estaba pasando?

Le pasaron una placa con la indicación de que debía posar con ella, por lo que la contempló unos segundos antes de que le insistieran en que mirara directamente hacia la cámara que le hacía sentir incómoda como todo lo demás en ese lugar. Tenía un número largo de registro, pero también habían anotado la edad que les había dado cuando le preguntaron en un principio. Y el único nombre que le creyeron pese a que comentaron no encontrar nada al respecto sobre alguien nacida en la ciudad con ese nombre.

La iluminación repentina de la cámara le incomodó la vista de inmediato, pero aquello había sido suficiente para que reaccionara de sus propios pensamientos. No importaba qué tan mal estuviera o no con lo que estaba escuchando. Nada de eso tenía el peso necesario hasta dar con su padre y que fuese él mismo quien le contestara todas sus incógnitas. Había llegado a la ciudad para eso ¿no? Así que no estaba para dudar del entorno tan extraño, tenía que enfocarse mejor que la lente de la cámara que le estaba observando.

Y tal y como le había dicho a Don Gaster, sólo ella podía decidir qué tanto le afectaría la verdad o no. Aún tenía esperanza de que todo se trataba de una confusión en cuanto no diera con su padre. Tal vez incluso Don Gaster se estaba confundiendo de monstruo.

Pero... eso no quitaba el hecho de la ilegalidad de adopción entre especies, además de que parecían no dar con un registro sobre ella. Casi como si nunca hubiese existido. ¿Por eso la estaban llamando loca? ¿Por eso no creían en nada de lo que les dijera? ¿No había manera de poderlo investigar más a fondo?

-Bien, ya terminamos con tus fotos, señorita, ahora...

-Espera. Finalmente se dio con alguien que conoce a la chica. –El policía que la había llevado a ese lugar y se había retirado para proseguir con las fotografías. Ahora parecía volver de donde fuera que había estado y hablaban como si ella no estuviera presente. –Alguien está abogando por su caso.

-¿Entonces lo del banco es cierto?

-Sí, todo parece que tiene permitido la cuenta de cheques.

-Pero tanto dinero para una mujer...

Frisk tan sólo se quedó escuchando a los dos policías sin saber qué estaba pasando realmente, dejando la placa a un lado ahora que parecía que nadie tenía intenciones de quitársela tras haber acabado con las fotografías de registro. Pero por lo que podía percibir, las cosas se estaban solucionando gracias a que alguien estaba respondiendo por ella. ¿Pero quién?

La respuesta parecía provenir de la tortuga de tercera edad sonriente que estaba entrando a la habitación, mirándole fijamente.


***

¡Continuando con la maratónica de fin de año en cuanto a actualizaciones!

El siguiente capítulo de esta historia la tenía programada para el 22 de diciembre, pero puede que la recorra dependiendo de cómo estén mis pendientes laborales, jeje. Espero que sea un bonito regalo navideño de cualquier manera.

**inserte sus teorías aquí y tome una michigalleta después**

Michi fuera!

:)

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