Cap 74. Complemento
Para Sans, realmente habría sido una noche interesante en muchos aspectos, si no fuera por la culpabilidad que le daba haberse llevado a Frisk de esa manera... y de sentirse un completo idiota por las múltiples emociones que le daba la situación.
Por un lado, debía de admitir que había un lado divertido en ver a Frisk en un estado de ebriedad, considerando su postura firme en cosas no éticas o que atentaran con la estabilidad del individuo. Pero el entorno y el lugar en el que había sucumbido a tal estado, había sido alerta suficiente para haber actuado con prisa y alejarla de todo ello que pudiera abusar físicamente de ella. No se arrepentía de eso sin duda alguna, pero la prisa de la situación no le había permitido pensar demasiado en dónde esconderse de todo ello ante tan pocas opciones a la mano, teniendo que recurrir al único que le llegó a la mente y siendo la mala idea de tratarse de un punto lejano que empeoraría aún más su situación personal con el viejo. Sabía que el departamento de Muffet era ideal para tenerla bajo techo mientras se recuperaba, pero también que no tardarían en dar con él ante tantas arañas atentas a sus movimientos.
Frisk no había parado de lanzar preguntas como si las hubiera contenido por mucho tiempo. Muchas de ellas las hizo de un modo incoherente a las que no supo dar respuesta por lo mismo, pero el resto eran demasiado claras para él y era la razón por la cual se sentía molesto por no ser el sujeto que podría responder por ellas. Entre risas y llantos, Frisk preguntaba sobre su familia, sobre si sus hermanos habrían sufrido una tortuosa muerte, sobre si su madre nunca la había amado realmente, sobre si sólo había sido una mascota en toda su vida y por ello todos la trataban como tal... y sobre si era normal sentirse tan sola con tanta gente a su alrededor sin dejarla en paz. Por lo regular, su florista favorita se mostraba fría y valiente ante toda adversidad, pero verla en ese modo tan vulnerable le confirmaba lo tanto que contenía su miedo ante la incertidumbre de las cosas. Frisk estaba aterrada de las cosas que aún no sabía, pero aun así deseaba saberlo porque prefería darle un significado a su vida a sentir que no podía hacer nada para cambiar. Hasta ebria, era maravillosa en todo su esplendor. No le cabía duda de que no había una faceta suya que no le gustara de ella.
Al final, había logrado recostarla en sus piernas con tal de calmarla y quitarle la cerveza de su cabello con un cepillo mojado. Pero no tardó en percatarse de que sería un caso que sólo podría lograrse con un baño... y francamente, no iba a tomarse esa confianza al considerar que no podría contenerse con la tentación. Así que continuó con el recurso que tenía a la mano, sintiéndose culpable de estarla cepillando como una mascota cuando minutos antes había llorado y reído al mismo tiempo sobre cómo todos parecían tratarla como un cachorro perdido. Y sin darse cuenta de en qué momento había iniciado, se atrapó a sí mismo tarareando algo que muy seguramente no tendría sentido para nadie que le escuchara, pero para él, tenía todo el sentido del mundo al guiarse por los sonidos que tenía a su alrededor. Como si quisiera enfocarse en el latido de la chica recostada en sus piernas, como si fuese el compás que había necesitado en mucho tiempo.
Estrai le tue armi, le battaglie iniziano
Sono un santo o un peccatore?
Se l'amore è una lotta, allora morirò
Con la mia anima su un grilletto
Realmente se sentía extraño tener la necesidad de cantar, pero tras haber tocado el piano, ahora parecía que no le había sido suficiente, moviendo sus dedos inconscientemente a ritmo de una tonada que escuchaba en su mente. Y pese a que estaba ahí, protegiendo a la chica de su estado en ebriedad con toda la delicadeza que ella merecía, se encontraba también atento a su entorno, teniendo sus pistolas de plata en su costado, listas para atacar ante la menor detonación que amenazara la tranquilidad que sólo podría brindarle un mafioso como él. Y ese era el maldito punto ¿Cómo querer protegerla cuando él mismo era quien le provocaba los problemas? ¿Cómo mantenerla a salvo si estar con ella ya era un peligro?
Sabía de antemano que debía de mantenerse alejado para tal cometido, pero no podía evitar querer estar cerca de ella, queriendo saber cómo estaba o si necesitaba de algo. Queriendo observarla a lo lejos ante las maravillas de su propia persona, reflejando un entorno esperanzador que nunca había creído posible. Y Frisk, sabiendo todo eso... no lo alejaba, incluso... parecía aceptarlo tal y como era, como lo que era su vida sin vuelta atrás, pidiéndole que no la alejara incluso. ¿Cómo no ilusionarse con semejantes cosas? ¿Cómo no querer besarla cada vez que estaba con ella, si hasta parecía que... le diera permiso? ¡Y claro que ese no era el caso! No iba a abusar de su inocencia. ¡Pero maldita sea! Realmente quería hacerlo, realmente quería dejarse llevar y averiguar si ese era el caso o no.
A volte per vincere, devi peccare
Non voglio dire che non sono credente
Sì, dicono ancora che sono un sognatore
Era un idiota, y el mundo entero no tenía intenciones de hacerle creer lo contrario. Pero mientras todos en el entorno lo consideraban un pecador que no tenía salvación alguna, Frisk lo tomaba por un ángel que podía ser lo que quisiera a su manera. "Asumo las consecuencias" le había dicho justamente sobre no querer que le apartara, aceptándolo tal y como es, sabiendo de antemano que un mafioso en su vida era peligroso tras haberlo experimentado por cuenta propia.
En cuanto despertó, creyó que le reprocharía por haberse tomado algunas confianzas un tanto necesarias, pero tras la breve plática, supo que no estaba en perfecto estado aun para ser la chica de siempre. Así que esperó a que durmiera nuevamente y la dejó en la habitación de Muffet con sumo cuidado de no volver a despertarla. En verdad parecía estar alerta de todo a su manera, queriendo volver a despertar ante el menor de los movimientos como si no pudiera darse el lujo de poder estar en calma nunca. Era triste que ese sentimiento si lo tuvieran en común.
Tras cerrar la puerta, rápidamente contestó el teléfono tras haberse mantenido alerta de cualquier cosa, levantándolo con su magia antes de llegar a ello y saber de quién se trataba al otro lado de la auricular. Tal vez no había sido buena idea evitar el sonido de ese modo, pero sabiendo que le buscarían tarde que temprano tras ver todo lo ocurrido, lo mejor sería afrontar lo que había ocurrido mientras le daba más tiempo a Frisk de poder descansar y reponerse del malestar.
-Maldita sea, en verdad estás ahí. –La voz de Muffet no sonaba con intención de querer mofarse de él como otras veces. –¡Iugg! Ni se te ocurra coger en mi propio departamento o juro que te mataré por eso.
-Porque sería el único placer que este lugar testificaría ¿eh? –Susurró con una sonrisa entre dientes. Pese a su molestia, no pudo evitar querer burlarse de ella. –Poco le falta para ser un santuario a la virginidad eterna que elegiste.
-¡Vuelve y arregla el desastre que dejaste!
-No puedo ahora, tu refrigerador está escapando por haberlo abandonado tanto tiempo.
-No estoy para bromas, Sans. En verdad estoy harta de las estupideces que estás haciendo y que tenga que hacerme cargo de ello. Si tengo que matar un conejo por cada minuto que no te presentes, lo haré y lo sabes.
-Pues hazlo. –La retó sin darle mucha importancia, sabiendo de antemano que su amenaza ni ella se lo creía. Muffet sería muchas cosas, pero asesina era un papel que nunca le había quedado al nunca necesitar llegar a ese extremo. Ella era más del tipo de manipular y extraer información, ¿qué demonios le estaba pasando para querer hacer lo contrario? –No creo que al viejo le agrade la idea.
-Él mismo me dio la orden de matarlos si no mantienen resguardada a la maldita humana. La cual, por cierto, no está en donde debería de estar... ¡porque te la llevaste lejos de Snowdin y alcoholizada!
-Awww, ¿ya te estás preocupando por ella? –Fingió enternecerse de eso, notando que la arácnida estaba en verdad molesta dado sus reclamos que ya no lograba entender. –Descuida, solo quise apartarla de las sucias manos de borrachos.
-Lo dices como si tú no fueras uno de ellos...
-En este momento no tengo ni una gota de alcohol encima. Al menos no porque yo lo haya ingerido.
Sin ningún aviso, escuchó un disparo al otro lado del auricular y muchos gritos de miedo seguidos de ello. ¿Así que en verdad estaba dispuesta a volverse ruda? Sans rió en sus adentros ante lo desesperada que se estaba mostrando. La conocía lo suficiente para saber que si estaba actuando de esa manera, muy seguramente era porque no estaba pensando con claridad. ¿En verdad creía que le ganaría en provocar al otro? Su comportamiento ponía en evidencia lo que realmente le preocupaba.
-Un minuto. ¿Quieres dejar pasar otro minuto más?
-No lo sé, ¿qué tanto pagas de línea telefónica?
-¡Oh! Así que no te importa ¿eh?
-Tal vez sea porque sé que no mataste a nadie. ¿En verdad crees que no sé que le estás disparando a uno de los cadáveres que dejé? –Soltó tras un bostezo que no había sido intencional, pero que tampoco se arrepentía de haberlo hecho si eso le había hecho enojar aún más. –Basta de payasadas, niña de circo. Volveré en cuanto Frisk esté en mejor estado y me haré cargo de lo demás. Tiempo suficiente para que tú, mientras tanto, borres tu evidencia en lugar de querer culparme por eso.
El silencio al otro lado de la llamada no se hizo esperar. Sans sonrió, la tonta se había delatado sola.
-¿En verdad creíste que no me daría cuenta? –Indagó para hacer tiempo.
-El seguidor que dejaste fue en busca de W.D. Quien estará en problemas serás tú dentro de unos minutos.
-¿Cambiándome de tema para negarlo? Muy bien. –Bostezó de nuevo mientras se acomodaba en el sofá, quitándose los zapatos con toda confianza de tener la situación lo más posible controlada. –Escucha, no diré nada de tu metida de patas si tú no dices nada de dónde estoy. Del resto yo me encargo.
-...Bien. De cualquier forma, ya estás en problemas y descubrirán dónde estás aunque yo no lo diga.
-En efecto.
Colgó al no haber nada más que hablar. Francamente, no tenía ni idea de qué era lo que había hecho Muffet para que la alterara ser descubierta, pero no le importaba por ahora. Por lo pronto, sólo quería dormir un poco.
...
No importaba qué tanto quisiera enfocarse en mirar hacia el oscuro y lúgubre horizonte, Papyrus no lograba concentrarse. Aun cuando su padre seguía hablando a lado suyo, tratando de explicarle que tenía todo bajo control cuando claramente no era el caso. No cuando no podía dejar de sostener la pequeña caja de sumo valor dentro de ella.
-La señora Temmie quiere de algún modo obstruir algo gubernamental. Es una desgracia que no fuese clara con ese punto. –Comentó el jefe de familia, recargado a lado suyo en el barandal de techo en el que habían terminado. Hablar en la casa habría sido más sencillo, pero le había agarrado en su tiempo de vigilancia y por lo visto no quería pasar más minutos para ello. –Tal vez haya una pista con los Blook, pero francamente es una carta que no quisiera jugar.
Papyrus no dijo nada al respecto. Eran muchas cosas por procesar, pero solo una era la que tenía agobiándole.
-¿CUÁNDO DEBERÉ ENTREGARLE ESTE ANILLO?
-Es algo... que te dejaré elegir. –Su voz seria sonaba extraña, lo suficiente para que volteara a verlo finalmente en toda la conversación. –Asumo que querrás tomarte tu tiempo.
Era extraño que quisiera tenerle tal consideración, cuando en toda su vida había elegido por él y por su hermano en cada aspecto de su vida. Pero ahora que lo observaba con detenimiento, queriendo saber qué le pasaba para que cambiara de aspecto, realmente lo notaba cansado. No quería sentir piedad o consideración hacia él cuando todo el malestar que su familia estaba teniendo era su culpa y nada le haría cambiar de opinión, pero tampoco podía hacer la vista gorda al respecto. Parecía que el cansancio en él era tanto, que de una u otra manera estaba bajando sus defensas. Al menos era con él y no con alguien más que pudiera aprovechar o empeorar la situación. ¿O era porque siendo su hijo se daba ese lujo? Lo dudaba bastante.
Pero de que tenía algo, era un hecho. Viendo como el esqueleto mayor se quitaba uno de sus guantes, para dejar a la vista los dos anillos que tenía en su protección y resguardo con sumo cariño. El que expusiera su mano así era un símbolo de vulnerabilidad que no sabía explicarse cómo era que lo sabía.
-¿Sabes...? –La voz del Don sonaba más cansada que los minutos previos de conversaciones serias en las que el jefe había sido el único hablando. –La vez que intenté proponerle matrimonio a tu madre, ella no me dejó hacerlo. No sé si alguna vez les conté eso.
-NUNCA NOS CONTASTE NADA DESDE QUE MURIÓ.
-Cierto...
Después de ello, se mantuvieron en silencio por varios minutos, contemplando la lejanía que les permitía la altura en la que estaban, cuando claramente ninguno de los dos estaba observando algo en particular. En otras circunstancias o mejores tiempos, habría tenido un verdadero interés en el tema, pero no ahora. Era incómodo el momento, y siendo sincero, prefería estar solo para procesar la noticia de la cual no veía una verdadera solución. Pero aun así, Papyrus suspiró antes de preguntar.
-¿CÓMO FUÉ?
-Había terminado herido en mi guardia, por lo que ella estaba atendiendo mis heridas y aprovechamos para escabullirnos y pasar un rato a solas. Creo que ella ya sabía lo que pasaría. –Narró mientras mantenía la mirada fija en la lejanía, como si ello le ayudara a tener un mejor panorama de sus memorias. –Así que antes de que pudiera proponérselo, ella llenó mis dientes de comida y fue ella la que habló. Diciéndome que no me permitiría decir nada hasta que volviera de mi última guardia. Una en la que para ser sincero, creí que moriría. Y estoy seguro de que ella presentía lo mismo y me dio una razón para que no fuera el caso.
Papyrus ahora realmente le prestaba atención con curiosidad y asombro. Era extraño el caso de verlo tan comunicativo y afectado, pero sobre todo, queriendo hablar con él de esa manera. ¿Por qué ahora? ¿Por qué había terminado así y por qué estaba siendo abierto con él?
-Tu madre siempre sabía qué hacer en las buenas y en las malas. –Continuó el jefe, acariciando sus anillos con sumo cuidado. –Todos estos años he querido ser como ella, pero es claro que no es algo que se me dé.
-NO ERES... PRECISAMENTE EL SUJETO MÁS ALEGRE DEL MUNDO. –Le admitió con el mayor tacto posible, aunque estuviera conteniéndose de contestarle otra cosa. Tampoco quería desquitarse ahora que lo veía de ese modo. –TUS MÉTODOS SON PRUEBA DE ESO.
-Soy un hombre que estuvo en el campo de guerra. Sé de lo que son capaces otros cuando se está en una situación de peligro y a otros no les importa tu vida para llevar a cabo sus propósitos. Por eso los entrené de ese modo, para que justamente supieran tomar decisiones mucho mejores que las mías. Pero Sans... pareciera querer cometerlos peor de lo que fue conmigo.
-SANS ES UN IDIOTA, PERO AL MENOS PREFIERO QUE ESTÉ IDIOTIZADO POR AMOR QUE POR OTRAS COSAS. ¿TE HAS DADO CUENTA QUE HA DISMINUIDO SU CONSUMO DE ALCOHOL Y TABACO?
-No me había dado cuenta de eso. –Admitió el jefe. –Supongo que la humana es un estupefaciente más efectivo para aminorar el dolor de la realidad.
-QUE COMENTARIO TAN DRÁMATICO. –Papyrus no pudo evitar soltar un resoplido de burla.
-Lo comprenderías si experimentaras el enamoramiento.
-LO ESTUVE ALGUNA VEZ. –Notó que el jefe se giró abruptamente para verlo con sorpresa. Incluso él, estaba sorprendido de que se atreviera a abrirse con él en ese tema. –PERO MATASTE A SU PADRE.
-Oh... –Por un momento creyó que se mantendría el silencio incómodo de nuevo, pero no fue el caso. –No fue una humana también ¿O sí?
-NO TENGO LOS FETICHES EXTRAÑOS DE SANS. –Aunque no fuera su intención, no pudo ocultar el tono ofensivo. –FUE... UNA ANFIBIA.
-No recuerdo haber matado a un anfibio.
-EL VIGILANTE DEL FARO.
-Ya recuerdo. El encargo de la familia Blook. –Papyrus ni siquiera quiso responderle al no ser necesario. –No sabía que... conocieras a algún familiar de ese señor.
-NO ME SORPRENDE. SIEMPRE PRESTASTE ATENCIÓN A SANS.
Sabía que el jefe parecía querer tener una mínima buena intención con él, pero por más que quisiera agradecer ese hecho, simplemente le molestaba que hubiera esperado a esas alturas a que se comportara de esa manera. Estaba atado a un compromiso que le haría abandonar su apellido y libertad por los actos del señor que tenía a lado suyo. Estaba sujetando la caja del anillo que le dejaba más que claro que no había una salida grata si ahora resultaba que tenían límite de tiempo. Y era evidente que lo tendrían, dudaba mucho que la señora Temmie quisiera esperarse o compadecerse a esas alturas.
No, las cosas como eran.
-MAÑANA ME DIRIGIRÉ A WATERFALL Y LE ENTREGARÉ ESTO A TAMMY. –Levantó la caja a la altura de su vista, mas no lo abrió para ver el contenido. No tenía ni idea de qué forma tenía y no tenía curiosidad de saberlo. De cualquier manera, no le habían dejado elegir ni siquiera esa parte. –ASÍ SERÁ UN PENDIENTE MENOS.
-Papyrus...
-NO PRETENDAS QUERER SER UN BUEN PADRE. –Soltó tras no poder contenerse más. –NO AHORA, ¿QUIERES?
Le habían bastado unos segundos para ver que sus palabras no habían sido gratas, pero no podía contenerlas más. Guardó la pequeña caja en el bolsillo de su saco con tal de hacer algo con sus manos, al igual que había dejado de ver al jefe directamente ante un enfado que realmente estaba conteniendo. Le molestaba que intentara querer verse bien con él tras tantos años que lo había buscado de esa manera, queriendo su atención, cariño y reconocimiento. ¿Y ahora pretendía dárselo ahora que estaba perdiendo la batalla sin siquiera iniciar? Estaba harto que lo tomara por tonto una vez más.
-Claro. –Escuchó que le decía con un tono más bajo. –Entiendo.
No quería estar cerca de él más tiempo, por lo que se encaminó lentamente hacia las escaleras, pensando seriamente que sería un buen momento para saber teletransportarse para estar lo más lejos posible en muy poco tiempo. Pero claro, el jefe no le había considerado digno para tal conocimiento.
Y al ver que en las escaleras estaba subiendo el seguidor de grandes ojos, completamente solo, supo que tampoco había sido bueno que Sans supiera tal habilidad si nuevamente había hecho mal uso de ella. ¿Y ahora qué había hecho ese idiota?
...
Frisk agradecía que las cortinas estuvieran cerradas, que de lo contrario, la luz le habría molestado en cuanto había abierto los ojos. Le costó trabajo procesar en dónde estaba y porqué se sentía tan mal hasta que recordó poco a poco lo ocurrido. ¿Pero cómo había llegado a una cama? Se levantó con algo de prisa al no sentirse cómoda de estar en un punto desconocido, pero tras esforzarse en hacer memoria de cada detalle, tan sólo pudo recordar que lo último que había hecho había sido hablar con Sans mientras le cepillaba el cabello. Se acercó al tocador cercano para verse en el espejo, y en efecto, se veía terrible. Su cabello estaba algo tieso y su vestido...
Su reflejo le devolvió una mirada completamente acalorada. No tenía puesto ningún vestido. ¿Por qué tenía puesta una pijama? Y una que definitivamente nunca se pondría ella.
-¡Hey! Buenos días, bonita. –Parecía que había hecho ruido para que Sans se acercara, pero en cuanto había ingresado a la habitación, se había girado de inmediato ante el problema. La pijama era demasiado corta y estaba segura de que el esqueleto había visto suficiente para notarlo. Prácticamente, tenía las piernas al descubierto como para cuestionarse la clase de prenda que estaba portando. –Se... Será mejor que te des un baño. Créeme, eso te hará sentir mejor.
-Sans, ¿por qué tengo puesto esto? –Preguntó mientras agarraba la sábana de la cama y se la colocaba alrededor.
-No fui yo. Muy seguramente fueron las arañas.
No estaba segura de su afirmación hasta ver que había varias arañas en el lugar, notando que incluso algunas le acercaban unos zapatos para no estar descalza. Fue así como confirmó que estaba en el departamento de Muffet, recordando cómo las arañas habían sido anfitrionas en su estadía junto con Don Gaster en aquella vez no grata. ¿Por qué Sans la había traído a ese lugar? ¿Y dónde estaba Flowey? ¿Estaría bien? Recordaba que a ambos los habían bañado en alcohol antes de que sujetos le obligaran a tomar y estaba muy segura de que no era una sustancia adecuada para una flor, aunque claro, Flowey era un caso especial y único.
Sans ya se había retirado para darle su espacio, cosa que agradecía en silencio a la vez que se encontraba apenada, abrazada a si misma con la sábana rodeándole hasta llegar al suelo. Definitivamente ella no se pondría algo tan corto, pero la posible dueña de la prenda tendría todo un cajón con pijamas similares que reflejarían mucho mejor su cuerpo a como lo tenía ella. No dio ni un paso más y las pequeñas arañas le empujaron los zapatos con cierta insistencia, teniendo que sentarse de nuevo en la cama para colocárselos sin considerarlo necesario si iba a dirigirse al baño. Pero al ver que otras arañas comenzaban a acercarle un vestido para cambiarse, tuvo que detenerlas en su camino al ver que estaba siendo el mismo caso como la pijama.
-Gracias, pero... ¿podrían prestarme algo que pueda cubrir más piel? ¿Algo más largo, por lo menos?
Frisk no estaba segura de si le pudieran entender. ¿Todas las arañas podían ser así o tenían algo particular? ¿Por qué las arañas eran tan atentas? ¿Ellas se encargaban de limpiar la casa en ausencia de la dueña? ¿Cómo se lograba entrenar a las arañas? Sorpresivamente, parecía que si le habían entendido tras haberse retirado con el vestido doblado, mientras que otras ya estaban abriendo el closet y sacando un nuevo vestido que parecían medir con las telarañas que dejaban a su paso.
No supo cuánto tiempo se había quedado contemplándolas, pero la incomodidad del olor de su propio cabello le recordó lo mucho que necesitaba un baño. Así que se puso de pie y dejó que las arañas eligieran por ella al sentirse incómoda de toda la situación. Se había asomado un poco para no tener que toparse con Sans en su camino, pero no parecía que el esqueleto estuviera a la vista rápida. Y tras dar con la puerta que daba al baño, ingresó y se dispuso a bañarse por más del tiempo que frecuentaba, dejando que el agua se llevara todo su malestar, pena e incomodidad de tan poco tiempo. Sans tenía razón, bañarse le hacía sentirse un poco mejor. ¿Entonces aquella vez había sido un acierto haberle recomendado lo mismo? ¿Era normal sentirse tan aturdida tras todo lo ingerido a la fuerza? Por más que trataba de recordar todo a la perfección, había detalles que se le escapaban por completo. ¿Cómo había terminado en una cama? ¿En qué momento Sans la había tomado para trasladarse fuera de La Madriguera?
No queriendo que pasara más tiempo, se arregló lo más pronto posible tras ver que las arañas ya le habían elegido una nueva prenda y dejado en el baño de alguna manera. Seguía siendo una prenda que ella no usaría por cuenta propia, pero al menos era mejor que la anterior que le habían seleccionado. ¿Qué acaso Muffet se esmeraba en mostrar demasiada piel siempre? ¿Por qué? Debía de ser demasiado incómodo y vergonzoso, por no contar que lo poco que cubría su cuerpo debía de aumentar el frío que evidentemente sentía con facilidad. Lo de la espalda lo entendía por sus brazos, y tal vez lo del escote si aquello pudiera incomodarle de alguna manera por tenerlas más grandes que ella, pero ¿porqué también las piernas? Ya no había mucha diferencia de estar en ropa interior con eso. ¿Y por qué parecía que todos sus vestidos tendían a ser muy oscuros?
-¿Cómo te sientes? –Preguntó Sans en cuanto le vio acercarse a la pequeña sala tenuemente con olor a mantequilla. Extrañamente, le estaba hablando desde la cocina la cual estaba a un lado. –Je... ¿quién diría que llegaría el día de verte en tal estado?
-¿Cómo puede gustarte el alcohol con todo esto? –Soltó al momento de acercarse a la pequeña mesa central. No causándole una buena sensación eso tras recordar la plática que había tenido ahí previamente con Don Gaster. –Sabe horrible y solo te sientes peor después.
-Con el tiempo le agarras un sabor y cariño especial. –Contestó Sans tras acercarse poco a poco con un plato en la mano y unos cubiertos con la otra. –Pero es por la sensación del momento por lo que uno tiende a dejarse llevar por el alcohol.
-¿A qué te refieres?
-Primero ingiere algo para que te sientas mejor. –Estando presente y notando que tenía sus mangas remangadas, colocó el plato sobre la mesa. –No soy bueno cocinando como tú, pero aun así espero que te guste.
Frisk siquiera prestó del todo atención a qué era realmente lo que estaba en su plato que le estaba poniendo frente a ella (aunque el aroma le había indicado previamente que se trataba de pan tostado y huevos), sino que estaba sorprendida de que el esqueleto hubiese tenido toda intensión de prepararle algo de comer y no al revés. ¿Hacía cuándo que alguien tenía el interés o iniciativa de hacer algo de comer para ella? Muchas veces había tenido que hacerlo ella ante la ausencia emocional de su madre, y cuando estaba en mejor estado y preparaba algo, no se sentía tan cercano salvo sus postres que eran destinados para vender y no quedarse en casa. Flowey una que otra vez le había hecho la comida al percatarse de la indisposición de su madre, pero al no contar con el sentido del gusto, condimentaba demasiado la comida al grado de ser poco disfrutable entre bocados, aun así, era apreciado al tratarse de un amable gesto protector de su parte. No obstante, siempre había sido cocinar para uno solo y no poder compartirlo como quisiera, por lo que apenas se estaba dando cuenta de ese detalle tan particular mientras tomaba su tenedor para dar el primer bocado.
La señora Bonnie le alimentaba estando bajo su techo, pero no era lo mismo si su intención era alimentar a toda su familia. Sin contar el hecho de que ahora era ella quien se encargaba de eso también como parte de sus labores. Papyrus había preparado algo para ella en una ocasión también, pero sus verdaderas intenciones salieron rápidamente a flote tras un fugaz disparo. Por lo que esta vez... era la primera vez que alguien tenía intención genuina de prepararle algo para compartir, no comer sola o para atentar contra su vida o salud. Sans le estaba cocinando para comer juntos, para acompañarse el uno al otro estando en la misma mesa en un grato convivio del que ninguno estaba obligando al otro a estar ahí realmente.
El sabor no era la gran cosa, pero un simple bocado le había hecho sonrojarse en gran manera inexplicable al pensar en todo eso.
-¿Todo bien? –La voz de Sans la sacó de sus divagaciones.
-Ah, sí... –Soltó con timidez, sin siquiera saber qué decir realmente. Prefirió ver directamente su plato ahora ante el nerviosismo que le daba ver al esqueleto por ahora. –Sabe bien, cocinas mejor que tu hermano.
-No le digas eso nunca, lo pondría muy triste. –Antes de que pudiera preguntarle la razón, el esqueleto colocó una taza humeante para ella que había traído con su magia y siguió hablando. –Cuando mamá no estuvo más con nosotros, fue Papyrus quien tuvo la iniciativa de querer ver que los tres comiéramos cuando papá ni siquiera tenía el ánimo para hacerlo.
-Entiendo lo que es eso. –Respondió Frisk con cierta sorpresa, levantando la mirada nuevamente y viendo que el esqueleto se sentaba frente a ella, teniendo que encorvarse ambos un poco por la pequeña mesa que les dividía. –Me pasó lo mismo con mi mamá.
-Sí, pero al menos tú cocinas delicioso, bonita. –Sans soltó una tenue risa mientras traía comida ahora para él, recurriendo a su magia con tal de no dar doble vuelta o caminar demás. –Paps tiene muchas cualidades, pero hay que admitir que la cocina... es algo que sigue intentando. El viejo y yo nos comemos lo que hace en agradecimiento, pero no creas que siempre tenemos estómago para ello.
-¿Entonces aprendiste a cocinar para ti para evitarlo? –Intuyó de inmediato, poniendo a un lado la pregunta fugaz sobre los estómagos existentes en los esqueletos.
-Sí, pero es mucho trabajo hacer un simple platillo. –Se encogió de hombros sin importarle la pereza que estaba declarando. –Prefiero ir con mi amigo para esas cosas.
Pese a la simpleza de su comentario, ese simple hecho le hizo sonrojarse aún más. Confirmándole que Sans realmente tuvo intensión de cocinarle y siendo la razón por la cual le sabía mucho mejor los siguientes bocados que daba. En efecto, se trata de un par de cosas tan simples que ella misma había preparado en una ocasión anterior, pero ¿hacía cuánto que no sentía que comer con alguien fuese agradable? Incluso tras estar con un malestar inexplicable bajo su casi nula experiencia, podía sentirse cómoda pese a todo. De vez en cuando, notaba que Sans la miraba de reojo como si estuviera al pendiente de ella, mas no comentaba nada para dejarle comer en silencio del cual parecía tener sentido entre ambos sin necesidad de explicaciones. Justo como cuando se agarraban de las manos, siendo un lenguaje que parecía tener sentido sin necesidad de razonarlo demasiado, que de lo contrario sería confuso en todo su esplendor. Y justo como cuando colocaba su saco sobre sus hombros en variadas ocasiones, siendo un modo en el que la mantenía a salvo de algo que aún no lograba entender, pero que agradecía a la altura de las circunstancias.
¿Qué era realmente Sans para ella? Parecía que era una pregunta invasiva cuando otros se la cuestionaban, pero ahora que estaba en total calma y frente a él mientras comían en silencio, se daba cuenta que, en efecto, no tenía idea de cómo definirlo. ¿Por qué "ángel" no era suficiente? El señor de la iglesia le había aclarado la diferencia entre concepto y formalidad, pero ¿entonces qué debía pensar al respecto? Ya no eran seres conocidos si frecuentaban lo suficiente para saber más cosas el uno del otro, pero por más que quisiera verlo como un amigo, no lo sentía a lo que era convivir con Flowey. Sans era extraño en muchos aspectos, de los cuales aún no lograba entenderle, y sin contar la vida delictiva que conllevaba su existencia. Pero aun así, no podía sentir aquel peligro que irradiaba a otros con su presencia. Sino todo lo contrario, sintiéndose en calma a su lado, sabiendo que podía ser ella misma sin agresiones o cuestionamientos fuera de lugar.
Todo ello era lo que la llevaba al punto de verlo como una posible pareja sentimental, pero... ¿eso cómo se daba? No tenía ninguna experiencia ni alguna referencia específica en la cual basarse para comparar la situación. ¿Cómo le hacían otros para darse cuenta de esas cosas? ¿Por qué no bastaba que respondiera una simple pregunta y ya? ¿Por qué complicarse tanto en esperar que él tuviera la iniciativa de expresarse si parecía optar por llevarse su secretismo al lecho de su muerte? Porque no le cabía duda de eso si desviaba su atención de esas cosas cuando se presentaba la ocasión, pero en otras no perdía la oportunidad para coquetearle que sólo terminaba confundiéndole aún más. Y en unas ocasiones más limitadas, le hablaba en italiano sabiendo que no le entendería, siendo algo absurdo en todo aspecto. ¿Por qué era tan complicado?
No se había dado cuenta de lo lento que estaba comiendo tras tantas preguntas rondándole la cabeza, hasta que su nuevo bocado le delató lo fría que había terminado su comida y siendo un sabor diferente a su inicio. Pero no podía parar de querer obtener una respuesta cuando el producto de su tormento mental estaba justamente frente a ella. Durante mucho tiempo, había creído que el amor se daba en el instante y que no entraba a ninguna complicación dado que el uno y el otro sabrían lo que querrían, pero Don Gaster, siendo lo más cercano a consultar en ese tipo de cosas, le había aclarado que el amor a primera vista no existía en cuanto se trataba a un verdadero enamoramiento. Mencionándole que realmente era un conjunto de elementos defectuosos que se volvían un complemento el uno para el otro, (o algo así recordaba). Y si ese era el caso, ¿qué sería lo que Sans estuviera buscando complementarse con ella? O más bien, ¿por qué los defectos de uno debían de ser el detonante para un enamoramiento? ¿O acaso lo estaba pensando demás y no le estaba entendiendo nuevamente? ¿Por qué Sans no le había contestado su pregunta en su momento y ya? Así no habría tenido tantas complicaciones a esa altura de su vida, cuestionándose sobre porqué Sans simplemente no le decía una simple respuesta que pudiera entender en el mismo idioma. De cualquier forma ya sabía que ella le gustaba, pero ¿por qué? La ciudad no parecía estar de acuerdo y él aun así... parecía no importarle ese hecho, justo como a ella no le importaba que se tratase de alguien peligroso para mantener cerca.
-Lo siento. –La voz de Sans la regresó al presente, pero aquello sólo le hizo querer mantener la mirada hacia abajo, como si no quisiera ser atrapada en lo que estaba pensando. –En tu estado me contaste sobre lo mal que te sentías sobre tu situación complicada con los Dreemurr. Siento como si no debía escuchar tales cosas de ese modo, por eso lo lamento.
-Descuida. Tal vez lo que dije era necesario. –Admitió Frisk con cierto pesar, agarrando finalmente su taza medio fría por la espera y porque el esqueleto no había calentado correctamente el agua para el té. –Todo esto me confunde demasiado. El hombre que me enseñó que toda vida era valiosa, está siendo un asesino que atemoriza a toda la ciudad con la simple mención de su nombre. Por más que lo piense, no tiene sentido.
-Bueno, tenemos algo en común entonces. Compartimos el asesino de familias. –Frisk levantó la mirada con seriedad. No era algo que quisiera escuchar en ese preciso momento y el esqueleto nervioso ante ella parecía haberse dado cuenta en el instante. –Ok, ese fue un pésimo comentario de mi parte.
-Fue un comentario realista. –Nuevamente admitió Frisk, mirándolo fijamente en busca de algo más. –¿Aun quieres matarlo?
-¿Mi respuesta determinará que tanto me detestarás? –Sans parecía querer verse relajado, pero la joven se mantuvo en silencio en espera de su respuesta. El esqueleto solo suspiró con resignación, mas no rompió el contacto visual y eso lo agradecía. –Sí, Frisk. Voy a matarlo. Es diferente a lo de la señora Dreemurr, si es lo que quisieras argumentarme.
-¿Matarlo te haría sentir mejor?
-El perdón no es la solución a esto. –El nerviosismo del esqueleto se esfumó muy rápido, tomando lo que quedaba de su taza antes de seguir hablando. –Mató a mi madre, engañó a mi padre de alguna manera, Papyrus está atado a un compromiso que engloba su existencia, y todo lo que te hizo a ti...
-Y todo eso no tiene ningún sentido. –Interrumpió sin darse cuenta, pero no arrepintiéndose de hacerlo. –Comienzo a pensar que en verdad nada lo tenga.
Parecía que no iban a llegar a nada mientras hablaran del tema, y al ver que Sans se paraba con los platos sucios para llevarlos a la cocina, supo de esa manera que estaba pensando en lo mismo. Aunque fuera algo de lo que ya habían hablado en variadas ocasiones, siempre llegaban al mismo punto donde quedaba marcada la división entre ambos.
Asgore Dreemurr. Era el punto de división entre ambos y ahora se estaba dando cuenta. Aquello que les separaba de una u otra manera, ante intereses muy diferentes y sin querer ceder ante el otro. La razón por la cual quería pensar en que su figura paterna pudiera hacer el bien, era justamente por el modo que percibía a Sans, pero... hasta ella sabía que pensar algo así era absurdo, por no decir infantil. Sans dejaba firme su decisión y razones por las cuales quería matarlo, ¿y acaso esa sería la razón por la cual no contestaba sus preguntas sobre lo que sentía por ella? ¿Porque sabía que... en algún momento, se volvería el asesino de su padre adoptivo? Y si ocurriera tal cosa, ¿seguiría queriendo a Sans en su vida? ¿Seguiría teniendo el valor de querer mantener un mafioso en su muy limitado círculo social? O en el caso de que lograra impedir una masacre innecesaria, ¿Sans podría vivir con ello? O peor, ¿Asgore Dreemurr se volvería el asesino de la familia Gaster? ¿Mataría a Sans? ¿Lo perdería al igual como lo había hecho con sus hermanos? ¿No volvería a verlo?
No. No quería eso. Ella era firme sobre aceptar las consecuencias, pero ¿qué tal si eso conllevaba peores cosas? Pensar en todo ello hizo que temblaran sus manos. Todo era demasiado complicado y cada vez menos posible de encontrar una solución pacífica para todo. Por más que lo pensara, alguien terminaría sufriendo, ¿cierto?
Pensaba en todo eso desde su asiento hasta que una prenda sumamente reconocible le cayó del cielo, frenando todo el tormento que parecía formarse mientras reinaba un silencio exterior. Fue así como notó que Sans le había arrojado su saco con su magia, mientras que él permanecía en la cocina lavando los trastes que las arañas le acercaban aún más, permaneciendo en silencio y sin dar ninguna explicación de su acción, aunque claro, tampoco era que lo necesitaba. ¿Acaso había estado siendo muy obvia en su malestar? Aunque le diera la espalda de ese modo, parecía estar viendo por ella al igual que todas las otras veces en las que le había sacado de algún apuro, de alguna simpleza o complejidad que atentaba contra su vida.
Acomodándose mejor el saco, observó al esqueleto con detenimiento. Comida, atención y una breve plática. Todo en conjunto le era una sensación familiar acorde a su poca experiencia. Casi se sentía como si estuviera...
-Sans, ¿esto es una cita?
Preguntó sin siquiera pensarlo antes, notando con cierta tardía lo raro que seguramente había sonado de su parte. Y por ese instante, pareció que Sans estuvo por dejar caer los platos que estaba lavando, pero muy seguramente había sido su imaginación por lo fugaz que había sido. Aun así, el esqueleto no se giró ni respondió de inmediato. Casi como si lo estuviera... ¿meditando? ¿Pensando? No sabía cómo explicarlo con exactitud si seguía dándole la espalda pese a que en todos esos segundos dejó correr el agua sin hacer nada más. Eso era un desperdicio innecesario ahora que lo pensaba.
Tras no obtener respuesta en una espera no habitual con él, comenzó a sentirse incómoda de las posibilidades que rondaban en su cabeza. ¿Y si lo había ofendido de alguna manera? Muffet le había dicho que había cosas que no se podían hablar con los hombres y tal vez había tocado una de ellas sin darse cuenta. ¿Qué tal si había sido un modo de ser grosera o descortés con su amabilidad? No le había preguntado nuevamente sobre si ella le gustaba realmente o no, sólo si todo lo que estaban haciendo en ese momento se trataba de una salida casual como la que había pasado con Mettaton o Papyrus. No era nada malo ¿o sí? Y de cualquier manera, ya sabía que ella a él si le gustaba, así que si estaba en eso, al menos le gustaría saberlo y esa curiosidad era natural en cualquier individuo, ¿verdad? ¿O es que la ciudad y sus costumbres extrañas también lo hacían ver raro algo así?
Esperó pacientemente a que le dijera cualquier cosa, o que por lo menos se girara para verse de frente el uno al otro. Pero el esqueleto tomó su tiempo de terminar de lavar los platos, cerrar la llave del agua y secarse las manos antes de sólo recargarse en donde estaba, sin girarse en ningún momento y desconcertando aún más a la humana que no le apartó la mirada pese a todo. ¿Lo estaba haciendo apropósito para alargar el tiempo?
-Si así fuera... –La voz de Sans sonaría con el tono casual de siempre, sino fuera por el tenue carraspeo previo que de alguna manera lo había puesto en evidencia. –¿Qué pensarías?
-Que hubiera preferido que me lo hubieras pedido antes. –Comentó un tanto aliviada de que por fin hablara. Aunque sintió sus mejillas acalorarse con su propia respuesta. –Porque sería la primera vez que diría que si a una cita.
Había hablado sin pensar, pero tras unos minutos que se sintieron eternos, sin que el esqueleto se girara en ningún momento, Frisk comprendió con tardía lo que posiblemente estaba pasando.
-Ahh, yo... Es que Papyrus dijo una vez que las citas eran para conocerse al otro y... Yo...
Aunque quisiera sincerarse en totalidad, las palabras adecuadas ya no le salían sin ponerse nerviosa de su reacción. Ella misma se había metido en ese embrollo ¿Y ahora cómo se salía de ello por cuenta propia? ¿Qué decir en tal situación con tal de que no se malinterpretara sus palabras? ¿Y si Sans si lo malinterpretaba y tomaba por otro rumbo? ¿Qué tenía que hacer ahora? Por más que pensaba en qué pudiera hacer, nuevamente le llegaba a la cabeza aquella canción que tanto le atormentaba de la familia conejo. ¡Definitivamente no quería ni tenía intenciones de pensar en algo así en su vida!
Sans se había tomado su tiempo para darse la vuelta, caminando lentamente hacia la pequeña sala y sentándose frente a ella como lo había hecho minutos antes. Aunque le viera con una seriedad que no acostumbraba en él, el suave tono azulado en su cráneo le indicaba que al menos no parecía estar molesto con ella y eso ya era un problema menos del cuál preocuparse.
-Frisk, la humana, ¿tendrías una cita conmigo?
Pese a esperar que aquello sucediera, se había sonrojado mucho más con tan sólo escucharlo. Y no por la simple sugerencia que de una u otra forma venía presintiendo que pasaría, sino por el hecho de nombrarla de esa manera tan particular. Lo cual le daba certeza que no había sido por una simple casualidad o jugarreta de su parte, mucho menos en un modo despectivo como otros lo hacían.
No la nombraba como una Dreemurr ni como una Saito, sino sólo como se había presentado ante él la primera vez que se vieron. No le estaba pidiendo salir con todo su pasado y tormento detrás de ella que sólo le generaba crisis existenciales, le estaba pidiendo salir con quien era realmente ella, tal y como la había conocido. Y pensar en ello sólo le hizo recordarle todas esas veces en las que el esqueleto mencionaba sobre apreciarla tal y como era ella, sintiendo con qué peso venía todo eso realmente y acalorándole aún más por ello. ¿Cómo era que algo tan sutil le hacía sentirse de esa manera? ¿Por qué... eso le estaba emocionando tanto?
Sin poder responder sin sentirse como una tonta avergonzada, se limitó en asentir con la cabeza al contenerse demasiado de no desviar la mirada de modo grosero. Pero Sans sólo rompió la seriedad de su expresión, ensanchando su sonrisa con un deje burlón que no pudo pasar desapercibido.
-Lo siento, no oí tu respuesta. –Hizo el ademán de poner su mano en... ¿su oreja? ¿Cómo era que escuchaba, ahora que lo pensaba? –¿Qué dices?
-Si. –Frisk arqueó una ceja. Estando segura de que sólo lo hacía para burlarse de su propia incomodidad. –Dije que si.
-Muy bien. –Sans pretendió relajarse en su asiento, pero por alguna extraña razón, no le parecía que fuese el caso. –Entonces, tendremos una cita.
-Si.
-Tú y yo.
-Si...
-Una cita.
-¿Pretendes que te diga si todo el rato?
La sonrisa del esqueleto se ensanchó aún más a modo de respuesta. Por lo visto, sólo había querido oírlo con su voz. Aquello le recordaba un poco cuando pronunciaba su nombre, lo cual le confirmaba que estaba siendo el mismo sujeto extraño que había conocido por primera vez. Eso de algún modo era reconfortante y le alegraba en sus adentros.
-Sé que no te gustan las multitudes ni la atención excesiva, así que puedo conseguir una cena privada en un restaurante elegante que...
-No. –Frisk rápidamente le irrumpió al ver a dónde iba encaminado eso. –No tiene que ser algo de esas cosas.
-¿Mmmh? ¿Entonces qué te gustaría, bonita?
-Quiero conocerte mejor. –Mencionó con seguridad. Después de todo, era algo que había pensado desde hace días y ahora era una buena oportunidad. –Así que vayamos a un lugar que frecuentes.
-Ammm, no creo que quieras ir a un lugar así después de tu estado de anoche. –Rio Sans en el instante. Parecía que el lugar le había llegado a la mente de inmediato. –¿O acaso ya le agarraste el gusto a la bebida?
-Si lo que frecuentas es eso, está bien. –Frisk se encogió de hombros sin darle importancia. –Yo quiero conocerte y entenderte.
-De acuerdo. ¿Te parece bien que sea mañana por la noche?
Frisk asintió desde su sitio, observando que el esqueleto estaba realmente feliz y no sonriendo como simple apariencia como otras veces le había parecido que fuera el caso. Aquello le hizo sonrojarse sabiendo que, si bien para ella tenía un objetivo, era claro que para Sans tenía otro significado. Uno más... romántico, si se le podía denominar de algún modo. ¿Era correcto acceder de ese modo, sin comprender ella misma que era él para ella todavía? No lograba entender a Sans, pero ¿qué había de ella? ¿Qué es lo que ella querría en todo eso?
Complemento... ¿Sans en qué la completaba a ella? Tal vez esa era la pregunta que debía hacerse. Tal vez la cita con él era lo que necesitaba para aclararse eso de una buena vez por todas.
...
No era algo que frecuentaba hacer, pero cuando se necesitaba, Fuku sabía muy bien las horas perfectas para mantenerse ausente en cuanto su tío estuviera ocupado a poco tiempo de abrir el bar. No era mucho el tiempo en el que podía salirse con la suya, sabiendo que tarde que temprano pudiera percatarse de eso, por lo que era algo que no tenía pensado abusar salvo para ocasiones especiales.
Y lamentablemente, esta era una de ellas.
Por más que preguntara de puerta en puerta sobre si sabían algo de Skate, nadie sabía nada. Y aunque supieran, parecía que nadie hablaría como estaban acostumbrados. Lo cual le molestaba sin el afán de contenerlo, era culpa de la maldita delincuencia que no paraba de presentarse en la ciudad. Y en cuanto la mayoría se tratasen de monstruos, la policía no le daría importancia. ¡Patético e injusto!
Fue así como se dirigió hacia el punto de reunión de su grupo de protesta. Si había seres en los cuales poder confiar, eran justamente ellos. Todos juntos luchando por un bien común que era obtener la justicia e igualdad que merecían como seres existentes en el mundo. Y las desapariciones era parte de ello. Pero cuando le tocó hablar en el círculo, pidiendo que pudieran buscar todos juntos a Skate, para sorpresa suya fue el líder de todos ellos quien se levantó y dio un paso al frente.
-En verdad lamento lo de tu amiga, Fuku. –Comentó el reno con voz que reflejaba su sinceridad. –Pero no hay mucho por hacer en casos como estos.
Fuku lo contempló con algo de desesperación al ser lo peor que pudiera oír directamente de él. La mayoría del grupo de resistencia eran jóvenes, aquellos que querían luchar por un futuro prometedor para ellos, pero también había seres de mayor edad que ellos, los cuales en verdad estaban luchando para que sus voces fueran sonadas en la política y poder tener un representante monstruo que viera por sus derechos y libertades. Rudolph era uno de ellos, los cuales todos los jóvenes pertenecientes lo admiraban y veían en él la voz que necesitaban para dicho cambio dentro de las filas representantes en el nuevo gabinete. Por lo que escuchar cómo decía eso, simplemente le hizo daño.
-Pero...
-Lo único que nos queda, es seguir manteniéndonos juntos en esto. –El reno quiso acercársele con una mano extendida, como si quisiera consolarla. Pero Fuku retrocedió negando tal tacto. –Lamentablemente es una situación complicada que se nos escapa de las manos.
-Ella pertenece a nuestro grupo ¿no deberíamos hacer algo por eso?
-Lo sé, pero no es la primera que desaparece de ese modo, y hasta ahora no hemos podido encontrar a ninguno.
-¡Podemos seguir intentando! ¡Se lo debemos!
-Fuku... Cabe la posibilidad de no dar con ella... con vida. –Rudolph bajó su mano para tenerla a la par con su bastón. Pese a que no era tan viejo, tenía muchas dificultades de salud que le impedían moverse con facilidad. El cuerno roto que tenía, era algo que les aclaraba de alguna manera que sus malestares habían sido provocados de alguna manera. Aun así, siempre había hecho el esfuerzo posible de estar presente en algunas manifestaciones. –Sabes que las cenizas no son tan detectables como lo son los cuerpos humanos. Así que podría ser una búsqueda eterna que no llevaría a nada.
No quería estar más ahí, aunque también el tiempo limitado era factor para moverse con prisa de ahí. Mientras se dirigía hacia su casa antes de que su tío se diera cuenta de su tardía, pensó seriamente en lo que tenía que hacer si los adultos no pensaban en hacer nada útil.
La buscaría ella misma si era necesario.
***
Desde aquí ya oigo sus gritos, jajajajajaja.
Sí, yo también estoy muy emocionada de llegar a este punto. Es aquí cuando agradezco por su paciencia y determinación en esta historia. ¡Gracias a ustedes he seguido adelante! Sé que me tardo en algunas actualizaciones, pero siempre procuro que valga la pena la espera, jeje.
**Inserte teorías locas aquí y desayunemos todos juntos huevos con pan tostado**
¡Michi fuera!
:D
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