Florecita
Una vez más Flowey se encontraba en soledad, impulsándose él solo de un columpio abandonado que había en aquel extraño parque donde niños estaban felices y dando problemas a sus padres, quienes eran tan idiotas (no había mejor palabra para describirlos) por dejar a esas bestias de la naturaleza caminar a sus anchas en un lugar en el que fácilmente se podían llegar a perder. Por primera vez en su vida Flowey se sentía... confuso con sus pensamientos, por el simple hecho de que era complicado sobrellevar una vida por tanto tiempo en la superficie.
La última vez que estuvo aquí pudo disfrutar de la brisa del mar, de como el sol calentaba sus pétalos y como la lluvia lo llenaba, lo cuidaba... eran recuerdos tan lejanos que incluso piensa que se encuentra divagando en estos momentos, cosa que no sería extraña tomando en cuenta el reciente historial de la flor. Desapariciones, escapadas... la flor era un dolor de cabeza para cierto adolescente determinado que solo pensaba en ayudar a todos, pero el no-monstruo sabía la verdad.
O si, una perfecta más cara que Frisk se encargo de hacer creer a todo el mundo que era su verdadero ser. Un juego simple y perfecto de ocultar sus verdaderas intenciones bajo promesas que o no cumplía, o se le pasaba por alto o cuando las cumplía ya eran tarde... deseaba tanto saber como es que ese niño tan parecido a él pudo meterse de esa forma en su cabeza. Quizás fuese porque eso mismo de que ambos se parecían. ¿Eso sería enamorarse de uno mismo entonces?
—Si Flowey.—se replicaba a él mismo por esos pensamientos tan extraño.—Definitivamente tienes el titulo del idiota más grande que hubo en el subsuelo.—¿y en la superficie? Ese titulo se lo había ganado Frisk, con esfuerzo y sudor cuando se negó a dejarlo pudriéndose abajo de todos. En esa montaña que los monstruos odian con toda su alma.—
Se dijo a si mismo muchas veces que los monstruos quizás merecían estar ahí, y razón no le faltaba a la flor. Así como los reptiles gigantes se extinguieron, la evolución le dio una oportunidad a una especie distinta y los monstruos, si bien eran la representación viva de aquellos reptiles lo cierto es que la única diferencia fue que a ellos no les cayó un meteorito gigante en sus cabezas. Bufó y sacudió su cabeza, intentando sacar todo pensamiento relacionado con Frisk porque estaba harto de muchas cosas suya, en especial de esa dichosa mascara que portaba a cada rato.
—¿Estas hablando solo de nuevo?—dudo, pero al instante supo que el castaño del que estaba pensando se encontraba detrás de él. ¿Ese idiota no tiene nada mejor que hacer que estar vigilándolo?—¿Desde cuando se te aficiona venir al parque?—¿que demonios le importaba? Era su vida, su responsabilidad y... solo bufó molesto al escuchar la pregunta de Frisk.—¿Molesto por algo?
A sus ojos merecía estar molesto con el castaño por no darle la privacidad que deseaba la planta. Frisk no le dejaba su espacio, su intimidad y si estaba pensando como adolescente pero después de todo deseaba y anhelaba unos momentos en los que nadie lo estuviese vigilando, como si no supiese mantenerse bajo control. Si no era el castaño, pues eran los reyes, si no eran estos pues era la ex-capitana y así por todo el repertorio de monstruos... incluso llegó a acabar con Naps una vez.
—...—Flowey no puso mucha insistencia cuando el humano lo sujeto para levantarlo. Se le hizo extraño, porque nunca acostumbraba a eso.—Eres muy tierno cuando quieres llamar mi atención Florecita, pero intenta al menos dejar una nota como las otras veces... al menos así sabré que necesitas tu espacio.—y ahora que caía en la cuenta, realmente Frisk nunca lo busco cuando se tomo la molestia de escribirle una nota. Al menos no lo aceptaba pero ya empezaba a comprender algunas acciones mal echas por su parte.—
Definir a Flowey era como saber en que pensaba un niño, pocos lo sabían y aquellos que lo sabían dudaban de que Flowey fuese coherente con lo que pensase. Millones de vidas vividas y que pudieron haberse vivido, al punto de que ni la misma flor era consciente de las vidas que arrebato y de las que vivió. ¿Frustrado? Más que eso molesto porque solo una persona cambiase siempre su forma de ser, y siempre era Frisk.
Ni corto ni perezoso el mencionado humano se acomodo en aquel objeto que impulsaba con su propio peso, y la flor tuvo que aguantar ser cargado por él durante los siguientes minutos, donde estaba hablando de lo irresponsable que era tanto él como el mismo niño, y que ambos quizás sean los únicos que se entiendan por el hecho de haber vivido varias vidas juntos, varias experiencias
—Eres el único que me entiende.—suspiro sabiendo que la respuesta dada iba a darle una sonrisa al humano... cosa que de hecho sucedió para desgracia de la flor.—Eres cruel conmigo.
—Yo prefiero verlo como la única persona que te sabe entender.—sonrió ciertamente orgulloso. Esto seguro que no se la deja pasar a la flor, e iba a pasar mucho tiempo antes de que olvidase esto.—Venga, te invito a una taza de chocolate y a ver una película si me lo preguntas con amabilidad.
Calló unos segundos, chasqueando su lengua con su paladar y cruzaba sus hojas simulando un desagrado con el humano ante él, quien solo miraba conforme al saber quizás que había pedido demasiado a su florecita favorita. Y no paso mucho antes de que se fuesen del parque, para cumplir esa promesa de estar bebiendo chocolate caliente junto a la chimenea y viendo una película disfrutando de una época agradable para los amigos... y no tan agradable para otros románticos.
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