Capítulo 2
Gojo condujo durante horas y llegaron a la famosa casa cerca del mar que pertenecía a su familia. Según sus suegros esa era el origen de todo y aunque hacía décadas que vivían en Tokio la preservaban con esmero.Hoy resultaría en un lugar de escape.
El jamás admitiría la avalancha de emociones que experimentó cuando le solicitó a su madre el permiso de utilizar la casa familiar. La matriarca estaba cansada de todo ese matrimonio que no tenia sentido a su parecer.
" Deberías alejarte de una persona que no puede si quiera comer con normalidad. Te arruinará y lo sabes."
Él fue paciente con el silencio de Utahime, sabía esperar con cautela hasta que ella decidiera tener las conversaciones difíciles pero a su vez conocía cuando le tocaba iniciarlas.
Era verano y el calor húmedo se les pegaba en las mejillas. Utahime lucía etérea en su vestido de algodón.Y llegaron a unos asientos de madera cerca de la playa. Él miro al cielo y decidió empezar:
-No dejare de trabajar completamente.
Utahime lo miró a los ojos y el viento despeinó las puntas húmedas de su cabello. Él continuó:
-Tengo inversiones que he hecho y acciones que seguirán generando. Tal vez pueda dar algunos semestres de clases en la Facultad de Arquitectura, pero solo medio tiempo. Evidentemente mis ingresos serán menores , pero podré cuidar de ti en caso que no puedas o no quieras trabajar. De todas maneras es cierto que tú serías el ingreso principal.Entenderé si no puedes amarme de esa manera.
Las palabras de Shoko resonaron en su interior: “Dile Utahime, dile lo que sientes...”
Se mordió los labios, era de la primeras veces que sentía que no podría contener el discernimiento que iba a expresar, aunque supiera que era irracional:
-Si te vas..... y resulta que mi desempeño baja ..... todos habrán tenido razón.- susurró ella.
Gojo seguía mirando al horizonte, una brisa tibia desde el mar de verano meció los aretes colgantes con forma de corazón de Utahime. Su hermano había dicho hace años que Utahime no era bella, que era una chica normal y sin ningún atributo especial. Gojo estaba al tanto de que no era cierto: su hermano desconocía la forma en que el atardecer se reflejaba en sus ojos ámbar y rebotaba en sus mejillas.
-Utahime, respóndeme esto....
Ella tenía la sensación de que Gojo estaba a punto de sonreír. Sus ojos azules eran tan brillantes que a penas podía verlos.
-...dime Utahime...¿qué deseas hacer?¿Qué te haría feliz?
Revivió cuando era pequeña y su padre colocó delante de ella sus primeros juguetes de piezas. Podías construir desde un castillo hasta un punte, luego supo que sus deseos de formar estructuras tenían nombre y su padre la llevó a la biblioteca donde podía encontrar libros ilustrados de todo tipo. Donde edificios de todos los paises y momentos de la historia amenazaban con salir de las páginas y rozar su nariz.Había crecido y soñado con esa visión, había persistido incluso cuando su padre murió y tuvo que cuidar de su madre, cuando sus compañeros de universidad se graduaban mientras ella miraban por los grandes ventanales de su trabajo en tiendas de conveniencia.
Retomaba los estudios y casi se sentía obligada a sacar los semestres porque desconocía si el próximo año podía continuar o tendría que trabajar y así fueron pasando los años. Logró graduarse y luego de otro año de examen estatal entró con treinta años y muchas dudas de si encontraría empleo como arquitecta.
Cuando llegó a la empresa y vio a Satoru con tan poco interés y tanto talento se rindió. Satoru era menor y tenía más experiencia que ella.Supo que nunca superaría a esos ojos y esa convicción que encandilaba a los ingenieros y jefes. Luego esos ojos se posaron en ella. Utahime quería pasar desapercibida y siempre lo lograba pero cada vez era más difícil. Satoru la miraba en las cenas de la empresa, cuando los dejaban solos por unos segundos, o en las reuniones donde ella nunca decía más de dos palabras.
En una cena de negocios, Satoru se ofreció a llevarla a casa. Ella supo que tendría que escuchar palabras difíciles.Era su superior , sabía que no podría detener ningún avance, que podría perder todo por lo que había perseverado.Tendría que cerrar los ojos y asentir. Esperaba una propuesta de una noche, tal vez dos noches....pero no, Satoru no habló. La llevó hasta su departamento pequeño donde había compartido espacio con su madre antes de que ella también se fuera de este mundo. Después de haber pensado tan mal de él se sintió culpable de no invitarlo a pasar , mas sinceramente no quería arriesgarse.
Gojo siguió acompañándola cada vez sin decir palabra alguna. Cada cena y cada noche. Hasta que una ocasión se detuvo, la miró fijamente y le pidió salir.
No iba a ser solo una noche , Satoru quería dormir con ella, vivir con ella...
Empezó a dejar comida en su refrigerador y a preocuparse por si se alimentaba bien.Escuchaba cualquier pequeño comentario o señal y sin necesidad de recibir aviso, llegaba a su casa con alguna solución inesperada. Arregló la puerta ahuecada y la persiana del baño .
Utahime se preguntaba hasta cuando iba a durar esta falta de soledad pero Gojo dormía abrazado a ella , rodeándola con sus brazos enormes y hundiéndose en su cabello violeta oscuro para disfrutar del champú que él mismo le había comprado.
El parecía feliz y no quería irse, ella se seguía preguntando si sería suficiente. Hasta que un día , en su frío y pequeño departamento ,Gojo le sugirió que lo acompañara a visitar a sus padres. Era un frío trámite y Utahime se vistió de azul. Él palideció al ver la tela ajustarse a su pecho y cintura. Nunca entendió que lo provocaba de esa manera, su cuerpo era insípido en su opinion. Algo de ella lo movía lo suficiente para verlo estremecerse y perder el control bajo el ajetreo de sus caderas . Utahime no podía comprender como aquel hombre que en la oficina impresionaba a todos , bajo las sábanas se rendía ante ella.
Evitaba tener conversaciones difíciles y descubrir algo que la sacara de su felicidad no confesada. Cuando Satoru dormía sobre su pecho desnudo después de una sesión de amor intensa, sonreía para sí misma y se repetía las palabras que le permitían asimilar su nueva realidad: "El es mío". Le pertenecía y aunque nadie lo supiera.
Allí fue cuando por primera vez en muchos años se sintió de nuevo muy observada. La madre de Gojo no pudo evitar opinar sobre su edad, sobre su cicatriz , sobre porque había demorado ocho años en egresar.
Utahime tenía oraciones secas y cortas. Si la madre de su novio pensaba que ella era un ser patético , ella la apoyaba. Estaba convencida de que ese sería el último día. Este año y medio había sido un buen descanso de la soledad pero era hora de volver.
Gojo la campañó como las veces antes de que se volvieran pareja.Ella dibujó palabras en su mente, iba a utilizar dos líneas cursis de una novela que había visto mientras Satoru dormía en su hombro, recostado a ella como si fuera una almohada. Se veía como un niño tierno con su mejillas sonrosadas. Pero no era momento de recordar eso, no debía,luego memoró como suspiraba entre cada fase del sueño, después como hacía el cereal de una manera extraña, su gusto por los dulces que ella preparaba y que luego intentaba replicar,la forma en que planchaba su ropa de oficina sin dejar dobleces ....todos esos pensamientos enlazados desde dos frases de una novela que utilizaría para despedirse de la persona que había compartido el mismo aire que ella durante un año y medio. Sus ojos empezaron a humedecerse,hasta que su cara se empapó de lágrimas.
Estaba destrozada por las palabras que no había dicho.
Gojo esa noche la abrazó y le agradeció por soportar a su familia, pero le comentó que era necesario, que ese era el protocolo. Sacó una pequeña caja de un azul oscuro perlado. Utahime recibió su primera propuesta de matrimonio. Gojo no solo puso un anillo en su dedo esa noche , sino que limpió sus lágrimas y le hizo el amor como si quisiera hacerle olvidar toda esa cena desastrosa. Cuando terminaron, cuando su cuerpo estaba lo sufientemente cansado como para cuestionar y su corazón liberado, que durante todo un año se había limitado a observar desde su jaula,donde están protegido pero inmóvil, decidió hablar.Fue la primera vez que dijo que lo amaba, sosteniendo su rostro pálido de cabello blanquecino. Prometió no dudar nunca más y entregarse completamente y así lo hizo.Dejó su casa pequeña y gris, mejoró su desempeño, aprendió a pedir ayuda y dejarse ayudar de su marido y a permitir que la amaran intensamente. Incluso pudo aprender a soportar los comentarios de su suegra y recordar esas mejillas y ojos por los que estaba allí en esa cena familiar.
Retornó al presente donde debía responder a aquella pregunta.
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