SEGUNDA PARTE Capítulo 18: Reencuentro
Yo esperaba con más ansias este capítulo que nadie.Toda la historia nos ha llevado hasta aquí.Disfruten.
[Abril 1926 : California, Estados Unidos de América]
Luchó para mantener la compostura cuando la vio entrar a la habitación.Utahime lucía un vestido azul y el cabello recogido.Una sensación fría le recorrió la espalda y se asentó. Presionó sus dientes y juntó las manos tratando de calmarse.
Ella también palideció: tan inocente y tan tierna que a diferencia de Gojo no pudo improvisar un esfuerzo en esconder lo que sentía.Se mordió los labios ligeramente con un rostro lleno de sorpresa ,tristeza y duda.
Ambos volvieron en sí y Gojo ordenó cerrar la puerta tras ella y hacer salir a todos.
Utahime había olvidado lo alto que era:hacía unos años él podía besarle la frente sin esfuerzo y ella luchaba para alcanzar su boca.Ahora había más músculo en sus brazos y era porque la soledad y la incertidumbre hicieron de él un hombre que solo se dedicaba a ejecutar maldiciones y entrenar.
Como el silencio se iba a extender eternamente él comenzó:
-Me alegro que hayas aceptado venir.-un brillo rosa le inundó las mejillas .Allí estaba el hechicero más fuerte de Japón y posiblemente del mundo, sonrojado solo con la presencia de una mujer.
-Geto me aseguró que estaría segura y que serías tu realmente.-Utahime no creyó que fuese real cuando Geto apareció en su casa diciéndole que el padre de su hijo quería reunirse con ella. Genuinamente tenía curiosidad y dudaba del todo.
-Geto y Shoko lograron reconciliarse...
-Era de esperarse, ellos se amaban mucho.Realmnete si ella decide irse yo sería capaz de soportarlo.- se había empezando a acostumbrar a la idea cuando vio el romance florecer alrededor de su amiga.
-Utahime, sabes porque he venido.¿verdad?
Utahime calló en la realidad, lo primero que vino a su mente fueron las noches en vela , la soledad, las lágrimas y la sensación de nunca encajar.Pero luego de todos esos recuerdos apareció el rostro de la señora Kamo diciéndole que su vida era realmente una jaula de cristal.
-La VERDAD es que no.No entiendo como tienes el atrevimiento de venir.A pesar de lo que Geto me explicó, solo estoy aquí para decirte que si pretendes llevarte a mi hijo vas a tener que matarme.No cederé fácilmente.
A Gojo se le secó la garganta.Y sus ojos se abrieron en desesperación.La verdad es que nunca pudo conocer antes la expresión de Utahime molesta y mirándolo con desprecio.Se alegró de haber estado inconsciente cuando Shoko y ella decidieron escapar.
-No vine para eso.
-Tengo mis dudas.-cuestionó
-Lo entiendo
-¿Lo entiendes?¿Estás seguro?-Utahime hizo una risa irónica.
-Utahime.....
Gojo se acercó y la tomó del brazo cediendo ante el impulso de tocarla.Pero ella se soltó de un empujón , al darse la vuelta respondió con una cachetada.Tenía su infinito completamente desativado como siempre lo hacía cuando ella estaba cerca.El cuerpo del hechicero no estaba acostumbrado al dolor pero las manos de ella no eran suficientemente fuertes para herirlo, tenía miedo del dolor que podría venir de sus palabras:
-¿Quién te crees que eres?¿Soy tu esclava acaso? ¿Acaso no puedo ser feliz? ¿Porque me tienen que pasar esto?Yo era feliz en mi templo, tenía una vida feliz y ustedes.... ustedes me escogieron y me pusieron en este juego del que no podía escapar y que nunca quise jugar.¿No te parece injusto? Yo tenia una vida.
Las lágrimas le recorrían la cara, lo miraba a los ojos pero a veces volteaba y dejaba de hacerlo.Creyó que no lloraría ya que antes lo habia hecho, cada noche en soledad mientas Shoko y Minoru dormían.
-Pero ahora ...escapaste-habló sin pensar, se arrepintió de su réplica estúpida al momento de haberla hecho.
-No -lo interrumpió -no soy libre Gojo.He tenido que trabajar día y noche, aprender un idioma que no conocía y velar por la salud de mi hijo.No soy libre.¿Pero sabes que es lo peor? No es que me vean como alguien inferior o no dormir en las noches....lo peor...mi mayor esclavitud ....eres tú.
Utahime suspiró, sentía que se le iba la voz, tampoco se dió cuenta de cuanto temblaban sus manos.
-Utahime....
-Tu.Me tienes prisionera todavía.A pesar de todo lo que hiciste y de como me usaste.A pesar de haberme escapado...no puedo olvidarte.Me siento bien estúpida , porque Shoko lo sacrificó todo para salvarnos.Y yo no puedo, lo he intentado con todas mis fuerzas, pero cuando pienso en cuando fui más feliz, no puedo imaginar otro momento que en el que estuve en tus brazos.Y me odio, debía mantenerme en el templo, no debía haberte conocido jamás.Si no te hubiera conocido jamás sentiría este vacío....
Esas palabras lo derrotaron , como podría acercarse sin herirla, como podría borrar todo lo que hizo, como podría hacerla feliz si mantenerse alejado también le proporcionaba infelicidad.
No sabía como actuar , entonces hizo lo que su corazón le pidió hacer.Utahime se resistió cuando se acercó y él aceptó de buena gana sus cachetadas , hasta cuando un hilo de sangre salió de la comisura de sus labios.La rodeo con sus brazos y vio que ya no era tan delgada como antes: le gustaba más así.Ella lloraba y seguía con sus movimientos agitados.Resistiendose a lo inevitable.
Él la beso y Utahime no pudo evitarlo más.Sus sentimientos estaban allí en esa habitación, habían demorado mucho pero llegaron.El calor que le inundó la boca, el olor calmante de Gojo, su respiración y su piel tersa por todo el entrenamiento....todo esa la consumió.El beso salado por la sangre se convirtió en algo más y a pesar de que esa era una oficina los guardaespaldas de Gojo se mantuvieron alertas en la entrada, custodiando, conscientes de que por nada del mundo debían interrumpir.
-Satoru....-Utahime susurró débilmente cuando Gojo buscó los botones de su vestido acariciando su espalda.
El tenía curiosidad por ver su cuerpo desnudo.Por el forcejeo habían terminado acorralados junto a la mesa, Gojo de pie y ella sentada encima del buró.La observaba como una obra de arte.Un cuerpo que habia sido solo para él.Que nadie mas había tocado ni tocaría jamás.
Se quedó unos segundos mirándola desnuda sobre la mesa.Habían empujado cada libro y documento, no importaba, alguien lo recogería después.
-Eres hermosa.
Utahime lloraba de la vergüenza, la pasión y el deseo.Le avergonzaban sus sentimientos tan fuertes que no podían ser borrados.Satoru besó su rostro y sus lágrimas.A partir de hoy Utahime solo lloraría de alegría y él se encargaría de ello.Nunca habia estado desnuda frente a otro hombre que no fuese él.Cuando se quitó las horquillas , su cabello negro y lacio calló sobre su cintura.
Sus manos se deslizaron a quitarle el traje y Gojo se dejó desnudar y amar.
Quería entrar en ella tan rápido como fuese posible, se estaba quemando sin otra solución que amarla.Nunca estuvo tan agradecido de que esta oficina con estilo occidental tuviera un sofá , aunque en el suelo tibio de tatami de una habitación tradicional era fácil hacer el amor.Consumió a su amada tanto que la dejó sin fuerzas y ella quedó rendida en sus brazos.El seguía tocándola como si creyera que no fuese real.
No la despertó, pero tampoco durmió, se quedo viéndola y pensando en todo el tiempo perdido.Ella siempre conservaría las heridas que le había causado y él dedicaría el resto de su vida a intentar sanarlas.
Utahime abrió los ojos una hora después.Todavía Gojo la estaba acariciando y dándole besos en la frente.
-...¿qué hicimos?-susurro Utahime recordando todo lo que sucedió.
- Sucedió .No hay nada que pensar.- la besó en los labios y ella acarició su rostro.
-Mmm....no sé...
-Estos dos años fueron horribles, pensé que iba a perder el sentido.Geto se encausó en la búsqueda no solo para encontrar a Shoko sino porque sabía bien que yo estaba camino a la locura.Te casarás conmigo, estamos en América, aquí podemos empezar de nuevo.
Utahime nunca fue una persona que se hiciera muchas ilusiones, pero si alguna capacidad tuvo la perdió hace dos años. Decidió creer, no solo porque sentió que estaba siendo sincero sino porque ella tampoco sabría como vivir sin él.Fue a vestirse de nuevo y colocarse el vestido azul.
Gojo se quedó mirandola pensando en que gente como ella debía andar desnuda todo el rato, la clase de pensamientos bizarros por los que Geto siempre lo regañó cuando eran jovenes.Ella era suya, pero él era de ella.
Mutuo, infalible,eterno.
Ahora que estaba allí le costaba dejar de tocarla.Ella se dió cuenta: a veces evitaba mirarlo a los ojos porque sentía que la consumían:
-Te extrañé tanto...-le dijo bajito al oído cuando él volvió a abrazarla.
-Yo más.
-Y , nuestro hijo... él
-Cuentame de él Utahime.
-Es hermoso-las mejillas de ella se iluminaron.
-Eso me han dicho- dijo él sonriendo.
Gojo acarició el vientre de Utahime como hacia cuando ella estaba embarazada en sus primeros meses.
-¿Cuando nació?
-El 10 de abril del año siguiente a que nos fuimos de Japón.
-¿Ya habla?
-Si, tiene casi dos años pero es un poco silencioso.Intranquilo pero silencioso.Muy amable y tierno con Shoko y conmigo.
-¿Cómo es su apariencia?
-Es igual a tí: tiene tus ojos, tu nariz, tu boca.Todo.Solo heredó de mí mi cabello.-acariciaba su rostro en cada lugar que enumeraba.
Gojo se llenó de orgullo y aunque no sería capaz de decirlo por ahora, pensó en tener más hijos.Quería mucho más: ya nada le sería suficiente.
-Y el parto Utahime ¿fue difícil?
-Un poco, Shoko estuvo allí para mí.Pero fue difícil.
-Debí.....
-Según lo que Geto me dijo ni si quiera estabas consciente en aquel entonces.
-Si.Es verdad.
-Gojo ...tienes que recordar que tuve que escapar ¿qué sucede en estos momentos para que no tenga que hacerlo?¿Cómo estaré segura de que no alejaran a mi hijo de mí?
-Pasaron varias cosas ....
Gojo le contó lo que sabía: como su esposa había escapado y él calló inconsciente durante meses.Le contó que los Kamo y los Gojo se había enemistado de manera permanente por lo sucedido a pesar que la huida de Sayuri era la única manera de que ella pudera ser feliz, su clan se tomó ese gesto como una ofensa grave persiguiéndole por todo el país.Sin éxito.Su padre no sería problema y decidió guardarse es parte para más adelante .Utahime tenía la versión de Geto que era más resumida y menos emocional, pero oírlo hablar le calmó el alma : el hombre que amaba era una buena persona.
-Ya podemos volver, no debes temer más.
-Gojo, yo soy una concubina, no puedo ser esposa....yo...
-Utahime, sé que lo último que quieres es casarte conmigo, pero necesito legitimar a nuestro hijo : hazlo por él si no quieres.Como hijo de mi clan merece heredar todo lo que tengo y nunca volver a pasar penurias.Ya ha sido demasiado.
-Gojo....
De todo lo que Geto le contó cuando llegó a Estados Unidos, lo que más lo llenó de ira era saber la situación financiera de su amada y su hijo.Su amigo no le dibujó rosas , le dijo que vivían al día y que prácticamente les alcanzaba, que la situación se había vuelto un poco más estable luego de que Shoko consiguió trabajo para una familia de comerciantes pero aún así, ambas no podían descansar pues tenían un niño pequeño que cuidar y un alquiler que pagar.
-Luego de lo ocurrido con Sayuri mi clan solo aspira a que pueda conseguir alguien que promueva su linaje.La alianza se rompió y lo unico bueno que puedo sacar de esto es que Sayuri es feliz, realmente feliz.
-No estoy segura de volver a Japón.Yo le di la espalda a todos, incluyendo mi familia.No sé si me acepten.
-Si no querés volver no importa, yo me quedo.Donde sea que decidas estar yo estaré.Por favor...
-¿Qué?
-Quédate conmigo.
Esa fue la primera vez que suplicó por algo, siempre lo tuvo todo e incluso más de lo que realmente necesitaba.
Gojo no sabía como dejar ir a Utahime para que volviese a casa."Tengo un niño que cuidar Satoru, eso creo que lo sabes" le argumentó ella ante la resistencia a su partida.
No deseaba ser acompañada : la casera al ver que entraba con un hombre pegaría un grito en el cielo.Aún asi se notaba en su rostro que algo había ocurrido:
-Y bien ¿qué te dijo ese idiota?- preguntó Shoko mientras bebía té con el pequeño Minoru cerca dormindo en el tatami.
-¿Qué crees? -Ambas sonrieron.
Shoko pudo notar un rastro de piel morada en el cuello pálido de Utahime y contuvo las ganas de reírse abiertamente."Estamos retornando muy rápido a las viejas costumbres" pensó.Desde que llegaron a California nunca vio el rostro de la sacerdotisa tan feliz, aunque ella intentara serenarse se notaba su alegría. Luego de todas las noches conversando con Suguro estaba casi segura que ese reencuentro resultaría como fue.
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