[53] EN PROBLEMAS
—Dios mío —susurró Pope.
—Tenemos que decírselo a la policía —dijo June.
JJ la miró—. ¿Estás loca? La policía no va a creernos.
—¿Por qué no? —preguntó Kiara—. John B fue testigo de lo que sucedió.
—¿Crees que eso les importa? —replicó JJ—. Cuando llegue el momento, elegirán creerle a un Kook antes que a un Pogue —miró a John B—. Siempre fue así, hermano.
—No sabes eso —dijo Kiara.
—Créeme, Kie, lo sé —dijo JJ.
—¿Podemos salir de aquí? —preguntó June—. Hablaremos sobre qué hacer una vez que estemos lejos de la escena del crimen.
—June tiene razón —dijo Pope, dándole una calada al porro.
Kiara asintió—. Bien, vamos a mi casa. Está más cerca y podremos buscar mi auto, ya que la camioneta quedó en la pista.
El resto estuvo de acuerdo y comenzaron a caminar hacia la casa de Kiara. Aunque estaban en Figure Eight, sabían que el camino sería largo y les tomaría, al menos, una hora.
John B lideraba la caminata en silencio, mientras JJ caminaba a su lado. Pope tenía la mirada perdida, y tanto Kiara cómo June lo observaban preocupadas. Había estado fumando desde que salieron del depósito, y aunque June no veía nada de malo en que fumara un poco, sabía que le pegaría muy fuerte al no estar acostumbrado.
—¿Deberíamos sacárselo? —le susurró Kiara a June.
—Puedo intentarlo —respondió June—. Pero no sé si me escuchará. Está... no parece el Pope de siempre.
—Bueno, si alguna de las dos tiene más posibilidades de ser escuchada, esa eres tú —dijo Kiara—. Les daré espacio.
Se apresuró para alcanzar a JJ y John B, dejando a June con Pope. Ella lo observó; estaba triste, sin duda afectado por la beca que probablemente había perdido y por el oro que les habían arrebatado. No habían hablado desde la noche anterior, y aunque quería ayudarlo o al menos hacer que se sintiera un poco mejor, no sabía cómo.
—Oye —dijo June, caminando a su lado—, ¿cómo estás?
—¿Yo? Excelente —respondió Pope con sarcasmo—. Me encanta saber que pasaré el resto de mi vida en esta ciudad de porquería —June arqueó una ceja y él suspiró—. Bien, lo siento. No sé por qué te hablé así. Solo estoy...
—¿Enojado? ¿Frustrado? —terminó June por él—. Lo sé, Pope. Y no puedo imaginarme por todo lo que estás pasando después de lo de la entrevista, pero... tal vez te den otra oportunidad.
—Lo dudo —dijo Pope, negando con la cabeza—. Lo arruiné por completo. Soy un fracaso.
—No digas eso —espetó June—. Eres la persona más inteligente que conozco. Y si ellos no lo ven, entonces es su pérdida.
—Gracias —dijo Pope, sonriendo levemente. Su expresión cambió momentáneamente—. Oye, lamento cómo actué anoche. Yo solo... estaba enojado y me desquité contigo. No lo merecías.
—Eso apestó —respondió June.
—Lo sé. Apenas bajé del bote, me di cuenta de lo tonto que había sido —continuó Pope—. Lo siento.
—Solo asegúrate de no volver a hacerlo —dijo June, ladeando la cabeza—. O me veré obligada a ignorarte por una noche entera.
Pope dejó escapar una risa—. Eso sería una verdadera tortura.
—Exacto —respondió June, sonriendo—. Así que considérate advertido.
La expresión de Pope se suavizó, mostrando una mezcla de arrepentimiento y alivio. Se detuvo de repente y, sin pensarlo, la tomó del brazo, acercándola hacia él. La miró a los ojos, con una intensidad que hizo que su corazón latiera más rápido.
June apenas tuvo tiempo a reaccionar antes de que él la besara. Fue un beso suave pero lleno de emoción, como si estuviera tratando de enmendar todo lo que había dicho y hecho mal. La voz de JJ los interrumpió unos segundos después, obligándolos a separarse.
—Menos besuqueo y más caminata —espetó JJ con un suspiro—. En serio, la policía podría alcanzarnos en cualquier momento, ¿y ustedes piensan que besarse es una buena idea?
John B asintió—. Por una vez, estoy de acuerdo con JJ.
—Bien, lo siento —dijo June, tomando la mano de Pope—. Ya vamos.
Cuando llegaron a donde estaban sus amigos, JJ se paró en medio de ellos—. Me quedaré aquí para asegurarme de que no haya más distracciones.
—Buena idea —dijo Kiara.
June puso los ojos en blanco antes de seguir a los demás. Caminaron en silencio hacia la casa de Kiara, sin detenerse. El cansancio comenzaba a notarse en cada paso que daban, pero sabía que tenían que apresurarse.
Cuando llegaron, se apiñaron en el auto de la mejor manera posible. Kiara estaba al volante, mientras John B ocupaba el asiento de copiloto y June, JJ y Pope se acomodaron en el asiento trasero.
Como de costumbre, JJ decidió quedarse entre su hermana y Pope para que "todos estuvieran concentrados". June sabía que, en realidad, lo hacía solo para fastidiarlos.
Una vez que estuvieron listos, Kiara encendió el motor y salió de su casa. Unos minutos después, June divisó la estación de policía a lo lejos, y los nervios comenzaron a apoderarse de ella.
—¿Qué hacemos en la estación de policía? —preguntó JJ, frunciendo el ceño mientras se estacionaban.
—Alguien debe decirles qué pasó —respondió John B.
Kiara apagó el motor y se giró al escuchar a Pope toser bruscamente. La marihuana finalmente había hecho su efecto, y había estado diciendo cosas sin sentido y riéndose durante todo el viaje.
JJ lo miró—. Tranquilo, jefe. Maldición.
—Creo que es hora de que dejes eso —dijo June, mirando el porro en su mano.
—Bien. Seré sincero contigo ahora —dijo JJ, inclinándose hacia delante y apoyando su mano en el hombro de John B—. Podrías terminar en la guarida del león, pero no vas a propósito. Es básico. Como siempre dijo mi viejo, nunca debes confiar en la policía, sin importar las consecuencias.
—Tu viejo es un mentiroso abusivo —espetó Kiara.
—Touché —susurró June.
—Coincido con JJ —añadió Pope—. Al carajo con la policía.
June frunció el ceño—. ¿Vas al lado oscuro?
—¿Cuándo nos ayudó la policía? —preguntó Pope, mirándola.
—Peterkin me cuidó, ¿sí? —exclamó John B—. Al menos, lo intentó. Necesitan saberlo.
Kiara asintió—. Bien.
—¿Necesitas apoyo? —preguntó June.
John B se encogió de hombros—. ¿Por qué no?
June lo siguió fuera del auto—. Vamos, capitán.
Entraron a la estación de policía, la cual estaba sorprendentemente vacía. La única persona allí era la recepcionista, quien tocaba el intercomunicador con desesperación, intentando comunicarse con los oficiales.
—Avisa si necesitas transporte aéreo —dijo la mujer.
—Copiado.
—¿Estás ahí? —preguntó la mujer.
—Hola —dijo June, captando su atención.
—No es un buen momento —espetó la mujer, mirándolos.
John B se aclaró la garganta—. Disculpe, señora.
—Adam, avisa si necesitas transporte aéreo —repitió la mujer, ignorando a John B.
—Sé quién le disparó a la alguacil —dijo John B.
La mujer los miró por un momento antes de quitarse los anteojos—. Quédense aquí. Iré por un oficial.
Desapareció apresuradamente hacia una habitación al fondo, y June sintió un pequeño retorcijón en el estómago, algo que le ocurría cada vez que tenía un mal presentimiento.
—John B, no estoy tan segura de esto.
—Todo estará bien, June —le aseguró John B.
Un segundo después de que dijera eso, escucharon el intercomunicador encenderse, y Shoupe dijo—: Central, Tres Vick. Tenemos a un sospechoso en nuestra 31. John Routledge.
June y John B intercambiaron una mirada horrorizada—. Mierda.
—Copiado —respondió otra oficial—. Todas las unidades busquen a John B Routledge.
—Hombre blanco de 16 años —añadió Shoupe—. De 1.80 metros. Se lo vio con pantalones cortos, camiseta de "cerebros malos" y sudadera descolorida.
La mirada de John B quedó fija en el intercomunicador, su cuerpo tensándose con cada palabra. June escuchó pasos a su lado y se giró justo a tiempo para ver a dos oficiales acercándose, con las manos en sus armas. Le dio un codazo a John B, y, al verlos, él dio un paso atrás, empujando a June detrás de él.
—Solo... respira. ¿De acuerdo? —dijo la mujer.
—Déjenme ver las manos —añadió el otro oficial.
June negó con la cabeza—. No. Él no lo hizo.
—Hagan lo que dice —dijo la mujer.
—Yo no fui, ¿está bien? —murmuró John B, levantando las manos.
Fue una mala idea, porque cuando lo hizo, los oficiales notaron que estaban cubiertas de sangre. June sabía que, sin importar lo que dijeran, no habría forma de que les creyeran. Se giró para ver qué tan lejos estaban de la puerta y se aferró a la camiseta de John B.
—Prepárate para correr —le susurró.
John B asintió ligeramente, y el oficial sacó su arma—. No se muevan.
En cuanto lo dijo, June echó a correr hacia la puerta, abriéndola con fuerza mientras veía a John B seguirla de cerca. Corrieron lo más rápido que pudieron hacia donde el auto estaba estacionado, escuchando cómo los policías se acercaban a ellos.
—¡Kie! ¡Enciende el auto! —gritó John B.
June abrió la puerta del auto y prácticamente se tiró encima de su hermano y Pope, sintiendo su corazón latir con fuerza.
—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó Kiara, sorprendida.
—¡ENCIENDE EL AUTO, KIE! —gritó June, viendo cómo los oficiales se acercaban a ellos.
—¿Qué hicieron? —preguntó Kiara.
—¡Mierda! ¡Vamos!
El policía apareció en su ventana, y John B gritó—: ¡Kie, conduce!
—¡Ya voy! ¡Lo siento! —espetó Kiara.
—¡Para el coche! —dijo el oficial—. ¡Ya mismo!
—¿Qué hicieron? —repitió Kiara.
Pope miró a John B—. Ábrelo.
John B tomó su consejo y abrió la puerta de un empujón, tirando al suelo al oficial. Una vez que estuvieron lo suficientemente lejos de su alcance, June sintió cómo la tensión en su cuerpo comenzaba a aligerarse.
—¿Qué diablos pasó? —preguntó Kiara.
—Creen que yo lo hice —respondió John B.
JJ lo miró—. ¿Qué?
—Creen que le disparé a Peterkin.
—Mierda —susurró Pope.
June suspiró—. Nunca nos van a creer.
—¡Se los dije! —espetó JJ—. Les dije que la policía no ayudaría. ¿Por qué nunca me escuchan?
—¡JJ, ahora no es el momento! —gritó Kiara.
John B asintió—. Kie tiene razón, tenemos que escondernos.
Después de un largo rato buscando un lugar donde esconderse, estacionaron el auto debajo de una cochera abandonada. Como Kiara quería descansar, Pope se ofreció a cambiar de lugares y quedó frente al volante. Al ver las ojeras en el rostro de John B, JJ le sugirió que aprovechara a dormir, y sin pensarlo, intercambiaron lugares.
Con la promesa de JJ y Pope de vigilarlos mientras descansaban, John B, June y Kiara inclinaron el asiento hacia atrás para intentar dormir.
Las sirenas de policía los despertaron a la mañana siguiente. June suspiró pesadamente mientras se incorporaba, y al mirar hacia el frente notó que Pope ya estaba despierto. Él la miró por el espejo retrovisor y le sonrió.
—Buenos días —dijo Pope.
—Buenos días —sonrió June. Miró hacia el asiento de copiloto y frunció el ceño al ver a Kiara junto a Pope—. ¿En qué momento te cambiaste de lugar?
—A mitad de la noche —respondió Kiara—. John B ocupaba mucho espacio, no pude dormir bien.
—Vaya —dijo June—, ni siquiera lo noté. Supongo que estaba muy cansada.
JJ y John B se removieron en sus lugares, despertando lentamente. JJ se sentó antes de estirarse dramáticamente—. Cielos, nunca pensé que extrañaría tanto el sofá del Chateau.
John B suspiró—. Esto es una pesadilla.
Escucharon las sirenas acercándose, y June se inclinó ligeramente para ver qué estaba pasando. Vieron pasar varios coches de policía, pero, gracias a los árboles que los rodeaban, no habían sido descubiertos.
La voz proveniente de la radio atrajo su atención—. Aún no hay arresto por la muerte de la alguacil Susan Peterkin. La policía estatal emitió una declaración sobre un lugareño de interés, un menor de...
Antes de que pudiera mencionar el nombre de John B, Kiara se inclinó hacia adelante y apagó la radio. June maldijo en voz baja, sintiendo cómo la tensión en el aire aumentaba.
—Analicemos esto —dijo JJ—. Quizá puedan ayudar, al ser los inteligentes, pero... ¿a quién le creerán los policías? ¿A Ward Cameron o a nosotros?
—JJ, ya hablamos de esto —respondió June.
—El denunciante es un desarrollador importante —continuó JJ, ignorando a su hermana—, un señor de la isla. Tiene amigos poderosos que lo ayudarían, y el acusado es John B, que es un chico de 16 años sin hogar en este momento.
—Gracias —dijo John B.
—Mierda —susurró Pope.
JJ suspiró—. Está bien. Yucatán, ¿sí? Digo que es la única opción. ¿Qué otra tienes?
—Basta con lo de México —dijo John B—. Sarah me salvará.
—Fue testigo de todo —añadió Kiara.
—¿Y delatará a su hermano? —preguntó Pope.
JJ negó con la cabeza, prendiendo un porro y mirando a John B—. No va a pasar, hermano.
—Odio admitirlo, pero JJ tiene razón —dijo June—. Debemos sacarte de la isla.
—Sí —dijo Pope—. El ferry es la única manera.
—Sí, sal de escena mientras puedas —añadió JJ—. Antes de que toda la isla esté cerrada.
June asintió—. O nos atrape la policía.
—Chicos, abajo —dijo Kiara, viendo cómo un coche de policía pasaba a toda velocidad.
Cuando estuvieron seguros de que estaban solos, Pope dijo—: Sarah no es una Pogue, John B.
—Sí, no puedes quedarte, viejo —dijo JJ.
June vio la expresión de decepción en el rostro de John B y le sonrió con simpatía—. No te preocupes, lo solucionaremos.
Bạn đang đọc truyện trên: TruyenTop.Vip