[99] DESVÍOS
El Chateau había sido reducido a cenizas; no había quedado nada en pie, ni un rincón reconocible de lo que alguna vez había sido un hogar. Los Pogues habían observado cómo las llamas lo devoraban sin piedad durante toda la noche, esperando una ayuda que jamás llegó. El fuego iluminaba sus rostros con destellos anaranjados y lo único que podían hacer era mirarlo arder.
El panorama se volvió aún más devastador con la llegada de la mañana. El humo seguía escapando en columnas finas que se deshacían en el aire, y el suelo estaba cubierto de ceniza y madera chamuscada. El olor a quemado se había impregnado en la ropa, en la piel, incluso en el aire que respiraban.
Exhaustos, se dejaron caer contra el tronco de un árbol cercano. Tenían la cara manchada de hollín, los ojos rojos por el humo y la ropa cubierta de ceniza. Permanecieron en silencio con la mirada perdida en lo que quedaba del Chateau. Ninguno se atrevía a hablar, porque todos sabían que no solo habían perdido un techo, sino que habían perdido el único lugar que los había hecho sentirse en casa.
—Bum —dijo JJ, girándose para mirar a John B—. A quien esté ahí arriba, no le agradas.
June, que estaba sentada junto a su amigo, puso una mano en su hombro de manera reconfortante y dijo—: Lo siento.
—Gracias, June —susurró él, suspirando.
Sarah comenzó a toser, y Kiara frunció el ceño—. Creo que deberíamos alejarnos un poco del humo.
—Esa es una buena idea —dijo Cleo.
Se levantaron del suelo con pasos lentos y pesados, y se dirigieron hacia el muelle del Chateau, buscando aire más limpio y un respiro del olor a cenizas. Una tormenta comenzaba a formarse en la distancia, oscura y amenazante, como si el cielo quisiera recordarles que lo peor aún no había pasado.
—Sarah, ¿cuándo dijiste que vendría el piloto? —preguntó John B.
—Uh... ¿una hora? —respondió ella—. Cuando llegue, mi papá dice que podemos irnos cuando queramos.
—Bueno, aunque me encantaría volver a engañar a mis padres, no puedo —dijo Pope.
—Pope, es El Dorado —replicó JJ—. ¿No puedes salir por atrás?
June lo miró y dijo sarcásticamente—: Buen consejo.
JJ se encogió de hombros—. Me funciona siempre —sonrió—. Evitar circunstancias desagradables 1. Si no quieres enfrentar un problema, voltea y camina hacia el otro lado.
—No haré eso, ¿sí? —dijo Pope—. No tengo otra opción, tengo que avisarles.
—Yo también debería hablar con ellos —añadió Cleo—. Considerando que me dieron un trabajo.
JJ suspiró, mirando a Pope—. Solo quiero que estés ahí.
—Estaré ahí —le aseguró Pope—. ¿En la pista de aterrizaje en una hora?
John B asintió—. Sí, nos vemos.
—Una hora, Pope. Ni un segundo más —dijo JJ.
Pope asintió y se acercó a June, quien le sonrió con delicadeza. La rodeó con un brazo y acercó su boca a su oído para susurrarle—: Te amo. Te veré en una hora, ¿sí?
—Yo también te amo —respondió June, abrazándolo—. Ten cuidado.
—Lo prometo —dijo Pope, besándole la frente antes de sonreírle y comenzar a caminar con Cleo.
Una vez que estuvo fuera del alcance, JJ dijo—: Iré a la choza. Por los viejos tiempos —se encogió de hombros y miró a su hermana—. ¿Vienes?
June asintió—. Claro —sonrió—. Saben, siempre quise ir a Sudamérica. Buen surf. Hierba barata.
—Me gusta como piensas —dijo JJ, girándose para saludar al resto—. Nos vemos en la pista.
Se despidieron del grupo y emprendieron el camino hacia su casa en un cómodo silencio. Cuando llegaron, JJ forzó la cerradura de la puerta principal para que pudieran entrar ya que estaba cerrada con un candado debido al inminente desalojo.
El lugar parecía detenido en el tiempo, abandonado a su suerte. Botellas de cerveza vacías seguían esparcidas por el suelo, y había cajas de comida y envases de plástico acumulados sobre la mesa. El polvo cubría cada superficie, y las telarañas trepaban por las esquinas. El sofá del living estaba hundido y sucio, con una manta tirada a un costado, rígida por el polvo.
JJ había empezado a recoger cosas que claramente no necesitaba. Cuando levantó un par de medias sucias y las olió antes de encogerse de hombros y meterlas en la mochila, June hizo una mueca—. Puaj, JJ, eso es asqueroso.
—Necesitamos todo lo que podamos llevar —respondió él—. No sabemos cuánto tiempo vamos a quedarnos allí. Quizás para siempre.
June puso los ojos en blanco—. No exageres.
Se acercó a la gran biblioteca que todavía tenía algunos libros y objetos, y entre ellos vio varios portarretratos. Tomó uno que siempre le sacaba una sonrisa: en la foto aparecía junto a JJ cuando tenían cinco años, ambos sosteniendo cañas de pescar, cortesía de su padre que había pasado un año entero enseñándoles. Ella sujetaba un pez con ambas manos, sonriendo con un diente faltante mientras JJ la miraba con disgusto.
—¿Qué encontraste? —la voz de JJ la sacó del recuerdo.
June se giró, mostrándole la foto—. ¿Te acuerdas de este día?
—Por supuesto —contestó JJ con una sonrisa—. Pasamos prácticamente todo el día intentando pescar algo, solo para que lo soltaras en cuanto atrapábamos uno porque asegurabas que "el pez te había guiñado un ojo".
—¡Lo hizo! Te juro —rió ella—. Estabas tan molesto conmigo, pero no podías hacer nada porque te daba asco tocarlo.
—Gracias a Dios eso ya no es un problema —dijo JJ—. ¿Te imaginas si...?
Su voz se apagó de repente, y se giró hacia la ventana. June frunció el ceño, confundida, hasta que escuchó el inconfundible ruido de un auto deportivo acercándose.
—¿Qué diablos? —murmuró JJ, acercándose a la ventana.
—¿Quién es? —preguntó June.
—Mierda —susurró JJ, tomando a su hermana del brazo y obligándola a agacharse junto a él—. Mierda.
—¡JJ! ¿Qué diablos? —espetó June—. ¿Quién es?
Antes de que su hermano pudiera responder, una voz gritó desde afuera—: ¡JJ! Soy tu viejo amigo Mike. Perdiste mi carga. ¡Hora de pagar!
—¿Mike Barracuda? —preguntó June—. ¿Perdiste su carga? ¿De qué diablos habla?
—¡Shhh! —exclamó JJ—. Ahora no es el momento. Solo haz silencio y sígueme.
Mordiéndose la lengua, June continuó agachada y siguió en silencio a su hermano en busca de una salida. Mientras avanzaban sigilosamente por la sala, escucharon a Mike sacar su arma y se detuvieron de golpe.
—¡Voy a entrar, JJ! Sé que estás ahí —gritó, abriendo la puerta trasera—. Lo haremos a tu manera.
En cuanto JJ escuchó abrirse la puerta trasera, agarró la mano de su hermana y la tiró hacia la puerta principal. La abrió de golpe y la arrastró afuera, apremiándola a correr para poder alejarse de la casa y de Mike. Corrieron tan rápido como pudieron, y June juró que podía escuchar el golpe de su corazón latiendo tan fuerte que parecía querer salirse de su pecho.
Cuando alcanzaron un arbusto pequeño, se detuvieron para recuperar el aliento, y JJ se giró para ver a Mike salir de la misma y examinar el terreno—. ¡JJ! ¡Maldición! ¿Dónde estás? ¡JJ, te encontraré!
—Cielos, JJ —murmuró June—. Tenías que deberle a Mike, ¿eh?
JJ se encogió de hombros, derrotado, y June supo que muchas emociones lo estaban invadiendo al mismo tiempo. Ella soltó un suspiro y dejó que su mirada recorriera la casa una vez más. Se sentía extraño pensar que lo más probable era que nunca volvería a cruzar ese umbral, no después de que su padre los había abandonado, marchándose a saber dónde. No cuando en la puerta principal colgaba una notificación de desalojo y sus cuentas bancarias estaban prácticamente vacías.
June sintió un nudo en el estómago. Cada detalle, cada grieta y cada hoja seca que se arrastraba por el porche, le recordaba que ese lugar había dejado de ser suyo. Lo que antes era su hogar ahora no era más que un recordatorio de abandono y pérdida, un espacio que ya no tenía derecho a reclamar.
Sintió una mano apretándole el hombro y se giró para mirar a JJ, quien dijo—: Vamos, Junnie. No queremos llegar tarde, ¿vale?
—Está bien —susurró June, entrelazando su brazo con el de su hermano mientras comenzaban a alejarse.
***
Cuando llegaron a la pista de aterrizaje a la hora acordada, solo encontraron a Sarah y John B sentados en los escalones del avión. Se veían cansados y aburridos, y los hermanos Maybank no estaban mucho mejor. Llevaban caminando media hora con la esperanza de salir a tiempo, pero al parecer ninguno de sus amigos estaba tan ansioso como ellos.
Sarah fue la primera en verlos, dándole un codazo a John B para que también los notara. Se pusieron de pie y comenzaron a caminar hacia ellos, encontrándolos a solo unos metros del avión y la camioneta.
—¿Dónde están todos? —preguntó JJ al acercarse.
—No lo sé —respondió John B con frustración.
—Deberíamos subir a la Twinkie y buscarlos —espetó JJ.
—Solo dales cinco minutos, J —dijo June.
Sarah señaló detrás de ellos—. Ahí están Pope y Cleo.
Se dieron la vuelta y los vieron acercándose en una motocicleta. Cuando se detuvieron a unos metros de ellos, JJ espetó—: ¡Cielos!
—¿Nos esperaban? —preguntó Cleo.
—¡Sí! Llegan tarde —respondió JJ con exasperación.
June puso los ojos en blanco—. Ignórenlo —se giró para mirar a Pope—. ¿De verdad convenciste a tu papá o...?
Pope se bajó de la motocicleta—. Cleo lo convenció.
—Mi chica. Así me gusta —dijo JJ, chocando los cinco con ella.
—Bien hecho, Cleo —añadió June con una sonrisa mientras Pope se acercaba a ella.
JJ asintió—. Gracias por ser parte de la tripulación.
—Claro —dijo Cleo.
Pope le dio un beso en la frente a June antes de mirar a su alrededor y fruncir el ceño—. ¿Dónde está Kie?
—No lo sé. Debe ser por sus padres —respondió Sarah—. Están estrictos.
—Deben haberle dicho que no —dijo June.
Pope suspiró—. Debemos irnos sin ella.
—No. Dame las llaves —dijo JJ, acercándose a John B con determinación.
Él negó con la cabeza—. No, amigo. No.
—Dame las llaves —repitió JJ—. Ahora mismo.
—No parece una buena idea —dijo John B.
June se acercó a él—. JJ...
—Miren, sus padres ya me odian, ¿bien? —se giró hacia ella—. Tenías razón, June. Me importa —se pasó una mano por el cabello—. Dame una hora. Será como una misión encubierta. Se lo debo.
June quiso decir que no, quiso suplicarle que reconsiderara cualquier idea imprudente que hubiera tramado en su cabeza. Pero no pudo. No al ver sus ojos enrojecidos con las lágrimas amenazando con caer en cualquier momento. No con esa voz rota, suplicando que lo entendieran. No cuando sabía que él había estado enamorado de Kiara durante mucho tiempo, y que recién ahora se daba cuenta de ello. ¿Quién era ella para negarle algo, sabiendo que si ella estuviera en su lugar, haría exactamente lo mismo?
—Una hora —dijo June finalmente.
John B parecía listo para discutir con ella, pero al cruzar miradas con su amiga todo hizo clic. Se giró a ver a JJ y asintió—. Sin desvíos, ¿me oíste?
JJ sonrió—. Sí. Dame las llaves —John B sonrió sugestivamente, y él puso los ojos en blanco—. Deja de poner esa cara y dame las llaves.
—Bueno, sí, si se lo debes, ¿no? —rió él—. Solo trata de no distraerte. Nos vamos en una hora —cuando tomó las llaves, John B puso sus manos en su rostro con diversión—. Agradezco la sinceridad.
Él asintió y comenzó a alejarse mientras Sarah decía—: ¡Apúrate!
JJ comenzó a correr hacia la Twinkie, y en vez de abrir la puerta como cualquier persona normal, se tiró por la ventana abierta.
—No, no, no. La puerta se abre, hermano —murmuró John B. JJ lo ignoró, terminando de subirse para luego arrancar el motor y salir disparado de la pista de aterrizaje—. ¡Despacio con el acelerador!
Pero JJ no lo escuchó, acelerando aún más. June negó con la cabeza con diversión, gritando para que su hermano escuchara—: ¡Tienes 59 minutos, JJ!
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