Al día siguiente, Morty decidió enseñar a Evil Morty a lavar ropa, una tarea que pensó que sería simple, hasta que vio a Evil Morty frente a la lavadora con la expresión de alguien enfrentándose a una máquina de guerra alienígena.

"Solo metes la ropa, echas detergente y presionas el botón," explicó Morty, intentando mantener la calma. "Es fácil."

Evil Morty tomó la botella de detergente, mirándola como si fuera un frasco de veneno. "C137, ¿te das cuenta de lo absurdo que es esto? He diseñado sistemas de inteligencia artificial que controlan flotas espaciales, ¿y ahora tengo que aprender a lavar ropa?"

"Bienvenido a mi vida," dijo Morty, encogiéndose de hombros. "¿Quieres usar esa chaqueta llena de harina toda la semana? Porque no te voy a prestar mi ropa."

Evil Morty suspiró y vertió una cantidad exorbitante de detergente en la lavadora. Morty gritó: "¡No! ¡Echaste demasiado! ¡Dios, vas a inundar la casa!"

Y, efectivamente, diez minutos después, la espuma se desbordó de la lavadora, cubriendo el suelo de la sala de lavado. Evil Morty miraba, inexpresivo, mientras Morty corría de un lado a otro intentando salvar la situación.

"¿¡No puedes hacer nada bien!?" gritó Morty, sosteniendo un cubo para limpiar. "¡Eres Evil Morty! ¡Eres un millón de veces más inteligente que yo! ¿Por qué no puedes con estas cosas simples?"

Evil Morty cruzó los brazos, con un tono sarcástico. "C137, mi intelecto está destinado a resolver problemas multiversales, no a lidiar con una lavadora diseñada por una civilización atrasada. Pero... admito que subestimé la complejidad de esto."

Morty se detuvo, mirándolo con incredulidad. "¿Acabas de... disculparte?"

"No," respondió Evil Morty al instante, aunque la comisura de su boca se curvó ligeramente. "Solo estoy analizando la situación. No eres... tan malo enseñando, C137. Aunque seas un poco ruidoso."

Morty se sonrojó, sin saber cómo responder. "Eh, bueno, gracias, supongo. Pero la próxima vez, escúchame, ¿sí?"

Evil Morty no contestó, solo ayudó en silencio a Morty a limpiar la espuma. En ese momento, Morty sintió algo extraño. Evil Morty, el que alguna vez hizo temblar a la Ciudadela, estaba a su lado, limpiando el suelo como una persona normal. Y, lo que era aún más extraño, no lo odiaba.